Fernando Amorebieta y las jugadas con Messi e Iniesta: "No me molesta que me lo recuerden, sé qué jugador era"
El central venezolano repasa su carrera en Relevo, con su polémica salida del Athletic y la imagen de jugador duro como ejes principales.

Fernando Amorebieta se fue de nuestra Liga hace más de seis años, tras un duro descenso con el Sporting de Gijón y una oferta de un gigante de Sudamérica al que no pudo decir que no. Allí, en Argentina, levantó el título que se le resistió con el club de su vida, un Athletic del que salió por la puerta de atrás pero al que no guarda ningún rencor, según dice. Una carrera larga, repleta de experiencias. De éxitos y sinsabores. Y sobre todo, de una relación con los árbitros y la opinión pública que le llevó a ganarse el apodo de duro y 'leñero', algo que acepta como una característica intrínseca a su juego. A su esencia.
En las distancias cortas no es así. Atiende la llamada de Relevo en casa de Ibai Gómez, uno de sus mejores amigos y compañero de viaje en la actualidad como entrenadores del Santutxu Juvenil. Acaba un entrenamiento matutino, saluda amable, pasa por la ducha y se sienta para repasar sus quince años de carrera, con la salida del Athletic como un elemento clave y que durante años le hizo dar vueltas a la cabeza sobre la decisión. Y, por supuesto, también dos acciones que importantes en su vida deportiva: la patada en la cara a Messi y una entrada a Iniesta que marcó de por vida al mediocampista de Albacete en San Mamés.
El objetivo de esta charla es una conversación amena y relajada sobre toda tu carrera. Desde el inicio hasta el final. Y quiero empezar por la apuesta de Jupp Heynckes por ti cuando eras muy joven y, sobre todo, por esa lesión grave que tuviste. ¿Cómo recuerdas esos años?
Con el paso de los años iba viendo ya que se acercaba un poco la meta de estar en el primer equipo. Ya en juveniles empiezo a entrenar con Jupp y la verdad es que es una emoción para mí increíble el estar cerca de mis ídolos. Y justo cuando uno ve que está llegando, que está cerca, me rompí la tibia. Estuve ocho meses de baja. Fue un palo muy grande para mí, pero bueno, supe hacerme más fuerte y salir adelante. Y luego ya llego al Basconia después de estar ocho meses lesionado…
Perdona que te corte. ¿Qué piensa un adolescente, un juvenil, cuando se rompe la tibia asomando al primer equipo? ¿Hay algo de miedo a no poder cumplir el sueño?
Al principio te asustas mucho porque no sabes qué va a pasar. Pero luego cuando ya voy empezando a hacer cosas, yo siempre he sido un jugador que ha ido siempre con todo, fuerte. Y ahí es cuando me doy cuenta de que sigo igual. A pesar de tener la dificultad de tener la tibia rota, que todavía no está sanada del todo, los entrenadores me tenían que parar porque me veían que iba demasiado fuerte. Y bueno, eso hace que vuelva a sentir mi identidad y que vuelva a tener esa confianza.
Me decías del regreso en el Basconia, perdona.
Sí, vuelvo a jugar en el Bascona, Bilbao Athletic, y antes de debutar en LaLiga con Clemente me llega un premio con Mendilibar. Hago la pretemporada y jugamos la Intertoto varios jóvenes y suplentes del primer equipo. Jugamos contra el Cluj, primero en Rumanía y luego en San Mamés, pero nos eliminaron en penaltis. No salió bien, regreso al Bilbao Athletic y luego ya llega Clemente y me da esa oportunidad de estar en el primer equipo continuamente.
Un entrenador que apuesta mucho por ti, que te pone de titular muchos partidos con el equipo estando muy mal y en un año complicado. Un entrenador muy de tu estilo, si se puede decir así.
