Isco liquida al Madrid en su siesta por el Villamarín

Fue uno de esos partidos del Real Madrid. En el minuto diez marcaron un gol tan bonito que se dijeron: 'hasta aquí'. Como ya no iban a superar tal obra, una jugada hilvanada con el sello de Mbappé y una asistencia de Mendy a lo 'mago Valdivia', se marcharon del partido sin dejar ni rastro. Y el testigo lo recogió Isco, que abrazó el balón y no lo soltó jamás. Esconde la bola pero nunca se esconde él. Firmó una actuación casi poética en su estadio, que coronó con un gol y celebración con beso a su novia, Sara Sálamo, por la que una parte del Bernabéu le criticó su baja forma en sus últimos años en el Real Madrid.

Isco cerró el círculo y el Real Madrid se cierra una nueva puerta en Liga, de manera inexplicable. Johnny maniató el centro del campo y el conjunto que vestía de naranja se fue descomponiendo a medida que avanzaba la lluvia en esta tarde de sábado en Sevilla. El cuadro merengue suspendió en todo, y los de Pellegrini se llevaron el botín de los tres puntos con justicia.

Isco es un asunto gravísimo. A veces nos olvidamos de la talla del andaluz, que con Cristiano Ronaldo de compañero llegó a ser el mejor futbolista del Real Madrid. Ahora lidera a un Betis alegre, en el que Isco recoge el balón, lo guarda, lo esconde como los trileros, y hace lo que quiere con el partido. También contra el cuadro blanco, que no pudo sacudirse de su dominio en la primera parte ni mucho menos en la segunda.

De sus botas nació el tanto del empate, un envío de diestra desde el córner que Johnny cabeceó con ímpetu a la red, y el del triunfo, al transformar un penalti que adivinó Courtois y no pudo parar. Fue el MVP en un duelo que le hizo justicia: uno de los jugadores más brillantes de esta Liga, con cuerda para rato.

El viernes 28 de febrero fue el día de Andalucía y el Real Madrid lo celebró este sábado con una siesta en el Villamarín. La siesta es un arte, pero hay que saber cuándo echársela. Tras unos primeros minutos fantásticos, 'confiantesh', con gol incluido de Brahim, los de Ancelotti cogieron la mantita, empezó a llover y se pusieron a dormir. Se relajaron, como tantas otras veces. Lo que tenía pinta de un choque preciosista terminó en una retahíla de imprecisiones insoportable. Te quedabas pensando: "¿Pero cómo estos jugadores son los del Madrid?", tras fallar decenas de pases.

No hubo inspiración de Mbappé ni mucho menos de Vinicius, desatinadísimo y acelerado de principio a fin. Enfrente emergió un Betis espectacular, el de Isco y de Johnny, que se apoderó junto a Altimira del centro del campo. El Real Madrid, con un Ancelotti inoperante a los mandos, ni contestó.

La sensación que recorre el Real Madrid es que su defensa siempre es peor cuando no juega Asencio. En el Villamarín, una actuación delirante de la pareja compuesta por Alaba y Rüdiger. El alemán condenó a los blancos con un penalti estúpido ante Jesús Rodríguez y Alaba fue sustituido antes del minuto 60, por miedo a un estrépito aún mayor.

Ancelotti, esclavo de su sistema de jerarquías, sigue confiando en Alaba y Rüdiger como sus ejes capitales, pero el verde está poniendo las cosas en su sitio. Y Asencio merece otro rol en este contexto. El ataque bético mostró todas las carencias de Rüdiger, muy lento en Sevilla, y desnudó el nivel real de Alaba, no para estos trotes.