Gavi hereda el trono en el corazón azulgrana

Ni Lewandowski, ni Pedri, ni Ansu Fati. El nuevo ídolo de la afición del Fútbol Club Barcelona es Pablo Páez Gavira, más conocido como Gavi. El canterano azulgrana fue el foco de todas las miradas en el entrenamiento a puerta abierta que se celebró este lunes en el Camp Nou.

Unos 10.000 aficionados aprovechaban las vacaciones de Navidad para acercarse al estadio y ver en directo a sus jugadores favoritos. Como es habitual en estas sesiones, la mayoría de ellos llevan pancartas con la finalidad de ser vistos por los protagonistas y así recibir su premio. Pocos son los agraciados, pero muchos los que lo intentan.

En la sesión de este lunes, el gran protagonista fue el sevillano. Mayores y niños, se juntaban para gritar su nombre, con fuerza. El canterano no era ajeno a todo lo que estaba sucediendo en la grada y cuando podía regalaba alguna mirada o sonrisa, desatando, aún más, el griterío de los aficionados.

Lo que más llamó la atención fue una figura de Gavi, en cartón, y con la camiseta puesta. La llevaban un grupo de amigos y amigas que confesaron a Relevo que "es un jugador que juega muy bien, nos gusta su estilo de juego, nos hacía mucha ilusión traerlo para que nos viera apoyando al equipo. Esperemos que lo vea".

También acudieron al estadio aficionados procedentes de Los Palacios, el pueblo natal del andaluz. Madre e hijo, con una pancarta de la camiseta de Gavi, chillaban, sin demasiada fortuna, a su compatriota, que se iba dando cuenta del gran apoyo que tiene en la parroquia azulgrana.

Una vez finalizada la sesión, los jugadores del primer equipo lanzaron varios balones a la grada y se dirigieron para los vestuarios. Algunos, sin embargo, quisieron aparecer, minutos más tarde, para fotografiarse con los aficionados. Este fue el caso de Eric Garcia, Raphinha, Araujo y Ansu Fati.

La iniciativa fue todo un éxito y confirmó la gran unión que existe entre la afición y el conjunto de Xavi. Los azulgranas están concentrados en los objetivos establecidos para regalar un título a unos aficionados que llevan tiempo sin poder celebrar un éxito de los suyos.