EL AFTERWORK DE LOS VIERNES

Jesús Mariano Angoy, portero y yerno: "Cruyff era un fenómeno hasta para cambiar pañales"

El guardameta del Barcelona, casado con la hija de Johan, recuerda sus años en el club.

Jesús Mariano Angoy. /ARCHIVO
Jesús Mariano Angoy. ARCHIVO
Lu Martin

Lu Martin

Es difícil encontrarte con Jesús Mariano Angoy (Alagón, Zaragoza, 1966) y que no te encare con una sonrisa. Siempre fue así, incluso en malos momentos, que los hubo. A Mariano, como le conocen muchos en el mundo del fútbol español, por donde ha dado más vueltas que un reloj, la gente le quiere mucho, será que ha dejado la impronta del chaval de pueblo, un pueblo de seis mil habitantes, Alagon, de donde salió para hacer carrera bajo los palos. Aunque bien pudo hacerla con la pelota en los pies, porque lo cierto es que no jugaba nada mal. Pero de casta le viene al galgo, y su padre ya fue portero antes que él. Del Calatayud se fue a Madrid a pasar una prueba con 19 años pero en el Castilla estaba Lopetegui así que volvió para Aragón hasta que el Barcelona le reclamo y allí si le quisieron. Le quisieron tanto que acabo casándose con Chantal, la hija de Johan Cruyff, con la que tuvo dos hijos y que, dice, le trató como un padre. Aunque ser el yerno del holandés no siempre fue fácil. Dice que se siente un privilegiado por haber vivido lo que ha vivido, incuso como kicker de la NFL , donde pudo hacer historia, pero volvió a Barcelona para hacerla con los Dragons. A Angoy que le quiten lo bailado. Y lo reído.

¿Por qué fue portero?

Porque no se me daba mal, tuve suerte y porque mi familia me ayudó.

¿Su padre fue portero?

Sí, mi padre jugaba de portero en el pueblo, en Alagón, donde nací. Pero se tuvo que retirar y dejarlo porque de una patada le abrieron el estómago y le tuvieron que quitar un riñón. Mi padre siempre me ayudó muchísimo porque necesitas ese apoyo familiar constante, día a día, no sólo para llevarte a los partidos, también para llevarte al entreno. Yo estudiaba en Zaragoza, en los Escolapios, a unos 20 kilómetros de mi pueblo. Mi padre salía de trabajar a las 3 de la tarde, a las 5 nos recogía en el cole a Salillas, que jugó también en el Zaragoza, y a otros compañeros, Alfredo y Miguel Ángel.

Entrenábamos a las siete con el Calasanz. Luego volvíamos a casa a las nueve y media, cenábamos a las diez, se acostaba, y se levantaba a las seis de la madrugada para ir a currar. El sacrificio por parte de ellos, de mis padres, ya era muy importante. Cuando acabé juvenil me marché a jugar a Barbastro y de Barbastro me fui al Calatayud. Hicimos una temporada muy buena, quedamos campeones, y me llegó la propuesta de ir a probar al Real Madrid. Estuve entrenando con el Castilla...

¿Con Lopetegi?

Sí, y con Canales. Y con Miguel Ángel, de entrenador de porteros.

¿Miguel Ángel era su ídolo?

Mi ídolo era Arconanda.

Pero no salía del área y usted sí, jugaba mucho con los pies.

¡Pero era un jefe! Un portero muy ágil, muy rápido, no salía mucho del área pequeña, es verdad, pero se hacía respetar mucho, tenía a los delanteros que iban al remate más firmes que una vela y luego sí que es verdad que Miguel Ángel como portero también me gustaba mucho. Era más espectacular. Más palomitero, era otro estilo. Arconada era todo carácter, todo genio. Una de las cosas que tiene que tener el portero es que se te respete. Arconada cuando abría la boca o levantaba el brazo, todo el mundo se cuadraba, les ponía firmes. Y eso quieras o no quieras, para un equipo de fútbol es muy importante que el portero sea respetado. Y que cuando el portero hable los demás estén atentos. Eso es clave.

