Gabi Moya, el soldado de Luis Aragonés que aún tiene grabada una charla de Jorge Valdano en el Valencia: "Decías 'si es que hasta rima'"
El exjugador repasa algunas anécdotas de su carrera en Relevo.

Si en la primera parte de la charla con Gabi Moya nos centramos en la figura de su padre futbolístico, Luis Aragonés, en esta segunda repasaremos algunas anécdotas y curiosidades de la carrera del exdelantero que desfiló por los vestuarios de Real Valladolid, Atlético de Madrid, Sevilla, Valencia y Mallorca entre otros equipos. De esos que ahora se dedican al pádel para matar el gusanillo, Gabi sigue estando muy al corriente de toda la actualidad rojiblanca gracias a esas comidas que, una vez al mes, organizan en el grupo de WhatsApp 'La Quinta de Rascafría'. "Ahí están Patxi Ferreira, Solozábal, Diego, Alfredo Santaelena, Acosta, Toni Muñoz, Aguilera y ahora se han unido Manolo y Abel (Resino). El nombre viene por una excursión que hicimos a Rascafría", aclara entre risas.
Al estadio colchonero ahora acude con sus hijos, esos que ante la falta de una placa para su padre en los aledaños del Metropolitano por no haber alcanzado los 100 partidos con la camiseta del Atlético, le dibujaron una de broma con tiza. Puede que inclusos sus progenitores y muchos aficionados colchoneros no sepan que Gabi estuvo cerca de firmar por el eterno rival: "Si el Sevilla hubiera bajado a Segunda B se podría haber dado. Tuve conversaciones con el Madrid. Estaba de testigo Zoran Vekic, que era mi representante, y así me lo comunicó".
¿Cómo es ahora la vida de Gabi Moya?
Sigo muy pendiente al fútbol, pero ahora como aficionado. Tengo cuatro abonos del Atlético de Madrid y suelo ir al campo con mis hijos. También juego al pádel, que es lo que me mantiene en forma. Además, suelo quedar una vez al mes con antiguos compañeros del Atleti. Tenemos un grupo de WhatsApp donde nos llamamos 'La Quinta de Rascafría'. Ahí están Patxi Ferreira, Solozábal, Diego, Alfredo Santaelena, Acosta, Toni Muñoz, Aguilera y ahora se han unido Manolo y Abel. El nombre viene por una excursión que hicimos a Rascafría.
Y en esas charlas, ¿se habla de fútbol o está prohibido?
Sobre todo, se habla de fútbol. Como nos une el Atlético de Madrid, lógicamente, pues somos los más críticos y como veteranos damos nuestra opinión. Recordamos también anécdotas e infinidad de situaciones que hemos pasado juntos. Seguimos el fútbol muy de cerca porque muchos son entrenadores, otros secretarios técnicos, representantes…
Por el carácter de Gabi Moya, ¿crees que podrías tener hueco en el equipo de Simeone?
Creo que he demostrado ser capaz de jugar en cualquier equipo. He disputado 500 partidos en Primera División. He estado en cinco equipos y en casi todos de la mano de Luis Aragonés. Que el mejor entrenador que ha dado España haya tirado de mí para formar parte de sus equipos es un privilegio. El Cholo fue compañero mío en el Sevilla. Hemos jugado juntos y sí que podría tener sitio en cualquier equipo o al menos esa mi opinión.
Tu carrera te ha permitido vivir dos de los derbis más enérgicos de nuestro país. Atlético - Real Madrid y Sevilla - Betis. ¿Cuál dirías que es el más intenso?
Muy especiales los dos, pero el derbi Sevilla-Betis es distinto porque si tú ganas al eterno rival, salvas la temporada. Si tú ganas al Betis, por muy mal que estés, salvas el curso porque has ganado al eterno rival. Es una semana que te agota porque es una presión espectacular lo que se vive allí. Pero qué decirte de un Atlético - Real Madrid con esa rivalidad que ha habido siempre. Una semana también cargada de tensión, con infinidad de entrevistas... Muchas veces quería que acabara el partido para eliminar ya esa tensión y relajarte.
En un Sevilla - Betis tuviste un encontronazo con un futbolista del equipo verdiblanco, Bornes. Le escupiste en el escudo. ¿Por qué le pediste perdón al cabo de los años?
No era un jugador que me caracterizara por eso, pero en esa tensión perdí los nervios. Hice una mala acción que no debía haber hecho en la vida. Por eso pedí perdón a la afición del Betis. Algunos me perdonarían, otros no, pero es bueno reconocer el error que cometí y ese gesto no estuvo bien. No era mi estilo y no me identifica como jugador.
