Dani Rodríguez, el subcampeón de Copa que no vio futuro en el fútbol: "Le dejaron tirado y se vino abajo"
El gallego, goleador en la final de La Cartuja, se moldeó en el barro hasta alcanzar la élite: "No sabíamos qué hacía un chico así en Tercera".

Dani Rodríguez (35 años), que se mide este sábado al Real Madrid (18:30) después de marcar en la final de la Copa del Rey, no siempre pensó en llegar a lo más alto. De hecho, pese a su ambición y a una capacidad de esfuerzo desmedida, pasó por momentos oscuros que le hicieron replanteárselo todo. Si algunos futbolistas llegan a la élite a través de una alfombra roja, al gallego le tocó sortear mil y una montañas antes de siquiera acercarse. A los 22 le dejaron "tirado" después de que el Dépor le descartase, con 23 descendió a Tercera con el Conquense con problemas de pagos y con 24, cuando otros compañeros de generación ya saboreaban la élite, pensó en tirar la toalla y ponerse a estudiar.
"Yo me lo encontré en un momento muy bajo. Cuando le vi en los primeros entrenamientos, y a medida que íbamos cogiendo confianza, me acerqué y le dije: '¿Pero… qué ha pasado para que un chico con tus capacidades esté en Tercera?'", relata a Relevo José Manuel Aira, ahora entrenador del Alavés B y "salvador" de Dani, como el propio futbolista reconoce, cuando le recogió en el Racing de Ferrol, también en la cuarta categoría nacional.
El director deportivo que recomendó su fichaje fue Juáncar Fernández, que atraviesa un período de reflexión después de su paso por las secretarías técnicas de Levante o Alcorcón. Él le había firmado antes para el Betanzos, justo cuando Rodríguez terminó su etapa como juvenil en el Deportivo. "Me duele decirlo, pero él era el patito feo de su generación. Por aquel entonces, el Montañeros y el Ciudad de Santiago (dos equipos extintos de Segunda B y Tercera) se llevaban cedidos a los mejores proyectos del Dépor. Lo hicieron con Javi Redondo (no superó la Tercera), Efrén (mismo bagaje), Diego Seoane (ya retirado)… y a Dani lo dejaron de la mano de Dios, nadie lo quería. Nosotros lo conocíamos porque era del pueblo. Teníamos recursos limitados y nos lo dejaron a huevo", expone.
En el Betanzos CF, que bajó aquella temporada 07-08 a Preferente, los salarios eran irrisorios, y más para jóvenes como Dani… aunque eso a él nunca le importase. "Es el único jugador que he tenido en mi vida que fue a cobrar el salario el primer mes y no sabía ni cuánto había en el sobre. No nos preguntó cuánto le íbamos a pagar. No digo que tenga que ser así, ni mucho menos, pero me parece sintomático. Parte de su éxito viene de la educación que ha recibido de sus padres. Quería jugar al fútbol y una oportunidad en Tercera, el dinero le daba igual", desvela Juáncar.

Después de un regreso efímero al filial del Deportivo en la 08-09, la comunicación al final de aquel curso de que no tendría hueco en el club "le mató". "Les pasa mucho a jugadores que salen de una cantera: cuando les dan la baja y les dicen que no cuentan con ellos, reciben un golpe anímico importante. Detrás de estos chicos hay agentes, padres… y todos depositan muchas esperanzas en el futbolista. Esa presión se nota. Cuando llega el día en que te dicen: 'Oye, Dani, no vas a seguir en la cantera del Dépor, no te valoramos para el primer equipo y no vas a seguir en el filial', ahí entras en una situación complicada. Dejó de creer en él y en sus capacidades", dice Aira. "Había puesto tanta ilusión que su frustración fue inmensa. Cuando piensa que no va a ser jugador, se viene totalmente abajo", sustenta Juáncar.
La bofetada fue todavía mayor con su siguiente paso: se marchó al Conquense, con el que bajó a Tercera, y sufrió problemas económicos. "Él es muy amigo de Diego Rivas (portero que ya estaba en el Elche, en Segunda) y Juan Domínguez (entonces en Primera con el Deportivo). Veía que ellos tiraban para arriba y que él caía", añade el director deportivo. Entonces pensó ya en salirse de la rueda, como reconoció en una entrevista con el pódcast Todo al verde en 2020: "Me llevé un palo. Anímicamente estaba muy muy mal. Tenía ganas de empezar a estudiar o de dedicarme a otra cosa, perdí la ilusión de ser futbolista". Su fichaje por el Racing de Ferrol y Aira le recuperaron.
Un punto de inflexión
En A Malata, en Tercera, recobró la confianza. "Ese año ascendimos con récord de puntos (97) y él fue importante desde el primer día. Hablábamos mucho, yo le exigía… Seguro que alguna vez se fue a casa maldiciendo y llamándome de todo. Enseguida hubo conexión entrenador-jugador. Poco a poco, con su trabajo, la ayuda del club, el éxito del proyecto y el grupo humano espectacular que formaron en el vestuario, volvió a ser Dani", constata Aira. La campaña siguiente, siendo un recién ascendido, el Racing terminó segundo en Segunda B. Y el de Betanzos siguió brillando.

