Unai López, la esperanza de la Real que cruzó la A-8 para jugar en el Athletic: "No voy a decir la conversación que tuve con Susaeta, pero me ayudó"

Unai López (Alza, 1995) estaba considerado como una de las grandes esperanzas de la cantera txuri urdin. A sus 16 años era una pieza fundamental en el equipo de Liga Vasca Cadete y un asiduo en las categorías inferiores de la selección española jugando de centrocampista. Sin embargo, durante el verano de 2011, cuando terminaba su vinculación con la entidad txuri urdin, el Athletic llamó a su puerta y Unai López abandonó Zubieta, donde jugó, entre otros, junto a Guridi, Odriozola y Bautista para cruzar la A-8. La Real, que estaba negociando su continuidad, se quedó compuesta y sin un proyecto de futbolista importante. Su 'fuga' a Lezama es uno de los mayores reveses que se ha llevado Jokin Aperribay -reconocido por él mismo- desde que accediera a la presidencia de la Real en diciembre de 2008.

El ahora futbolista del Rayo Vallecano no es muy de echar la vista atrás en el tiempo porque "no me aporta". Trata de vivir el presente y tiene el foco en ayudar al conjunto vallecano a conseguir lo que sería un hito histórico en la entidad que preside Presa: "Sería la hostia jugar en Europa", algo que ve "factible", siendo consciente de la complejidad de la misión. "Yo, por lo menos, lo pienso. Creo en el grupo que tenemos y creo que podemos ser capaces de por lo menos estar peleándolo hasta el final", advierte. En la caseta, incluso, se habla de ello. "No es tabú", reconoce. "Es verdad que en los vestuarios muchas veces se habla menos de lo que se habla fuera, pero el que no lo haya pensado es que no está muy conectado a la realidad", valora el futbolista guipuzcoano.

En Vallecas ha encontrado su lugar. "Es un barrio muy parecido al mío de Donostia. Yo soy de Alza, un barrio humilde", remarca. En este sentido, reconoce que "es un orgullo poder representar a un barrio obrero como Vallecas". También lo es "ir al campo en una ciudad como Madrid con dos equipos tan grandes como el Madrid y el Atlético y ver a la gente con la camiseta del Rayo animándonos a nosotros. Aquí no hay segundo equipo", valora con orgullo. Para Unai López el Rayo "es un club muy especial. Así me lo hicieron sentir desde el primer día que vine aquí. Llevo muchos años y lo siento como si fuese mi casa y mi barrio".

Está tan identificado con el equipo que el ex del Athletic ha conseguido abstraerse de los problemas extradeportivos que acompañan a esta institución que preside Martín Presa. "Claro que hay situaciones que se pueden mejorar", proclama, pero, pese a todo, "no estoy cansado de todo esto. Estoy muy contento de estar aquí. Me han recibido como en casa y siempre voy a estar muy agradecido", quiere dejar claro Unai López, al que le queda un año de contrato.

En Madrid vive tranquilo. "No somos jugadores muy mediáticos y estando en una ciudad en la que está el Real Madrid y el Atlético, yo puedo ir tranquilamente por Madrid dando un paseo, que lo normal es que no me conozca nadie", agradece un futbolista al que le ha tocado firmar autógrafos desde una edad muy temprana por el revuelo que supuso en su día cambiar Zubieta por Lezama. "No me acuerdo del primero, pero me imagino que sería a la salida de Lezama. Seguro que fui a donde mis padres a contárselo, sorprendido", trata de recordar el futbolista del Rayo Vallecano, "agradecido", eso sí, del cariño recibido. "Si me lo hubiesen dicho cuando tenía diez años, te hubiera dicho que ojalá me parasen y cuanto más, mejor", reconoce esbozando una amplia sonrisa.

Pero no es una situación fácil porque "nadie te enseña a llevar eso. Te enseñan a pasar el balón, a jugar, a ser bueno en lo que nos toca, pero a eso, no. Es brutal, pero no es fácil. Hay veces que es muy fácil equivocarte", reconoce un jugador que se considera "bastante estable", mentalmente hablando, asumiendo que ha tenido sus altibajos. Sus peores momentos llegaban "sobre todo cuando no jugaba". Asume que "era un chico que se enfadaba mucho y te diría que hasta de más" cuando el míster decidía no ponerle de inicio. "Hay cosas que hay que saber llevarlas, que nadie te enseña y a mí me costó un poco controlar los impulsos de enfado cuando no jugaba", confirma el futbolista, que agradece, en ese sentido, haber convivido en un vestuario junto a futbolistas como Muniain, De Marcos o Markel Susaeta. Precisamente, una charla con este último supuso un punto de inflexión en su carrera, algo por lo que se muestra agradecido: "No voy a decir la conversación que tuve, pero con Susaeta tuve una charla que me ayudó y cambió mi punto de vista o mis reacciones en este tipo de situaciones", agradece.