Tuviste una reconocida carrera que te llevó a desfilar por las filas del Real Valladolid, Atlético, Sevilla, Valencia, Mallorca... Y también estuviste cerca de fichar por el Real Madrid en el verano del 95.
Si el Sevilla hubiera bajado a Segunda B, lo que pasa que el Sevilla y la ciudad no lo permitió, se podría haber dado. Tuve conversaciones con el Madrid por si el Sevilla bajaba. Estaba de testigo Zoran Vekic, que era mi representante, y así me lo comunicó. Existía ese nerviosismo porque no sabíamos qué iba a pasar con el club y eso te hacía replantearte tu futuro. Yo estaba ahí en un buen momento, pero al final el Sevilla no descendió y me quedé. En mi segunda temporada en el Sevilla también me llamó el Barça, pero el club no dejó que me fuera.
Hablando del Real Madrid. Durante tus inicios en el Valladolid no pudiste jugar la final de la Copa del Rey del año 89 ante el conjunto blanco porque te llamaron para hacer la mili.
A mitad de temporada me llegó una carta en la que me tenía que presentar en Ferrol y no había tutía. Se me acabaron las prórrogas y me llamaron para que me fuera para allá. La semifinal nos tocó jugarla contra el Deportivo de la Coruña y pedí permiso a la comandancia para que me dejaran ir a ver el partido a Riazor. Para la final yo ya estaba destinado en Madrid y pude ir al Bernabéu. Invité a los tres que más mandaban en el cuartel de Madrid y fueron los que me libraron de la mili al año siguiente. Esa Copa del rey me sirvió (risas). Me jodió perderme la final. Era hacer historia con el Valladolid.
¿Cómo recuerdas tu paso por el Valladolid?
Guardo un grandísimo cariño. Llegué allí con 19 años. Estaba acostumbrado a verles por la tele cuando veía los resúmenes en Estudio Estadio y al año siguiente yo era compañero de ellos. Allí me enseñaron a ser persona y a ser deportista. Pasé unos años increíbles y conseguí ir a la Selección. Creo que soy el jugador que más veces ha sido internacional de la historia del club.
Del Valladolid te firmó el Atlético de Madrid. De ahí te marchas al Sevilla y en la temporada 96 llegas a Valencia. Allí coincides con Romario, ¿qué tal era?
Extraordinario. Un privilegio de haber jugado con él. No era el Romario del Barça, pero era el Romario de calidad. El Romario que cogía un balón y te lo metía por la escuadra. La relación con Luis Aragonés no fue del todo buena, pero con los compañeros muy bien. Él no perdió su manera de vivir. Si tenía que salir, salía y si no, no salía.
Allí también coincidiste con Jorge Valdano, que se convirtió en tu entrenador tras la destitución de Luis Aragonés. ¿Cómo era el argentino como entrenador?
Tengo un grandísimo recuerdo él. Era un entrenador con el que te lo pasabas muy bien entrenando. Las charlas que hacía… Te quedabas con los ojos abiertos y con la boca abierta. Decías 'joder, si es que hasta rima'. Era un poeta. Un poeta que tenía mucha facilidad de palabras, te convencía. Con Luis Aragonés salías al campo a comerte al rival y con Valdano era igual, pero de otra manera. Se me ha venido a la cabeza una anécdota en la que estábamos estirando. Se acercó a nosotros y nos dijo que los espías no mueven las ramas. Yo me quedé con esa frase. '¿Los espías no mueven las ramas?'. Lo que quería decir es que si habíamos salido por la noche, que no armáramos mucho ruido porque se enteraba todo el mundo.
Como jugador siempre te respetaron las lesiones, pero hace unos años tuviste un problema de salud grave.
Hace tres años tuve un buen susto. Tuve una fisura en la aorta y me operaron de urgencia. Gracias a Dios estoy bien y puedo seguir jugando al pádel. Pero fue un buen susto que me hizo ver la vida de otra manera.
Te volvió a tocar la lotería en sentido metafórico porque años antes ya te había tocado.
Tenemos una peña muy grande de muchos amigos y por Navidad compras mucha lotería, porque luego tienes que repartir. El número que yo cojo siempre acaba en 8 porque fue mi número en el mundo del fútbol. Cogí el 58 y tuve la suerte que fue el gordo. Me tocó con algunos compañeros del Atleti.