SEVILLA FC

Un año de incendios en el Sevilla

Durante toda la temporada, la dirección deportiva y el consejo de administración han tenido que hacer frente a numerosos problemas deportivos y extradeportivos.

Navas, protagonista de la última polémica, es ovacionado en San Mamés./EFE
Navas, protagonista de la última polémica, es ovacionado en San Mamés. EFE
Alonso Rivero

Alonso Rivero

Ha sido, sin duda alguna, la temporada más difícil en la historia reciente del Sevilla. Tras escapar del descenso a falta de cinco jornadas, dirigentes, plantilla, empleados y afición esperan que termine de una vez por todas un curso cargado de incidentes. Un año en el que todo comenzó a torcerse, incluso antes de la pretemporada, cuando desvelamos las intenciones de Monchi de dejar nuevamente el club, una vez conquistada la Europa League. Ni una semana de descanso. Tras una alegría tan conocida como inesperada, el terremoto no se hizo esperar. Adiós al arquitecto de los éxitos. Debía comenzar una nueva etapa en un club accionarialmente siempre convulso. Mal caldo de cultivo.

La solución fue reclutar nuevamente a Víctor Orta, que ya había estado en la entidad precisamente junto al de San Fernando y que tenía la misión de aguantar la caída que se venía vislumbrando desde meses atrás. Solo dos meses después de su llegada, el consejo de administración y el nuevo director deportivo tuvieron que lidiar con la frustrada salida de Marcos Acuña al Aston Villa. El primer revuelo en la caseta. El argentino, con una oferta superior en lo económico, amagó incluso con no disputar la Supercopa de Europa ante el Manchester City. Aunque finalmente se quedó, enfrió la relación entre ambas partes y su temporada ha sido muy irregular.

Seguidamente y casi sin tiempo para rebajar el primer incendio, roce entre José María Del Nido Carrasco y Orta por la llegada de Sergio Ramos. Las lesiones de algunos centrales y la insistencia de Mendilibar en contar con fichar a alguien en esa zona, provocó que el actual presidente cambiara su opinión y apostara por la llegada del camero, que se ha convertido, eso sí, en uno de los jugadores más importantes de la plantilla en esta temporada tan mediocre.

Comenzada la temporada, los resultados deseados no llegaban. Las críticas comenzaron a aparecer y la poca confianza depositada en Mendilibar no pudo aguantar la presión de la grada. Era el mes de octubre y desde el palco se decidió poner punto y final a la etapa del vasco en el banquillo y traer en su sustitución a Diego Alonso, un técnico sin experiencia en Europa que solo logró ganar dos de los 14 partidos que disputó y, encima, en la Copa del Rey ante rivales casi amateur. Este movimiento incrementó la desconfianza del sevillismo en la dirección deportiva y en la presidencia, que apostaron por la experiencia de Quique Sánchez Flores para salvar al Sevilla del descenso.

Mercados convulsos

En esta temporada tan complicada, la situación económica del club ha marcado los mercados de fichajes, sobre todo el de invierno. La situación deportiva, con la eliminación europea en diciembre, rebajaba las previsiones de ingresos, y los andaluces intentaban reforzar la plantilla con poco dinero en la cartera y buscando rebajar el gasto de la misma de manera considerable. Llegaron Agoumé, Alejo Véliz y Hannibal. Solo el primero ha tenido protagonismo. Los otros dos no fueron del agrado de Quique desde el comienzo y han tenido minutos residuales. Esta situación provocó ciertas tensiones entre la dirección deportiva y el entrenador. Nunca entendieron que el madrileño no buscara con un mayor interés sacarle más rendimiento a ambos.

