CD LEGANÉS - GETAFE CF

Dmitrovic ahuyenta los 'fantasmas' del pasado y recupera la sonrisa en Butarque: "Quería volver a ser el Marko de siempre... En Sevilla lo perdí"

El portero serbio, fijo para Borja Jiménez, atraviesa "el mejor momento de su carrera" en el Leganés.

Marko Dmitrovic posa tras la entrevista./RELEVO/SALVADOR FENOLL
Marko Dmitrovic posa tras la entrevista. RELEVO/SALVADOR FENOLL
June Lavín
Salvador Fenoll

June Lavín y Salvador Fenoll

Resulta difícil imaginar al Leganés sin Marko Dmitrovic (Subotica, Serbia, 1992). El portero, a sus 33 años, se ha reencontrado con su mejor versión y ha recuperado la sonrisa en Butarque. Lo ha hecho, además, como uno de los líderes del equipo que dirige Borja Jiménez, para el que sólo tiene palabras de agradecimiento ("es el capitán del barco, un jefe y una persona muy sana"). Su llegada al conjunto pepinero, que este curso le ha brindado un contexto idóneo para demostrar de lo que sigue siendo capaz, supuso un alivio. Antes, vivió tres temporadas marcadas por la inestabilidad y una competencia feroz bajo palos con Bono en el Sevilla. "Quería volver a ser el Marko de siempre, sentirme importante, volver a sonreír y trabajar duro, que es algo que en Sevilla perdí", menciona en un perfecto castellano a Relevo. "Llevo más de 10 años aquí...", añade.

Dmitrovic habla sobre su fichaje por el Leganés: «Recuperé la ilusión». RELEVO/S. FENOLL

En el Leganés, además, se ha reencontrado con Darko Brasanac (también de la generación del 92), al que conoce "desde que teníamos ocho años": "Coincidimos en la Sub-15 y somos como mejores amigos, así que la adaptación también ha sido gracias a él". Ambos crecieron entre una rivalidad, la de Estrella Roja y Partizan, que no les impidió compartir anécdotas y habitación en las categorías inferiores de Serbia. Este domingo (14:00), Leganés y Getafe se ven las caras en Butarque en una nueva entrega del derbi madrileño (el de la primera vuelta se saldó con un 1-1 en el marcador). Dmitrovic, consciente del "extra de picante" que supone, prefiere tomárselo igual que el resto de partidos de la competición: "Es nuestro rival directo, pero la experiencia me dice que hay que prepararlo de la misma forma".

En la primera parte de la entrevista, el portero serbio repasará su trayectoria, sin apenas minutos en el primer equipo de Estrella Roja, Ujpest y Charlton, llegada a España de la mano del Alcorcón, etapas en Eibar y Sevilla, y momento actual, fijo para Borja Jiménez. En la siguiente entrega, Dmitrovic profundizará en la figura de Mendilibar.

Siempre me gusta empezar preguntándole al protagonista quién es, pero en tu caso creo que es obvio, ¿no? Al menos aquí seguro que todo el mundo te conoce.

Bueno... Al final, soy futbolista de Primera División y los aficionados seguro que me conocen, pero no me gusta destacar. Soy una persona muy normal, un poco diferente de lo que la gente pueda pensar por mi envergadura, por mi físico... A veces puede parecer que soy un poco arrogante, un tipo duro, pero soy una persona muy sana, muy normal, muy humana y muy bromista. Así que diría eso: soy una persona supernormal. No destacaría nada más.

Llegaste más tarde que el resto, pero has caído de pie en el Leganés.

*A modo de contexto, el fichaje de Dmitrovic por el Leganés se oficializó el 12 de agosto de 2024, con la temporada ya empezada, después de rescindir su contrato con el Sevilla. Juan Soriano fue el titular en las seis primeras jornadas del curso y, en la séptima, curiosamente en un Getafe-Leganés, el serbio se estrenó bajo palos.

