El descalabro del Real Madrid tiene consecuencias más allá de los fichajes y afecta a las renovaciones
La situación complicada del equipo toca de lleno en los casos de Lucas Vázquez, Modric y Alaba.

Cuando se produce un derrumbe, las consecuencias suelen ser devastadoras. El que sufrió el Real Madrid en la Champions también las tendrá, aunque los efectos, de momento, no han declarado al equipo como zona catastrófica. Fuera de Europa, a Ancelotti, herido de consideración, y a los jugadores les quedan aún varios frentes (Liga, Copa y Mundial de Clubes) que servirían para amortiguar el golpe en su competición fetiche. Sin embargo, la eliminación contra el Arsenal dejó en el club un mensaje de cambio necesario en algunas líneas. Con Alexander-Arnold encarrilado, la planificación deportiva ya maneja un plan de refuerzos que puede provocar daños colaterales en las renovaciones.
Con la salida segura de Jesús Vallejo (28 años), jugador invisible por decisión técnica y casi que por decisión propia, el Real Madrid afrontará la negociación con Lucas Vázquez (33) y Luka Modric (39) con las secuelas del descalabro en carne viva. En este sentido, cada caso sentirá el impacto de un modo desigual. El más perjudicado, no sólo por lo visto ante los de Arteta sino por reiteración, es el gallego; por contra, el croata está más a salvo, aunque es evidente que la situación convulsa tampoco le ayuda. La de David Alaba (32) también será una carpeta en la que se profundizará. Su contrato finaliza en 2026, pero la lesión le desfiguró hasta hacerlo irreconocible. Hay quien le ve más fuera que dentro. Por rendimiento y por salario.
A Lucas Vázquez todo le juega en contra para renovar un año más, de acuerdo con esa política de la entidad de prolongar de año en año a aquellos que superan la treintena. Por un lado, le acorrala la más que probable llegada de Alexander-Arnold. El inglés lleva meses volviéndole la cara al Liverpool, que intenta por todos los medios mejorarle el contrato, en un indicio claro de que lo suyo con el Madrid está más que caliente. Su fichaje, para competir-oxigenar-complementar a Dani Carvajal, evidentemente compromete a Lucas. También lo hace su bajón de rendimiento.
En los peores momentos, casi siempre ha salido en la foto. Por eso, tal y como sostienen distintas voces dentro de Valdebebas, ahora mismo hay muchísimas dudas sobre su renovación. Como informó Relevo el pasado 13 de abril, las conversaciones están en punto muerto. Pero las últimas actuaciones del lateral refuerzan con argumentos a quienes consideran que su etapa en el Real Madrid, después de una vida de blanco, ha llegado a su fin. El jugador, que siempre ha mirado más por el club y el equipo que por él, está plenamente enfocado en remar para lograr algún título. Después se sentará a hablar, pero pinta que su permanencia será muy difícil.
Con Modric, en cambio, las sensaciones son otras. Es uno de los pocos que se libran de ser señalados en medio de la catástrofe. Con 39 años (cumplirá 40 en septiembre), su nombre está fuera de las listas negras pues este Madrid se ha movido con el impulso individual de los cuatro de arriba, los siete pulmones de Valverde, los milagros de Courtois y el norte del croata. Con Kroos disfrutando de la vida y con Ceballos recuperándose de problemas físicos, cada vez que Ancelotti tiró de él demostró que no hay mejor pieza en la plantilla para manejar la pelota con criterio. Modric acaba contrato en junio y quiere seguir porque se ve en condiciones de aportar. En la planta noble, en cambio, aumentan más las reservas. El desenlace de su caso dependerá del grado del siniestro al acabar la temporada. Todas las señales indican que el de Zadar integrará la nómina de la 2025-26. Sólo si el Madrid acaba sin Copa, sin Liga y sin Mundial de Clubes y se aprieta el botón de la revolución se enredaría su porvenir.
Lo de David Alaba tiene más aristas. Es lo que se viene a denominar una patata caliente. Su contrato acaba en 2026 y los interrogantes en torno a él se acumulan. Una gravísima lesión de cruzado le partió. Hubo quien insinuó incluso con una retirada, un desenlace que nunca pasó por su cabeza. Volvió después de 399 días parado, Ancelotti fue introduciéndole poco a poco en la dinámica hasta el punto de abrazarse a él en los dos días D contra el Arsenal, y como lateral, pero ha hecho aguas. Su físico vivió mejores días. Su bajón alerta en los despachos de que, tal vez, es conveniente abrirle la puerta, con respeto y honores. También porque su salario es uno de los más altos de la plantilla y hay que hacer hueco a las altas. El suyo es un caso con demasiados grises y que se tratará convenientemente al finalizar el Mundial de Clubes. Si sigue no extrañará y si se va, tampoco.
Nunca es conveniente tomar decisiones en caliente y el Real Madrid no es una excepción. Sobre todo teniendo en cuenta que aún quedan balas para concretar, al final, el adjetivo que se pone a la temporada. La conclusión determinará a quién se le baja el pulgar y a quién se le da otra oportunidad.