"Yo ya lo conocía de la cantera del Dépor. Lo vi en Ferrol otra vez y lo llamé: '¿Dani, pero qué hace un jugador como tú en un sitio como este?'. Me dijo que nadie le había ayudado, que se había ido de Abegondo y que le habían dejado tirado. Ahí empezamos a trabajar juntos", asevera Rodrigo Fernández Lovelle, su representante y otra de las figuras claves en su trayectoria. Su siguiente paso, también en Segunda B, fue marcharse al Racing de Santander. Volvió a encontrarse piedras.
"Dani hizo una gran primera temporada, pero no subieron. Después, el entrenador (Ángel Viadero) me llamó y me dijo que no contaba con él para el año siguiente, después de haber sido un jugador importante y meter seis goles. El presidente, Manuel Higuera, no quería que nos fuésemos, pero si el míster no contaba con él… ¿qué hacíamos allí?". Entonces volvió a aparecer Aira, que lo reclutó para el proyecto ganador del Albacete: "En mitad de la pretemporada, hablando con Víctor Moreno (entonces director deportivo, ahora responsable de desarrollo deportivo y cesiones en el Athletic), le comenté que necesitábamos un perfil como Dani y le puse su nombre sobre la mesa. Sabía que en Santander no estaba a gusto del todo. Ascendimos y se metió en fútbol profesional con 29 años".
Todo empezó a ir más rodado, aunque sus equipos continuasen sin demostrar demasiado interés en retenerle. "En mitad de esa primera temporada en Segunda, el director deportivo del Albacete (Nico Rodríguez) me ofreció un contrato lamentable para renovar, la mitad de lo que ganaban los suplentes de Dani. La propuesta me la hizo en un bar cercano al Anxo Carro, porque ese día el Albacete jugaba en Lugo. Dani marcó después un golazo y, cuando le trasladé la propuesta que me habían hecho, me dijo: 'Si no nos quieren, vámonos'".

Y firmó con el Mallorca cuando los bermellones todavía estaban en Segunda B. Maheta Molango, director general, y Javi Recio, director deportivo, sí "apostaron de verdad" por él. Lo que vino después, ascenso a Primera incluido en un playoff memorable contra el propio Deportivo, ya es historia, para alegría de todos los que pasaron hambre con él.
Lovelle, al verle anotar en la final de Copa, sintió "un cosquilleo que te recorre el cuerpo y te paraliza, algo inenarrable"; Aira, "un orgullo tremendo"; Juáncar, "emoción". Todos ellos creyeron en él cuando nadie más lo hacía y le han ayudado a convertirse en un futbolista para la historia del club insular, el máximo asistente de siempre y uno de los grandes capitanes. Sus planes de futuro son de estabilidad: acaba de renovar hasta 2025 y se casará el 29 de junio con su mujer, Cristina, en la catedral de Palma. A pocas horas de afrontar otro partido para el recuerdo ante el Real Madrid, los que le sigan por la tele volverán a acordarse de aquel Dani que pasó por lo peor antes de tocar el cielo.