OPINIÓN

Cómo Imanol Alguacil ahuyentó la alargada sombra de Xabi Alonso

Imanol Alguacil y la Real Sociedad forman un matrimonio que funciona a la perfección. /Getty Images
Imanol Alguacil y la Real Sociedad forman un matrimonio que funciona a la perfección. Getty Images

Dice Imanol Alguacil, y nunca se cansa de repetirlo, que no somos conscientes de lo que está haciendo la Real en estos últimos cinco años, precisamente, el tiempo que lleva él al frente del primer equipo blanquiazul. No le falta razón. También sostiene que será con el paso de los años cuando nos demos cuenta de todo lo bueno que está protagonizando un equipo que se ha acostumbrado a ganar. Y eso es algo que ha sucedido muy pocas veces en la historia de la institución blanquiazul. Se podrían contar, de hecho, con los dedos de una mano. Pero si algo está demostrando la Real de Imanol Alguacil es su afán de superación. Cada partido es una demostración de ese carácter ganador que ha logrado imprimir el entrenador de Orio, una persona que llegó al primer equipo como un parche y que, pase lo que pase, saldrá del mismo convertido en leyenda. Sobre una idea de fútbol, ha desarrollado un sistema y una táctica que a todos nos emociona. Si algo tiene este equipo es que le podrán salir mejor o peor las cosas, pero siempre tiene una capacidad de mando que es incuestionable.

La Real es un equipo de autor y eso que eran muy pocos, el arriba firmante incluido, los que pensaban, cuando Imanol Alguacil llegó al banquillo del primer equipo, que cinco años después, el de Orio sería el protagonista de una trayectoria tan brillante como histórica. Ni él ni los propios rectores de la entidad blanquiazul, cuyos gustos para el banquillo distaban, y mucho, de lo que pudiera representar Imanol Alguacil. Su primera aparición fue como un parche. Jokin Aperribay se lió la manta a la cabeza y en una decisión muy poco vista en una entidad como la Real, destituyó el mismo día, un 18 de marzo de 2018, tanto a Lorenzo Juarros como a Eusebio Sacristán después de la bronca vivida en Anoeta tras una dura derrota encajada ante el Getafe por 1-2. Tras la salida del entrenador vallisoletano, puso al frente del mismo a un Imanol que por aquel entonces era el patrón del Sanse. "Tocaba cambiar de ciclo", acertó a decir el máximo mandatario blanquiazul en la rueda de prensa de presentación del de Orio, cuya puesta de largo al frente del primer equipo no pudo resultar más positiva. En sus primeros nueve partidos sumó cinco victorias, un empate y tres derrotas. Pero no le valió para continuar.

Terminada su labor al frente del primer equipo, la dirección técnica, liderada ya por Roberto Olabe, apostó por Asier Garitano -no fue la única opción que tanteó- y el de Orio regresó al filial. "Estoy muy ilusionado por volver al Sanse", reconoció al inicio de aquella 18/19, sin saber, eso sí, que su situación iba a dar un giro de 180 grados poco tiempo después. Imanol no entraba en los planes para el primer equipo. Roberto Olabe, incluso, se trajo a un viejo conocido de la Academia Aspire de Qatar como era Rubén de la Barrera, que había descendido con la Cultural Leonesa, para colocarlo como segundo de Asier Garitano. Se llegó a insinuar, incluso, que la intención del gasteiztarra era la de poner al frente del primer equipo al gallego, algo que no aceptó el propio Jokin Aperribay.

Era difícil que dos formas tan diferentes de ver y entender el fútbol se acoplaran como así se demostró a los pocos meses de empezar el nuevo proyecto. Los malos resultados del equipo se llevaron por delante al de Bergara y Olabe, ya sin De la Barrera en la Real, volvió a acordarse del 'gitano de Orio'. Lo demás ya forma parte de la historia. Imanol no deja de batir registros al frente de una Real Sociedad que es la envidia del resto de equipos, ya no solo por su juego, que también, sino por su afán de superación temporada tras temporada. La última vez que un entrenador de la Real consiguió algo semejante, y me refiero a ganar de una manera tan recurrente, fue, ni más ni menos, que Alberto Ormaetxea, toda una institución. Y eso ya es mucho en un mundo en el que la cuerda siempre se rompe por el mismo lado. Los resultados son los que mandan. Y estos muestran que Imanol, pase lo que pase, ya es una leyenda.

El valor de aquella Real Sociedad es incuestionable, ya no solo por los títulos que consiguió, que también, sino sobre todo porque salió una generación irrepetible. Aquella Real era muy superior en Atotxa a los contrarios porque se hacía muy fuerte, pero fuera había partidos insufribles. Era un equipo que jugaba muy defensivamente y tenía unas transiciones muy rápidas para aquel momento con gente muy fuerte como Satrústegui o Idígoras y la habilidad de Roberto López Ufarte, y ahora es completamente diferente. La Real de Imanol es mucho más ofensiva. El oriotarra se ha convertido en un innovador en muchas de las cosas que hace, alterna muchos sistemas, algo que no es fácil y que antes nunca se veía. Y la calidad y cantidad de jugadores que está sacando de la cantera, Imanol, en ese aspecto, no es dudoso de nada. Todo lo contario. A mí me está haciendo disfrutar como no disfrutaba desde hace mucho tiempo. Imanol se ha convertido en el santo y seña de esta Real y espero que dure muchos años, algo complicado de ver en este fútbol de hoy día en el que todo es muy precipitado y a la gente le entra la ansiedad y las prisas enseguida.

Imanol Alguacil ha logrado despejar a base de triunfos todas las dudas que se cernieron sobre él cuando Jokin Aperribay y Roberto Olabe le dieron los mandos del primer equipo. Parecía, incluso, que lo hacían con fecha de caducidad porque el sueño, tanto del presidente como del director de fútbol de la Real, era que Xabi Alonso se hiciese cargo del primer equipo más pronto que tarde, pero el buen hacer de Imanol Alguacil lo ha impedido. La sombra del tolosarra siempre ha sido muy alargada, sobre todo desde que retornara a la entidad blanquiazul para hacerse cargo del filial blanquiazul. Quien más quien menos veía en esa operación una maniobra para la llegada del exfutbolista al banquillo blanquiazul, pero nadie pensaba que, con Imanol a los mandos, la Real estaba a punto de vivir una de las épocas más gloriosas de su historia. Ni la consecución de un ascenso a Segunda con el Sanse le valió a Xabi Alonso. Aperribay y Olabe no tenían ningún argumento válido para un cambio de patrón. La afición blanquiazul no lo hubiera entendido, y se les hubiera echado encima. Así las cosas, una vez confirmado la pérdida de categoría del filial, el exfutbolista decidió que había llegado el momento de decir adiós y emprender su camino lejos de Donostia y fuera de la Real. Tampoco le están yendo del todo mal al tolosarra, que se ha convertido en el entrenador de moda de la Bundesliga alemana con su Bayer Leverkusen. Mientras tanto, a más de 1.300 kilómetros de distancia, Imanol Alguacil sigue haciendo historia con su Real Sociedad.