'Si la vida te da limones, haz limonada'. Esa es la frase que se puede leer en la cabecera del perfil de Twitter de Luis Enrique. Y eso es lo que hizo el Barça en el Benito Villamarín. De hecho, ya hace varias semanas que los de Xavi se han abonado a dicha receta. Precisamente, el triunfo ante el Betis pareció cocinado en los fogones del asturiano, cuya etapa como entrenador azulgrana entre 2014 y 2017 tuvo una máxima irrefutable: lo que da de comer es lo que sucede en las áreas.
Xavi se esfuerza en negarlo. En parte, porque él representa como nadie el fútbol de pase corto, de control absoluto, aquel en el que el gol no es causa, sino consecuencia. Pero, le guste o no, en su nevera hay más limones de transición que naranjas de tiqui-taca. Y, aplicando el eslogan de Luis Enrique, el egarense se ha puesto manos a la obra con la limonada. Sabe dulce, y no ácido, el liderato a ocho puntos provisionales del Real Madrid.
Xavi:"Hemos hecho un partido brillante".
Cuando un equipo cuenta con Ter Stegen, Kounde, Araujo, Christensen, Balde, Frenkie de Jong, Dembélé y Raphinha no puede renunciar a su esencia. Xavi ha entendido que su libro de estilo aglutina el decálogo de La Masia pero que no tendría ningún sentido ir en contra de la naturaleza de este equipo. Y no es casualidad que en lo que va de 2023 el Barça venga haciendo los deberes gracias a su contundencia en las áreas. Es romántico el centro del campo, y más echando la vista atrás, pero es a campo abierto donde este Barça impone su ley.
El equipo marca diferencias a campo abierto
En Sevilla una vez más, una transición rápida dio al Barça los tres puntos. De Jong puso la picardía y Balde la cabalgada para asistir a Raphinha. Frente a Getafe y Real Sociedad, más de lo mismo. Pedri y Dembélé respectivamente liquidaron acciones de escasos segundos. Y todavía en lo que va de año, en la Supercopa de España frente al Real Madrid, los tres goles fueron cocinados a fuego rápido. Exprimir un limón es cuestión de pocos segundos.
A Xavi le gustaría dominar los partidos a través de la posesión, pero lo hace a partir de las áreas. Sobre todo, en la defensiva: van solo siete goles encajados tras 19 jornadas. La zaga azulgrana ahora sí corre hacia atrás como pocas -se vio en el Villamarín con un repliegue insólito en los últimos años-. Ter Stegen vive su mejor momento en el Barça y los Kounde, Araujo y compañía apenas pierden duelos. ¿Para qué iban los catalanes a colocar el centro de gravedad en la medular cuando es lejos de ella donde mejores son?
En ataque, este Barça sufre ante todos y cada uno de los rivales que se encierran atrás. Quedó comprobado en el reciente duelo ante el Getafe. Los azulgranas no tienen ni la velocidad de circulación de antaño ni tampoco la capacidad de desborde en estático que aportaba Messi. Los de Xavi sudan para desarmar a equipos agazapados, pero salen victoriosos en el intercambio de golpes. Ya son 14 partidos seguidos sin perder. Habrá gente a la que no le guste la limonada. Pero, con estos limones, el técnico ni debe ni puede hacer otra cosa.
