Jaume Jardí, el capitán del Juvenil del Barça que se fue al Real Madrid: "Nadie se pone en la piel de mi padre, '¿qué es lo mejor para mi hijo?'"
El extremo, que ahora brilla en el Nàstic, terminó contrato con los culés en 2021 y decidió firmar por el Castilla: "No me importó nada lo que pensara la gente; busqué crecer".
![Jaume Jardí celebra un gol con el Nàstic. /INSTAGRAM](http://s3.sportstatics.com/relevo/www/multimedia/202404/19/media/cortadas/jaumejardi-RTMDZXcQN1EJjqOFIVdumHM-1200x648@Relevo.jpg)
Jaume Jardí (Reus, 22 años) ha encontrado su lugar. En Tarragona, a sólo 15 kilómetros de casa, sus goles y despliegue le han convertido en un ídolo para la afición del Nàstic, que pelea por subir a Segunda después de un lustro alejado del fútbol profesional. Él colabora con cifras (seis tantos y cuatro asistencias en lo que va de temporada) y con experiencia en la materia a pesar de su corta edad: el curso pasado ya fue el héroe del ascenso del Racing de Ferrol, al que devolvió a la categoría de plata 15 años después con un doblete decisivo en el último partido. En A Malata jugó un papel de revulsivo del que se ha despojado en el Nou Estadi, consolidado como titular a las órdenes de su admirado Dani Vidal y con la mirada puesta en sellar cuanto antes la clasificación para el playoff.
Antes de todo ello, el extremo zurdo protagonizó uno de los movimientos más ruidosos a nivel de cantera que se recuerdan en los últimos tiempos: en 2021, cuando era capitán del Juvenil A del Barcelona, del que es aficionado reconocido, se marchó libre al Real Madrid para reforzar al Castilla. Sus perfiles en redes sociales se llenaron de insultos y comentarios de todo tipo a los que da respuesta tres años después, a las puertas de un Clásico en el Nuevo Bernabéu (domingo, 21:00) y de un Nàstic-Celta Fortuna (domingo, 12:00) decisivo para los intereses de los granas.
Un símbolo en La Masia
Desde que ingresó en el fútbol base culé, Jardí siempre fue uno de los destacados de una generación que compartió con Peque o Ansu Fati. El Valencia, el Barça y el propio Real Madrid, que le llevó a visitar sus instalaciones y le puso un suculento contrato sobre la mesa, se pegaron por su fichaje después de un torneo infantil en Zaragoza. "Lo jugué con el Valencia. Me dijeron que me iban a firmar, pero que me dejarían cedido en el Reus porque no tenían sitio en la residencia. Como premio me llevaron a ese campeonato y ahí ya fue cuando me vinieron todos", detalla en conversación con Relevo. La propuesta azulgrana y el factor familiar le llevaron a decantarse por La Masia por encima de Paterna o Valdebebas.
"En aquel momento tenía 14 años y no me quería ir de casa. Valoré más el hecho de subir y bajar en taxi que de vivir fuera", explica. Y en Can Barça, pese al "cambio brutal" que supone salir de un equipo modesto para jugar "con los mejores", se salió: 30 dianas con el Cadete B en su debut, 21 con el Cadete A, 24 con el Juvenil B y 10 con el Juvenil A en la 2019-20, la interrumpida antes de tiempo por la COVID-19 y que se cortó en su tramo decisivo. Jaume, firmado por Adidas como uno de sus estandartes en cantera, internacional con las categorías inferiores de la Selección y llamado por Setién para ejercitarse con los Messi, Griezmann y compañía, era uno de los proyectos señalados en rojo para llegar arriba.
"Sé que al acabar cadete preguntaron por mí algunos equipos, pero nunca nunca llegué a escuchar nada. Sólo quería Barça, Barça y Barça", reconoce. "Mi vida en la residencia era muy simple, como la de cualquier otro chaval: te levantas, desayunas, vas a entrenar, comes, te echas un ratito la siesta y estudias. Nunca me afectó que la gente empezase a hablar de mí". Su mayor decepción llegó al finalizar su segundo año como juvenil. "Al siguiente ni me llamaron para hacer la pretemporada con el filial", rememora. El chasco y la frustración todavía se perciben en su rostro.
"Igual en ese momento tampoco interesaba que fuera yo… No sé responderte a la pregunta de por qué no me subieron. Yo también me la hice. Veía que había jugadores que pasaban por delante de mí de forma muy fácil. Yo creía que en esos años me lo había currado mucho, que había tenido números buenísimos y que igual me tendría que haber llegado alguna oportunidad", lamenta. En cualquier caso, puntualiza, "ese no fue el motivo" por el que abandonó la disciplina culer.
En la 20-21, su último curso como juvenil, volvió a brillar con cifras (ocho goles en 19 encuentros sin lanzar penaltis de forma habitual ni ser delantero puro) en una campaña atípica, ralentizada por la pandemia y con la Youth League suspendida. Jardí acabó contrato el 30 de junio y ahí, envuelto en una situación extraña, puso rumbo al eterno rival para primar su "crecimiento personal". El Barça, cabe destacar, jamás le presentó una oferta para ampliar el vínculo y cometió algún fallo aparente de funcionamiento: "Terminé contrato el 30 de junio y el último mensaje que tengo es del 12 de julio. Me lo mandó el delegado del filial. Me decía que fuese a pasar la prueba PCR para que me reincorporase. Me impactó. Yo por aquel entonces ya estaba firmado por el Madrid".
