El futbolista indonesio que pagaba por jugar en Espanyol y Málaga: "En el primer entrenamiento, sacó de banda como en el baloncesto"
Ex compañeros de Arthur Irawan rememoran, diez años después, la aventura del jugador que patrocinaba su padre y estuvo en Málaga.

Arthur Irawan es un futbolista indonesio de 30 años del Persik Kediri, quinto clasificado de la liga del país, que juega en mediocampo y que ejerce de capitán. Llama la atención que, de las 23 jornadas, solamente haya jugado 199 minutos, lo que se condensa en siete momentos: media parte en tres de ellos y menos en los otros cuatro. En las estadísticas de Transfermarkt, en los 11 últimos años ha jugado 65 partidos y ha marcado un gol. No es un jugador ni trascendental ni importante en Indonesia, una competición que, según la FIFA, ocupa el puesto 142 del mundo. Pero, antes de eso, el mediocentro jugó en los filiales de Espanyol y Málaga. ¿Cómo pudo ser posible?
Con el respaldo de haber estado en el fútbol base del Manchester United, Arthur Irawan llegó al Espanyol en noviembre de 2011 a través de su representante Paul Hodgetts, un británico que había sido jugador y que relata que "hace 12 años que ya no trabajo para la familia". Irawan tenía 18 y la noticia corrió como la pólvora, teniendo en cuenta que era el primer indonesio en el fútbol base perico. Se presentó así: "La nueva incorporación es Arthur Irawan, una joven perla del fútbol indonesio, un país que se descubrirá a nivel futbolístico. Atrajo la atención del Manchester United cuando era joven, pero la familia de Arthur prefirió que completara su educación", rezó la nota del club. El 30 de enero de 2012 se estrenó con el Juvenil B.
"Llegó con un nivel bajo, lo que pasa es que se pusieron medios al margen del entrenamiento para que pudiera ir mejorando. Se le asignó un entrenador que estuviera con él y que le fuera explicando a nivel táctico", relata una de las fuentes que estaba aquella temporada en el fútbol base. "Trabajamos principios básicos a nivel técnico-táctico", añade otra. "Las instrucciones eran que solo entrenara y que cuando lo vieran los técnicos preparado lo fueran metiendo", explicó a Relevo un preparador.
Después de ir convocado en seis partidos en la Liga Nacional de juveniles pese a ser de tercer año, en julio, en un amistoso ante el Taradell, debutó con el Espanyol B como lateral derecho y pasó a engordar la plantilla del segundo equipo por delante incluso de jugadores que estaban en el Juvenil A y que habían protagonizado una histórica temporada. "Creíamos que habría un acuerdo de formación con el país", explica uno de los futbolistas de aquella plantilla.
«Era buen chico, pero no era consciente de lo que sucedía»
La realidad detrás de un jugador que ya era la comidilla en la Ciudad Deportiva de Sant Adrià por su bajo nivel era otra. "En el primer entrenamiento que hizo con nosotros sacó de banda como en el baloncesto", explican dos de los jugadores de aquella plantilla, que prefieren mantener el anonimato porque "era muy buen chico, creo que él no era consciente de lo que pasaba y quería jugar más, pedía minutos". "Su representante era el que les decía a él y a la familia que tenían cualidades, que tenían que jugar más", explica otro empleado del club de aquella etapa, mientras que, contactado por Relevo, su agente se desmarca. "Perdona, buena suerte", sentencia.
Bajo un acuerdo de patrocinio que aliviara la economía del Espanyol, la llegada de Irawan debía abrir nuevos mercados. Hay distintas versiones sobre el pago que hacía la familia al Espanyol, aunque la cifra más repetida es la de unos 250.000 euros anuales. "Hay confidencialidad", se remarca. El club viajó a Indonesia para reunirse con la familia de Irawan, que era millonaria, e intentar iniciar contactos con empresas de patrocinio, poder jugar amistosos o hacer giras que pudieran ampliar los ingresos en un momento de altas deudas y de necesidad en el Espanyol. Una vía que no cuajó mientras Irawan, en el transcurso de esos intentos que no fructificaron, se convertía en un problema difícil de gestionar para Manolo Márquez, el técnico por aquel entonces del Espanyol B.
