¿Y cuándo se jodió el gran Sevilla?
![Diego Alonso, durante el partido ante el Lens./Reuters](http://s3.sportstatics.com/relevo/www/multimedia/202312/13/media/cortadas/alonso-reuters-RbGPg0wOIgcKltF5KbcTFLN-1200x648@Relevo.jpg?w=569&h=320)
El Sevilla es un club empequeñecido. En el campo, en el palco y en los mensajes. Si hace no demasiado tiempo cada derrota desembocaba en una crisis, ahora perder se ha convertido en la costumbre. Quedar eliminado de las competiciones europeas a estas alturas más de una década después no tiene consecuencias. O no se vislumbran en una entidad con el cuarto presupuesto de LaLiga y que ha pasado de la Champions como campamento base a trabajar sin objetivo. Como si el sevillista no encontrara una luz al final del túnel. Es una temporada de transición se argumenta ahora, después de un precipitado cambio de entrenador.
El despido de José Luis Mendilibar se justificó por los malos resultados -mentira-; la continuidad de Diego Alonso se argumenta por la necesaria estabilidad deportiva-otra falsedad-. Dos partidos ganados de 22 disputados -sin contar los dos bolos de la Copa del Rey- deberían tomarse como un problemón. De mentalidad y de calidad. Pero nadie asume la realidad de un club que empezó a torcer su rumbo hace demasiado tiempo. De cuando sólo valía a ganar a valorar las sensaciones, otra de las demagogias del mundo de fútbol cuando no se tiene claro qué camino seguir...
El adiós por la puerta de atrás de Julen Lopetegui, con el declive iniciado meses antes y una continuidad con la boca pequeña; la llegada de Jorge Sampaoli, con todavía el anterior técnico dirigiendo al equipo; los papelitos con el argentino; la forzada renovación -ganada a pulso- de Mendilibar; la polémica salida de Monchi y sus dos malas planificaciones que aparejó la llegada de Víctor Orta; el posterior despido del entrenador que logró una holgada permanencia y una Europa League; la apuesta por Diego Alonso… Una concatenación de hechos que han ido al mismo tiempo que los pasos atrás del Sevilla como entidad. Los que salieron, culpan a los que están de su salida y de la deriva a la que han llevado al club. Los que están, señalan los errores de los que se marcharon -sobre todo del anterior director deportivo- como ese pufo inasumible que ahora costará equilibrar.
¿Y qué futuro aguarda al Sevilla ahora? La perspectiva deportiva es poco halagüeña , al menos a corto plazo, con un equipo mal dirigido, asolado por las bajas y que sólo se puede ilusionar con la Copa del Rey -ahí han puesto todos los huevos en el cesto-; la institucional sigue con fuego cruzado en los juzgados y a la espera del cambio en el puesto de mando; y la económica también necesita ajustes después de esas pérdidas millonarias que supondrá la eliminación europea cuando se habla de una reestructuración de la plantilla en el mercado invernal.
¿Cuándo se jodió el gran Sevilla? Difícil respuesta para un club que levantó una Europa League hace unos meses… pero que apenas ha servido para apaciguar ni los ánimos ni esa voracidad que distingue al Sevilla de los tiempos modernos. El sábado llega el Getafe de José Bordalás y más le vale a Diego Alonso conseguir su primer triunfo para que ese apoyo del director deportivo y de los capitanes cristalice por fin en cosas bonitas. En una alegría para el sevillismo, los únicos que, como volvieron a demostrar en Lens, están siempre con su equipo, pero que ya tampoco saben hacia dónde dirigir sus miradas. Cansado de estar cansados. Un proyecto ganador que se está yendo al traste. Una dura pesadilla.