Siempre hago todo lo que depende de mí, de verdad. En el Lega sabíamos que íbamos a estar hasta la última jornada abajo, en la lucha para salvarnos. Siempre es muy complicado para un equipo que asciende de Primera a Segunda... Ese primer año hay que hacer todo lo posible para mantenerse, para reforzarse, para dar un paso adelante y consolidarse como un equipo de Primera. No es fácil, pero el club es muy sano y muy abierto en todo. Queremos mejorar y crecer cada día, me siento identificado con las ideas del club. Yo me siento bien, hay partidos buenos, malos... pero siempre intento dar lo máximo de mí, mejorar en mi día a día y luego el míster decide quién juega y quién no. Disfruto mucho desde que llegué y deseo que siga así.

¿Portero se nace o portero se hace?

Siempre me ha atraído algo de la portería, había algo... Me gustaba mucho y me notaba muy cómodo. Tenía la ventaja de ser más grande y fuerte físicamente, pero también disfruté de muchas otras cosas: lanzar faltas, tirar penaltis, jugar de delantero, lateral y mediocentro el fútbol 7... La portería, eso sí, era la posición en la que más cómodo me encontraba y más completo me sentía. Estoy contento de lo que elegí y creo que no me he equivocado al decantarme por la posición de portero.

Cuéntame cómo empiezas a tomarte en serio lo del fútbol.

Empecé en el club local de mi ciudad, jugué en dos equipos de allí [de Subotica] y luego, con 15 años, me fui a Belgrado para jugar en Estrella Roja. Ya estamos hablando de casi 18 años desde que me marché de allí, ha pasado mucho tiempo. Es mi equipo de niño, era un sueño para mí poder jugar y entrenar en Estrella Roja. Pasé seis años allí y tuve momentos de todo tipo: buenos y malos, porque siempre hay momentos buenos y malos, pero fue un aprendizaje brutal. Maduré mucho como persona porque me fui con 15 años solo de casa, así que tuve dos opciones: madurar y crecer y seguir yendo a por mi sueño o fracasar, volver a casa y buscarme la vida fuera del fútbol.

Tuve una buena mentalidad, conseguí salir, aunque no era lo que imaginaba, porque esperaba jugar, pero mi venta ayudó a hacer caja al equipo [a Estrella Roja] y al final siempre son épocas. Todo lo que pasó me formó como persona y a veces cuando piensas que algo puede suceder, no sucede.

¿Tus padres lo entendieron?

Mi madre se negaba. Nunca es fácil, porque era un niño de 15 años. Ahora, siendo más mayor, nos damos más cuenta de lo que es dejar salir de casa a un niño de 15 años. No somos adultos ni maduros ni nada. En Serbia, con 15 años terminas primaria en el colegio, los primeros ocho grados. Sigues siendo un niño, vas a una capital con tres millones de habitantes solo, sin nadie. Claro, vas a vivir con otros compañeros en una residencia, pero no sabes nada... Te tienes que mover solo por la ciudad, prepararte comida si tienes hambre, tienes una vida adulta con 15 años. Seguro que para ellos, como padres, no ha sido fácil, pero respetaron mi decisión porque sabían que si quería conseguir algo en el fútbol lo que tenía que hacer era marcharme a uno de los equipos más grandes de Serbia. La parte humana seguro que no fue fácil, pero lo respetaron y me ayudaron mucho. Gracias a ellos conseguí mi sueño de ser futbolista profesional.

Dmitrovic es presentado como nuevo jugador del Alcorcón. AD ALCORCÓN
Dmitrovic es presentado como nuevo jugador del Alcorcón. AD ALCORCÓN

Supongo que el Marko que llegó a España con 23 era muy diferente al de ahora.

Es mi décimo año aquí y ahora soy mucho más maduro, más adulto. Cuando llegué a España [Alcorcón] también lo era, pero han cambiado muchas cosas. Cada año es un aprendizaje, una experiencia más. Llegué a España con 23 años y he cambiado mi forma de pensar, de entrenar... Eran matices más o menos, pero me cuido mucho más, doy importancia a pequeños detalles que siendo joven no tenía en cuenta y personalmente sí he mejorado mucho. Ahora soy mucho más tranquilo que hace diez años, no me afecta lo que no depende de mí y, al final, he cambiado lo que cualquiera cambiaría en diez años. No ha sido drástico, pero cada año que pasa todos cambiamos. Y, si no cambiamos, matizamos. Somos más maduros, inteligentes y listos.

Es curioso, porque hasta que no firmas por el Alcorcón no eres titular indiscutible.

