Así conquistó Capello con el Real Madrid la 'Liga de los milagros': "Entré en la mente de los jugadores, les convencí de algo que no podían olvidar"
Relevo charla con el exentrenador italiano para comprender cómo se ganó de forma agónica un campeonato (2006-07) que parecía completamente perdido. Carlo Ancelotti puede tomar nota para el 'rush' final. Similitudes con su Real Madrid no le faltan.

- Míster, somos de Relevo, queremos hablar con usted sobre la Liga del clavo ardiendo. La conjura y demás.
- ¿Cuál? ¿La de los milagros?
Italia tiene algo de añejo que, sin embargo, sigue llamando mucho la atención: su excesivo respeto por el pasado. Éste, en muchas ocasiones, goza de un estatus tan saludable y omnipresente que, si te encuentras a Fabio Capello, por ejemplo, se antoja normal darle la enhorabuena por lo que hizo con el Madrid en 2007 o con el Milán en Atenas'94, en ambos casos sacrificando al Barça.
A Fabio además se le llama míster, aunque lleve lustros sin entrenar. Así se dirigen a él hoy Costacurta, Del Piero o Boban cuando coinciden en platós televisivos. Este matiz en el trato es extrapolable a cualquier ámbito donde determinadas personalidades -muchas en tela de juicio, incluso después de muertas- hayan hecho historia. Por ejemplo, Berlusconi, quien hasta sus últimos días era llamado presidente. O Luciano Moggi, el direttore.
Sí, todo suena a apariencia, pero en realidad es una técnica para crear una zona de confort. Por ambas partes, además. Dicho esto, tampoco uno está obligado a hacerlo si el vanidoso y narcisista ego periodístico pide la vez para salir del postureo creyéndose súbdito. En este caso, va bene también Signor Capello. O ni siquiera hablar con él, porque el pasado es solo una ilusión mental y metafísica.
En la Liga de 2007, a falta de ocho jornadas, el Madrid era tercero a cinco puntos del Barça, líder y gran favorito. Rijkaard y los suyos defendían título y eran los vigentes campeones de Europa. 3-3 en el Camp Nou en la jornada 26. Ahí comenzaron los blancos a crecer moralmente. Lo que vino después se explica mejor con un Paso de Semana Santa.
El germen que desencadenó la victoria final se puede explicar de muchas maneras. Lo primero fue dejar a Ronaldo que se marchara. Después, con mi insistente discurso… Sí, que no éramos inferiores al Barça. También que cada partido se tenía que afrontar como si fuera una final de Champions. Les convencí de todo esto. Estaba prohibido olvidarlo de ahí hasta el final.
¿Cómo entró en la mente de esos jugadores que venían de una primera vuelta desastrosa? El punto más bajo fue en diciembre de 2006, cuando el Recre le endosó un 0-3 en el Bernabéu. Viqueira, ovacionado esa noche, parecía el mejor Kaká.
Sí, a partir de entonces (3-3 en Can Barça) el sacrificio, el empeño y la generosidad crecieron de forma exponencial, incluso en quienes no jugaban. Estaba sucediendo algo fantástico y único. Increíble, diría. Les dije: "Chicos, no sé si lo conseguiremos, pero vamos a intentar el imposible". Comenzamos a creer en los milagros.
La retórica heroica, estoica del Madrid, tocó ahí uno de sus picos más altos. La historia con Antonio Cassano no fue nada fácil. Con Beckham, sin embargo, ¿qué sucedió?
Lo apartó el presidente cuando supo que ya había firmado por Los Angeles Galaxy. Yo veía cómo se entrenaba, qué ganas tenía de demostrar su valía, entonces fui a hablar con Ramón Calderón para que lo reintegrara en el grupo. Significaba un ejemplo para el resto. Por suerte, volvió y fue figura capital. Efectivamente, no me equivocaba.
En esa liga de la Cofradía, de las remontadas épicas in extremis (4-3 al Espanyol, 2-3 en Huelva, 3-2 al Sevilla o 3-1 al Mallorca) hubo dos nombres propios. Uno fue Higuaín; el otro, José Antonio Reyes.
Reyes fue importantísimo para nosotros. Mira, para mí, los tres momentos sobre los que se construye esta remontada enorme (beneficiada con pinchazos culés contra el Betis de Sobis o el Espanyol de Tamudo) son estos: gol en el último minuto contra un Espanyol que ganaba al descanso 1-3 en nuestra casa, el 2-3 en Huelva cuando marcamos al final (Roberto Carlos) tras ir ganando 2-0 y después dejarnos empatar…
Usted me ha insistido mucho antes con el partido contra el Recre fuera de casa. ¿Por qué?
Sí, porque era un equipo que ya había bajado matemáticamente y, sin embargo, luchaba hasta el final por la victoria. No tenían nada que perder. Estaban volcados para anotar el tercero, incluso. Esto lo aprovechamos en un contragolpe increíble en el descuento, protagonizado por David Beckham, Ramos, Higuaín y Roberto Carlos. Creo que había maletines ahí (risas). Veías a sus jugadores destruidos nada más terminar… Es que con el empate estaban convencidos de haber logrado algo grande, pero no fue así.

Las primas a terceros siempre fueron un clásico. El tercer momento clave fue el último partido contra el Mallorca, imagino.
Sí, claro. Reyes, decisivo. Cuando terminó el primer tiempo comprendí que no estábamos jugando a nada. Veía un equipo que no sabía jugar a fútbol, tenían miedo, estaban con el freno de mano echado. Mi equipo no sabía hacer nada. Estaba confundido, maniatado.
¿Qué les dijo en el descanso? Diarrá, que también anotó, parecía otro después. Bueno, en realidad el gol -muy raro- se lo meten entre Moyá y Basinas.
Yo siempre hablo en pie. Ese día me senté. Inicialmente, dudé inicialmente en gritarles en su cara para que despertaran del letargo o dirigirme a ellos tranquilamente. Decidí lo segundo, por eso me senté, para estar a su misma altura. Le pedí permiso a Roberto Carlos para situarme junto a él. Les dije esto: "Hemos hecho hasta hoy algo imposible, increíble. ¿Ahora queremos regalar la Liga al Barça? No, ¿verdad? Bien, pues salid ahí fuera y jugad como lo hacéis en el entrenamiento". Fue suficiente.
Sin quitar algún mérito a su gesta, pero un medio campo con Diarrá-Emerson… Además, Fabio Cannavaro con muchos problemas de adaptación al fútbol español, un Pipa recién arribado… Sí, estaba Van Nistelrooy, pero ¿de verdad cree que eran superiores al Barça en calidad? ¿O era todo psicológico?
Creo que teníamos un gran equipo, aunque puede que el Barça tuviera algo más, sí. Quizás se sintieron campeones de antemano y bajaron la guardia. Nosotros, no. El resultado lo demuestra.
Algo así pasó con el Barça de Cruyff en el 94, cuando su Milán les humilló en la final de Copa de Europa.
Se ve que el Barça es mi rival favorito.
Última pregunta. Gana la Liga (30º en la historia blanca) y le echan. Quizás imputándole un fútbol que no gustaba. En su lugar llegó Schuster.
Ya lo tenían apalabrado con otro entrenador desde antes. Quizás porque no creían que yo… Lo cierto es que no tenía una excelente relación con el presidente. Probablemente había decidido que yo no era el técnico adecuado. No pasa nada. Quizás lo cerró antes porque no confiaba en su victoria final.
Quizás lo cerró antes porque no confiaba en su victoria final.
No lo sé, pero perfecto así.