FC BARCELONA

Una manifestación por Cruyff y la bebida marcaron a los antecesores de Flick en el Barça: "Se repite la historia de hace 40 años..."

Antes de Hansi Flick, Hennes Weisweiler y Udo Lattek se sentaron en el banquillo del Camp Nou.

Udo Lattek en el Camp Nou./FCB
Udo Lattek en el Camp Nou. FCB
Jordi Cardero

Jordi Cardero

En su primera comparecencia pública tras el despido de Xavi, Joan Laporta explicó por qué decidió apostar por Hansi Flick. Ya hace mucho tiempo que pensó en el exentrenador del Bayern Múnich, siempre seducido por la escuela de entrenadores alemanes. De Flick destaca su estilo ofensivo y la preparación física de sus equipos. También el conocimiento que tiene del club y de La Masia.

Son patrones que suenan parecido a los otros dos entrenadores alemanes que han pasado por el Barcelona: Hennes Weisweiler y Udo Lattek. Se apostó por ellos en la década de los 70 y los 80 respectivamente, apoyados en los mismos conceptos que Laporta vanagloriaba de Flick. "La gracia de la historia del Barça es que ya lo tiene todo. Solo hacemos que repetirla constantemente. Ahora se repite lo que se buscaba con los alemanes: fútbol de ataque, preparación física, mano dura…", comenta Frederic Porta, uno de los periodistas con más conocimiento de la historia del club.

"Hace 40 años ya se decían los mismos tópicos de los entrenadores alemanes", explica. El paso de los dos técnicos alemanes fue efímero. Weisweiler apenas vivió una temporada en Can Barça, mientras que Lattek no completó la segunda. Los dos llegaron con un buen cartel, bañados de expectativas por lo que habían hecho en sus países. Pero en Barcelona descubrieron que el balón solo era uno de los factores a tener en cuenta.

La historia de Weisweiler terminó después de una manifestación en favor a Cruyff

Afirma Porta que Weisweiler era "el entrenador más cotizado del momento" cuando el Barça lo fichó. Llegó en la 1974/75, en la segunda temporada de Johan Cruyff, después de ganar la primera liga en 14 años. Vino para ocupar el cargo de Rinus Michels, a quien se le criticaba que no apretara las tuercas a Cruyff y le diera demasiada libertad. "Se decía que Johan fuera de casa solo aparecía para chutar las faltas. Pero estaba muy condicionado, la dureza de las defensas españolas era brutal", recuerda Frederic.

De Weisweiler, como Flick, se comentaba que era un descubridor de talentos. 'Pescó' de La Masia a Tente Sánchez y Antonio Olmo. Los problemas del técnico alemán llegaron muy pronto, en la jornada tres. Cruyff le dejó claro que no quería jugar tan arriba, escorado a la izquierda, y el entrenador le acusó de esconderse. El suelo comenzó a temblar pero los cimientos no empezaron a agrietarse hasta la jornada 21, cuando el técnico decidió sustituir al neerlandés en un partido en Sevilla. Aquella temporada también es recordada porque, justo después de la muerte de Franco, ya se pudieron ver senyeres en el Camp Nou.

Cruyff, Sotil y Neeskens en el Camp Nou. AFP
Cruyff, Sotil y Neeskens en el Camp Nou. AFP

Cruyff amenazó en pedir la baja y automáticamente se formaron dos bandos. La afición tuvo claro con quién ir. "Hubo una manifestación en favor de Johan en los aledaños del Camp Nou, la única que se ha hecho en la historia del Barça. Cruyff acabó convirtiéndose en el amo absoluto del club", expone Porta, autor de varios libros del pasado blaugrana.

Todo aquello se acabó llevando por delante a Weisweiler. Fue sustituido por Laureano Ruiz, un personaje con el que la historia no ha sido justa. "Fue quien incorporó los rondos y enseñó muchas de las teorías que Cruyff aplicó después como entrenador. Es uno de los grandes ideólogos del juego del Barça", subraya el periodista. Weisweiler se fue diciendo que en Barcelona había vivido el mejor año de su vida.

Schuster acusó a Lattek de alcohólico... con Maradona de fondo

La temporada 1981-82 aterrizó Udo Lattek, también con el cartel del mejor entrenador del momento del continente. Coincidió con los primeros años del nuñismo, cuando "no había ningún proyecto definido y se iba trampeando". El contexto era complicado, la temporada anterior hubo el secuestro de Quini, el cese de Kubala y el regreso de Helenio Herrera, la marcha de Asensi y el adiós de Reixach. Núñez sabía que la estrella del equipo era Schuster y le trajo un entrenador alemán, además de fichajes de la talla de Urruti o Víctor Muñoz.

La temporada empezó muy bien, con el equipo ganando y jugando acorde a las expectativas que Lattek trajo en la pizarra. Pero poco a poco el equipo empezó a caer. A Schuster lo cazaron el Bilbao y se rompió los ligamentos en la jornada 14. Tenía poco más de 20 años y, dice Porta, "ya no volvió a ser aquel prodigio". Se trajo como sustituto a Cleo, que llegó a disputar un único amistoso con el equipo, y se apartó del equipo a Migueli por motivos internos.

Maradona calentando antes de un amistoso del Barça en París. AFP
Maradona calentando antes de un amistoso del Barça en París. AFP

Al Barça se le escapó la liga en las últimas jornadas, cosechando solo dos empates de los últimos seis partidos. Se ganó una Recopa, pero la decepción era tan grande que apenas se celebró. Pero Núñez supo como desmontar aquella depresión: trajo a Maradona, Julio Alberto, Pichi Alonso o Marcos Alonso y formó "un plantillón". A la presentación del equipo acudieron 50.000 personas. La ilusión empezó a resquebrajarse pronto, con la derrota en la Supercopa contra el Aston Villa.

Poco después, Maradona contrajo la hepatitis, que le dejó medio curso fuera, y el club sancionó a Schuster después de que acusara a Udo de alcohólico. Nada más lejos de la realidad. "Lattek vino a Barcelona par olvidar junto a su mujer la muerte de cáncer de su hijo a los 16 años. Estaba destrozado anímicamente. Fue lo más decisivo de su paso por Barcelona. No logró olvidarlo y la realidad es que bebía", relata Frederic.

Semanas más tarde, una derrota del Barça contra el Racing, colista, propició el despido de Lattek. El técnico anunció que se iría a final de temporada, pero Núñez no le dio ese placer y lo fulminó. Algo parecido a lo que sucedió con Xavi. "La historia siempre se repite", insiste Porta. Y del mismo modo que el presidente trajo a Lattek para satisfacer a Schuster, apuntó como su sucesor a Menotti para contentar a Maradona.