A los porteros siempre nos cuesta más. Con 24 ó 25 años, los porteros siguen siendo jóvenes. Yo sabía que la primera vez que entrené con el primer equipo, que fue cuando tenía 18 años, tenía que sobrevivir, porque sólo los más fuertes sobreviven. Nadie te regala nada, el míster pone a los jugadores que cree que le van a dar resultados, sea joven o sea mayor, porque dan igual los perfiles. Para un portero, como para todos los jugadores, tener minutos es siempre importante. Salí de Estrella Roja y en Ujpest y Charlton no tuve los minutos que yo deseaba, que muchas veces pasa en el fútbol. Pude hacer muchas cosas mejor, son cosas del deporte y del fútbol, pero tenía 23 años y era decisión mía ir a jugar a un equipo que me garantizase continuidad. Tenía una edad y tenía que mostrarme al fútbol, porque eso al final es un escaparate.

Dmitrovic recuerda sus inicios en el fútbol español de la mano del Alcorcón. RELEVO/S. FENOLL

Llegó la llamada del Alcorcón y me dijeron que el entrenador me había visto jugar en la Sub-21 de Serbia, que me quería, entre comillas, que contaba conmigo para jugar, pero, claro, nadie en el mundo del fútbol te puede garantizar jugar, porque cláusulas de jugar no existen o, si existen, yo no las conozco. Me dijeron que contaban conmigo, pero que tenía que demostrarlo. Sucedió la llamada, yo sabía en aquella época que no iba a tener muchos equipos, porque no jugaba y no era un fichaje atractivo, así que tuve que buscar equipos de Segunda o volver a Serbia. No tenía muchas opciones. Ahí empezó mi progresión y, desde entonces, todo hacia arriba. Coincidí con Dani Jiménez, en el Leganés la temporada pasada, y tuvimos una competencia brutal. Jugué dos años todos los partidos seguidos y ese paso al Alcorcón fue clave en mi carrera. Estoy seguro.

Ahora hablas un perfecto castellano... ¿Te costó el idioma?

Curiosamente, entendía algo de español, podía buscarme la vida, pero no lo hablaba. No me encontraba incómodo, sólo un poco tímido. Tuve la suerte, entre comillas, de que en aquella época nadie hablaba inglés, así que me tuve que adaptar y eso me obligó a aprender español muy rápido. Tuve compañeros que me ayudaron con pantomima poco a poco y que no le daban importancia a si yo hablaba muy mal español, pero intentaba mejorarlo y aprenderlo, así que lo veía como un empujón para adaptarme. Me sentí muy bien en Alcorcón, incluso en otros equipos tú siempre eres tímido para conocer al equipo, vestuario, la parte humana... Pero en el Alcorcón, aunque teníamos la barrera del idioma, nos entendíamos muy bien. Empecé a jugar, a hacerlo bien, me gané la confianza del míster y fueron dos años [temporada 2015-16 y 2016-17] muy buenos, maravillosos y progresivos.

A Eibar también le tienes cariño, ¿no?

Sí, claro. El paso a Primera División era mi objetivo después del Alcorcón, porque estando en Segunda yo quería ir a Primera, luego a un equipo que jugase competiciones europeas, que también lo conseguí con el Sevilla. La época del Eibar la definiría como un paso adelante, una confirmación de portero. Estuve cuatro años ahí, jugando casi todos los partidos de Liga, sintiéndome bien... Fue un fútbol totalmente diferente al que viví en Alcorcón. Me consolidé en el Eibar.

Después, vives una montaña rusa y acabas jugando poco en tu último año en el Sevilla.

Terminé mi última temporada en el Sevilla [la 23-24] y sabía que lo mejor para todos era que saliese. Ese último año fue muy difícil para mí a nivel personal y profesional... No es que perdiese las ganas de demostrar, pero sabía que tenía que salir, cambiar de aires y de volver a ser yo, porque yo sé que si estoy al 100% soy un portero muy bueno y muy fiable. En Sevilla, sobre todo en el último año, no podía demostrar lo que era y notaba que era momento de volver a encontrarme. No me vuelvo loco para saber las razones: puede ser que no fuese el equipo para mí, que necesitasen otro perfil de portero... Sabía que el club tampoco me iba a parar a la hora de cambiar de aires, porque ambos veíamos con buenos ojos salir.