Sí, la verdad que la llegada de Clemente para mí fue muy positiva. Él confió en mí plenamente. Incluso me ponía a jugar de lateral izquierdo, que era una posición que conocía, pero obviamente de central me sentía más cómodo. Pero bueno, todo lo que era jugar para mí... En ese momento era lo principal. Y como te digo, Clemente confiaba mucho en mí. Sabía que era un tío que iba con todo. Sí es cierto que a veces pecaba de ir demasiado fuerte, pero eso es lo que le gustaba a él. Obviamente no que te expulsaran, pero sí que esa temporada recibí muchas tarjetas amarillas. Creo que fueron más de doce o trece en quince partidos. Una burrada. Pero bueno, como te digo, el míster confiaba mucho en mí y le tengo mucho que agradecer.
Te tocan dos primeros años muy duros. El bienio negro, como se le conoce en Bilbao. Para un joven canterano tiene que ser complicado anímicamente.
Sí, sí, fue duro. Además el segundo año llega Félix Sarriugarte, que me entrenó muchos años en la cantera, que siempre ha sido como mi padre, y fue duro. Nos jugábamos el descenso en las últimas jornadas y eso hace que, sobre todo cuando eres joven, madures antes. Eran años muy complicados, era jugarte que podías estar en Segunda División el año siguiente, en un club histórico como el Athletic que nunca ha descendido y tú acabas de llegar y te queda todo como muy grande, ¿no? De hecho los últimos partidos, si no recuerdo mal, los más jóvenes ni participamos porque eran partidos muy complicados, en los que había muchísimo en juego y esa responsabilidad era muy alta.

¿Quién asumía la responsabilidad de levantar al equipo?
'Etxebe' era muy buen capitán y siempre ha estado ahí en esos días complicados. Siempre estaba para animarnos. Y luego estaba Pablo Orbaiz, un jugador con mucho carácter que hacía muy bien al equipo porque su carácter contagiaba. Y bueno, un poco con esos jugadores más veteranos los más jóvenes entendimos el mensaje, lo que estaba en juego y supimos sacar adelante la situación. Pero sí, había momentos complicados.
De llegar a veros en Segunda, imagino.
Puf, sobre todo el año que entró Clemente fue un año... La primera vuelta igual teníamos quince puntos. Era casi misión imposible. Y bueno, con su llegada, pues cambió igual el carácter. El ir a por todo, el no dejar ni un mínimo esfuerzo en el campo. Y yo creo que nos hizo bien porque no era nada fácil darle la vuelta a esa situación.
Verano de 2007: Elecciones, gana Fernando García Macua, trae fichajes y firma a Joaquín Caparrós. Y todo cambia.
La llegada de Joaquín creo que fue muy importante para todos porque veníamos de una situación de unos años complicados y con él se revirtió todo eso. Él a mí también me dio muchísima confianza. De hecho esos años creo que fueron mis mejores años en el Athletic, contando con el primer año de Bielsa. Un entrenador que transmitía mucho y que como te digo supo darle la vuelta a una situación que venía muy complicada de años atrás. Nos metió en situaciones que no habíamos vivido antes, sobre todo los jóvenes, de entrar en Europa y de cosas que ya era mirar hacia otros horizontes.

Y la final de Copa. La final de toda una generación, aunque luego hayan venido muchas otras. Pero jugar una final 34 años después…
Era todo lo contrario a lo que habíamos vivido. Otros nervios. Pasas de estar jugándote el descenso en las últimas jornadas a llegar a jugar una final de Copa, imagínate lo que era el cambio. Tuvimos mala suerte, contra el mejor Barça de la historia no era un partido fácil.
Me imagino que es una espina clavada.
Pues sí, ¿no? Al final uno va poniéndose metas. La primera es llegar al primer equipo y una vez lo consigues, quieres establecerte. Y luego está ganar un título con el Athletic. Esa espina queda clavada. No lo pude conseguir con el Athletic, pero bueno, esperemos que en estos años podamos disfrutar de un título importante para el club.
Sin que te lo pregunte me has hablado al principio de todas las tarjetas amarillas que te sacaban y de que eras un jugador duro. Hay dos acciones que quedaron en la retina de todos los que te vieron jugar, precisamente contra el Barça. La primera la de Messi, la de la bota en la cara.
