El diagnóstico crítico entre los que conocen el Barça: "Lo peor es lo que viene"
![Joan Laporta, en un acto del club. /EFE](http://s2.sportstatics.com/relevo/www/multimedia/202404/23/media/cortadas/laporta2-RqVnygji4wf9F0105TqTosO-1200x648@Relevo.jpg?w=569&h=320)
Pasó la semana Match Point y la bola cayó en la pista azulgrana. Todo lo que pudo salir mal, salió mal. Es difícilmente digerible que el Barça dejara ir un 4-2 contra el PSG y sendas ventajas 0-1 y 1-2 contra el Madrid para acabar despedido de la Champions y en la lona del Bernabéu entregando el título de Liga. En el foco, Xavi, siempre Xavi, desquiciado y expulsado contra el PSG, disparando al arbitraje en el Bernabéu, tomando decisiones arriesgadas (quitar a Lamine en Champions, entregarse a este Pedri o sacar al mejor Lewandowski de la temporada jugándose LaLiga), que no han dado resultados. "Perder tendrá consecuencias", bramó Laporta cuando recuperó el trono. Pues difícilmente puede perder más el Barça de Xavi.
En las conversaciones con distintos profesionales que se mueven alrededor de Can Barça, el diagnóstico es crítico. "Lo peor no es lo de ahora, sino lo que viene". El quorum respecto al análisis se teje entre la sospecha permanente sobre Laporta y su núcleo duro, la agónica situación económica (palancas que no llegan) y la ausencia de un entrenador top mundial que evolucione futbolísticamente a una plantilla que definitivamente está para mucho más de lo que ofrece.
Al presidente le ven acelerado, sin el temple ni el pulso necesarios para pilotar una nave que por otra parte necesita achiques y rumbo firme. Sin Mateu Alemany o Eduard Romeu, por citar dos de los varios altos ejecutivos que ya no siguen en el club, su corte no está avalada por los altos estándares que se deben mostrar en un club como el Barça. La foto celebrando el resultado de la ida en París con Enric Masip, Rafa Yuste y Joan Soler vale como ejemplo puntual, más propia de aficionados que de directivos. Quedaba un partido de vuelta. En el otro lado del espejo, Florentino solo se hace fotos con títulos.
El Laporta audaz y carismático de su primera etapa ha dado paso a un presidente impulsivo, con aroma populista, metido en un personaje de extremos, sin la mesura que le aportaban sus antiguos compadres del Elefant Blau (Ferran Soriano, Sandro Rosell, Marc Ingla…) con los que tocó el cielo hace casi 20 años. Su discurso, del nacionalmadridismo al arbitraje, penetra en el sector más radicalizado del barcelonismo, pero ni mucho menos cala masivamente, quizás también por las señales de agotamiento e incluso indiferencia entre el socio, desmotivado también por la mudanza a Montjuïc. Todo es cortoplacista, se puede decir hoy blanco y mañana negro, con escasa autocrítica, más corazón que cabeza, todo lo contrario de como se debe regir una institución que es, o debería ser, mes que un club.
El desánimo en las oficinas se palpa. Los despidos han sido un cuentagotas permanente desde la llegada de Laporta. Más de un empleado ha escuchado, al pasar el presidente, la frase "aquest és dels nostres?" [¿este es de los nuestros?], preguntándose con su interlocutor por si era de fiar o, si por el contrario, y como muchos temían, su puesto de trabajo corría peligro. Los clásicos bandos que han fagocitado a la entidad desde el tardolaportismo de la primera etapa.
Con todo y con eso, no hay club en el mundo, dicen los conocedores del mercado, capaz de sacar de la cantera tal cantidad de jugadores casi adolescentes con un impacto tan alto. En los últimos años, rondando o ni siquiera acercándose a la mayoría de edad, La Masia ha producido a Ansu, Gavi, Balde, Lamine o Pau Cubarsí, todos ellos ya internacionales y con un talento extraordinario. Del mismo modo que se consigue que, en una situación para nada ventajosa, jugadores del nivel de Gündogan o Lewandowski quisieran fichar por el Barça.
Ahora Laporta trata de convencer a Xavi, mientras Deco tuerce el morro. El director deportivo, al menos internamente, es crítico con el rendimiento que el entrenador ha sacado a la plantilla. Sus apuestas por los jóvenes le avalan, no tanto la evolución de jugadores que deberían haber crecido y están estancados. Araujo es un caso evidente. ¿Hay alguna diferencia entre el Ronald pre Xavi y el actual? En cualquier caso, ya lo dijo Laporta. "Perder tendrá consecuencias". Ahora falta por saber cuáles.