TELEVISIÓN

Pedro Ruiz fue la primera cara de Estudio Estadio y eso le cambió la vida: "Pasé las noches del secuestro de Quini consolando a su mujer"

El polifacético comunicador ha vivido cerca del deporte y tiene anécdotas con decenas de futbolistas.

Pedro Ruiz y Ángel Nieto, en los orígenes de 'Estudio Estadio'. /ARCHIVO
Pedro Ruiz y Ángel Nieto, en los orígenes de 'Estudio Estadio'. ARCHIVO
Gonzalo Cabeza

Gonzalo Cabeza

Pedro Ruiz (Barcelona, 1947) está de gira contando sus cincuenta años de carrera, pero la jubilación no forma parte de sus planes. "El que para se oxida", dice casi a modo de saludo, antes de contar que, además del teatro, se plantea volver a televisión y al cine. Recibe en el Hotel Intercontinental, donde ha vivido y se siente en casa. Todos allí le conocen, pero en la calle la sensación es similar. Él es una de esas caras que entró en todas las casas de España cuando solo había una televisión, y lo hizo desde el deporte, pues fue el primer presentador de Estudio Estadio. Era la cara del fútbol en un tiempo en el que los escasos medios de la televisión hacían de cada emisión casi un milagro.

Para media España, su primer contacto con Pedro Ruiz fue desde 'Estudio Estadio', que fue el primer gran programa deportivo que hubo.

Antes existían otras cosas, pero fue un cambio grande. Era un tiempo en el que no había unidades móviles, tenían que venir con avionetas y tirar en paracaídas las películas en el campo que había delante del edificio de Prado del Rey.

Antes de llegar a eso, quería preguntarte, ¿cómo llegas tú a 'Estudio Estadio'?

Pues llego porque yo he sido muy deportista, lo sigo siendo, no de manera desbocada ni muy llamativa, pero fui subcampeón de España en gimnasia infantil escolar con el equipo del Instituto Menéndez y Pelayo. Jugué en los infantiles del Barça, en los pre-infantiles, con mi amigo Rexach. Llevo años entrenando con los veteranos del Madrid y del Barça, tengo taquilla en ambos sitios, ahora voy un poco menos. Juego a muchas cosas, he practicado muchos deportes, y me tiro a la piscina todos los días, hago un salto mortal y medio, esas cosas que ya he contado muchas veces. Siempre he sabido que lo único que tenemos en la vida es la salud, no hay otro patrimonio.

Y no hay salud sin deporte.

Hay quienes hacen deporte y luego tienen problemas, pero siempre he sabido que, ahora que tengo 77 años, el hombre más rico del mundo pagaría por mi salud. Yo no se la vendo, luego yo soy más rico que él. Luego había otro componente, social, intelectual, entre comillas. En tiempo de Franco de lo único que podías hablar mal era del árbitro. Ahí tenías un pequeño territorio de libertad. Pequeño, pero era un territorio que se podía usar. Supongo que ya sabrás que los árbitros tienen dos apellidos por culpa de Franco. Franco Martínez, Urizar Azpitarte... En ese territorio te sentías libre, hasta que hice Estudio Estadio, que tú recordabas, y entonces, el Opus, que mandaba en la tele, me dijo que tenía que elegir entre el teatro y la televisión porque no era digno hacer teatro en ese momento. Me decidí por el teatro y dejé la televisión. Hice solo 11 meses en Estudio Estadio. El título es mío, se lo han quedado ellos. Aquello lo dirigía Fernando Ors, y estaban también Miguel Ors, Luis de la Plaza y Tomás García Arnalot.

¿Cómo era ese programa? Porque tenía mucha creatividad.

Teníamos que inventar. Decíamos: "Buenas noches, tenemos los partidos", y a lo mejor de nueve partidos teníamos solo cuatro. Los otros iban llegando, se estaban revelando, y oías una avioneta pasar por encima de Prado del Rey y tiraban los paracaídas. Lo revelaban y ya está. Luego el tema de la moviola, eso es algo en lo que insistió mucho Luis de la Plaza. Se hacía en Italia y se llamaba videodisco, era un aparato que hacía repeticiones más rápidas o más lentas, algo que ahora hacemos con los móviles, pero antes no. Yo decía que teníamos las jugadas conflictivas, pero no las había visto, yo estaba en el estudio, las estaban revelando y la moviola que yo tenía en el estudio era de decoración.

"Era un tiempo en el que no había unidades móviles, tenían que venir con avionetas y tirar en paracaídas las películas en el campo que había delante del edificio de Prado del Rey"

Pedro Ruiz

¿Cómo te llamaron para esto? ¿Quién pensó en Pedro Ruiz para 'Estudio Estadio'?

