OPINIÓN

Y a Flick no le dejaron hablar en alemán

Hansi Flick, en su presentación. /EFE
Hansi Flick, en su presentación. EFE

El día que Ricard Maxenchs fichó a Toni Ruiz para el departamento de comunicación del FC Barcelona le dio más de un consejo al novato, por supuesto. Maxenchs, periodista de Mundo Deportivo al que había contratado Núñez, después de ganar contra todo pronóstico las elecciones del 77, para que ejerciera de director de comunicación del club, reclutó a Toni de la facultad de comunicación el verano de 1996.

Le habló de muchas cosas y en la carpeta de "presentaciones de entrenadores y jugadores", le dejó muy claro un par de premisas: le dijo que el nuevo firmaba -entonces en un despacho de las oficinas, delante de dos cámaras de televisión, tres fotógrafos y cinco o seis periodistas-, salía al campo y se hacía dos fotos. Y acto seguido, sin demora, a la sala de prensa, virgen, sin haber concedido ninguna entrevista. Le dijo otra cosa: había que cuidar a los medios de casa y a los de fuera, si el entrenador o el jugador era extranjero, con la misma atención. Ayer Flick no pudo hablar en alemán por cuestiones "técnicas".

"Así fue siempre", recuerda Frederic Porta, periodista e historiador del deporte, mientras se da un masaje y responde a la llamada de Relevo. "El entrenador firmaba y fueran 4, 40 o 400 periodistas, como ahora, pasaban por la rueda de prensa. Yo tengo documentadas presentaciones desde hace muchos años, desde los años 50 del siglo pasado mínimo, y no solo en el FC Barcelona", dice el de Tarragona.

El nuevo entrenador del Barça compareció ante 103 acreditados de 74 medios de comunicación diferentes y estuvo menos de una hora respondiendo preguntas en el auditorio 1899 del FC Barcelona. Con Valverde fueron 128. 132, sin vacas, con Setién; 138, con Xavi y 158, con Luis Enrique el día que avisó que el psicólogo de su staff no era para los jugadores, era para él. Todos fueron presentados tras la firma, de inmediato. Como Luis Aragonés, Cruyff, Robson, Van Gaal, Serra Ferrer, Rexach, Antic o más recientemente, Rijkaard, Guardiola, Tito Vilanova, Jordi Roura o Koeman.

El martes 28 de mayo Hansi Flick llegó a Barcelona, el miércoles firmó contrato con el club; estuvo un par de días por la ciudad conociendo las instalaciones, viendo casas y comiendo, y se fue de vacaciones. Volvió la pasada semana y empezó a dirigir los entrenamientos del primer equipo. Llegó tarde y mal al Auditorio 1899. Ya había pasado por las manos manipuladoras de los medios de comunicación del club, así que poco o mucho ya sabía todo el barcelonismo lo que iba a decir. Pero con lo que dijo, y como lo dijo, seguramente se ganó con su discurso más respeto que rechazo.

Su comparecencia fue básicamente sosita. Respetuosa, muy correcta en todo momento y bastante futbolera; que si necesidades del equipo a las que no respondió, lo buenos que eran los niños, lo bien que entrenaba Ansu Fati... hasta que dejó de hacerlo. Y respeto, también al Athletic y a Nico Williams, y no sé si tanto al excapitán Sergio Roberto al que despachó como a Nico, diciendo que no habla de jugadores de otros equipos. Es lo que pasa si el 70 por ciento de las preguntas ya han sido editadas por los medios del club. Y es que claro, el hombre es como es, nadie puso en los doscientos folios de los informes que justificaron a Laporta apostar por su fichaje que fuera el tipo más divertido de Bammental.

Ese es lugar en el que vivía tan tranquilo el nuevo entrenador del Barça, donde durante 20 años tuvo una tienda de deportes, y que Isaac Lluch, periodista catalán, pero representante ayer de uno de los tres medios alemanes acreditados, puso en el mapa.