Es una acción que despejo de puntera, levanto el pie demasiado, él viene en carrera y medio se resbala. Y choca con la planta del pie. Obviamente es sin querer, no puedo pegar una patada a uno en la cara así sin ton ni son, pero sí que es cierto que el levantar tanto la pierna pues es peligroso.
Y quedó para siempre.
Sí, obviamente es porque la acción es con el mejor jugador del mundo. Si llega a ser con otro jugador seguramente no se habría recordado, no estaríamos hablando ahora de ello.
La otra es la de Iniesta. Una entrada en la que te expulsan y San Mamés desde ese día siempre le pitó cuando venía a Bilbao.
Esa fue un día que había llovido mucho, que el campo estaba muy rápido. Me llega un balón dividido, se le va el control un poco hacia adelante y me tiro con toda a por el balón y atropello a Andrés. Pero sí es verdad que no es una acción en la que le pegas con los tacos en la tibia, es más una acción que te dejas ir y bueno… el árbitro en ese entonces consideró que era tarjeta roja.
¿Entendiste todos esos pitos que hubo hacia Iniesta?
Bueno, la gente lo que reclama es que obviamente en cuanto me sacaron la tarjeta roja se levantó como que no pasaba nada, ¿no? Eso al final la gente lo ve, la gente siente que está fingiendo, pero bueno, sí es cierto que es una entrada fuerte.
¿Te molesta que se te recuerde por esas jugadas?
No, obviamente yo sé qué tipo de jugador soy, ¿no? Si me dices que te haga ocho bicicletas, pues no es lo mío. Lo mío siempre ha sido el juego aéreo, golpear en largo -hasta que llegó Marcelo que nos inculcó el salir jugando- y el ir fuerte. Si perdía esa esencia evidentemente no era un jugador de Primera División.
Hablas de Marcelo Bielsa. El siguiente paso de esa generación y un año que fue una auténtica locura.
Sobre todo, cambió radicalmente nuestro estilo de juego. Veníamos de jugar más directo, de ser un equipo más compacto a la hora de defender, y él cambió todo eso. Nos insistió que teníamos que salir jugando desde atrás, nos insistió que teníamos que salir a apretar al campo rival y era totalmente diferente a lo que veníamos haciendo. Es verdad que costó, pero una vez que el equipo se adaptó a su estilo, a su sistema, la verdad que daba gusto jugar contra todos los equipos importantes de tú a tú. Era bonito.
El otro día José María Giménez, que ahora está con Bielsa en Uruguay, hablaba del convencimiento que les había transmitido para ganar a Argentina. La sensación es que a vosotros también os convenció de que era posible ganar en Old Trafford, en Alemania…
Sí, obviamente eran muchas horas con él. Muchas horas de trabajo, muchas horas de video (lo pronuncia con acento argentino), pero luego llegabas al campo y sabías lo que tenías que hacer. Y eso era muy importante, que todos los jugadores supieran lo que tenían que hacer, que tú supieras lo que tenía que hacer el jugador que está al lado tuyo, y la verdad que, como te he dicho, daba gusto ver a ese equipo.
¿En qué escala le pones de tus entrenadores?
Bueno, a ver, yo siempre digo lo mismo. En categorías inferiores el que más apostó por mí fue Félix Sarriugarte, que siempre lo recuerdo como mi padre y no le puedo dejar de lado porque si no fuera por él mi camino habría sido otro y le tengo muchísimo cariño. Futbolísticamente, sí es cierto que con Marcelo conseguimos cosas que no sabíamos que podíamos hacer. Y luego, en cuanto a confianza, digamos, de venir de malas temporadas, yo diría que Caparrós fue un entrenador que nos dio mucho.
Tu carrera en el Athletic se corta de raíz en la temporada 2012-13, cuando la renovación se encalla y además un año complicado por el clima que había en Bilbao. ¿Cómo lo viviste?