Al mismo tiempo que llegaban estos jugadores, se marcharon pesos pesados como Fernando Reges o Ivan Rakitic, dos de los capitanes del equipo. El brasileño mandó algún mensaje desde su país como las declaraciones que hizo en Relevo: "El Sevilla ha perdido el hambre de la victoria. Yo espero que vuelvan a luchar por la Champions League y por títulos, pero tendrán que cambiar muchas cosas, especialmente volver a odiar las derrotas". También el croata dio en alguna entrevista su análisis para lo que se estaba viviendo: "Creo que lo mejor para el Sevilla sería tener la entidad más tranquila, más seguridad y después un poquito más de amor propio, pero todos". Ambos tuvieron roces con alguno de los entrenadores que pasaron por el club durante este curso. Sonados fueron los gestos de reproches de Fernando hacia Mendilibar cuando fue sustituido en el primer tiempo ante el Rayo. Conocida las diferencias entre Rakitic y Quique sobre su rol en el equipo, lo que desencadenó su salida.

Uno de los hechos que sucedieron al cierre del pasado mercado de enero y copó gran parte de los titulares de la prensa nacional fue la frustrada salida de Rafa Mir al Valencia.Con casi todo acordado, un desencuentro entre ambos clubes provocó que se abortara la operación, con cruce de declaraciones incluido y con el delantero saliendo entre lágrimas del Ramón Sánchez-Pizjuán. Al mismo tiempo, su permanencia en el equipo y la esperpéntica situación económica del Boavista portugués, impidieron fichar al Robert Bozenik, que se encontraba en Sevilla esperando recibir el ok definitivo para ponerse a las órdenes de Quique.

Comenzado el mes de febrero, Víctor Orta analizó el mercado y entre otros asuntos habló sobre Januzaj: "Él me dijo que por los minutos no era un problema, me zanjó el debate. Ayer le trasladamos a su entorno una oferta de último minuto de Francia que fue aceptada por el Sevilla, y decidieron que no era una situación adecuada". La respuesta del belga fue contundente: "Víctor Orta no dice la verdad. En ningún caso me he negado a salir del Sevilla". Todo por los aires, justo antes de otro verano donde todo está en venta y el club busca desde entrenador a 10-15 incorporaciones. Un verano de locura y más tensiones si caben.

Lío con Jesús Navas

Cuando todo parecía relajarse a la espera del comienzo de una nueva planificación, Jesús Navas, leyenda y capitán del equipo, anunciaba a los dirigentes tras el partido ante el Cádiz y como adelantamos en Relevo, que quería marcharse del club. No quedó ahí la cosa. Un duro comunicado, en el que explicaba los motivos, hacía estallar la caja de los truenos y endurecer aún más las críticas del sevillismo. 

"Siempre me ha llegado que podía estar aquí hasta que quisiera, pero nadie me ha despejado las dudas de que al terminar la temporada se produjera esa llamada que confirmara mi continuidad. Por eso, lo único que quería era poder disfrutar de vosotros, en una inolvidable última jornada en Nervión. Eso es lo único que me importa, mi afición y mi Sevilla, esperando estar pronto de vuelta para ayudaros, porque lo importante es poner el corazón y la sangre sevillista, y eso es todo lo que he hecho en todos estos años", rezaba parte del duro comunicado.

La respuesta del presidente llegó al día siguiente: "Nos enfrentamos a un verano de reconversión, como el de 2013, Jesús Navas es una pieza clave y es parte del Sevilla en ese proyecto. Sí, me siento con Jesús un minuto, reconducir esta situación. Ofrezco a Navas un contrato vitalicio, para que trabaje en el Sevilla hasta el último día de su vida. Porque lo merece. Si mantiene su decisión de salir, lo respetaré", comentó durante su intervención José María Del Nido Carrasco. Fue el último de los muchos líos de esta convulsa etapa.

Guerra accionarial

Y como viene sucediendo en los últimos años en el Sevilla, todo lo que sucede en la hierba tiene su eco en los despachos, o viceversa. El club ha celebrado varias juntas de accionistas, entre ordinarias y extraordinarias. Del Nido Benavente sigue apretando a los dirigentes desde la oposición, llegando a llamar delante de los accionistas "mierda" a su propio primogénito, quien accedió a la presidencia a principios de enero. Se ha solicitado un crédito mayúsculo para resistir económicamente, mientras la creencia del aficionado en su consejo de administración disminuye hasta mínimos nunca vistos. Un Sevilla de trincheras y que se aleja del esplendor del siglo XXI. La salida de este atolladero no parece sencilla.