La crisis reputacional de Laporta: los giros en el adiós de Xavi, una crítica que sube de tono y ese inversor que aún llega
El presidente se enfrenta a unas semanas determinantes en lo deportivo, lo económico y en su imagen al frente del club.

Que el Barça tiene por delante un mes determinante en todos sus frentes es tan real como que la situación del presidente, Joan Laporta, está más cuestionada que nunca. Dentro de los límites sonoros de una temporada en Montjuïc, con más turistas que socios (menos de 18.000 abonados), y de que la oposición se centra únicamente en Víctor Font, el candidato que perdió las últimas elecciones y que sigue en pie de guerra a la espera de una nueva oportunidad, su imagen sufre una crisis reputacional por sus últimas decisiones, especialmente por todo lo que concierne al entrenador, pese al alivio de deja de estar imputado por cohecho del caso Negreira.
Hasta tres giros de guion ha dado el presidente en los últimos cuatro meses. Una vez Xavi Hernández anunció su marcha el 30 de junio, a finales de enero, Laporta aceptó su adiós en diferido y después se avino a intentar convencer al técnico para que recapacitase, como expresó públicamente. Cuando llegó el momento determinante, ese 24 de abril con el equipo ya eliminado de la Champions, en la junta directiva se llegó a la conclusión de que Xavi no seguiría pero todo viró en la noche del sushi en casa del presidente. La conferencia de prensa posterior, un tanto esperpéntica, suponía el final del culebrón simbolizado en un abrazo entre ambos y en la emoción de Laporta. Pero no. Todo volvió a virar la semana anterior.
Trascendió, por medio del entorno de Laporta que vierte informaciones contradictorias y narra todos los pensamientos del presidente como si se tratase de un Gran Hermano, que el presidente ya había decidido prescindir de Xavi el enfadarse tras su rueda de prensa previa al Almería; aplaudida en algunos sectores del barcelonismo por la sinceridad de Xavi al hablar de que "el culé debe entender que este Barça no es el de hace 25 años", en referencia a las dificultades económicas de la entidad y que afectan a la configuración de la plantilla.
Un viraje y una narración de los pensamientos que fue más allá, incluso, y que trascendió que quería posponer la comunicación del despido a Xavi el lunes para no contraprogramar al equipo femenino que este sábado jugaba la final de la Champions. No pudo escoger peor día para anunciar oficialmente el adiós del técnico. El foco ha alumbrado todo el fútbol español y europeo. "Xavi sí, Laporta no", se escuchó desde la grada de animación en el Barça-Real Sociedad.
"Ha habido tres síntomas nuevos que reflejan la situación de desgobierno", reza la carta dirigida al presidente por parte de Víctor Font, en la que detalla la "preocupación de muchos socios". En las redes sociales se habla de forma tímida de una moción de censura mientras que se están creando en otros foros líneas críticas, incluso una plataforma de socios le ha hecho llegar a la entidad un listado de preguntas que no entienden las respuestas por el comportamiento y los mensajes de la entidad. La gestión del caso de Xavi, y los giros de improvisación que se han dado, aumenta el desgaste. Los editoriales de la prensa se han llenado de críticas.
Los frentes abiertos y delicados al margen de la llegada de Flick
La llegada de Hansi Flick y el adiós de Xavi no son el único reto difícil de explicar que tiene por delante el presidente por mucho que el cambio se viera bien meses atrás. Hay otros frentes abiertos que trascienden lo deportivo, incluso más importantes para la supervivencia de la entidad en cuanto a recursos. El 15 de junio expira el segundo pago de Libero de 60 millones por una parte de Barça Studios, a lo que se une a los otros 40 millones que se debieron a finales de 2023. Un agujero de 100 millones que debe cubrir la entidad para que no se reformule un movimiento financiero que permitió que la entidad diese beneficios en el ejercicio anterior.
A la espera de la llegada de ese inversor, que en la entidad se mantiene la fe y la convicción de que se podrá anunciar (los mismos mensajes que en enero), el Barça además necesita hacer público el nuevo acuerdo que se está gestando con Nike que debería ayudarle a cuadrar ese balance con una prima por renovar otros diez años a partir de 2028, aunque La Vanguardia publicó la semana anterior que la junta directiva estaba negociando con La Caixa un crédito de 100 millones. Informaciones contradictorias aunque encaminadas a conseguir por fin la regla 1 a 1, algo indispensable para poder encarar el mercado con garantías.
Tres años de vaivenes en lo económico y en la dirección deportiva
Tres años después de alcanzar la presidencia, el desaguisado económico después de tres palancas se resume en un ejercicio "espectacular", según reconocen en la propia Liga, en los gastos, pero en una merma del patrimonio en cuanto a vender el 49% de los derechos televisivos y Barça Studios, así como en una dudosa política deportiva que va camino del tercer entrenador y con una dirección deportiva por la que han pasado Mateu Alemany, Jordi Cruyff y Deco, con "paradigmas" diferentes.
La crisis reputacional de Laporta, con la cuenta corriente de los avales de los directos en tela de juicio con sombras como otro ejemplo, es honda, aunque el presidente azulgrana es capaz de hacer malabarismos. El entrenador, el inversor y la regla 1 a 1. Tres momentos determinantes.