"Intentaron no ponerlo, porque no podía rendir al nivel del equipo, pero jugó algunos minutos. Nos dijeron que su padre presionó para que jugara. Teníamos que competir en Segunda B, no podía jugar", cuenta un futbolista, mientras que desde el cuerpo técnico se reconoce que "intentamos darle minutos en la Copa Federación, pero cuando nos eliminaron, no nos fue posible. Si lo alineábamos era un ridículo y nosotros perdíamos credibilidad delante del grupo". El futbolista, en la campaña 2012-13, jugó ocho partidos en Segunda B, en los cuatro últimos lo hizo media parte con el equipo salvado. "Desde que llegó en la pretemporada hasta el final notamos una mejoría técnica especialmente", relata uno de los delanteros de aquel equipo.

Aguirre se negó, Schuster aceptó y Roque Santa Cruz posó
Uno de esos partidos que Irawan jugó de titular fue ante el Valencia Mestalla. Sus compañeros tenían que lidiar con situaciones esperpénticas, como la de aquel día, cuando le preguntaron al técnico qué campo debían escoger en el sorteo en función de si quería el entrenador estar cerca de Irawan, que actuaba de extremo, o lejos. "Hubo momentos de tensión provocados por la situación de gestionarlo", relatan desde el cuerpo técnico. Incluso, la selección de Indonesia visitó Sant Adrià, una buena oportunidad para que Irawan jugara con el primer equipo del Espanyol. Javier Aguirre se negó en redondo. El partido acabó 11-0. Manolo Márquez fue despedido después por la situación del equipo, llegó Sergio González, que le hacía de asistente, e Irawan dejó el club perico. Puso rumbo a Málaga.
Allí formó parte del Atlético Malagüeño, aunque, como llegó a mitad de temporada, no consta que tuviera minutos salvo con el primer equipo. Lo que no aceptó Aguirre, sí lo permitió Bernad Schuster. En el homenaje por el 110 aniversario del fútbol en Málaga, en mayo de 2014 ya con la temporada finalizada, Irawan jugó unos minutos junto a jugadores como Roque Santa Cruz, con el que posó después en el vestuario para inmortalizar su sueño, en un amistoso ante El Palo. "No lo sabíamos a ciencia cierta, pero había los mismos rumores de que pagaba, al ver el nivel ya lo intuías", explica un compañero. No siguió y se fue al KVRS Waasland - SK Beveren de la liga belga, donde jugó 16 minutos en todo el año. Allí se acabó su sueño europeo y regresó a su país.
En el ático de Diagonal Mar nunca se ponía el sol
En su estancia en Barcelona, dio fe de que era hijo de millonarios. A Arthur Irawan no le faltaba de nada. El indonesio vivía en un edificio en Diagonal Mar, una zona reformada para la organización del Fòrum de las Culturas en 2003, nueva, con pisos de lujo. Allí residían los futbolistas de la primera plantilla del Espanyol, e Irawan tenía la suite, el ático en la planta alta en el que había piscina y terraza con vistas al mar. "Era un lugar habitual de quedada después de las fiestas o para hacer fiestas", explica uno de los ex compañeros de Irawan.
El carácter del futbolista era magnético: "Lo recuerdo a nivel personal. A mí me encantó, era un diez, era fantástico. Hacía fiestas, invitaba a todos, la gente se quedaba a dormir. Pero no era fiestero, sino que disfrutaba estando con la gente", comenta uno de ellos, que recalca: "Era divertido ver cómo vivía mejor que los jugadores del primer equipo". Irawan además tenía algún empleado a su cargo que le ayudaba en todo lo que necesitara el futbolista. "Tenía preparador físico personal. Cuando no entrenaba estaba en el gimnasio o intentando mejorar", comentó un exjugador del primer equipo. En Málaga también escogió la mejor zona posible, en Benalmadena, El Huigerón, donde vivían y siguen residiendo los futbolistas del primer equipo del Málaga.
En 2017, la Liga abrió una sede en Singapur e invitó a ex jugadores del campeonato que estuvieran por el país o los países vecinos. Irawan fue uno de ellos, que además se midió al Espanyol en Indonesia en una gira con Quique Sánchez Flores en la que "nos invitó a cenar a todos". Aunque su historia era desconocida más allá de los focos de Espanyol y Málaga, Irawan dejó huella allí por dónde pisó. "Yo me llevaba genial con él", coincidían todos.