Bono te lo puso muy difícil.

Era, en ese momento, uno de los mejores porteros del mundo, pero yo siempre he tenido ganas de trabajar. Después de muchos años, me encontré como portero suplente otra vez. No fue sencillo para mí, porque los tres años del Sevilla fueron muy duros, también con momentos puntuales buenos y positivos por los trofeos, pero el puesto de portero suplente es muy complicado. No puedes relajarte porque nunca sabes cuándo te va a tocar jugar y cuando te toque tienes que demostrar, y eso no es fácil si no tienes ritmo. En el segundo año, jugué bastante y le quité el puesto a Bono. Cuando se fue, sí que me vi proyectado como el número uno del Sevilla, pero en pretemporada pude hacerlo mejor, encontrarme mejor. Me puse una presión extra a mí mismo: "Ahora tienes que brillar, tienes que demostrar". Y no. Tengo que disfrutar día a día y luego las cosas salen. Ese es el camino correcto. Me puse una presión de que tenía que hacer todo perfecto... pero no, tienes que rendir bien. Tenía que haber estado más focalizado a mi trabajo, pero no empecé bien. Estaba un poco frustrado porque no rendía bien.

Dmitrovic, sobre Bono y la feroz competencia en la portería del Sevilla. RELEVO/S. FENOLL

En el tercer año, cuando Mendi me quitó, pasé un momento muy malo, sin ánimos y sin ganas. Tuve que reaccionar y no tenía tanta fuerza de revancha como otras veces. Estaba desgastado y era el momento de cambiar de aires. No tengo nada que reprochar al Sevilla, fueron tres años maravillosos y son cosas del fútbol. Hay muchos momentos buenos que recuerdo allí: debutar en Champions, ganar la Europa League, fui a la selección... Todo sirve como aprendizaje y proceso de vida y de fútbol.

Te daba miedo que no jugar te cerrase puertas de nuevo, ¿no?

Claro, tampoco podía esperar muchas ofertas porque no jugué mucho en mi último año. Tenía nombre, estaba en Sevilla, opciones podía tener, pero quería algo atractivo y bueno para mí, no quería ir a cualquier lado. Quería encontrar un club en el que volver a ser yo desde la mañana, cuando me despierto. Quería ir al trabajo con sonrisa, competir, sobre todo, conmigo mismo, exigirme al máximo, volver a ser el Marko de siempre. Tuve otras opciones, pero también tenía que encontrar la forma de hacer la rescisión con el Sevilla. Quería sentirme yo mismo, conseguir de lo que creo que soy capaz. Llegó la llamada del Leganés poco a poco, no fue de repente, y todo duró dos o tres semanas. Llegué, al final, a un sitio muy sano y positivo. Disfruto del día a día. Quería volver a ser el Marko de siempre, sentirme importante, volver a sonreír y trabajar duro, que es algo que en Sevilla perdí.

Me da la sensación de que te gusta, entre comillas, la competencia, tener que ganártelo... ¿Gestionas bien la presión?

Bueno... Tanto yo como Juan [Soriano] queremos jugar y es algo supernormal. Desde el último partido que jugué con el Sevilla hasta que debuté con el Leganés contra el Getafe pasaron unos seis o siete meses, así que fueron muchos meses sin jugar, sin competir. Pero llegué al Leganés y, aunque sabía que partía con algo de desventaja, me sentía bien desde el minuto uno, porque en pretemporada trabajé muy duro. Fue de las mejores pretemporadas de mi vida porque estaba mentalizado de que el buen rendimiento pasa por los entrenamientos. Esa es mi visión: tienes que trabajar duro en los detalles, en el día a día, sacar tu mejor versión estés bien o mal, pero te tienes que apretar.

Juan estaba jugando muy bien [fue titular en las seis primeras jornadas y completó grandes actuaciones] y los entrenamientos eran mi opción de demostrar al míster que estaba aquí, que me tenía que dar la oportunidad de jugar. Creo que gracias a esos entrenos, en los que nunca bajaba los brazos, llegó la oportunidad. Juan estaba bien, no cometía errores puntuales, pero el equipo estaba un poco mal, tres derrotas, y el míster optó por probarme. Yo cada semana afronto igual jugar o no, pero no es fácil. Cambié ese chip, me mentalicé y cuando no jugaba, entrenaba incluso más de lo normal. Ahora mismo no me relajo en ningún momento, unos mínimos tenemos que hacer todos. Estoy en mi mejor momento, en el mejor momento de mi carrera, y me veo con opciones de mejorar.

