Griezmann, un 'Clásico' que nunca falla

El 'Clásico' en el Metropolitano se llama Antoine Griezmann. Es el capitán moral del cholismo, que ha mutado su estilo de juego y resultados tras el Mundial. Desde la derrota ante el Barça, el pasado 8 de enero, el Atlético ha ganado 24 de los 30 puntos posibles en LaLiga. El equipo rojiblanco se acuesta a cinco puntos del Madrid a falta de lo que haga el equipo de Ancelotti en el Camp Nou.

Los goles de Griezmann, Carrasco y Lemar consolidan al Atlético en la tercera plaza y hunden al Valencia en la zona baja de la tabla. En este partido hasta el VAR sonrió al grupo del Cholo, al anular el gol de Hugo Duro que suponía el 1-1 (31') y que hubiera provocado otro partido diferente en la segunda parte. Pero el Atleti se gustó y jugó. Todo lo que no había sucedido hasta el Mundial de Catar. Juego y resultados con un Cholo siempre en guardia...

Una de las claves del resurgimiento de este Atlético es el banquillo. Mirad la cara de Morata en el banco. Parecía feliz. Muy diferente a las suplencias de Joao Félix. Como dice Kuppers, el valor es el resultado de la ecuación que da el conocimiento más la habilidad multiplicada por actitud. La actitud multiplica y suple muchas veces a la experiencia o las aptitudes. Simeone ahora se encuentra con la tranquilidad de confeccionar las alineaciones sin tener que gestionar caritas en el banquillo. Morata salió en el 62' y, cuatro minutos después, cocinó el gol para Lemar, que llevaba más de un año sin marcar. El '9' de la Selección y el '19' del Atlético fue determinante en Montilivi y asumió con profesionalidad, trabajo y buena cara la suplencia ante el Valencia.

El unocerismo es una seña de identidad del Cholo. Es un resultado que, como subraya el técnico del Atlético de Madrid, te mantiene concentrado tanto en defensa como en ataque durante los 90 minutos. Para el cronista habitual de los partidos del equipo rojiblanco, jugadores como Griezmann son como un analgésico. Sabes que, pase lo que pase (0-1 ante el Girona, 6-1 al Sevilla ó 3-0 al Valencia), el francés justifica aquello de que el fin (unocerismo) justifica los medios (usar a jugones como Grizzi para algo más que atacar). Cuando reinaba el 0-0 en el marcador, el '8' del Atlético volvió a dar una exhibición. Ya lo decía Míchel, técnico del Girona: "Es el jugador de LaLiga". Con su gol en el minuto 22 (diez dianas y diez asistencias en LaLiga), tras pase de Llorente, el Atlético encarriló el partido y el parón de selecciones. ¿Qué habría sido de este Atleti sin un Mundial de por medio? O, mejor dicho: ¿por qué no todos los atléticos tuvieron la misma actitud que Griezmann, tan motivado para jugar el Mundial como defender la camiseta rojiblanca?

Munuera Montero tardó más de tres minutos en tomar la decisión de anular el 1-1 del Valencia, tras la llamada de la sala VOR con Medié Jiménez. 180 segundos dan para mucho. Para que el Metropolitano pitara como nunca al colegiado ("¡Corrupción, en la Federación!", se cantó durante el partido), para que Simeone protestara en modo zen desde su área técnica (sin achuchar al delegado, Pedro Pablo, como el día del Brujas) o para que el Pipo Baraja acabara perdiendo los nervios. Memphis tiene flow. Tiene pinta de que para levantarse de la cama por las mañanas necesita más de 180 segundos, como la mayoría de los mortales.

A un delantero no se le debe juzgar sólo por su cantidad de goles o asistencias. No. También por la actitud. "Del césped no me levanto hasta que me piten la falta", era el pensamiento del neerlandés. Foulquier le había dicho, nada más tocarle y quitarle su bota naranja, que estaba tirando de cuento. No, brother. No. En medio de esos 180 segundos de locura, nervios, emociones, enfado y hartazgo había un tío tumbado en el césped como si se acabara de despertar de la cama. "De aquí no me levanto hasta que me traigan el zumo de naranja", le faltó decir. Y ahí fue Munuera Montero, con cara de circunstancias ("¡Oh, me toca anularlo, pero tampoco lo tengo claro", decía su cara), a señalar la falta de Folquier a Memphis. En ese momento, Memphis sonrió y se levantó. Con flow. Mucho. Un genio.

Nahuel Molina es un disparador, pero de emociones. Hay días que puedes pensar que podría llegar a tener el nivel de ilustres laterales diestros en la historia rojiblanca, como los Aguilera, Geli o Tomás Reñones, pero otros te da un aire a los Seitaridis, Pilipauskas o Njegus. Esta comparación exagerada, posiblemente injusta (porque al argentino no se le puede reprochar actitud y fondo físico), viene por acciones como las que protagonizó en el minuto 15. ¡Vaya regalo a Thierry! Resulta incomprensible una serie de errores que sigue cometiendo a nivel técnico y táctico. No es el asunto de que la potencia sin control no sirve para nada (cuando llega muchas veces a línea de fondo para centrar, la mayoría de las veces, de manera desatinada), sino el hecho de asistir al contrario. Puede que el siguiente partido le dé mis dieses, como puede ser el caso de De Paul (otro que dispara emociones, ahora positivas), pero necesita trabajar la fiabilidad y la regularidad para que nos acerquemos a los grises en lugar de los negros o blancos.

Son dos leyendas del fútbol español. Baraja sufrió el drama de un descenso, el del Atlético en el año 2000, lo que propició su traspaso al Valencia por 2.000 millones de pesetas para convertirse en leyenda del valencianismo. El Pipo, como el Cholo, tiene ese arraigo entre la afición che como para levantar una situación crítica por la nefasta gestión de Peter Lim. No son comparables, pero Simeone recogió en el banquillo a un Atlético muy diferente al actual, camino de diez temporadas seguidas jugando la Champions. Ésa es la única baza que tiene el Valencia, el sentimentalismo de que alguien de la casa evite la mayor de las tragedias.

El Valencia tuvo oportunidades para rascar algo en el Metropolitano (con un gol anulado o el palo de Lino en el 77'), pero la baza de la permanencia pasa por Mestalla. El Valencia encadena su séptima derrota consecutiva como visitante (las seis últimas sin marcar). El Atlético, que cuando llegó Simeone al banquillo se encontraba por detrás del Madrid, Barcelona, Athletic y Valencia en la clasificación histórica y ahora es tercero, es demasiado para este Valencia. Por eso, el Metropolitano no paró de cantar al Cholo durante el partido. Los grandes pueden pasar por horas bajas, véase al equipo che, y el Atleti lleva 11 temporadas sin bajarse del tercer escalón.