La verdad, la presentación del entrenador alemán no pasará a la historia. Las ha habido mejores. Pocas tan recordadas en el FC Barcelona como la de Johan Cruyff, cuando llegó al banquillo. Pedro García, redactor histórico de Radio Nacional de España, hoy relajadamente jubilado desde hace años, feliz y contento siempre, ejemplo y ayuda en todo momento para todo el que le rodeaba, fue durante años el primero que preguntaba en la sala de prensa del Camp Nou.

[Cuando dejó el tabaco, Cruyff no empezaba la comparecencia hasta que Pedro no le daba un caramelo o un chupa-chups] Así que el día que llegó Johan, siempre educado y en un momento históricamente trascendente para la entidad, Pedro tomó el control de la sala de prensa, abajo, en la vieja zona de vestuarios, con Ricard Maxenchs al lado de Johan, y uno a uno desgranó los nombres de la plantilla.

Y Johan, uno tras uno, levantó el pulgar o abrió la puerta del vestuario dando respuesta al futuro de un grupo que venía del Motín del Hesperia, de pedir al socio la cabeza del presidente: "¿Urbano Ortega?", preguntaba Pedro García. "Se queda". "¿Zubizarreta?". "Se queda". "¿Víctor Muñoz". "No sigue", respondía Cruyff, nombre a nombre. Como en casos posteriores, de Cruyff se recuerda su adiós tanto como su llegada. Bueno, como con Pep Guardiola.

La sala de prensa del Camp Nou –como concepto de bienvenida- recuerda presentaciones a través de quienes las vivieron entre bambalinas, responsables de prensa de un club tremendamente difícil de manejar, pero a los que se les debe respeto por como lo han gestionado. Nombres como los de Toni Ruiz, José Manuel Lázaro, Ketty Calatayud, Txemi Terés o Sergi Nogueras... y la gente que ha trabajado con ellos, por tener preparados acontecimientos complicados, a veces por logística y, a veces, por la singularidad del personaje.

Así ocurrió con Bobby Robson. Venía a ocupar el sitio de Johan en medio de la tectónica ruptura entre el cruyffismo y el nuñismo, y ahí estaba él y un recién llegado Txemi Terés, un joven que hablaba idiomas. Había trabajado durante lo que duró en el diario L'Observador, luego organizando la comunicación de la travesía perruna de la Pirena... Y llegó al Barça y se encontró con el marrón de la presentación del técnico británico, que pasará a la historia por la actuación desganada de José Mourinho en la traducción del inglés al portuñol.

Al periodista barcelonés le pasa como a todos, que le traiciona la memoria. Pero sí recuerda que en contra de lo que se habla, Mou duró de traductor un par de días: "En la primera y la segunda rueda de prensa del stage, los periodistas que estabais ahí os quejasteis porque traducía lo que quería… no era muy literal". Ya no era como con Venables.

Se ríe Ramón Besa, maestro referencial del periodismo catalán, al recordar aquellos días de Graham Turner traduciendo a Venables. Venables decía barbaridades y Turner, un veterano periodista inglés con largos años de residencia en Cataluña al que Maxenchs reclutó de traductor, respondía lo que se le ocurría a vuelapluma, tratando de proteger al entrenador de su desgana verbal: "Míster, ¿a usted qué le parece el Valencia?", le preguntaban. "Le he prestado la misma atención que a un caballo azul con tres patas en Cheltenham", decía Terry. Y entonces Graham aseguraba: "El Valencia tiene tres caballos en el centro, tendremos que sudar tinta azul para ganar ese partido". "Cuando empezaron a llegar periodistas más jovencitos que sabían inglés nos dimos cuenta de que algo no encajaba. A saber qué dijo el día de su presentación", dice el veterano periodista.

Pero si alguna puesta de gala en sociedad de un entrenador del Barça recuerda Besa es la de Menotti: "Veníamos de Lattek, un tipo seco, que no decía más que lo justo, y apareció aquel hombre que en cada respuesta hilvanaba seis verbos… aquella rueda de prensa me llenó tres libretas. Aún las guardo".