Fue un año complicado. Tanto Fernando como yo no renovamos el contrato y acabamos esa temporada. Al final se van dando situaciones en las que uno siente que igual su rumbo es otro. En el caso de Fernando, pues no me gusta hablar de algo que no conozco al cien por cien, pero en mi caso fue una situación que se fue hablando y fueron pasando cosas. Evidentemente el club tenía jugadores en el filial, tenía jugadores por detrás importantes y consideró que las exigencias que estábamos poniendo no eran las que ellos querían aceptar.
...
No era un tema económico, era un tema más de años, y entiendo la situación del club. Evidentemente venía un jugador por detrás en mi posición importante, de hecho acabó jugando en el Manchester City y traspasado por no sé cuántos millones. No puedo recriminar nada al club, al final el fútbol tiene estas cosas. Sí es cierto que me habría gustado quedarme en el Athletic toda mi vida, pero el camino se dio así pero no tengo nada que recriminar ni reprochar a nadie. Ni a mí mismo, porque yo creo que fue la decisión que tenía que tomar.
¿No cambiarías nada de lo que hiciste para intentar por lo menos quedarte unos años más?
Pues uno cuando ve a excompañeros como Iker Muniain o De Marcos, que están haciendo toda una carrera en el club, pues sí que te da que pensar. Pero por otro lado, he conocido mucha gente, he conocido clubes diferentes, diferentes maneras de trabajar, diferentes países, y creo que eso me ha enriquecido como persona. Entonces creo que he perdido cosas, pero he ganado en otras. Lo que sí tengo claro es que jamás puedo reprochar nada al Athletic porque ha sido el club que me lo ha dado todo.
Sales al Fulham, a la Premier, pero tenéis un año muy complicado que acaba en descenso. ¿Cuántas vueltas le diste a la cabeza con el hecho de no estar en Bilbao?
Pues sí, fue un año muy complicado. Llegué a un club en el que había 18 nacionalidades diferentes, totalmente diferente a lo que teníamos en Bilbao. Lo que teníamos en Bilbao era una familia y aquello era un grupo de personas que venían de diferentes países, y al final que se entienda a todos esos jugadores en el campo siempre es más difícil. Había jugadores de muchísimo nivel, pero a la hora de reflejar ese nivel en el campo era muy difícil porque no es fácil que 11 jugadores que vienen de diferentes países estén tan compenetrados.
Cuando te pregunto por darle vueltas a la cabeza me refiero a si te arrepentiste.
Pues es un año duro. La verdad que es un año duro porque los medios hablan mucho, la gente habla, las redes... Pero bueno, luego entendí que no podía mirar atrás, o sea, que tenía que seguir adelante y que este tipo de cosas pasan en la vida y que hay que tirar adelante. Entonces lo dejé ahí, sí es verdad que le di muchas vueltas, porque pensé muchas veces el porqué había tomado esa decisión, pero fue una decisión compartida y yo entiendo que el Athletic en ese momento veía que venía gente detrás y obviamente no es que me quisiera cerrar la puerta, pero entiendo un poco lo que es el fútbol. Decidí no darle más vueltas, tirar adelante y así fue.
¿Pudiste disfrutar algo de la experiencia del fútbol inglés, del que tanto y tan bien se habla?
Sí sí, lo disfruté bastante porque es una liga totalmente diferente. Sí es cierto que al bajar a Segunda División, luego tener que irme a Middlesbrough, cambió un poco todo, pero la verdad que fue una experiencia muy bonita.
Perdona que vuelva atrás en el tiempo, antes de preguntarte por tu etapa en Gijón. ¿Cómo fue el proceso de decidir jugar con Venezuela, tu país de nacimiento?
Cuando tenía 20 años o 21 años se pusieron en contacto conmigo. César Faría, que entonces no era el seleccionador, vino a visitarme aquí a Bilbao, y bueno, en ese momento la FIFA no permitía el cambio de selección si habías jugado en inferiores. Entonces quedó todo un poco en el aire. Al final cuando alguien te llama con tanto interés y pone interés en ti, lo piensas, lo piensas. Y también era una manera de conocer el país donde había nacido, porque nunca había tenido la oportunidad de volver. Y bueno, le das vueltas, pero queda en el aire porque en ese momento la FIFA no permitía el cambio. Después me convoca Del Bosque para un partido amistoso, creo que era contra Dinamarca, en el que no debuto y después vuelve a aparecer la oportunidad de ir con Venezuela.
