GRANADA 3 - MALLORCA 2

Bryan Zaragoza, un sí rotundo a esos locos bajitos

Un gol de museo y un penalti forzado por el joven talento del Granada desequilibraron un gran partido en Los Cármenes.

Bryan Zaragoza celebra su gol./EFE
Bryan Zaragoza celebra su gol. EFE
Jonás Pérez

Jonás Pérez

Bryan Zaragoza es un diamante en bruto. En Arabia Saudí probablemente no lo conozcan. Ni falta que hace. Si a algún emisario del gobierno de allí le da por sintonizar Movistar, el Granada tendrá un problema. Tiene 22 años y mide 1,64, pero su descaro es un cañón. Ante el Mallorca (3-2), fue luz, ese jugador delirante que levanta gradas, desespera rivales y al que no se le puede tener más que un profundo respeto y admiración. Si los petrodólares y la Premier lo permiten, disfrutaremos de un jugón.

Hay un peligro con esta clase de artistas circenses. Su labor evita mirar a otro lado y disfrutar del gran duelo que pactaron Mallorca y Granada en Los Cármenes. Si ya empezó con miras... Maffeo falló un mano a mano a los diez segundos, tras una combinación exprés de pases bajo pizarra de Aguirre. Sergi Darder acaba de llegar, pero ya es su representación en el terreno de juego. El ex del Espanyol es alguien diferente, otra bandera del campeonato.

Celoso de focos, Bryan Zaragoza entró en escena. El niño maravilla mareó a Abdón Prats en el área y generó la primera para el Granada. Pese al mal estado del césped, nunca es poco para hacer virguerías. Pese a ello, el primer gol de los suyos no tuvo ni un ápice de su tinta. Un gran centro de Callejón desde banda derecha conectó con la cabeza de Miguel Rubio. El central, especialista en marcar, la puso al fondo de la red con la facilidad de un 'killer'.

Es entonces cuando Hernández Maeso comenzó a perder el control del duelo. Señaló un penalti sobre Lato, tras agarrón de Melendo. Algo riguroso, quizás. También pensaba así el atacante del Granada, que no daba crédito. Le salvó que Muriqi lo tirara al palo. Este Mallorca se erigió como un equipo solvente, prácticamente infranqueable, que hacía sangre con lo mínimo. Por ahora, la fortuna no está de su lado.

Fútbol, eso sí, no le falta. Por mucha ayuda que tuviera de la zaga granadina, la jugada tuvo su mérito. Gran acción de Darder en la conducción y balón al área para que Miguel Rubio, héroe y villano, se confundiera y regalara a Lato una ocasión franca. El ex del Valencia, claro protagonista en este Mallorca, cedió para Abdón, que transformó su sorprendente titularidad en gol. El primer tiempo murió con Hernández Maeso algo desorientado, cortesía de la tensión a pie de campo y un total de cinco amarillas antes del camino a vestuarios.

Pasen y vean

Jordi Cardero me ha expuesto en más de una ocasión que acudir al Camp Nou se ha entendido durante años como un viaje cultural, como si fuera al Liceo. No una visita de animación. Partidos así dibujan un futuro similar a Los Cármenes. Los niños y niñas pasearán por la explanada preguntando a sus acompañantes si jugará Bryan Zaragoza. Después, en el patio del colegio, buscarán su disparo con el exterior.

La realización debería acompañar la repetición de su gol con un "no intenten esto en casa". Más por moralizar que por otra cosa. Bryan recogió el balón fuera del área y soltó un latigazo con el exterior de auténtica belleza. ¿Pudo hacer más Rajkovic? Quizás. Él mismo acompañó a la prosa. Amenizó la tarde de los presentes y los televidentes favoreciendo que esa pelota acabase en la red. Subió el 'share' de los informativos deportivos de este domingo. Remó a favor de obra, ningún espectador neutral se lo recriminará.

Aún quedaba destreza en las piernas de Bryan Zaragoza. Forzó la expulsión de Gio por una dura entrada, pero el VAR corrigió a Hernández Maeso: realmente, no se había producido un contacto peligroso, pese a la temeridad del futbolista del Mallorca. La última gran actuación llegó en el regalo que le brindó a Uzuni. Tras gambetear a Larin, provocó su mano, pegada al suelo, que se tradujo en pena máxima. Fue el primer tanto de la temporada del pichichi de la pasada LaLiga Hypermotion (23 goles y 5 asistencias), desde los once metros. Samu Costa recortó, demasiado tarde. No se podía discutir lo indebatible: este partido lo ganó un loco bajito, una especie en extinción. Toca brindar por él.