Seguro que una de las cosas más raras que te han pasado en un estadio fue lo que ocurrió contra el PSV en Eindhoven.

*PSV y Sevilla se enfrentaron en 2023 en un partido de Europa League en el que Dmitrovic redujo a un aficionado del equipo neerlandés que trató de agredirle.

Fue raro. Nunca esperas que pueda pasar algo así en el fútbol. Si ves de cara a alguien, actúas de otra forma, pero me sorprendió porque fue por la espalda y yo estaba centrado en el partido. Recibí un golpe en la espalda en los últimos minutos y se me encara un aficionado. No me quedé en shock, pero sí sorprendido. Dije: "¿Este qué hace aquí?". Luego, intentó golpearme o rozarme. Conseguí batirle al suelo, mantuve la calma, porque no soy una persona agresiva y soy tranquilo, pero se me pudieron cruzar los cables y actuar de otra forma y, al final, tal y como está todo ahora, el mayor castigo me lo hubiera llevado yo. Es un acto muy feo, pero terminó en anécdota gracias a lo que hice en aquel momento. No fue sencillo, no tiene lugar en el fútbol la violencia.

¿Qué tal con Borja Jiménez?

Todo bien, muy sano. Al final, el míster es el capitán del barco y yo siempre digo que el míster es quien decide, es un jefe, porque él pone jugadores y nadie tiene garantizado que vaya a jugar. Yo no pienso en si voy a jugar o no, eso lo he mejorado mucho en los últimos años porque detecté que tenía que hacerlo. Doy lo máximo posible, desayuno bien, entreno al máximo, no a medio gas. Después de hacer gimnasio o estiramientos, paso horas aquí. Soy uno de los jugadores que más tiempo pasa aquí y creo en eso. Hay jugadores, seguro, que salen a cenar fuera todas las noches y luego entrenan bien. No tengo nada contra eso. Tampoco contra el que duerme poco y entrena y juega bien. Cada uno es diferente. Yo creo que el trabajo da frutos.

Dmitrovic, sobre su relación con Borja Jiménez, técnico del Leganés. RELEVO/S. FENOLL

Con el míster hablo mucho sobre cosas que podemos mejorar, individuales y grupales, y prepara muy bien los partidos, analiza muy bien al rival e imagina el partido siempre. No somos un equipo con tanta calidad como los de arriba, nuestra salvación pasa por ser un equipo agresivo y muy trabajador. La relación es supernormal y sana, y seguirá así siempre. Los dos somos muy ambiciosos y profesionales.

Seguro que Darko Brasanac, compañero y amigo, te ha ayudado a adaptarte mejor y más rápido.

Ha sido muy importante, porque nos conocemos desde que tenemos ocho años. En Serbia Sub-15 éramos compañeros de habitación, es uno de los mejores amigos que me ha dado el fútbol. Mi adaptación ha sido bien, llevo 10 años en España. Tenerlo al lado [a Brasanac] me facilitaba cosas puntuales como pequeños detalles, órdenes, planificación... Tampoco le voy a poner ninguna medalla, porque es un buen amigo y me lo esperaba, pero se lo agradezco mucho.

Dicen que los serbios sois fríos, pero un derbi siempre motiva un poco más.

Hay picante, un poco más, sobre todo para la afición. También te digo... En mis inicios, afrontaba los derbis diferentes, pero ahora, con tanta experiencia y tantos derbis, sé que me lo tengo que preparar de la misma forma que el resto de partidos. Habrá otro ambiente, habrá más piques entre aficionados, pero eso es lo bonito del fútbol. Habrá más motivación por ganar a un 'vecino', un derbi, pero lo prepararé de la misma forma, porque en juego hay lo mismo que en otros partidos: tres puntos. La experiencia me dice que hay que prepararlo igual, de la misma forma. Seguro que con la afición volveremos a ganar.