Un domingo con el otro Olmo: croquetas de cocido en uno de los barrios más pobres de Terrassa
El hermano del futbolista del FC Barcelona juega en el CP San Cristóbal egarense.

"El hermano de Dani Olmo es el número 20. Lo reconocerás porque es el más alto. Es defensa, pero a veces hace de mediocentro. Hoy jugará de central", responde cuando se le pregunta a una pareja de aficionados del CP San Cristóbal justo antes de que el árbitro marque el comienzo del encuentro ante el Manresa de este domingo al mediodía.
No cuesta nada identificarlo; es un bigardo de más de 190 centímetros. "Nada que ver con Dani, que es mucho más liviano. Futbolísticamente, también son muy distintos", añade el hombre. Carlos todavía luce el pelo medio rubio, pues ambos hermanos se lo tiñeron cuando el jugador del FC Barcelona, dos años menor, ganó la Eurocopa hace unos meses. Así pues, y pese a los 15 centímetros de altura que los separan, se aprecia que son hermanos. Por el pelo y por la cara de niño, no por su posición en el campo ni por su tipo de juego.
"Dani ha venido alguna vez a ver a jugar a Carlos aquí, en Ca n'Anglada. Me acuerdo de que vino al campo cuando estuvo lesionado de la clavícula", detallan. Por aquel entonces todavía era jugador del RB Leipzig y Carlos acababa de fichar por el San Cristóbal, un humilde club de barrio de su Terrassa natal que compite, actualmente, en el grupo catalán de Tercera RFEF, la quinta división del fútbol nacional. "El que viene bastante es su padre, Miguel Olmo", comentan sobre el más veterano de la saga de futbolistas con el apellido Olmo. El día del Girona-Barça, hace un mes, fue a ver el San Cristóbal-Peralada a las 12 del mediodía y a las cuatro de la tarde ya estaba en Montilivi para ver a su otro hijo.
Como ya explicamos en Relevo, Miguel fue un "jornalero" de los banquillos del fútbol regional catalán, un entrenador con mucha experiencia que es clave en la carrera de Dani, y que antes de dirigir marcó goles en distintos clubes del fútbol amateur en la región. Hace unos años, cuando Dani Olmo ya estaba en Croacia, Miguel dejó de lado los banquillos para centrarse en la carrera de su hijo, al que ayudó en términos de análisis y metodología del juego. Ahora, le lleva todo lo que envuelve y rodea al Olmo futbolista. Y está integrado en la estructura de Niagara Sports Company, la agencia de representación de la que también forman parte Juanma López y Andy Bara, los representantes de Dani y de Carlos Olmo.
La aventura croata de Carlos Olmo
Carlos, por cierto, también jugó en Croacia. Tras terminar su etapa de juvenil en el Jàbac de Terrassa, se marchó al Dragovoljac al curso siguiente de que su hermano aterrizara en el país balcánico. Al cabo de un tiempo, regresó a España, pero unos años más tarde volvió a Croacia para enrolarse en el filial del Dinamo Zagreb y compartir piso con su hermano menor, que ya era una estrella en el primer equipo. Después, tras probar suerte en Lokomotiva, Karlovac 1919 y Kustosija, el central hizo el camino de vuelta y firmó por el San Cristóbal. Dani, unos meses más tarde, fichó por el Barça. Para alegría de la familia, tras un largo Erasmus, ambos vuelven a jugar y vivir en casa.

"¡Pase de seguridad, Olmo!", le gritó este domingo en un par de ocasiones el entrenador Cristian García al central catalán, cuando este buscaba en largo a sus compañeros. No debe ser tarea fácil combinar en un campo tan pequeño como el del San Cristóbal. De césped artificial, además. Y menos aún siendo el último hombre, uno de los dos centrales de uno de los equipos más fiables de la categoría. Y es que en seis partidos, el conjunto de Terrassa apenas ha encajado tres goles. El Manresa, líder de la categoría, solo pudo ver puerta en una ocasión, con un remate en el aire de espuela ante el que nada pudo hacer el portero Carles. Un churro.
En gran medida, la seguridad que transmite en Tercera el conjunto blanquiazul es gracias al mayor de los Olmo, un central rudo que desprende jerarquía y que no se complica lo más mínimo, a veces menos de lo que le gustaría a su entrenador a juzgar por sus correcciones. Este domingo le tocó vérselas con Isa Drammeh, un tanque gambiano de 1.98 metros que apenas rascó balón. "¡Esperad a Olmo!", también vociferó más de una vez el técnico local antes de cada saque de banda cercano al área y, también, de falta, pues Carlos es también uno de los principales argumentos ofensivos del equipo a balón parado, el principal peligro de un conjunto que encaja poco, pero que marca aún menos; apenas ha marcado dos goles en seis jornadas.
💣 CHAMPIONS O ASCENS?
— Futbol Català, amb Marc Marbà (@FutbolCat_Radio) September 26, 2024
🔥 Què preferiria el Carlos Olmo, celebrar una Champions del Barça amb el seu germà o l'ascens del @CPSanCristobal ⁉️
🗣️ "Signo la Champions perquè sé que el San Cristóbal aquest any pujarà segur"#FutbolCatalàCatRàdio
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Un club de barrio
"Le sacamos el máximo partido a lo que tenemos. Aquí no hay estrellas", cuenta un hombre mayor, habitual de los partidos del San Cristóbal, así como del Terrassa, pues es socio de los dos grandes clubes de la ciudad. "Nuestro techo histórico es la Tercera División y hace un par de años casi le ganamos el playoff al Sant Andreu, un histórico", relata su hijo, que lleva una bufanda del equipo colgada del cuello. Ambos hace más de diez años que van al fútbol cada domingo.
"Se ve que antes jugaban algunas pachangas después de misa y en los cincuenta un cura rojo fundó el club. Franco no se metía en el fútbol", detalla el padre acerca de los orígenes de un club vinculado a la iglesia, de ahí que se llame Centre Parroquial San Cristóbal, y al obrerismo. Es por ello que incluye una rueda de la industria y el martillo en su escudo, símbolos de un barrio proletario.
"San Cristóbal es el club de Ca n'Anglada, el barrio que hay ahí delante. Es uno de los más pobres de la ciudad y del Vallés, y está mayormente poblado por gente de fuera; antes eran andaluces y ahora africanos. Pasa como en Salt o Vic, por ejemplo", completa el veterano aficionado.
Su campo de fútbol, el municipal de Ca n'Anglada, también rezuma modestia. Es de esos en los que todavía se cuelga el cartel del encuentro en la puerta y en los que se rifan jamones. Pero tiene todo lo necesario para la práctica del fútbol, incluida una pequeña tribuna relativamente moderna, un palco con lugar para una quincena de asistentes y un bar con precios populares que oferta tortita de camarón y croquetas de cocido, entre otras muchas delicias caseras. En día de partido, los conos de patatas fritas es lo que más se vende con diferencia.
Más de uno se quedó a comer en el bar del campo tras un partido en el que el San Cristóbal se volvió a quedar sin ver puerta, por más que lo intentó hasta el final. Precisamente, Carlos Olmo dispuso de la última ocasión de gol, pero no pudo conectar un centro de falta lanzado desde el centro del campo. El hermano de Dani e hijo de Miguel, pese a realizar un gran encuentro, se marchó de vacío de Ca n'Anglada, el estadio de San Cristóbal, el club del hermano mayor de una familia que ha puesto el nombre de Terrassa en lo más alto y que ha vuelto a casa tras un largo periodo en el extranjero.