¿Usted pudo jugar en el Madrid?

Bueno, fui a prueba. Tenía 19 años y estuve una semana. La verdad, salió muy bien, me dijeron que por entonces la portería estaba muy bien cubierta, pero que me harían un seguimiento y que a final de temporada me llamarían y hablaríamos. No llamaron nunca. Yo marché de vuelta hacia Calatayud y no me llamaron nunca, así que a través de José Luis Martín Conde, que era el que tenía yo de entrenador en el Calatayud y la persona que me llevó a Madrid, me dijo de ir a probar a Barcelona. Estuve entrenando con el Barça Atlétic, en el Fabra i Coats. Jugamos un par de amistosos, uno en Parets y me dijeron que si quería, fichaba para el C, lo que llamaban entonces el Amateur, era el año 1984.

¡Olé tú!

No te creas, me costó muchísimo adaptarme a Barcelona los primeros meses, me costó muchísimo, echaba mucho de menos mi familia. Vivía con Luis Milla, Pepe Serer y con Nayim, los cuatro. Jugué el primer año en el C, el segundo en el Barça Atlétic y el tercero me fui al Logroñés, cedido un año. Allí debuté en Primera, contra el Atlético Madrid. De portero estaba un argentino, Islas; estaba Manolo Sarabia; dos del Castilla, Maqueda y Santi Aragón; Lobito también; y el entrenador que estaba era José Luis Romero fue el que me trajo a mí aquí de coordinador, que era de Sabadell. Había sido coordinador del fútbol base del Barça. Estaban Salva y Cristóbal Linde. Estaba a gusto, pero llegó David Vidal y no me quiso, así que me volví a Barcelona, al filial. Nunca me dio una explicación, nunca.

¿Fue el año que Unzue se marchó al Sevilla?

Claro. Así que Johan decidió que con Busquets nos alternaríamos la suplencia de Zubizarreta y jugaríamos con el filial, para que estuviéramos activos, porque con Zubi indudablemente no íbamos a jugar mucho. Íbamos alternando con el segundo, con el filial.

Fue la época que los porteros tuvieron que adaptarse a un nuevo rol: jugar con los pies y muy lejos de la portería.

Efectivamente. Creo que para Busi y para mí fue algo más fácil porque estábamos acostumbrados, por nuestras características. Recuerdo que el año que fiché por el Barça, ese verano, vine con unos amigos del pueblo a jugar un torneo de fútbol sala en Castelldefels, el torneo de La Pava que entonces era muy famoso. Y ahí conocí a Xavi Torres [prestigioso redactor de TV3, excelente futbolista, al que un controvertido positivo en un control antidopaje siendo juvenil arruinó la carrera]. Cuando le dije que había fichado por el Barça como portero no me creía, porque estaba jugando el torneo como jugador de campo. Así que a mí no me costó mucho adaptarme a las nuevas normas y a las nuevas exigencias. Pero lo de Zubi fue la leche, Andoni tuvo que adaptarse de la noche a la mañana a las nuevas exigencias. Se esforzó muchísimo, trabajó muchísimo y al final no sólo se adaptó, siguió siendo el número 1. Recuerdo que a Busi y a mí nos ayudó siempre mucho. Tuvimos una relación buenísima. Para mí el hecho de estar allí era tocar el cielo. Cuando pienso en lo que he conseguido... primero me sorprendo porque nunca hubiera imaginado que un chaval de un pueblecito de 6.000 llegaría a debutar en el FC Barcelona.

¿Cuándo fue?

Pues no se decirte la fecha, pero fue en Oviedo...

Valdés dijo una vez, cuando el Barça tenía que buscarle sustituto, que por encima de jugar bien con los pies, el portero del Barça tenía que ser el mejor en el mano a mano.

