La imagen del derbi vasco que nos convence de una verdad absoluta

Los recuerdos suelen pertenecer a los minutos finales. Ahí donde el azar o el destino eligen felicidad o desdicha como aquella pelota escogió un lado en la película 'Match Point'. Ahí donde un nombre cose o descose la vida. Pero sucede también que algo te eriza la piel en un minuto tan insustancial como el 67. Nadie piensa en el minuto 67 cuando habla de amor. Hasta ayer.
En ese punto del cronómetro se presentó ante todos los que veíamos por televisión el derbi vasco una imagen que no conocerá el olvido. Por su peso deportivo y simbólico. Poco después de que Oyarzabal marcara el 3-0 para el equipo txuri urdin, la cámara enfocó a una grada en pleno jolgorio. Los aficionados de la Real, de espaldas, abrazados por los hombros, saltaban y se movían en una danza que recordaba a una de esas marejadas de la playa de La Concha. El oleaje blanquiazul era acompasado, homogéneo.
Repentinamente, un punto rojiblanco apareció en la pantalla, rompiendo la armonía cromática y rítmica, pero reconciliando al mundo con el fútbol. Un hincha del Athletic sobrevivía al éxtasis rival, con una sonrisa envidiable.
Cuando te vas de fiesta con tus colegas y llevas tú el coche. #LaCasaDelFútbol pic.twitter.com/H2xJZnQdk4
— Fútbol en Movistar Plus+ (@MovistarFutbol) September 30, 2023
Nadie como él ha sabido convencernos de una verdad absoluta: el mejor filtro contra la adversidad es la risa. Fue verle y recordar una frase que le leí a Irene Vallejo hace unas semanas: sólo hay que tomarse en serio lo que nos haga sonreír. También me acordé del monólogo inicial de 'Trainspotting', el que inició la conversión de Renton en un personaje emblemático. Tras elegir un empleo, una familia, una carrera o preguntarse quién coño es los domingos por la mañana, acaba confesando que no eligió la vida. Que eligió otra cosa. Como estos seguidores, león y realistas, que optaron por ser ejemplo en un mundo acomodado en la hostilidad. ¿Y las razones? No hay razones cuando tienes orgullo.