Los Reyes Magos llegan en Camello para el Rayo y traen carbón a Latasa y Greenwood
El delantero se estrenó en Liga esta temporada con un doblete. Figueroa Vázquez expulsó a dos del Getafe y corrigió un penalti desde el VAR.

El Rayo Vallecano lo puso fácil para los titulares y anticipó su mejor regalo de Reyes Magos. Sergio Camello se estrenó esta temporada en Liga para romper la maldición de los delanteros rayistas, que solo habían celebrado un gol en el campeonato y desde el punto de penalti. Casualidades del destino, su tanto llegó justo a unos días de que Melchor, Gaspar y Baltasar recorran el mundo subidos a un camello y llenen de ilusión los hogares de los más pequeños. Una ilusión con la que llevaba el Getafe a su inesperado Metropolitano, con el propósito de que este 2024 sea un año de éxitos y quién sabe si Europa. Pero les tocó pagar el pato de los malos días, especialmente a Latasa, que se llevó con total merecimiento un buen lote de carbón, y a Greenwood y Damián Suárez, expulsados por protestar.
El extraño ambiente alejados del estadio habitual influyó a pie de césped con unos minutos desangelados, sin demasiado cántico en la grada, impregnados del frío y con solo un genial Greenwood haciendo diabluras. Apuntaba, de hecho, al clásico año nuevo, pero todo sigue igual. El Rayo ni marcaba ni apenas generaba, el Getafe se sentía cómodo con un fútbol de lanzas y el 0-0 brillando en el marcador, como resulta cada vez más habitual en duelos tan parejos de nuestro campeonato.
Solo un latigazo de Isi, que también pretende que 2024 sea bien diferente a sus últimos meses de 2023, alertó a las masas. Menos mal para ellos que el guardián David Soria, que no falla ponga lo que ponga el calendario, realizó una fantástica parada para evitar su tanto. La monotonía se rompió por más demérito que otra cosa. Latasa, con amarilla por bracear con el Pacha Espino, saltó desmedido con Óscar Valentín, soltó el codo y vio la segunda amonestación. Carbón. Merecido carbón que condicionó un partido destinado a la más absoluta normalidad.
411 minutos sin marcar. Una cifra para olvidar de un Rayo que encontró un halo de luz en la nublada tarde madrileña. Si no llega así el gol, mejor tirar la toalla. Lo mismo se podía plantear Camello, cuyo casillero solo se rellena en un partido de Copa del Rey. Dicho y hecho. El delantero aprovechó un rechace de David Soria para estrenarse al filo del descanso.
El día de Camello y un Getafe desquiciado
Si algo ha caracterizado a todos los equipos de Bordalás es su fortaleza tanto física como mental. Indiscutible. Ahora bien, con diez y con dos golpes psicológicos de este calibre... Nada más arrancar la segunda mitad, Nteka, recién incorporado, robó un balón y cedió a Camello, que volvió a definir a placer ante David Soria. A falta de goles, dos tazas. Y a falta de expulsiones, otra doble ración.
La puntilla definitiva para el Getafe fue la roja directa a Greenwood, por una protesta desmedida. El inglés recibió la enésima falta de la tarde y así se lo hizo saber a Figueroa Vázquez. Primero con la clásica señalización del uno, dos, tres, cuatro... Después con un comentario que no se ha podido descifrar con la señal televisiva y tocará esperar al acta para descubrirlo.
En definitiva, y con 40 minutos por delante, partido visto para sentencia. El colegiado desesperó, eso sí, todavía más al Getafe. Por un error propio. Aridane tocó el balón y derribó después a Mayoral, aunque el árbitro omitió en su cabeza la primera parte y señaló penalti. Martínez Munuera lo corrigió desde el VAR y el público terminó de estallar: "Manos arriba, esto es un atraco".
Poco podían hacer ya para enmendarlo. Se lució un poco más David Soria, eso sí. Con la derrota al llegar, Bordalás decidió meter este 'marrón' a Enes Unal. El turco, de nuevo en convocatoria, se estrenó, ya de vuelta de su lesión. La eliminatoria de dieciseisavos de Copa frente al Espanyol puede ser un escenario ideal para su reencuentro. Hoy, lo tuvo difícil. Hasta entonces, en un ambiente nada habitual, este Getafe naufragó y el Rayo volvió a ser el que era. El Camello de los Reyes Magos dejó mucho carbón a los azulones.