El informe que llevó a Take Kubo al Barça y su vida por Barcelona: "Era mucho más 'heavy' que Lamine Yamal"
Òscar Hernández pidió para él una prueba en La Masia y bastó un solo entrenamiento con la generación de Ansu Fati o Eric Garcia para que decidieran incorporarle.

Este domingo la Real Sociedad visitará Barcelona y lo hará sin Take Kubo, baja por sanción. El futbolista japonés pasó por la capital catalana, donde creció junto a Ansu Fati o Eric Garcia, la generación del 2001. Su fichaje se gestó en una idea que, en La Masia, muchos tacharon de loca. Detrás estuvo Òscar Hernández, que años más tarde sería la primera persona del Barça en informar de la existencia de un tal Lamine Yamal. Fue en 2009 cuando Òscar, en un campus del Barça que se organizó en Yokohama, quedó alucinado con aquel niño zurdo.
Take destacaba mucho entre los niños de su categoría. Sus padres lo apuntaron a dicho campus durante tres semanas, por lo que Òscar, a día de hoy en el cuerpo técnico de Gabi, en el filial del Getafe, decidió ir promocionándole de grupo hasta acabar jugando con chavales cuatro años mayores que Kubo. Òscar, que pasó una etapa en Japón y le gustaría reabrirla -quedó encantado con su cultura y filosofía- contactó directamente con La Masia para que conocieran de la existencia de Take. Parecía demasiado rocambolesco mover a un niño a la otra punta del mundo para una prueba, pero el talento era tal que el entrenador hizo todo lo posible.
El primer informe de Take Kubo
Relevo ha tenido acceso al informe que Òscar elaboró para que en Barcelona tuvieran constancia de quién era, cuando Take jugaba en el Kawasaki Frontale.
Características técnicas: Tiene un nivel muy alto. Realiza gestos técnicos y movimientos de manera innata a gran velocidad. Tiene una gran capacidad para conducir la pelota muy rápidamente con la cabeza levantada y esto le permite saber en todo momento dónde se encuentran sus compañeros. Realiza todo tipo de regates y fintas de manera muy efectiva en el juego real. Tiene muy buen golpeo de pelota. Muy preciso en el pase y siempre buscando la mejor línea. Es un jugador muy habilidoso.
Tácticamente es muy disciplinado y solidario con el equipo. Sabe anticipar movimientos de su marca, tiene una gran visión periférica de manera que le permite anticiparse a los contrincantes y tener éxito en las acciones y pases que realiza. Se desmarca con efectividad, ofrece líneas de pase fáciles, mantiene muy bien su posición y es intenso en las tareas defensivas. Es muy polivalente y usa ambas piernas.
Características actitudinales: Demuestra un grado de madurez impropio para la edad que tiene. Es respetuoso, educado y comprometido.
De locura a realidad
Cuando Òscar regresó a Barcelona habló con los responsables de La Masia para que le ofrecieran una prueba. Los jefes del centro blaugrana, en un primer momento, consideraron aquello una locura. Al final, tras mucha insistencia, Albert Puig, el responsable, accedió siempre y cuando el club no tuviera que gastar un euro en aquel chico. Así las cosas, Mitsuru Hamada, el organizador del campus -y actual socio del Barça en la región- puso de su bolsillo el dinero para que Take y su familia fueran a Barcelona durante dos semanas.
"Òscar nos dijo que aquel chaval era la hostia y con un entrenamiento lo confirmamos", explica una persona presente en la primera sesión de Take en La Masia. "A su edad, era más heavy que Lamine", aseguran. Al cabo de unos días, el japonés regresó a su país y el Barça lo invitó más tarde a un torneo durante la Semana Santa que se organizó en Bélgica. Jugó con el equipo de la FCB Escola, donde también estaba Nico Melamed. Participaron Bayern de Múnich, Juventus o Milan. Take acabó siendo elegido mejor jugador del torneo. Varios clubes se interesaron por él y el Atlético de Madrid, también presente en la edición, llegó a preguntar por su situación.

Finalmente, el Barça logró ficharle. Vino a Barcelona con su madre y su hermano y se instaló por la zona de la Diagonal. Òscar acostumbraba a llevarlo y traerlo desde su casa a los entrenamientos de la Ciutat Esportiva, aunque cuando no podía utilizaba los taxis que ofrecía el club, un servicio que recientemente cortó por motivos económicos. El entrenador también lo llevó a ver algunos partidos al Camp Nou. Primero, se comunicaban con el traductor del móvil, pero en unos pocos meses Take, con las clases de refuerzo en Can Barça, aprendió dos nuevos idiomas: se comunicaba perfectamente tanto en catalán como en castellano.
Takefumi Kubo, el padre de Take, publicó un libro en el que narró el viaje de su hijo hasta recalar en La Masia. "Si no fuera por Òscar, Take no habría llegado a ser futbolista profesional", relata el padre en el libro, titulado Me incorporo al Barça. "Son muy pocos los jugadores de fuera del país que puedan hacer una prueba en el Barça. Fue posible gracias a la insistente recomendación de Òscar durante ocho meses a partir del abril del 2010", se puede leer en una parte del libro.
La sanción de la FIFA, “una de las aberraciones más grandes”
Finalmente, la sanción de la FIFA por fichar menores de edad acabó por penalizar al Barça y Take tuvo que volver a su país. Para Albert Puig, responsable de La Masia durante aquel periodo, se trata de "una de las aberraciones más grandes de la FIFA". "Ya sabemos qué tipo de organización es, han acabado todos en prisión", asevera. Próximamente se podrá leer en Relevo la entrevista completa con él.
Take siguió jugando en el Tokyo FC y muy joven debutó en la primera categoría del país. Cuando se fue, el Barcelona le fue perdiendo la pista, a pesar de que Òscar, ya fuera del club, siguió en contacto con su familia. Cerca de cumplir la mayoría de edad, el Real Madrid se adelantó y le ofreció un proyecto que motivó al mediapunta japonés. "A los 18 ya era uno de los mejores jugadores de Japón. Se le tendría que haber dado cariño porque habría sido un buen jugador para el club. Simplemente no creyeron en él", lamenta Albert Puig, que entonces ya había cerrado su etapa en La Masia.