No todas fueron tan dulces. A Van Gaal le presentaron dos veces. La primera un año después de que Robson ganara tres títulos; la segunda, con Gaspart. En alguna redacción de Barcelona se recuerdan reuniones previas con el director pidiendo árnica a los peones: "Nos llamó al despacho, a algunos, y nos avisó: 'Vuelve, lo presentan la semana que viene. Os pido que partáis de cero'. La relación en muchos casos había sido tensa, así que todos, él y nosotros, pusimos el contador a cero", recuerda alguno que ya no pisa redacciones. Da igual. Van Gaal había ganado títulos, promocionó talento –Xavi, Gabri, Puyol-, pero también fue brazo ejecutor del legado de Johan –especialmente de la quinta del Mini, es decir, De la Peña, Velamazán, Quique Álvarez, Celades, Moreno y Óscar y Roger García-.

Desde París, donde ya informa para RNE de los JJOO, sus séptimos, el periodista Germán García admite que una de las presentaciones más tensas de la historia reciente del FC Barcelona se produjo con motivo del regreso de Van Gaal. "Estábamos en la zona del antepalco, porque había obras, y en esas apareció Quique Guasch y se lio parda", se ríe Germán. "Escucha Johan, esto es una broma, ¿no?", le dijo. "¿Perdona, Quique?", contestó el míster. El veterano de TVE siguió: "A ver, después de la que lio este señor-y señaló a Van Gaal-, en su época anterior, no me lo estará diciendo en serio que vuelve, ¿no?", sigue diciendo García, que cierra: "No os podéis imaginar cómo se puso Gaspart y cómo nos reíamos. Antes las cosas iban así", lamenta, nostálgico, a punto de salir del IBC.

Y en el campo del Barça presentaron a Serra Ferrer, culé de cuna, cruyffista, que duró lo que duró; luego Charly Rexach, al que no hacía falta presentarlo; a Radomir Antic, que llego de parche.

[Ese fin de semana hubo movida en Madrid. Gaspart se fue a la capital y hubo que perseguirlo de hotel en hotel, eso le encantaba. En teoría iba a fichar a Menotti y acabó contratando a Antic]

"Los del Sport hicieron un reportaje al serbio en su casa esa misma noche y el domingo por la mañana era portada, una entrevista exclusiva, con fotos brindando por su fichaje el día que jugábamos en el campo del Atlético de Madrid, con De la Cruz en el banquillo. Se montó gorda", recuerdan en el departamento de comunicación del club. El Barça perdió 3-1 en el Manzanares 3-1 y Radomir siguió ejerciendo de comentarista para la cadena SER; Mundo Deportivo se inventó un falso reportaje en su casa. "Hubo que manejarlo, fue un día complicado", admiten herederos de Maxenchs. Las normas de quien dio nombre a la sala de prensa del Camp Nou sabían que los rituales habían muerto. Seguramente, no hasta el punto de lo acontecido ahora en la presentación de Flick, normas rotas por el propio club. Por cierto, el secretario técnico no acompañó al entrenador y no dio, por tanto, ninguna explicación de los motivos de su contratación.

José Manuel Lázaro suele decir que por encima de cuantas presentaciones vivió, recuerda un adiós, el de Leo Messi. Su jefe, Àlex Santos, estaba -oh, no se podía saber- de vacaciones. Este jueves sí que estuvo presente y decidió que por problemas técnicos no se podía preguntar en alemán, solo en castellano, catalán e inglés. En un alarde por facilitar sus explicaciones, al entrenador se le hizo hablar en inglés.