Y tenía toda la razón del mundo. Johan al final convirtió al portero en un jugador más y eso multiplicó la exigencia. El uno contra uno es una de las cualidades que conllevaba jugar de portero en el sistema del Barça. El rival a lo mejor tiene una ocasión, pero clarísima, uno contra uno, y Busi en el uno contra uno era un portero que aguantaba muchísimo. Yo recuerdo que solucionó cantidad, pero cantidad, de ocasiones. Era un gran portero, pero fue muy criticado y muchas veces para atacar a Johan. O sea, para mí, tenía una cualidad innata. Ese uno contra uno, por ejemplo, yo nunca lo he sabido tener. Yo tenía a lo mejor otros conceptos, otras características, pero ese uno contra uno con la solvencia que él aguantaba, que se quedaba de pie, aguantando tranquilamente…

Eso era muy Islas.

Sí, Islas lo hacía mucho. Es mucho de portero sudamericano. El portero argentino y el portero sudamericano tenían los conceptos de que en el uno contra uno se ponen de rodillas, te tapan la portería. En los entrenamientos lo veías, cómo las paraba, cómo aguantaba.

En su época no había entrenador de porteros, además.

¡Qué va! Bueno, estaba Ángel Vilda, Toni Bruins, también se preocupa. Paco nos diseñaba algunos ejercicios... Pero un entrenador específico no teníamos. Yo nunca tuve, ni en el filial, estaban Quique Costas y Toño [De la Cruz]. Andoni sí tenía, tuvo a Iribar. En el Athletic la cultura de portero está muy arraigada, sin embargo aquí, en el Barcelona, en el fútbol base sí que había algunos entrenadores de porteros pero lo que era el segundo equipo y el primer equipo, no había un especialista de porteros. Y en la mayoría de equipos igual. Además, a nosotros nos tocó vivir una época complicada...

¿Por el cambio de normas?

Claro, nos tuvimos que adaptar a todas las normas y todas iban en contra del portero. Al final decíamos que harían la portería de esquina a esquina y no pasa nada. Si el problema era de los porteros, pues que hicieran la portería más grande de esquina a esquina y entonces habría goles y no habrá ningún problema. Nos reíamos, porque siempre todo iba a parar a la portería, como si el problema en el fútbol fuéramos los porteros. Parecía que el portero molestaba.

Zubi siempre decía que los porteros deberían ser tan valorados como en el hockey sobre hielo.

Claro, por especialistas. Como en el fútbol americano, el kicker es un especialista y tiene una valoración espectacular, le dan un valor importantísimo. En el hockey sobre hielo es lo mismo, los ratios del portero son súper valorados. En los deportes americanos los especialistas son muy valorados. Pero aquí, en los partidos de niños, en el patio del cole, al más malo de la clase lo ponías de portero.

¿Y Johan Cruyff qué decía de los porteros?

Johan siempre le dio una valoración muy importante al portero, lo que pasa es que su perspectiva era su perspectiva y siempre tenía soluciones muy sencillas y muy fáciles. Desde el punto de vista de su sentido común, claro. Y para nosotros a veces exigía tomar decisiones muy angustiosas.

Si, ofrecía soluciones tipo Di Stéfano: las que vayan fuera, que vayan fuera...

Exacto, exacto. "Oye, no te compliques: Lo que va afuera, déjalo. Y lo que va adentro, lo paras". Como si fuera tan fácil. Pero era tu trabajo, así que tenías que pararlo. Ese era el razonamiento de Johan. Y juega sencillo, juega fácil, esto era así. Y luego pues te buscaba soluciones, es decir, por ejemplo, yo recuerdo siempre en las reuniones con él cuando hablaba de los córners te decía: "Si os fijáis, tenéis a los 11 jugadores defendiendo en el área nuestra. A ver, a ver, cuestión de matemáticas, ¿Cuál es tu problema? ¿cuál es el problema para el portero? Que en un espacio reducido hay gente, veinte tíos. A poco que uno te toque, que te moleste, que te empuje, ya no sales, ya no llegas al balón". Entonces, dejaba a los tres puntas arriba, porque así ellos dejaban a cuatro defensas. "Vale, perfecto. Ya hay siete menos y si sumas al portero, al que saca el córner, y a los dos que se quedan fuera del área, ocho. ¿Cuántos quedan para rematar?" Le decíamos, tres. "Pues ahora vamos a la inversa. Dejo tres arriba. ¿Cuántos tengo yo para defender el área? Siete tíos. Ocho tíos con el portero. Ocho para tres. No pueden rematar nunca", te decía. Y se quedaba tan tranquilo. La lógica de Johan: "Ocho para tres, no pueden rematar nunca. "Somos más". O sea, el sentido común te decía eso y tú le decías, pues bueno sí, es verdad pero...

