Gabi Moya, el 'hijo adoptivo' de Luis Aragonés rememora su discurso más emotivo: "Aquel día no le salían las palabras, se trababa, nos quedamos sin charla"
El exjugador coincidió con el 'Sabio de Hortaleza' en el Atlético, Sevilla y Valencia. "Una vez le dije que no me iba con él y en cinco minutos me convenció", recuerda durante una charla con Relevo.
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Gabi Moya (Alcalá de Henares, 1966) puede presumir de ser uno de los futbolistas que lograron conquistar deportivamente hablando a Luis Aragonés. Un trotamundos del fútbol español que llegó a jugar en cinco clubes de LaLiga (Real Valladolid, Atlético de Madrid, Sevilla, Valencia y Mallorca) y a tres de ellos llegó por petición expresa del 'Sabio de Hortaleza'. "Tenía siempre preparada la maleta porque en cualquier momento sabía que me iba a llamar. Cuando a uno lo llama Luis, no puede decirle que no", cuenta el exjugador durante un encuentro con Relevo.
En esta primera parte de la charla, Gabi se emociona al recordar lo importante que fue el técnico madrileño en su carrera. "Fue mi padre futbolístico y el entrenador que hizo de mí una mejor persona y un mejor jugador". La primera vez que coincidieron fue en el Atlético (91-93). Su forma de jugar y entender el fútbol encandilaron a un Luis, que le llamó expresamente cuando desembarcó en el banquillo del Sevilla (junio 93). De ahí y pese a un primer "no" del delantero, a Luis le bastaron cinco minutos para convencerle de que de nuevo tenía que irse con él al Valencia.
Miles de anécdotas, Gabi no olvida la vez que Luis se quedó sin palabras en la charla previa a jugar la final de la Copa del Rey ante el Real Madrid (1992). Tampoco se le borra de la memoria la vez que Aragonés mandó a estirar a sus futbolistas con pantalones de campana y una pelliza. "Hay pocos entrenadores que consigan ponerte los pelos de punto antes de entrar a un partido y Luis no solo lo conseguía, sino que hacía que salieras a comerte al contrario".
Tu carrera, ¿habría sido diferente si Luis Aragonés no se hubiera cruzado en tu camino?
Es muy difícil saberlo, pero a Luis tengo que estarle muy agradecido. Era un hombre que no se casaba con nadie. El que Luis tirara de mí para traerme al Atlético de Madrid, luego llevarme al Sevilla y más tarde al Valencia quiere decir que le gustaba cómo jugaba y sabía que yo, en el campo, daba la cara por él. Le gustaba el tipo de jugador que era. Habilidoso, vertical, comprometido, que no da un balón por perdido… Todo eso hizo que fuera un jugador importante para él y así me lo hizo saber en todos los equipos en los que coincidimos. Fue mi padre futbolístico y el entrenador que hizo de mí una mejor persona y un mejor jugador.
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Se te ve emocionado cuando hablas de él.
Antes de que falleciera fui a verle con mi hijo, que también le encanta el fútbol y es del Atlético de Madrid. Luis le preguntó que si era tan bueno como su padre y el niño le dijo que no (risas). Aunque era serio y ponía distancia, con los que se dejaba querer era un hombre cercano.
¿Cuál dirías que fue la charla que más te marcó de Luis?
De la que más me acuerdo es de esa charla que empezó a dar en el hotel antes de la final de Copa del Rey contra el Real Madrid (1992). No le salían las palabras. Estaba nervioso y se trababa. De repente levantó a todo el equipo y dijo 'vámonos para el estadio'. Nos quedamos sin charla. Ya en el Bernabéu nos dijo 'hacerlo por todos esos seguidores que están aquí en el estadio, por vuestros compañeros, por las familias'… Salimos tan motivados al campo que ganamos 2-0. En esa charla nos puso los pelos de punta. Hay pocos entrenadores que consigan ponerte los pelos de punto antes de entrar a un partido y Luis no solo lo conseguía, sino que hacía que salieras a comerte al contrario. Estabas deseando salir para ir a una guerra futbolísticamente hablando.
¿En qué momento percibes que Luis confía mucho en ti?
Eso se nota. Ya en el Atlético de Madrid jugué las dos temporadas que estuvimos juntos de titular y cuando él se fue me llamó desde Sevilla y me dijo que me quería allí. En Sevilla (93-96) pasé dos años maravillosos con él. Después se fue a Valencia y al segundo año de estar allí, me volvió a llamar para decirme 'quiero tenerte aquí'. Yo tenía siempre preparada la maleta porque en cualquier momento sabía que me iba a llamar.
La primera llamada de Luis se produjo en el año 93. Cuando estando en el Atleti te llamó para que te fueras con él al Sevilla.
Yo estaba en Valladolid. Me puse al teléfono y era él. Me preguntó que cómo estaba mi situación en el Atleti y que quería que me fuera con él a Sevilla. Yo era del Atleti desde pequeño y para mí jugar en el club era un sueño. Pero después de dos años, las circunstancias me llevaron a poner fin a mi etapa e irme al Sevilla, donde también fui muy feliz. Cuando a uno lo llama Luis no puede decirle que no.
Con Luis estuviste dos temporadas en el Sevilla. Finalizado tu tercer año y con él ya en el banquillo del Valencia, te volvió a sonar el teléfono.
Otra vez (risas). Me fui de Sevilla con todo el dolor de mi corazón porque sentí que se había acabado una etapa. Me marché llorando porque uno de los recuerdos más bonitos de mi carrera lo viví en el Sánchez-Pizjuán. En mi último partido todo el estadio cantó 'algo se muere en el alma cuando un amigo se va'. Llamé a Luis para decirle que no me iba con él a Valencia por todas esas muestras de cariño y de amor que me había brindado esa afición. Pero a los cinco minutos me convenció de que tenía que ir para allá. Cuando se proponía algo, lo conseguía.
Te fuiste a Valencia, pero tu nueva aventura junto a Luis duró poco.
Le echaron mitad de temporada. Yo lo sentí muchísimo porque aquel curso lo empezamos bien. Le metimos tres goles al Bayern de Múnich en la Europa League. Lo que pasó es que los malentendidos entre Romario y Luis… Paco Roig decidió prescindir de él y vino Valdano. Me dio mucha pena y llegué a decirle, "míster, ¿ahora qué hago yo? Yo he venido aquí por usted". Me faltó ese apoyo. Luego vino Jorge Valdano, que me pareció un extraordinario entrenador y muy buena persona.
Anécdotas con él tendrás para aburrir.
Miles. Cuando en los entrenamientos nos faltaba algún jugador a él le gustaba meterse con nosotros. Me acuerdo que un día fui a hacer un cambio de juego con la derecha y le pegué un balonazo en toda la cara y las gafas le salieron volando. Me acuerdo que me dijo "si no sabes darle con la derecha, dale con la izquierda, hijo mío" (risas). Hay tantas anécdotas con Luis… Como ese famoso calentamiento que nos hizo en Burgos. Íbamos en zapatos, con pantalones de campana, con una pelliza y nos puso a estirar. Era un hombre muy peculiar.
Te voy a poner en un aprieto. ¿Quién dirías que ha hecho más historia en el Atleti, Luis o Simeone?
A Luis le he tenido como jugador y a Simeone le he tenido como compañero. No hace falta que diga yo lo que ha hecho Luis en el Atlético. Ahí están sus números. A Simeone no le he tenido como entrenador, pero me puedo imaginar cómo es. No se trata de comparar. Son dos grandes entrenadores que han hecho historia en el Atlético.