Porque yo trabajaba en Radio Nacional de España y antes en la SER y antes en Radio Juventud. Mi formación, aparte de estudiar Derecho, que no acabé, proviene de diez años de radio muy intensos, haciendo de todo, no deportes solamente, sino espectáculos, humor... Durante una temporada hice muchos reportajes cortos en Barcelona para un programa de Alfredo Amestoy, que nos colocó en el mediodía de los sábados a José María García y a mí, para hacer un programa en el que yo me enfrentaba con él y él conmigo. Él tenía tres invitados en Madrid, yo tenía tres invitados en Barcelona. Él preguntaba a los de Barcelona y yo a los de Madrid. Y al final había un árbitro muy conocido, como Paco Yagüe, por ejemplo, gente que en ese momento era muy prestigiosa, que decía si había ganado Barcelona y ha ganado Madrid.

Aquel programa se lo cargaron porque el delegado nacional de deportes entendió que enfrentaba a Madrid y Barcelona y duró seis programas solamente. Yo ya había hecho muchas cosas, hacía muchas entrevistas para el Telediario y tal, transmitía muchos partidos de fútbol, de balonmano, de baloncesto, de hockey sobre patines... Yo era un locutor deportivo ya conocido en aquel momento.

Hablas de José María García, es inevitable preguntar. ¿Cómo era compartir programa con él?

José María y yo somos amigos desde hace tiempo. Él se ha dedicado a una cosa y yo a otra, no tenemos nada que ver. Hicimos solo seis programas juntos, luego hemos sido amigos. Ahora que hago un espectáculo que se llama "Mi vida es una anécdota", donde recuerdo cosas, con una pantalla grande y otras cosas, cuento una anécdota suya. Recuerdo que un día tenía en el estudio en Barcelona a Miguel Poblet, que era el mejor ciclista del momento, un hombre calvo que ganaba todos los criteriums. Cuando empezamos el programa en directo Miguel Poblet había estrenado peluquín y aparece José María y le dice: "Hombre, don Miguel, ya era hora de que le viéramos el pelo". Con lo cual el hombre empezó a sudar, se le caía el peluquín, se le resbalaba. Suerte que la tele era en blanco y negro, si no se le habría visto muy colorado.

"Me di cuenta en aquel momento, con ventipocos años, que lo que hacía no era tan importante para tener esa popularidad. Lo podía hacer yo, Fernando o Manolita"

Pedro Ruiz

Antes me hablabas de la moviola y he pensado en el VAR.

Es lo mismo, pero mejorado.

El mundo arbitral siempre ha sido una parte muy importante para el periodismo deportivo, supongo que también para 'Estudio Estadio'.

Sí, lo que pasa es que entonces teníamos muy poco tiempo porque se tardaba más en revelar una película que en ver si la jugada era dentro o fuera. Después, cuando volví a la televisión, después de mucho tiempo prohibido, porque yo estuve mucho tiempo prohibido, primero 12 años con Franco, luego nueve con Felipe González, y ahora 20, aunque he vuelto un poquito, presenté un programa en La 2 llamado El Domingol. Yo ya no tenía deseo de hacer cosas deportivas, pero pensé que para volver era una buena forma de resarcirles del daño hecho. Salió muy mal porque los técnicos me dijeron que íbamos a inventar otro aparato, lo que a mí me parecía bonito, que no fuese la moviola sino la arbitrola. Yo entendí que lo debíamos hacer poniendo una cámara o la hipótesis de una cámara en los ojos del árbitro para saber lo que él había podido ver, no lo que habíamos visto nosotros. Me prometieron que aquello estaría, pero no estuvo y el programa no tuvo ningún sentido.

¿Qué relación teníais con los futbolistas?

Facilísima, nada que ver con ahora. Con decirte que yo me llegué a entrenar con la primera plantilla del Barcelona cuando entrenaba Salvador Artigas.

Ahora el periodismo deportivo tiene mucha distancia.

Hay pantallas, y pantallas, y pantallas. En general la relación con los protagonistas era mucho más fácil, con todos. De entrada ahora estamos en la dictadura digital, de la cual no quiero hablar porque me extendería mucho. Antes convivías con los jugadores prácticamente. Hace poco se ha fundado la ciudad deportiva del Real Madrid, en Valdebebas, donde yo también voy a entrenar a veces, pero antes, cuando entrenábamos en la plaza de Castilla, lo que son las torres ahora, los veteranos del Madrid se cambiaban puerta por puerta con el primer equipo. Ahora se han ido alejando, alejando, alejando, y parecen marcianos. Creo que es malo incluso para ellos mismos. No hay por dónde comunicarse. Es como una entelequia que vive 40 pisos más arriba.

