La llegada de Mbappé no obligará al Real Madrid a vender a una estrella: "Los jóvenes no se tocan"
Vinicius y Rodrygo son intocables. Es más, Florentino espera que Ancelotti encaje a todos, con Bellingham al frente, en el once 24-25.

El inminente fichaje de Kylian Mbappé por el Real Madrid ha hecho que se dispare la ilusión entre el madridismo, pero también las dudas de los más celosos por la adquisición de un futbolista que se acostumbró a dar calabazas e incluso los temores de los más pesimistas por el hecho de que la llegada del francés podría dejar algunos afectados por el camino. Pues en este último punto, el club blanco lo tiene claro: si alguien debe preocuparse son los adversarios; la intención hoy en Valdebebas es que ninguna estrella verá peligrar su puesto.
En primer lugar, la sentencia se debe a que todos los futbolistas de primera línea que hay en estos momentos en la plantilla son necesarios a corto, medio y largo plazo. Incluyendo a Endrick, que se incorporará este verano después de cerrar su fichaje en 2023. Y en segundo término, porque la estrategia económica de ahorro en las contrataciones, trazada en los últimos años con la intención de acometer sin problemas el fichaje de Mbappé, permitirá que se pueda hacer hueco a un galáctico como éste sin necesidad de tener que prescindir de nadie o vender para equilibrar las cuentas. Se intentará ingresar con otro tipo de jugadores.
La rumorología apuntaba desde varios sectores a Vinicius como posible alivio financiero, e incluso a Rodrygo para que libere un puesto en el próximo once titular. Sin embargo, el plan de Florentino Pérez no pasa por ninguna de las dos hipótesis. "Los jóvenes no se tocan", es el mensaje que más veces se repite en Valdebebas cuando simplemente se desliza la posibilidad de realizar un gran traspaso o enviar a la sombra a uno de los pilares que han dado tanta gloria a la entidad. Una máxima que la directiva quiere que quede clara en la delantera, pero que se puede hacer extensible al medio campo o a la defensa.
Esto significa que Vinicius, Rodrygo, Camavinga, Valverde y compañía están fuera del mercado a estas alturas de año. Y que salvo que algún club quiera tirar la casa por la ventana -que puede suceder y habría que pensarlo bien-, y el propio futbolista afectado acepte cambiar de aires, no saldrá nadie de peso o que sea indiscutible. Otra cosa es lo que pueda suceder con futbolistas ya consagrados, con una edad avanzada (Mendy...), que estén en un segundo plano en estos momentos (Ceballos, Fran García...), que puedan salir sin hacer un socavón pero dejando un dineral en caja (Brahim) o que necesiten aún otro periodo más de cocción (Güler...).

El Real Madrid ya lleva tiempo rechazando propuestas millonarias por sus estandartes. Valverde, sin ir más lejos, fue tentado por el Liverpool hace dos temporadas y el club le dejó clara su plena confianza para que rechazase los cantos de sirena. De hecho, acabó renovando su contrato hasta 2029. Una ampliación que recientemente también ha afectado a Militao (2028), Rodrygo (2028), Vinicius (2027) y Camavinga (2029), fijando sus cláusulas de rescisión en los 1.000 millones de euros. El PSG también hizo lo posible y lo imposible en su día por tentar a Vinicius, y el Madrid lo declaró intransferible. Y ahora lo está intentando el United, que está dispuesto a pagar hasta 200 millones por un extremo que, ahora mismo, no se quiere mover de Madrid ni por todo el dinero del mundo. La apuesta desde hace años por fichar jóvenes antes de que explotaran llevaba implícita la fe en sus inicios -pese a que surgieran dudas- para que se convirtieran en líderes después para una década.
El once deseado
Con Vinicius no hay problemas ni con el hecho que juegue en la misma posición que le gusta a Mbappé. O por el hecho de lucir un dorsal (7) que también podría seducir al aún delantero del PSG. Ambos tendrán cabida en el once de la temporada 2024-25, y lo del número es lo de menos. Kylian podrá elegir el 9 que tantas veces ha llevado, que sigue libre gracias al no a Kane y la humildad de Joselu, y podrá tener acceso incluso al 10 que luce con Francia ya que Modric no continuará en el Real Madrid después de junio. Además, Vinicius es uno de los futbolistas dentro del vestuario más ilusionados con el aterrizaje de Mbappé y uno de los que más fuerza ha hecho, a través del clan francés, para que entre todos convencieran al internacional de que no podía dilatar ni un día más su llegada al Santiago Bernabéu.
El hecho de dar cabida a tanto talento en el equipo titular, más que una posibilidad o un sueño, es casi una obligación. Florentino Pérez siempre ha presumido en las reuniones con Ancelotti del ataque que tendrá el Real Madrid para los próximos diez años. Y en cuanto ha podido siempre ha deslizado lo que supondría para el aficionado ver juntos a Mbappé, Vinicius, Rodrygo y Bellingham. Y el presidente nunca tira sin bala. Si repite casi el once de carrerilla es por dos cosas: porque desea verlo a menudo y porque no quiere que la llegada de Mbappé frene a Rodrygo, que siempre fue su ojito derecho. El staff técnico se ha acostumbrado a leerle entre líneas, así que cuando ate LaLiga y vuelva a pelear la Champions deberá darle vueltas a cómo encajar todas las piezas sin que haya grietas.
A simple vista, hay dos fórmulas imaginando este once tipo: Courtois; Carvajal, Militao, Rüdiger, Davies (cada día más cerca); Kroos (o Tchuameni, dependiendo de si renueva el alemán), Bellingham, Valverde o Camavinga; Rodrygo, Mbappé y Vinicius. O apostar por un 1-4-3-3 donde Bellingham tendría que sacrificarse en defensa (como ya hace) para ser interior sin censurar sus llegadas al área, o explorar el 1-4-2-3-1, un dibujo que sería más fácil de trazar si Kroos no sigue, con Tchouameni y Valverde o Camavinga como doble pivote y los cuatro fantásticos arriba con mucho intercambio de posiciones. Eso será cosa de Ancelotti, que para eso tiene tiempo ya que ha firmado dos años más de contrato. A Florentino Pérez lo que le importa es seguir ganando y dar espectáculo. Por eso no le importaría que el técnico italiano ejecutase ese chascarrillo que, a veces, medio broma medio en serio, suelta en los corrillos en privado: "Pues que jueguen cinco delanteros, como hacíamos con Di Stéfano".