¿No hubo un momento en el que el club, o Caparrós, prefería que no fueses con Venezuela?
No, no, no, el club para nada me prohibió ir a la selección de Venezuela. Sí es cierto que antes de tomar esa decisión se me preguntó si estaba seguro de la decisión que quería tomar. Pero yo lo tenía claro porque como te digo desde los 20 años ya ellos se pusieron en contacto conmigo y en ese momento casi ni era jugador del primer equipo. Cuando la FIFA permite el cambio me vuelven a llamar para comentarme la situación y doy el paso.
No pudiste tener mejor debut. ¿Cómo fue esa experiencia de viajar a tu país, de estar en unas eliminatorias sudamericanas y jugar contra Argentina?
Para mí fue todo... No sé cómo explicártelo, porque fue llegar y el primer partido oficial de eliminatorias para el Mundial es contra Argentina, ganamos 1-0 en la ciudad donde yo nací, y meto el gol. Pues imagínate, la gente estaba loca. Yo no sabía ni dónde estaba. Ni me lo podía creer.
Me imagino que también hay una parte de shock cultural al llegar a Venezuela, a tu país, del que imagino que te habían hablado pero que en los últimos años había empeorado a nivel social y económico.
Mis padres siempre me comentaron que cuando yo nací, cuando ellos vivían allí, Venezuela era un país increíble pero que había cambiado mucho. Y obviamente no conocí la Venezuela de cuando yo nací, porque yo me vine con 2 o 3 años, entonces no tengo el recuerdo ese, ¿no? Pero sí vi un país que, bueno, que tiene sus complicaciones, pero como muchos sitios en Sudamérica... Me ha tocado estar en varios sitios y también es un poco del estilo.
Recuperamos la etapa de clubes. Gijón. Regreso a España, pero otro descenso y, por cierto, 17 amarillas.
Pues, joder, el Sporting me dio mucha pena, la verdad, porque era un club en el que me sentí muy cómodo y estaba muy contento con la ciudad, con la gente, con el equipo. Me dio rabia porque me habría gustado quedarme más tiempo. La situación, pues bueno, en ese momento, al descender, me comentan que la situación económica no es buena y que hay que salir. Y empezamos a mover el mercado y llega la oferta de Independiente de Avellaneda. Me entraron muchísimas dudas, le dimos muchas vueltas porque nunca había jugado allí y en un club de esa dimensión, pero tomamos la decisión en familia y la verdad que fue una experiencia muy bonita.
No vayas tan rápido. Quiero volver a hablar de uno de esos días y esas acciones que quedaron marcadas en tu etapa en Gijón. El partido contra el Athletic en el que Aduriz y tú tenéis varias enganchadas.
(Se ríe). Yo le conozco a Aritz muy bien y él me conoce a mí, somos amigos. Él también es un jugador temperamental, que va también siempre con todo, como puedo ser yo dentro del campo. Y él también es de los que dentro del campo no tiene amigos, y bueno… Hay tensión, hay mucho en juego, pero cuando acaba el partido es como si no habría pasado nada.

¿Qué te encuentras al llegar a Argentina?
La verdad que no era consciente de la dimensión de Independiente cuando decido ir allí, pero cuando llego y veo un poco el entorno, me doy cuenta de a dónde estoy llegando. También venían de años complicados, pero fue llegar el primer año y ganar la Sudamericana. Para mí eso era, imagínate, era ganar el título ese que no pude ganar en el Athletic. Y, bueno, lo que era aquello: Jugar un Clásico contra Racing, ganarlo después de estar con un jugador menos desde la primera parte. Te das cuenta rápido de dónde estás.
¿Cómo es jugar esos Clásicos?
Es una locura. El campo está a reventar, la presión si juegas de visitante, sin afición visitante en aquella época. Una locura.
Teníais un equipazo. Meza, Barco, Gigliotti y Tagliafico, campeón del mundo. ¿Ya se le veía que podía hacer esa carrera?