Tú eres de Barcelona, has vivido muchos años en Madrid. ¿Cómo se vive con un pie en cada ciudad, tanto en la vida como en el fútbol?

Pues en mi caso no es difícil porque yo no milito en nada. Con todo el respeto para el que piense distinto, yo no creo en las banderas ni en las filias ni en las fobias, procuro ser un hombre transversal. Por ejemplo, hace unos meses, en este hotel vi un partido Madrid-Leipzig con Joan Laporta, los dos solos. Procuro romper las barreras, yo no creo en las identidades colectivas. Decía Jardiel Poncela, o alguien parecido, que el fútbol es el bacilo de la Guerra Civil, pero yo creo que la evita. Eso de militar en unos colores, en que Cataluña o Madrid esté representada por unos chicos que vienen de África, o de India, o de Sudáfrica o de Ecuador, me parece una idiotez. Yo no milito en eso, yo no quiero ser de nada.

Laporta, del que ahora hablas, es un personaje bastante particular.

Aquí, en el hotel, le quieren mucho porque es muy amable y simpático. Yo le conozco bien, he jugado al fútbol con él, igual que con Valdano, con Kubala, con Zidane. He jugado con todos. Hace poco, en un partido del Barça que hubo, una señora le dio un abrazo en la puerta y se echó a llorar porque le había conseguido unas entradas para un Madrid-Barça. La señora estaba tan emocionada que se emocionó él también. Luego es Laporta, con sus cosas.

Tengo la sensación de que en el periodismo de esa primera época de 'Estudio Estadio' tenía más remilgo que ahora a enseñar los colores, los periodistas podían tener un equipo, pero no lo decían.

La polarización siempre ha estado, como pasa en política, porque lamentablemente el odio vende más que la armonía. Como en política, nadie varía de opinión, ves a Pepe o a Manolita y ya sabes lo que van a decir. No se ven los hechos, sin militancia. Yo entiendo, por ejemplo, el cariño que pueden tener los del Athletic Club de Bilbao, porque son de su barrio y les representan, pero lo otro me parece una superchería. Yo milito en la concordia, lo demás me parece absurdo.

"Los futbolistas se han ido alejando, alejando, alejando, y parecen marcianos. Creo que es malo incluso para ellos mismos. Son como una entelequia que vive 40 pisos más arriba"

Pedro Ruiz

Decías antes que veíais caer las cintas desde avionetas en Prado del Rey. Era casi más difícil montar esa operativa que los centros territoriales para ordenar la emisión.

Sí, pero entonces había pocos centros territoriales. Estaban los de Barcelona, Bilbao y no sé si Sevilla, pero en Zaragoza no había. Los partidos de Zaragoza tenían que venir en avionetas.

¿Cuántas veces no llegaba a tiempo un partido?

Algunas veces, por ejemplo los de Canarias se veían el lunes, porque tardaban más en llegar.

Hay un punto de fama en esa televisión que probablemente no se ha vuelto a ver, era la única cadena. Además 'Estudio Estadio', que es fútbol, una de las grandes pasiones, ¿te cambió la vida?

La televisión es un microondas, recalienta los alimentos. De repente alguien que está cantando pero no llena conciertos aparece en la tele y se vuelve famoso. Ahora un poco menos. A mí Estudio Estadio me brindó la posibilidad de madurar, porque no podía andar por la calle, en otros momentos tampoco, pero las popularidades van y vienen. Si tú haces La noche abierta te dicen "qué programa tan elegante", si haces Como Pedro por su casa te dicen "qué buena estás, Carolina" y si haces Estudio Estadio te dicen "no era penalti, cabrón". Pero me di cuenta en aquel momento, con ventipocos años, que lo que hacía no era tan importante para tener esa popularidad. Lo podía hacer yo, Fernando o Manolita. Esto es una exageración, porque lo que hacía no tenía ningún mérito. Empecé a pensar: "Esto tiene truco, no me voy a creer esto".

Lo que acabó de darme el golpe, divertido, entonces no lo fue pero inmediatamente lo fue, es que una Navidad, cuando hacía Estudio Estadio en mi casa no se podía entrar: había jamones, cestas, regalos, botellas, turrones... Dejé Estudio Estadio y al año siguiente llegó solo una botella de vino que envió el Real Club Deportivo Espanyol. Con lo cual esa lección te anuncia que la vida funciona así.

¿Cómo era la relación con los directivos en esa época?

Es la época en la que en Barcelona había un presidente, Enrique Llaudet, que fichó a un jugador negro y no se lo dejaron alinear, porque en ese entonces no podían jugar y entonces él dijo: "Pues lo emplearé de chofer". Algo impensable hoy en día.