Todo eso forma parte del pasado y ahora los elogios son más numerosos que las criticas. Tampoco es que le dé mucha importancia a las buenas palabras. "La justa", confirma. Y se explica: "En el fútbol, por desgracia, hoy eres muy bueno y mañana no te quiere nadie. Entonces tampoco... Yo sé cuándo estoy bien y cuándo estoy mal y tampoco me hace mucha falta que un periodista o que un amigo mío me diga que estoy bien. Vale, sí, te lo agradezco, evidentemente, pero hasta ahí". En su opinión, "hay que saber vivir con ello y no darle más vueltas", proclama alguien que sabe de qué va esto: "Cuando metes un gol, todo el mundo te quiere mucho, pero mañana lo meto en propia y todo el mundo me quiere matar. Es algo que, seguramente, también pasa en la vida en general, pero lo nuestro es más mediático y le influye a más gente y ya está. Hay que vivir con ello. Ni me preocupa ni me halaga demasiado cuando me dicen que estoy muy bien", analiza.

Para presión, la que se vive siendo jugador del Athletic. Vio las imágenes del recibimiento que se le dio al conjunto rojiblanco y lo que vivió San Mamés tras la victoria frente a la Roma y siente "envidia sana". "Yo sé lo que son vivir esas noches en San Mamés y vivirlo desde el sofá fue espectacular. Ojalá puedan jugar esa final ansiada", desea un futbolista para quien jugar en el Athletic "ha sido brutal". Va más allá en este sentido: "Poder haber debutado en Champions, disfrutar de San Mamés lleno, de lo que es Bilbao, del fanatismo que tiene la afición del Athletic ha sido lo increíble", sostiene Unai López que, poniéndose en la piel de los que fueron sus compañeros no hace mucho tiempo, es consciente de que, antes de que empezar el partido ante la Roma, "todos estarían nerviosos porque en Bilbao se genera una cosa que es espectacular", añora.

Sabe de lo que habla porque "hay mucha presión", sabedor de que "en Bilbao se vive mucho el fútbol y hay mucho fanatismo", algo entendible para Unai López porque "el Athletic es uno de los grandes clubs de España". A pesar de no querer echar la vista atrás en el tiempo, reconoce tener "una espina clavada" de su etapa en la entidad de Ibaigane. "El año pasado consiguieron ganar la Copa. Yo he tenido la suerte de estar en tres finales pero no ganar ninguna. Claro que tengo esa espinita de no haber podido conseguir la Copa con el Athletic", lamenta un futbolista, que no terminó de encontrar la regularidad deseada en Bilbao. "Igual yo no estaba en el momento de madurez en el que tenía que estar para asentarme. Jugué muchos partidos, pero me costó el asentarme de una manera habitual", asume.

El partido de hoy será "especial". Es más, "sería una tontería negarlo", puntualiza. No quiere explayarse en demasía sobre su salida de Zubieta dirección Lezama allá por el verano de 2011. "Han pasado mucho años y sería volver a una situación que creo que no hay que volver. Con aquella edad, deportivamente hablando, tanto yo como mi familia y mi agente pensamos que iba a ser lo mejor para mí", se limita a señalar el futbolista, que tampoco quiere entrar a valorar lo acontecido sobre el verde de Old Trafford donde la Real Sociedad quedó apeada de la Europa League tras un partido marcado por la actuación arbitral.

"Son acciones dudosas. Entiendo la reacción de la gente de la Real y, sobre todo, de los jugadores, pero ellos le darán la vuelta rápido y vendrán aquí con ganas de sacar los tres puntos y meterse en la pelea por estar la temporada que viene de nuevo en Europa", advierte. No quiere mojarse. "No creo que tenga que entrar yo ahora a criticar a los árbitros o a halagarles. Es una competición en la que yo no estoy y no me va a llevar a ningún lado meterme en lo que le pasó a la Real Sociedad o no. Prefiero mantenerme al margen y dejarlo para ellos que han sido los afectados por las decisiones que ha tomado un árbitro", considera.