Como aquello de Nadal, con aquella famosa de Manolo, el del Atlético de Madrid, que era bajito, y Ferrer tenía que ir al alto... porque Manolo no remataría nunca y el Chapi alguna le sacaría al otro.

Bueno, o cuando nos decía que no pusiéramos barreras en las faltas a cinco metros del área porque nos teníamos que poner a un lado de la portería y dejábamos descubierto el otro lado. Él tenía esto, tenía ese sentido común de las cosas, que las veía, que nosotros no éramos capaces de verlas. No éramos capaces de verlas.

Ya claro, pero luego las hostias os las comías vosotros.

A él le daba igual y nos decía que a nosotros no nos tenía que importar nada. Que la gente opine lo que quiera, que lo que nos tenía que importar era lo que él pensaba. Pero claro en esa época, quieras o no quieras, las crónicas deportivas tenían importancia. Pero a él le daba igual. Y nos daba lecciones, porque decía que él había jugado de portero. De hecho, se ponía de portero en los entrenos. Johan sabía de todo.

Debía ser un abuelo y un suegro insoportable.

No, todo lo contrario. Era un abuelo genial. En la vida privada era entrañable, te reías mucho con él, era muy cachondo. Era un abuelo genial. Se desvivía, por los niños se desvivía. Con los míos por lo menos, que es de lo que puedo hablar, era un abuelo magnífico. Les llevaba al entreno, iba a ver los partidos, estaban siempre con él y con Dani.

Usted tuvo un hijo que fue futbolista.

Tengo dos hijos, Jesjua y Gianluca. Uno de ellos jugó, sí, en el Barça, en Suiza, en el Wigan, y luego cuando volvió aquí estuvo en el Nastic de Tarragona. Jugaba de delantero. Y la verdad es que no andaba mal el chaval, pero para conseguir el objetivo tienes que sacrificar muchas cosas y a la gente joven en esta época le falta un poco de espíritu. Para llegar hay que sacrificar muchas cosas en la vida, tienes que dejar de hacer muchas cosas que la gente normal, tus amigos del día a día lo hacen. Llegar no es fácil. No, yo creo que es muy difícil. Yo creo que tener la suerte de llegar a jugar en Primera o en Segunda División es complicado, muy sacrificado. Sí, sobre todo a los 16, 17, 18, 19, 20 años. Ves a tus amigos que se van por ahí, tienes la sangre a mil, es la época que te gusta disfrutar, llega el fin de semana y tú lo tienes que sacrificar para jugar o para quedarte en casa tranquilo para poder descansar. Si ya cuesta encontrar talentos, jugadores que marquen la diferencia, jóvenes dispuestos a sacrificarse tanto aún es más complicado.

También exige un sacrificio a los padres muchas veces ¿no es así?

Sí, claro, que se lo pregunten al mío. Ya te he dicho los esfuerzos que hizo en aquel pueblecito para que yo pudiera ir a entrenar.

Volviendo al Cruyff abuelo ¿Johan le cambiaba pañales a los nietos?

Claro, Johan era un fenómeno hasta cambiando pañales. Con los nietos yo creo que haces lo que no haces por tus hijos. Claro que cambiaba pañales, por los nietos hacía de todo. Y era cariñoso, muy cariñoso.

Ahora mismo no me imagino a Johan cambiando pañales.

No sé si te lo imaginas o no, pero ha hecho de todo, ha hecho de todo. Un fenómeno, de verdad. Tenía una debilidad, yo creo que con todos los críos, pero con sus nietos, tenía una debilidad que era muy grande.

¿Y como suegro?