Cuando se juega con un profesional, y tú has contado que has jugado con unos cuantos, se ve la diferencia que tienen con los mortales. ¿Qué jugador te ha impresionado más al jugar con él?

He jugado con Cruyff, con Kubala, con Di Stefano, con Butragueño, Zidane... Uno que me impresionó fue José Luis Peinado, que con 60 y pico años corría como un chaval de 20. Zidane es un caballero. Kubala era extraordinario, perdías un balón y te decía "no pasa nada, Pedro, recogemos y empezamos otra vez", Di Stéfano era especial, cuando Millán, el de Martes y Trece, cogía el balón gritaba "soltala comicucho, que acá no hay foco". Puskas te pasaba un balón y no te había llegado todavía y ya te estaba gritando "hijoputa, mírame". Valdano era muy divertido, cada vez que me enviaba un balón en largo me decía "Pedrito, te lo envíe 30 metros largo y 40 años tarde". Tengo muchas anécdotas.

Con Zidane tengo una muy divertida, que la cuento en el espectáculo. Yo jugaba de extremo, muy en punta, y empezó hacerme pases de 60 metros. Morientes le dijo "Zizou, lo vas a matar, tírasela al pie" y yo corriendo y corriendo, porque tengo mucho pundonor. Al terminar el partido me acerqué y le dije que tenía casi 70 años y él me dijo "para eso lo he hecho, para ver cómo se llega". Es un señor. Es muy educado. Butragueño también, pero a veces no le gusta que pierdas un balón. Stoichkov ni te cuento, Cruyff también se enfadaba mucho si lo hacías mal. Son gente extremadamente competitiva.

"Di Stéfano era especial, cuando Millán, el de Martes y Trece, cogía el balón gritaba "soltála comicucho, que acá no hay foco"

Pedro Ruiz

Aquellos años en los que estuviste en 'Estudio Estadio' no fueron fáciles para la Selección.

No se ganaba nada.

Claro, por eso lo digo.

Se caía siempre en el tercer partido. Tampoco creo mucho en las nacionalidades. Creo que ahora hay una muy buena Selección. Me gusta mucho cómo es De la Fuente, me parece muy educado. El otro día leí en algún sitio que "se ha agrandado". Bueno, si no se agranda él... ¿Por qué va a tener más prestigio Mourinho, que solo se queja y pierde, que él? No hablo de dinero porque no me gusta hablar de esas cosas, pero no puede ser que a él le paguen uno y a otro le paguen cuatro cuando ese otro hace menos. Es su momento y me gusta mucho cómo es, porque me parece una persona que le quita importancia a los problemas, aunque los tenga.

¿Qué piensas cuándo ves a alguien como Rubiales, el desgobierno siempre presente en el deporte español?

Es en todos los centros de poder, ya sea en deporte o en filatelia, el deporte más porque mueve el instinto. Los grandes negocios de la vida están montados siempre en torno al instinto, la apariencia o la necesidad.

¿No hay manera de cambiar eso?

Ya sabes que hay un refrán castellano que dice: "Si quieres saber cómo es fulanito, dale un carguito". Cuando manejas el poder, tienes que tener muchos principios para no abusar. En todos los sitios hay gente así, pero no es la mayoría.

¿Te plantearías volver a trabajar en el mundo del fútbol?

No. Jugar al fútbol sí, mientras tenga energía. Me gusta ver un partido de Nadal, el atletismo… Cuando son las Olimpiadas procuro no perdérmelas, porque entiendo que es de verdad donde se sabe quién ha ganado. Cuando no hay doping. Termina la maratón y se sabe. El deporte tiene esa cosa bella de que el esfuerzo te vale para algo, pero en el fútbol no. Es una dimensión inferior a la política, aunque es un mundo más divertido, pero yo estoy en otras cosas

Ahora que has tenido que hacer balance, para tu espectáculo. ¿Hay algo más del deporte que te venga a la cabeza?

Me acuerdo de cosas. Por ejemplo, que estuve todas las noches del secuestro de Quini con su mujer, en su casa. Mi amigo Arturo Fernández, el actor, que era asturiano, me dijo: "Chatín, vamos a ayudar a Mari Nieves", y fui. Como tengo una conversación medianamente consoladora, me pasé todas las noches allí. Cuando a Quini lo soltaron la noche siguiente la pasó durmiendo en mi casa de Barcelona, para que no le siguiera la prensa. Esos días fueron especiales, como también fue especial la muerte de Benítez, el jugador del Barcelona. Se suspendió un Madrid-Barça en aquel momento, y estábamos tan imbuidos en aquella desgracia que recuerdo que transmití el programa y, sin querer, me vino el nombre de Benítez y lo hice jugar dos veces. Sin querer.