FC BARCELONA

Escaneando al futuro entrenador del Barça: una idea, el discurso y su adaptación

Xavi se irá a 30 de junio y el club blaugrana tiene que encontrar un sustituto para construir al Barça de futuro.

Xavi Hernández controla una pelota ante el Villarreal. /EFE
Xavi Hernández controla una pelota ante el Villarreal. EFE
Albert Blaya

Albert Blaya

El banquillo del FC Barcelona es un regalo envenenado porque quien ahora lo custodia no puede sino señalar los peligros que se esconden tras su inapelable glamour. Xavi, que anunció que se iría al finalizar esta temporada, se ha hartado de repetir que se marcha no porque el jugador no le crea, que es lo más valioso, ni porque no tenga la confianza del club. Se va porque el entorno, léase como prensa y opinadores que merodean al club, no legitima nada de lo que él consigue como técnico. "Cuando he dicho que estábamos en construcción me matáis. Tengo la sensación de que no me van a comprar nada, ni ganando LaLiga con 12 puntos. No creo que haya sido el relato. Es un tema de entorno", explicaba Xavi.

Xavi, a su sustituto: «Mi consejo es que disfrute pero es imposible».

El Barça tiene todavía dos títulos por jugarse, casualmente los dos que dan más prestigio, por lo que a 30 de enero, con casi toda la segunda vuelta entera, emitir un discurso ya cerrado sería pegarse un tiro en el pie. Tan cierto es que el Barça está jugando peor que nunca desde que llegó Xavi, como que nunca a estas alturas estaba en disposición de ganar Champions League y Liga. Su marcha, anunciada como abono para levantar anímicamente al equipo, abre un margen de tiempo muy amplio para que el club trabaje pensando no solo en el Barça de la 24/25, sino en el de los próximos años.

El mensaje y el fútbol, de la mano

Fichar a un entrenador es una tarea enormemente compleja porque es la que vertebrará no solo el rendimiento inmediato del equipo, sino el plan a medio plazo. El primer punto es que el Barça necesitará a una persona que lidere el proyecto entendiendo tanto el momento actual del club como su esencia, que desde el discurso sea capaz de emocionar trasladando luego esa emoción al juego. La primera imagen de Klopp en el Liverpool es una amplia sonrisa el día de su presentación, desafiando por completo la lógica del momento, que señalaba a un club sombrío y alejado de poder ganar. La clave fue su inconformismo... y su capacidad para trasladar un discurso al césped. "Queremos transformar a los que dudan en creyentes".

El gran debe de Xavi ha sido que su mensaje se ha ido alejando cada vez más de la realidad. El entrenador habla para todo el mundo en cada rueda de prensa, pero a quien tiene que convencer es al futbolista. Y al jugador se le convence cuando ve que existe una correlación entre lo entrenado y lo que sucede durante el partido. El Barça necesita no solo jugar bien, que es el punto final, sino volver a tener la sensación de que los partidos no se le escapan y que puede controlarlos. El control lleva al buen juego porque sin él no hay talento que pueda imponerse a lo largo del tiempo.

Recursos tácticos y recuperar al talento agarrotado

El entrenador que llegue debe ser alguien con recursos para poder adaptar la esencia del Barça con el fútbol actual, algo que Xavi, al venir directamente de Catar y un juego alejadísimo de lo que es la élite europea, no supo trasladar. El Barça es durante demasiados tramos un equipo incapaz de llevar al oponente allí donde lo desea. Lo que Michel comentó en su entrevista en Relevo como "controlar el orden mental del juego", es decir, ser capaz de estar siempre en el partido independientemente de lo que el rival haga. El Barça deberá tener a un técnico capaz de modular du discurso, adaptarlo sin que pierda fuerza. ¿Cuánto hace que el equipo no tiene una estructura élite sobre la que progresar y defenderse?

El talento está dormido, agarrotado. Pero está, existe. Eso es lo relevante y lo que debería preocupar al siguiente entrenador. El Barça necesitará a una figura que maximize lo que hay, encontrando puentes y vasos comunicantes que unan a los jugadores para explotar relaciones, sinergias y combinaciones. Uno de los problemas es que el equipo parecía ser una concatenación de buenos futbolistas forzados a entenderse, y no entendiéndose como algo natural. El Barça necesita revalorizar el talento, que existe, camuflando las debilidades de sus futbolistas y no exponiéndolas. Que en vez de decirle al rival qué zonas atacar y qué puntos débiles tiene, le muestre solo sus fortalezas.

Xavi supo reenganchar a un aficionado apático y dotó de competitividad y agresividad a un equipo tendiente a perder. Su gran laguna fue no ser capaz de ayudar al paciente a andar una vez devuelto a la vida, que no es poca cosa. Una vez vivo, el Barça tiene que andar para luego poder correr al ritmo al que lo hacen sus rivales, y no hablo desde un plano físico, sino futbolístico. El entrenador que llegue deberá tener las herramientas para convertir a los que dudan en creyentes, como hizo Klopp con Anfield hace nueve años. ¿Para qué jugar bien por encima de todo? Para estar siempre más cerca de ganar que de perder.