Sí sí, había un equipazo, jugadores de muchísimo nivel. Pero Tagliafico ya era un jugador de bastante edad allí, digamos. No te lo imaginas, pero cuando le ves entrenar y le ves competir, ostras, te das cuenta de que es un chico que tiene hambre.
Después de ganar la Sudamericana, te pasas ocho meses sin jugar. ¿Qué pasó ahí?
Son cosas que a veces uno no entiende, Después de haber salido campeones de la sudamericana, nos vamos de vacaciones, regresamos y ya vas escuchando cosas. El club económicamente no está tan bien, que no se entiende cómo, pero bueno, el club empieza a estar económicamente mal y quiere hacer cambios. Allí tienen un límite de extranjeros y se empieza a hablar un poco de posibles salidas, entre ellas una es la mía y la otra Jonas Gutiérrez, que estuvo en España y es un tío increíble. Vas escuchando cosas pero no le das importancia y en cuanto empieza la pretemporada ya suena más, te empiezan a sondear cositas, que si te quiere un equipo, si sería un cambio… Y en ese momento me acuerdo que Independiente quería fichar a un jugador paraguayo que jugaba en Olimpia y me entero que el club me ha ofrecido como cambio por ese jugador. A mí evidentemente no me sienta bien que no se me comente esa situación. Va pasando el tiempo y el club me deja apartado porque no se da ese cambio, me dicen que no pueden hacer frente a salarios de algunos jugadores y ahí queda todo.
¿Es un tema de club o de Ariel Holan, el entrenador?
Bueno, es que en ese momento el que tenía la llave del club era el entrenador. Hacía y deshacía todo, entiendo yo. De hecho, a día de hoy todavía se le achaca eso.
Acabas en Cerro Porteño, un lugar del que creo que guardas un gran recuerdo y que también es un gigante a nivel nacional.
Me sentí como en mi casa, y eso que no jugué tantos partidos, pero me sentí muy cómodo, muy a gusto. Un club que me cuidó muy bien, en una situación que no era fácil, porque llegué y al de poco tiempo me rompí cuatro costillas, en una situación que no era fácil porque siempre tienen metas muy altas y la afición tiene la Libertadores como gran objetivo, como lo que más quieren. Nos quedamos en cuartos contra River, que tenía un equipazo. Pero con el tiempo llega el Covid, entreno cuatro meses en solitario en casa,y es cuando nos juntamos otra vez para entrenar todos juntos, que el entrenador era Chiqui Arce, empiezo a perder esas ganas. Quizá por estar cuatro meses entrenando solo, con diferentes molestias, y hablo con él, lo comentamos entre los dos, y le dije bueno, mira, mi idea es retirarme. Y es cuando él me propone quedarme con ellos en la secretaría. Imagínate, en un club que llevas dos años y te ofrecen eso. Por eso te digo que Cerro Porteño es como mi casa.
¿Pero para ti te retiras en Cerro o en Iurreta?
(Se ríe) Sí es cierto que yo siempre hice la promesa a un amigo mío de retirarme en el Iureta, y claro, me dice, oye, ahora entonces, ¿qué vas a hacer? Cuando ya regreso a a Bilbao para quedarme, le digo que voy a empezar a entrenar y vemos cómo me siento. Y es cuando le digo, bueno, vale, perfecto, juego un año como te prometí, y luego ya lo dejo. Y así fue.
Y ahora como segundo entrenador del Santutxu, con Ibai. Parece que tienes claro que quieres seguir ligado al fútbol.
Sí, obviamente es algo que me gusta, ¿no? Algo que lo he estado practicando toda mi vida, y evidentemente lo que más me satisface.
Y para acabar, si te pido que te quedes con un partido. ¿Cuál eliges?
Pues, fíjate, he vivido momentos muy bonitos. Me tendría que quedar con dos. Evidentemente sería el debut con el Athletic, pero después de eso creo que sería el gol contra Argentina en mi debut en el partido oficial con la Selección. Ese momento fue especial.