CELTA - REAL MADRID

Claudio Giráldez ya tiene galones de manager en el Celta y hoy se mide por primera vez a su pasado en el Real Madrid

El entrenador de O Porriño acaba de renovar hasta 2027.

Marián Mouriño, Claudio Giráldez y Marco Garcés. /RC CELTA
Marián Mouriño, Claudio Giráldez y Marco Garcés. RC CELTA
Óscar Méndez

Óscar Méndez

La vida de Claudio Giráldez ha dado varios giros de 180º en los últimos siete meses. El primero llegó en marzo, cuando el Celta lo anunció como el entrenador del primer equipo en sustitución de Rafa Benítez, que salía por la puerta de atrás después de sus malos resultados en el banquillo y, sobre todo, de perder la confianza del vestuario. Poco después, todavía con el equipo peleando por la permanencia, llegó su renovación hasta 2025, y esta misma semana una nueva ampliación hasta 2027.

"Estoy donde quiero estar", ha dicho por activa y por pasiva un técnico que tiene el respaldo del club y de la afición, algo que solo le ocurrió puntualmente a Eduardo Coudet en los últimos años. Desde la salida de Eduardo Berizzo, el Celta se había convertido en una trituradora de entrenadores de la que solo se salvó el argentino, que aguantó dos años en el cargo, un récord en la última etapa de Carlos Mouriño en la presidencia.

Con Benítez, el club quiso cambiar esa dinámica. Le ofreció un contrato millonario (que ahora sufre) para que fuera entrenador y manager, una persona que liderará el crecimiento que quería experimentar la entidad, tanto deportivo como a nivel de institución. Ese proyecto se rompió a los nueve meses, y fue ahí cuando Marián Mouriño sobre todo, avalada también por Marco Garcés, apostó por darle la oportunidad a Giráldez.

El técnico, muy valorado por los aficionados que seguían el día a día del filial, llegó como un 'desconocido' a Primera División. Más allá de la provincia de Ourense, poco o nada se sabía de él. Su carta de presentación fue una victoria en el Sánchez Pizjuán donde se pudo ver a un equipo alegre, ofensivo, que quería el balón e impulsaba a sus jugadores. "¡Así es como tenemos que jugar! Aunque perdamos, que al menos sea así", señaló Iago Aspas en el césped aquel mismo domingo.

Giráldez, en un entrenamiento.  RC CELTA
Giráldez, en un entrenamiento. RC CELTA

El capitán y estandarte del Celta es el fiel reflejo de lo que ha conseguido Giráldez en apenas medio año: unión. El entrenador encajó como un guante en un vestuario que ya lo conocía, pero que ahora también lo respeta. Su método cautiva a una plantilla que venía dando tumbos con su predecesor. Se divierten en los entrenamientos y sobre todo, sienten que se les escucha. Esa confianza está dando resultados a un equipo que lleva muchos años viviendo en el filo de la navaja.

Porque el técnico de O Porriño no es solo el entrenador que sube del filial y tiene buenos resultados, su labor va mucho más allá. Cuentan los que están cerca de él en el día a día que lo tiene todo controlado, tanto a nivel deportivo como fuera del terreno de juego. Es un obseso de la perfección y siempre está pensando en qué puede mejorar el club a todos los niveles. Por eso tiene ya la etiqueta también de manager, porque no solo se dedica a mejorar lo que ocurre en el césped.

Periódicamente se reúne con Marián Mouriño, que está presente en la ciudad deportiva del equipo en muchas ocasiones y que siempre se muestra pendiente de las necesidades de los equipos. En esos encuentros es donde se le nota la ambición a Giráldez, que suele acudir con un listado de cosas a mejorar que previamente ha charlado con los diferentes eslabones del organigrama. Si los fisioterapeutas, los encargados del material o los jardineros necesitan algo, Claudio lo hace llegar. "Trabaja por y para que el club sea mejor", cuentan desde su entorno.

Garcés, Giráldez y Marián Mouriño, en A Madroa.  RC CELTA
Garcés, Giráldez y Marián Mouriño, en A Madroa. RC CELTA

Esta labor no es nueva, sino que la lleva desarrollando desde hace años y desde sus diferentes equipos en el club (cadete, juvenil y filial). Cuando estaba al frente del Fortuna, Giráldez 'peleó' para que sus jugadores, que comparten instalaciones con el primer equipo, pudiesen también compartir comedor y que los canteranos, por ejemplo, pudiesen sentarse en la misma mesa que Iago Aspas. La finalidad era, por un lado darle normalidad a la situación, y por el otro, agilizar procesos, de modo que ya se crearán vínculos fuera del césped antes incluso de que compartieran tiempo dentro.

Pasado en el Real Madrid

Esta noche, el Celta de Giráldez se mide al Real Madrid. El entrenador de O Porriño cumplió 19 partidos al frente del equipo hace dos semanas en Gran Canaria, pero en ese tiempo no se ha medido ni al Barça ni al conjunto blanco. Precisamente, una derrota en el Santiago Bernabéu provocó su ascenso desde el filial el pasado mes de marzo y hoy volverá a cruzarse con un equipo que también estuve presente en su vida.

El ahora técnico del Celta pasó siete años en la cantera del Madrid, llegando a tener presencia en el juvenil, Madrid C y Castilla. En 2007 se dio la casualidad de que debutó en Segunda B con el filial blanco, precisamente en Vigo frente al Celta B y con derrota 3-1. Aquel día, en frente, jugó un tal Iago Aspas. Luego cambió de bando y firmó por el Atlético de Madrid antes de regresar a Galicia. Esta noche, su pasado vuelve a escena, pero él ya viste con chaqueta de manager en el Celta.