Lázaro recuerda que la que fue muy complicada fue la presentación del Tata Martino, una gran persona. "La trabajamos mucho por las circunstancias y por quien era" dice. En aquel club el responsable de comunicación era Xavi Martín, uno de los tipos más preparados de los 2778 que han pasado por el cargo en los últimos 40 años, que le da la razón a Lázaro y avisa, desde su experiencia en el Barça y en otros muchas empresas como director de comunicación, que siempre lo más importante "es tener claro el mensaje. Eso es lo que siempre tratábamos de hablar con los entrenadores cuando estuve en el Barça. Con algunos era muy fácil, con Pep, con Tito, digo yo que con Koeman y con Xavi también porque que conocían la casa".

Admite que con el Tata Martino fue un poco más complicado: "Era traumática la situación; por lo de Tito, el Tata venía de otro continente... si estás en Europa es más fácil hacerte una idea de lo que es el Barça, pero desde tan lejos cuesta más". Recuerda que hablaron mucho con el argentino sobre la idea de juego e incluso buscaron imágenes de sus equipos que le acercaran a conceptos del ADN Barça para dejar claro que no iban a tocar la idea que heredaba del juego.

De las más sonadas, evidentemente, fue la presentación de Guardiola, el 27 de abril del 2007 en la sala París, repleta de directivos, vips, familiares, amigos y prensa. Por ser quien era, por la trascendencia del momento y por lo elegante que estaba el de Santpedor, y por lo que dijo y cómo lo dijo, devolviendo la ilusión al barcelonismo, su llegada fue una explosión de luz. Su adiós fue una cosa cutre, tétrica y lamentablemente inolvidable también. Zubi no quería muchas especulaciones sobre quién iba a ser el sustituto y tenía la decisión muy tomada. Al presidente le venía de puta madre borrar cuanto antes de su álbum el cromo de Pep, así que el anuncio de que se iba coincidió con el nombramiento de Tito como nuevo entrenador. Salió mal porque fue demasiado triste ver a Pep ser tratado como una piltrafa en vez de como lo que era, el mejor, y a Zubi con la cara de quien estaba pasando muy mal trago. Y a Rosell viviendo la mañana como el hombre más feliz del mundo: el club era definitivamente suyo. Él era el amo.

Lázaro venía de trabajar con Rijkaard –"pura calma"- lo hizo con Guardiola –y con Manel Estiarte, la mano derecha de Pep- con Tito Vilanova –"ellos habían crecido en la casa, controlaban solitos el entorno, las veían venir", dice- y con Luis Enrique y Valverde, de quien recuerda presentaciones "tranquilas, ilusionantes...". Al hoy entrenador del Athletic y campeón de Copa le tocó luego lidiar con un marronazo -el adiós de Neymar- y el mal trato de los periodistas -"no les daba ni bola y claro, ya sabes cómo son... se lo hicieron pagar", dicen en el club quien lo vivieron-. Al asturiano le preguntaron por el psicólogo y avisó: "Está en el staff para cuidarme a mí, no a los jugadores". Evidentemente era cierto... pero solo en parte. También ayudó mucho a los jugadores.

Con Quique Setién todo empezó mal. No se le ocurrió nada mejor que decir en la sala de prensa que venía de pasear con sus vacas en el monte. Y eso, en el vestuario, dio que hablar. Habían dado el 'ok' a la destitución del Txingurri creyendo que llegaba Xavi y se encontraron con un señor mayor que no se enteraba de nada y un chaval que les pegaba broncas porque se creía el jefe, Sarabia, un agrandado. Solo le caía bien a Piqué, y así les fue. Nada mejoró con Koeman, un mito devorado por Laporta. Ni luego con Xavi, enterrado por sus complejos.

Este jueves el Barça presentó a Flick. En la última pregunta Xavi Torres, de TV3, otro con más presentaciones que horas en las catacumbas de Can Barça y premios en su dilatada carrera periodística, le preguntó al alemán si ya sabía que era el entorno. Dijo que no, que no lo sabía. Igual es que nadie preparó la presentación. Les debió pillar por sorpresa. O es que no le pusieron traductor en alemán, que todo puede ser.