OPINIÓN

Hansi Flick para destronar el eterno debate del Barça

Hansi Flick, nuevo entrenador del Barcelona./@FCBarcelona
Hansi Flick, nuevo entrenador del Barcelona. @FCBarcelona

Para entender, reducimos y acotamos, minimizando el objeto de análisis a unas frases canonizantes para así poder meter aquello de lo que hablamos en un cajón que normalmente suele ser tan amplio que termina por generar confusión. La llegada de Hansi Flick ha llevado al FC Barcelona a los mismos debates de siempre, unos que nace tras comprobar que su máximo rival cimienta su narrativa en la victoria mientras que el Barça, históricamente, la ha cimentado en cómo ha llegado a ganar. La Champions y el fichaje de un entrenador ajeno a la historia del club han dinamitado con fervor el discurso peligroso que apunta, de nuevo, a un fútbol cambiante solo para terminar diciendo que ahora se corre más que antes y que sin físico, esa palabra que lo engloba todo, no se puede competir. ¿Alguien dijo lo contrario?

En el barcelonismo se presume de hablar del juego como ningún otro equipo lo hace, situando lo que sucede en el césped en el epicentro narrativo de su propia idiosincrasia. Pero cosas de la vida, cada vez que se pierde o el máximo rival gana, el debate se centra siempre en los mismo puntos, como un ataque cuyo nacimiento no encuentra ninguna respuesta previa, sino que lo hace por incapacidad y miedo a lo desconocido. En este debate se encuentra la llegada de Flick, del que se ha hablado como "hijo de la escuela alemana", algo demasiado grande, y aunque es en parte cierto, no hace justicia a las particularidades que cada entrenador tiene.

Hace no tanto, el debate se centraba en el sistema: salir del 4-3-3 no era sino un sacrilegio, y se juzgaba a los entrenadores no tanto por su idea, sino por la foto fija que tomaba. Con un Xavi que rara vez ha usado el 4-3-3 como sistema base, aparece Flick en escena con su 4-2-3-1 (aunque ha usado el 4-3-3 o el 3-5-2), reduciendo de esta forma el objeto de análisis. De repente, no importa el entrenador, sino quiénes ocuparán unas plazas predeterminadas, y en vez de preguntarnos qué hará Flick con Pedri, a muchos les preocupa dónde encajará Pedri en el teórico 4-2-3-1 de Flick. Incluso algunos, pocos por suerte, se atreven con la frase que más ayuda a identificar a aquellos que nacen y mueren en el FIFA: "No sé yo si con Flick y su 4-2-3-1 Pedri va a jugar". Persigan y acaben con todos aquellos que anteponen el sistema al jugador, a los que hablan del entrenador como si lo que más le importase no fuese el futbolista.

La realidad es que Xavi ha jugado con dos mediocentros, o con dos centrocampistas en la base de la jugada, desde enero de 2023 hasta mayo de 2024 casi de forma ininterrumpida. Bien con Busquets y De Jong el pasado curso, o con la infinidad de nombres que han pasado por allí esta temporada: Pedri, Gündogan, Romeu, Gavi, Christensen y De Jong. Salvo Fermín, todos los centrocampistas de la primera plantilla han jugado en esa zona, por lo que el 4-2-3-1 que podría implementar Flick sería una modificación de algo ya visto, una variación, que no un revuelo. De hecho, el alemán solía usar a sus extremos en el Bayern en zonas centrales a menudo, alejando el tópico de jugadas por fuera y centros laterales con los que se ha barnizado la opinión pública. Y sí, Lewandowski en el Bayern vivía mucho tiempo fuera del área porque había otros que la ocupaban, porque no importaban tanto que fijase sino que el ritmo fuese quien desordenase a la línea defensiva.

Entre tanto prejuicio, corremos el riesgo de encasillar al nuevo entrenador sin que haya dado ni una sola declaración. Flick ya representa el cambio de paradigma, el físico y el correr, pero nadie repara en que su Bayern fue el que más pases daba por partido de todos los que vinieron después y que construyó a un equipo más preocupado por jugar en 30 metros que en 60. Por la obsesión que nace en analizarlo todo desde un prisma reducido, se compra una parte por el todo por una alergia a aceptar aquello que no encaja con lo predeterminado y Flick, que ha demostrado tener matices interesantes y un juego amplio, ya se lee como un grito contracultural en la historia del Barça. A ver si al final quien mejor entenderá al propio club y su modelo será aquel del que se dice no entender nada.