La distancia en Liga coloca a Ancelotti ante un 'match ball' en Marruecos
El técnico perdió crédito en la Supercopa y las sensaciones del equipo arrojan dudas.

El fútbol es un deporte que no tiene memoria y en el Real Madrid, aún menos. Los resultados mandan y el crédito hay que ganárselo semana a semana. Lo saben los futbolistas y en especial Ancelotti, que ha saboreado las dos caras de la moneda dentro del club. El doblete del curso anterior (Liga y Champions) es pasado y este 2023 ha dejado al equipo con un título perdido contra el Barcelona (Supercopa de España) y a una distancia en Liga (ocho puntos) difícil de solucionar.
Este panorama convierte el Mundial de Clubes, un título menor y con rivales inferiores sobre el papel, en un match ball para el técnico, al que un tropiezo en este escaparate mundial le dejaría herido casi de forma definitiva. Algo se rompió en la confianza de los dirigentes hacia su entrenador en aquella dolorosa derrota contra el Barcelona en Arabia. Quedó la sensación de un mal momento físico, acompañado de un bajón de juego, en un momento del curso donde se jugaban tres competiciones nacionales. Aquella milagrosa remontada en La Cerámica contra el Villarreal y la lograda frente al Atlético, ambas en Copa, maquillaron un problema que ante el Mallorca volvió a evidenciarse: al Madrid le cuesta un mundo ganar los partidos en este inicio de año.
Este match ball está provocado por los resultados pero especialmente por las sensaciones. Varios jugadores importantes (Modric, Valverde…) atraviesan un mal momento que se está alargando demasiado en el tiempo y otros (Alaba, Benzema, Mendy…) siguen sin arrancar por culpa de los problemas físicos. Una suma de factores que coloca al equipo al borde de tener que agarrarse a la Champions para salvar la temporada, circunstancia que rara vez suele salir bien.
Sin margen de error
Esto deja sin margen de error a Ancelotti, que es el primero que sabe que el ambiente alrededor de su figura ha cambiado en las últimas semanas dentro de Valdebebas y lo asume con naturalidad. Conoce y acepta la exigencia del Real Madrid. Es consciente de que el equipo necesita una reacción, porque es imposible aguantar toda una temporada confiando en remontadas como la del Villarreal o el Atlético. Lo normal es que en esas situaciones límite, por mucho carácter que tenga el equipo, la moneda alguna vez salga cruz, como pasó en Mallorca con el penalti fallado y las pocas ocasiones creadas. Si juegas mucho a la ruleta, terminas perdiendo…
Ancelotti, por su parte, es consciente del difícil reto que tiene por delante para terminar la temporada levantando alguno de los títulos importantes. Aunque de cara al exterior se pasó todo el mercado invernal diciendo que está satisfecho con su plantilla y que los deberes estaban hechos, la realidad es que asume resignado que debe afrontar seis competiciones con apenas 15 o 16 jugadores. Algunos futbolistas (Odriozola, Hazard, Mariano…) siguen en la plantilla porque no se les encontró una salida en verano, pero ni el entrenador ni el club cuentan con ellos en el presente ni en el futuro.
A esto hay que añadirle el problema con el gol, porque al entrenador italiano le hubiera gustado tener un recambio de garantías para un Benzema que, a sus 35 años, está acusando en exceso las lesiones esta temporada. El francés sostuvo al equipo en muchos tramos de la pasada temporada y el Madrid lo está echando de menos en exceso.