Un suegro buenísimo, para mí fue como un padre. Y se llevaba con mis padres que no te lo puedes imaginar. Se identificaba mucho con ellos, porque éramos de un pueblo, sencillos, entonces él tenía muchos recuerdos de sus padres, que eran muy sencillos, que venían de la nada, que habían montado una frutería.

¿Pero a usted le perjudicó casarse con su hija, a nivel deportivo me refiero?

A ver, yo no soy quién para valorarlo, ¿me entiendes? No lo sé. Al final hubo un momento en que eras el marido de su hija. Yo lo que sí te puedo decir es que hubo gente alrededor que cuando yo no estaba casado con ella, cuando no tenía esa relación, me trataban normal, incluso me alababan como portero, y de la noche a la mañana desaparecieron.

¿En el club?

Sí, sí en el club, sobre todo dentro del club, exacto. Antes la gente venía a hablar todo bien, de maravilla, y de la noche a la mañana cuando apareció mi relación con Chantal desaparecieron. Y es donde empiezas a calibrar la repercusión que podía tener esto para mí, cómo podía repercutir y lo que me podía acarrear en ese momento.

¿Eso lo comentó con Johan?

Sí, sí, y él me dijo que ya lo sabía, que sabía que iba a pasar, que era lo normal. "Eso es normal, pero no te preocupes, tú dedícate a entrenar, dedícate a trabajar. Haz lo que estás haciendo hasta ahora y olvídate de las críticas de fuera". Pero, quieras o no quieras, a mí me pesaba mucho también lo que podía escuchar o no, como a cualquier persona. Te creaba dudas y te podía generar una situación incómoda.

Hubo un día que Johan tuvo que decidir si jugaba Busi o jugaba usted en una final porque Zubi estaba sancionado. Muchos dieron por hecho que jugaba usted por yerno.

Sí, aquello fue una final contra el United en Holanda. Durante el año íbamos de suplentes tres partidos Busi y tres yo y los otros bajábamos al Mini y para la final se valoraba que claro que había tener mucha más actividad en ese momento. Pero el segundo portero era Busi, así que jugó Busi. Él lo tenía muy claro, y yo también.

Y ahora en este Barça, esta dicotomía que hay entre el Szczęsny y Peña, ¿cómo lo valoras tú que has sido portero?

A ver, yo como portero de aquí, de la casa y tal, lo que Iñaki le ha pasado es una putada. Es una putada para el chaval, porque cuando tú estás trabajando tantos, tantos años, sabiendo que estabas a la sombra de Ter Stegen, y se da la posibilidad esa de jugar, hostias, es como decir, ahora es el momento. Porque tampoco lo has hecho tan mal. Entonces, cuando tienes las posibilidades y ves que el chaval, pues como cualquier portero circunstancialmente, los primeros partidos lo ves que, bueno, está titubeando, no tenemos esa seguridad, pero ves que va evolucionando, que va creciendo y que al final ha sacado partidos con una trascendencia importantísima, impecable.

En ese sentido, ostras, me muevo por ser de aquí de la cantera, de alguna manera me sabe fatal, me duele mucho lo de Iñaki. Me duele mucho. Luego está la otra partida, que aquí hay un entrenador, que el entrenador es el que decide. Ahora mismo, él toma la decisión de buscar un portero. Y hay que aceptarlo, claro.

¿Pero hay tanta diferencia entre los dos?

No, yo creo que tanta diferencia no hay. Lo que pasa es que yo creo que uno tiene una imagen corporativa ya hecha de toda su vida y el otro chaval todavía está creciendo. Yo creo que eso ha pesado mucho, uno con tanta veteranía, tanta experiencia, cuando ya se había retirado, viene de un paso por todos los equipos que ha jugado ante un chaval joven que todavía está creciendo. Yo creo que ahí eso para mí, a mi modo de ver, ha pesado mucho. Y el entrenador, pues ha tomado la decisión de que sea el titular.

La decisión de que Busi jugara contra el United la final de aquella Recopa y usted no ¿Johan se la explicó?