"Terminé contrato el 30 de junio y el delegado del Barça Atlètic me escribió para reincorporarme el 12 de julio. Yo ya estaba firmado por el Madrid"
Jugador del NàsticLa propuesta blanca, insiste, le llegó "el 5 de julio". "Entre representantes y clubes van hablando, pero cuando tuve el contrato para firmar fue ese día". Y pese a confesarse seguidor del Barça, no dudó en aceptar. "No me importó nada lo que pensara la gente. Busqué lo mejor para mí. Barça y Madrid son las dos mejores canteras del mundo. Cualquier futbolista que no esté allí, si le proponen ir, iría. Estoy seguro. En ese momento no cambié al Barça por el Madrid; soy Jaume Jardí, un jugador libre que busco lo mejor para mí, y me sale el Madrid".
"Aquello no era un 'aquí tengo al Madrid y aquí tengo al Barça'. Tenía al Madrid y al Barça no lo tenía. No escogí en ningún momento", justifica de forma reposada por primera vez. "Hooligans hay en todas partes. Desde fuera es muy fácil opinar y hablar, pero la gente no se pone en la piel de mi padre, por ejemplo: '¿Qué es lo mejor para mi hijo? ¿Que se vaya fuera de España o que siga en una de las mejores canteras del mundo y a dos horas de AVE?'", enfatiza.
Ante la catarata de descalificativos que recibió aquellos días, compañeros como el portero Ramon Vila salieron en su defensa en redes. "Mucha suerte en el futuro, Jaume. Te mereces todo lo bueno que te ocurra. Si aquí no saben valorarte no es tu problema. Te echarán de menos. Éxitos, hermano", escribió en X el ahora meta del Atlético Baleares cuando todavía era futbolista del Barça. Gestos como ese son con los se queda Jardí: "Él sabía cómo fue el tema. Lo que no iba a hacer yo era salir y decir lo que había pasado y que en realidad no había recibido ofertas del Barça. Ramon habló conmigo y lo vivía desde dentro".
El cambio a Valdebebas
El atacante saltó entonces directamente al Castilla de Raúl, con el que tuvo un rol secundario: sólo 427 minutos y cuatro titularidades. "Todo empezó ya torcido, porque apenas pude hacer pretemporada por un tema de papeles. En cuanto me metí en la dinámica, Arribas estaba como un tiro, Aranda estaba como un tiro, Peter estaba como un tiro… y ahora hazte hueco. Eso es una jungla, tonto el último. Lo más positivo que me llevé es que aprendí a lidiar con situaciones a las que no estaba acostumbrado. En Barcelona era, por así decirlo, el capitán general; en Madrid viví el lado del que no tiene minutos y que intenta levantarse por las mañanas y dar el máximo para rascar 5 o 10'. Y lo conseguí, pero fue un año complicadete".
Le pesó el cambio, al salir de Cataluña por primera vez, y encontró formas opuestas de trabajar entre una cantera y otra: "Yo creo que la diferencia más clara es que el Barça te prepara para ser jugador del Barça, y si tú sales del Madrid puedes jugar en la mayoría de equipos. Yo estaba acostumbrado a tener, de los 90 minutos, 70 el balón. En el Madrid igual lo dominas sólo 45".
Al terminar la temporada, y sin proyección de prosperar, salió cedido al Racing de Ferrol: "Confiaba en que allí se podían hacer cosas bonitas". Para su desgracia individual se topó con dos cañones en las bandas (Carlos Vicente, ahora titular en Primera con el Alavés, y Héber Pena, motor de un Racing que lucha por subir a LaLiga EA Sports) y llegó a encadenar cinco semanas consecutivas sin tener minutos. Ahí decidió recurrir a ayuda externa.
"Cuando no hueles ni el césped, lo pasas mal. No te sientes futbolista y, si no puedes hacer tu trabajo, eso te jode. Al salir de Fuenlabrada, en la jornada 10 y después de cuatro sin competir, dije: 'No puede ser. No puede ser que me esté costando tanto afrontarlo'. Llamé a mi tutora en La Masia, que es psicóloga. Tenía confianza con ella y decidí trabajar mi mente. Hacíamos sesiones todos los jueves, cuando se acercaba el partido. Una parte de cómo acabé la temporada es suya y de mi pareja. Si no llega a ser por ellas y por mi familia, ese año no sé cómo acaba".
Después de casi no contar para un campeón de Europa con el Barça como Cristóbal Parralo, Jardí remontó el vuelo a partir de enero y acabó como una pieza clave gracias a su versatilidad (llegó a partir de lateral izquierdo) y transformado en héroe de Ferrol: "Ese ascenso ha sido mi momento más bonito. No podría ni definir lo que significa subir a una ciudad". Terminó el curso manteado en el Ayuntamiento, pese a que supiera que no tendría sitio en Segunda: "Ya en frío, me centraba más en tener minutos que en jugar en fútbol profesional. Siendo realistas yo acabé con 900 minutos, sabía que no estaba para dar ese salto". Y ahí, cuando se disponía a firmar por el Real Murcia, apareció el Nàstic, la plataforma ideal para volver a sentirse importante.
"Ahora estoy muy contento. Mis expectativas se están cumpliendo: sabía que iba a ser complicado pelear por ascender, porque hay muchos rivales potentes, pero estamos ahí". Los de Tarragona son ahora mismo cuartos, a siete puntos del líder Deportivo y con cinco de ventaja sobre el sexto, y sueñan con volver a Segunda. "Si lo conseguimos me teñiré el pelo de blanco", promete Jaume. "Llevaba dos temporadas con un papel menor y tenía ganas de ser el futbolista que fui en Barcelona, relevante, metiendo goles. La clave es soltarse, estar a gusto, tener un buen ambiente y fluir. Si algo he tenido es suerte con los vestuarios de estos últimos dos años". A él el Nàstic le ha firmado tres (hasta 2026), una muestra de su confianza en el potencial de un futbolista que, puente aéreo al margen, promete dar mucho de qué hablar.