GIRONA FC

La historia que esconde el futbolín del vestuario del Girona

El futbolín del vestuario del Girona se ha convertido en todo un clásico en las previas de los partidos.

Imagen interior del vestuario del Girona.  /GIRONA FC
Imagen interior del vestuario del Girona. GIRONA FC
Lu Martin

Lu Martin

Hoy, una horita antes de que empiece el partido, como ocurre habitualmente los últimos dieciséis años en el vestuario del Girona FC, en Montilivi, alguien correrá hasta el centro del camerino, buscará un aliado y retará a un par de compañeros a una partida de futbolín. Y habrá partido antes del partido. Busca el Girona ser líder otra vez sumando tres puntos contra la Real Sociedad, pero antes, al futbolín, habrá partido contra el Barça.

"Los guiris, al principio flipan. Entre que normalmente nunca han visto un futbolín y lo normal es que suene música, pero que la gente esté más o menos concentrada no acaban de entender que haya cuatro tíos jugando con una pelotita, pegando gritos, y unos cuantos mirando", cuenta uno de los empleados, que señala al ucraniano Tsygankov como uno de los que más se asombró. El actual futbolín, el cásico, de madera, con jugadores de hierro, en barra, portero, tres defensas, tres medios y cuatro delanteros, llegó del Bar Pencil, un clásico. Pero antes hubo otro. La leyenda cuenta que fue una donación cuando los jugadores del Girona se encerraron durante seis días en el vestuario la temporada 1994-95 porque no cobraban. Pero no es cierto. Hubo uno que cedió el padre de un jugador del fútbol base porque era amigo del entrenador, Javier Salamero. Pero cuando el club le dio la baja al chaval, se enfadó y se lo llevó. Aquel futbolín estaba en el gimnasio.

Poco después, al enterarse de que el equipo se había quedado sin distracción, los dueños del Bar Pencil, Richi y Pere, movieron ficha. El Bar está en el carrer de la Rutlla, en el barrio del Eixample de Girona, un bar muy futbolero decorado con camisetas de jugadores del Girona FC de los últimos 30 años. "Hubo un tiempo que venían muchos chavales por la mañana, que hacían campanas, de un instituto que esta aquí cerca, pero luego empezaron a ir más a clase y nosotros empezamos a dar más comidas y cenas así que necesitábamos más mesas". La verdad es que se come muy bien en el Pencil, que se pone a petar los días de partido, con una clientela muy del barrio. Así que puestos a hacer sitio a mas mesas, decidieron llevarle el futbolín a los jugadores del Girona. "Nos costó una barbaridad entrarlo, las instalaciones no son las de ahora.", recuerda.

"Por aquí venían bastantes jugadores, venía también Galiano, el delegado, al que conozco desde niño, y Jota, el utilero, así que teníamos muy buena relación", explica el dueño del bar que por aquellos tiempos había terminado la mili en Sant Climent de Sescebes. Del Pencil han salido bocatas para los desplazamientos –en las épocas duras llegaron a regalárselos-, la plantilla del Girona ha hecho cenas, se han firmado contratos, y aunque últimamente ya no asoman los jugadores, "los tiempos han cambiado", dice Richi, antes de Navidad se pasó Míchel con Pablo Machín para dar una charla a los miembros de la peña que lleva el nombre del exentrenador del equipo rojiblanco, y que solía comer de vez en cuando en la calle de la Rutlla. "En este bar somos muy del Girona", admite el dueño mientras le sirve una Voll-Damm a un cliente vestido con la camiseta de Stuani y su hermano Pere despacha en la otra punta de la barra. Hay partido contra el Rayo y el bar está a petar, porque el partido es en abierto y lo verán por la tele.

Fue la temporada 2007-08, la del ascenso a Segunda A, el año de Salamero como director deportivo y Raul Agné de entrenador. Salamero solía comer en el bar y le compró la idea a los hermanos, pero quien decidió instalarlo en el vestuario fue Raúl Agné. "No cobrábamos y estábamos todo el día hablando de eso, así que el ambiente era un poco triste. Pensé que ayudaría y la verdad, creo que nos fue bien". Nadie lo duda. Ni entonces ni ahora. "Nos hemos pasado horas y horas jugando. Nos reímos y el que está de mala hostia, se le pasa", dice Jota, el eterno utilero. Los que más juegan son los catalanes. Como Valery. "Nos aporta mucho, crea una dinámica muy divertida, nos gusta mucho. La verdad es que nos quita tensión antes de los partidos, hace grupo. También nos picamos, al fin y al cabo somos muy competitivos. Bueno, el que más se pica es Miguel", se ríe Valery que, dicen que juega muy bien. También cuentan que al llegar Miguel no tenía ni idea, pero que ahora va para crack, que el año pasado Riquelme se apuntó pronto a jugar pero que el top es Jota, será porque lleva cien años dándole al tema. Y que no es raro ver a Míchel jugar alguna partidita.

Hoy el Bar Pencil cierra a las 16:00 horas, así que los hermanos igual van al campo. Allí, Valery, Miguel, Arnau o Eric seguramente se volverán a retar. Igual se suma Jota. Y Tsygankov, el ucraniano que nació en Israel pondrá otra vez cara de incrédulo mientras se concentra y suena la música. Busca el Girona ser líder y acercase a Europa, pero antes, en el vestuario de Montilivi, hoy, otra vez, habrá partida de futbolín antes del partido contra la Real.