No, no la explicó, no hacía falta. Además, Johan no explicaba nada, normalmente en esa alineación no sabíamos nunca nada. Íbamos a la charla, daba al equipo, y a partir de ahí el portero que jugaba tenía que reordenar la defensa, porque era una de las cosas que él nos daba siempre la responsabilidad. Te daba la obligación de decir "mira, tú conoces a tus defensas, los córners los tienes que montar tú. Tú tienes que conocer a los delanteros contra los que jugamos, quién va bien de cabeza y quién es el defensa tuyo que va mejor de cabeza. Y tú tienes que tomar la decisión de poner a cada uno con el que tú creas conveniente". Por eso te decía, que te exigía tomar muchas decisiones.

Pero ahí entraba un poco Toni [Bruins Slot] ¿no?

Sí, nos decía, eh, cuidado con este, las características de los delanteros. Oye, este es así, este es asá, este es asá. Y luego tú, pues cogías a Nadal y a los que iban bien de cabeza y los reubicabas con los mejores suyos.

Estaba pensando... ¿Usted en aquel vestuario no lo pasó mal, no?

Buf, fue una época espectacular. A nivel humano fue fantástico, de locos, un ambiente espectacular. La gente salía, disfrutábamos, te lo pasabas bien. No sé, yo he tenido la suerte de vivir las mejores épocas, luego han venido épocas fantásticas con Pep Guardiola, a nivel de fútbol y títulos, pero lo que yo he vivido ha sido de locos. Ya se profesionalizó todo y hay un cambio, en la época nuestra era todavía todo muy como muy virgen, era muy natural, muy infantil, muy natural, como muy de equipo juvenil. La es verdad que para mí fueron unos años inolvidables, tengo los mejores recuerdos.

Vivió con Pep Guardiola en el Barça ¿Cómo cree que debe estar llevando este año al frente del City?

Hombre, yo creo que lo estará pasando fatal, pero fatal. Ya no porque esté pasando esta situación, sino porque creo que es tan perfeccionista que debe tener una guerra consigo mismo por conseguir que ese equipo vuelva a ser lo que era. La sensación que yo tengo, por lo que conozco, es que él tiene más problemas consigo mismo, en el sentido de que quiere mejorar y quiere volver a tener ese equipo que él ha llevado al máximo nivel y lo ha consagrado, y no logra tocar esa tecla y eso le consume.

Por cierto, cómo está Dany.

Pues bien, la verdad es que bien, la verdad es que gracias a Dios... está muy bien. Bueno hoy [la entrevista se hizo el jueves] un poco preocupada por Pep y también se preocupa por la Montañesa. Ella sigue todos los partidos: del Barça, del City... Está al día de todo. Yo desayuno con ella día sí, día no, la voy a ver y cada día hablamos del fútbol. Hoy hemos estado hablando del City, de lo mal que lo pasó ayer. Lo sufre mucho, porque quiere mucho a Pep, claro. Pero ya no por el equipo, sino por algo sentimental, porque tiene una unión sentimental con Pep, es algo que va más allá del fútbol. Y como cualquier otra persona a la que tú quieres, le afecta una situación de estas, de alguna manera ella también se siente afectada.

¿Y por la Montañesa le pregunta?

Sí, sí, también me pregunta. Cuando voy los lunes me dice, "¿cómo ha ido el fin de semana?". Pues hemos ganado, hemos perdido, pero yo le digo, "no te preocupes, eso es lo de menos ahí vamos a pasarlo bien, son chavales lo pasamos bien, disfrutamos y ya está". Pero es muy sufridora, siempre ha sido muy sufridora con sus hijos y a mí me ha tratado como a un hijo, incluso mejor que a un hijo, y lo pasa mal, si la Montañesa pierde.

Yo la sigo viendo muy guapa...

Si, es que Danny siempre ha sido guapa.

¿Y a Jan Laporta cómo le ves?

A ver, Jan, yo Jan lo veo bien. Pero bueno, a ver cómo acaba esto, que ese envoltorio que tiene a veces me preocupa.

Por Último. ¿Con quién se iría de viaje mañana?

Hostia ¿Con una persona tengo que decir?

O con un perro, ¡usted sabrá!

Con mi familia. La familia es lo más importante.