REAL SOCIEDAD

El privilegio de la Real Sociedad se convierte en un 'castigo' para Imanol Alguacil

La exigencia del calendario obliga a implantar un sistema de reparto de minutos para subir el nivel del conjunto 'txuri-urdin'.

Imanol Alguacil en el banquillo de Mendizorroza. /EP
Imanol Alguacil en el banquillo de Mendizorroza. EP
Daniel Knecht Escobar

Daniel Knecht Escobar

Quien ha estudiado y seguido a la Real Sociedad desde más allá del último lustro sabe que se viven años excepcionales en Donostia. Bajo la dirección de Imanol Alguacil, la Real está camino de encadenar su quinta temporada consecutiva en competiciones europeas, con el color del torneo UEFA aún por pintar. Bien sea en Conference, Europa o Champions, los vascos cogen tintes de equipo participante de alguna de estas competiciones una vez más, un denominador común al hablar del equipo txuri-urdin en los últimos tiempos.

Ese privilegio también es una especie de castigo. Sobre todo para las piernas de los futbolistas, que pasan de tener 38 fechas fijas en su calendario a sumar seis más (este año aumentará) a este número. Más la Copa, donde se están acostumbrando a ser protagonistas.

Todo ello supone darle una vuelta de tuerca a la planificación deportiva de la pretemporada. El armario debe ser más profundo, las prendas deben ser más y más variadas. Y, por supuesto, el entrenador debe contar con todas ellas. Porque quien haya seguido a la Real Sociedad en los últimos tiempos también habrá notado un detalle en común desde que el técnico oriotarra ocupa el banquillo: el equipo, en ciertos puntos del curso, se cae.

Es lógico, el salto es importante y no todos están preparados. Pero tras los repetidos aprendizajes en Europa League y el sueño vivido en la Liga de Campeones, a esta Real se le puede pedir algo más. Una aspiración, imposible sin contar con todas las piezas (o al menos su gran mayoría) por igual. En esa materia reside la posibilidad de subir de status definitivamente.

No salen las cuentas

Es la asignatura pendiente de Alguacil. No necesariamente se debe achacar el gran número de lesiones sufridas en el equipo esta temporada (37, el quinto más afectado de LaLiga) a esa gestión de minutos, pero sí se puede poner la lupa en la chispa que se percibe en el campo y las caras de cansancio.

Los tres últimos partidos se han saldado con victoria realista. Granada, Cádiz y Alavés han servido de conejillo de indias para que los guipuzcoanos tomen carrerilla en su lucha por las plazas UEFA, pero estos éxitos coinciden con la eliminación en Copa y Champions. Han supuesto aire para sus pulmones y el cansancio se ha disipado. Pero Imanol es reincidente, y en estas tres citas la rotación en el once inicial ha sido la justa, necesaria y obligada.

En este asunto los números no mienten. A Martin Zubimendi, por ejemplo, solo lo supera en participación Álex Remiro. Son 3.554 los minutos disputados por el pivote frente a los 3.666 del portero. Y en el resto del centro del campo, línea más lastrada por la fatiga, se repite el patrón: Brais y Mikel Merino rozan los 3.000 minutos. De los suplentes del tridente, únicamente Beñat Turrientes supera el millar, con Olasagasti y Urko conformándose con 494 y 358 cada uno.

La receta se repite en el centro de la defensa, con Igor Zubeldia y Robin Le Normand acaparando titularidades al igual que Merino, Zubimendi y Brais, y dejando a sus recambios naturales, Jon Pacheco y Aritz Elustondo, en un segundo o tercer plano. De los suplentes habituales, de hecho, solo Pacheco supera los mil minutos. Y el ritmo, con partidos cada tres días en el grueso de la temporada, se convierte en insostenible.

La Real hace autocrítica de puertas hacia fuera: Sola, Navarro, Bautista...

Esa gestión impide, obviamente, rendir al 100% (o lo más cerca posible de él) en cada encuentro. Y además de perder partidos, provoca la pérdida de futbolistas que prefieren emigrar antes de sentirse como descartes.

En las últimas semanas se ha confirmado este sentimiento, con tres hombres dando voz al caso. Robert Navarro, que este año es la esperanza reencarnada para el Cádiz en vistas a su salvación, vivió un desplome que provocó su salida. "El año pasado tuve 25 partidos en los que entraba en casi todos. Estaba feliz, me encontraba muy bien. Pero los últimos cuatro meses estuve prácticamente sin jugar y lo pasé un poco mal", resumió hace unas semanas en ABC. Dejó de participar de manera abrupta a mediados de febrero, y se vio obligado a buscar una salida que le ha vuelto a dar alas.

Algo parecido ocurrió con Álex Sola, que al igual que Navarro salió en modo de cesión este verano. El pasado domingo 31 de marzo, aseguró en Relevo sentir, ahora sí, la confianza que necesita para rendir al máximo nivel: "El año pasado, con las lesiones y que el míster no confiaba mucho en mí y tampoco me dio la oportunidad, tuve que salir cedido y demostrar el nivel que tengo. En el Alavés en el primer partido, sin haber conocido a los jugadores, el míster me dio minutos y he demostrado que cuando el entrenador confía en mí puedo tener nivel de Primera División". Otros compañeros txuri-urdin como Ander Guevara, Jon Guridi y Andoni Gorosabel, son también parte del ejemplo en Vitoria.

"He demostrado que cuando el entrenador confía en mí puedo tener nivel de Primera División"

Álex Sola Futbolista del Deportivo Alavés

Y no es una cuestión particular de la temporada 2022/23, el chicle se estira durante toda la 'era Alguacil'. Jon Bautista, un viejo conocido por Zubieta y el Reale Arena, algo más escueto, ofreció su visión sobre su salida de Donostia con rumbo a Eibar, donde además está sumando los goles por los que precisamente la Real Sociedad tanto suspira. "En la Real no pudo ser, le dieron opciones a otros, el fútbol es así. Cada uno apuesta por lo que quiere", reconoció en La Movida de Onda Vasca el pasado miércoles 27 de marzo.

Por tanto, el problema es doble. Por un lado, el equipo se cae de la lucha por los títulos al no ser capaz de lidiar con un calendario que marca una cita cada tres o cuatro días, además de la fuerte exposición a las posibles lesiones. Y por otro, la puerta que se deja abierta a que los futbolistas, lógicamente, quieran contar con los minutos que creen que merecen.