López Caro no olvida su cumbre con los tres líderes del Real Madrid: "¿Cuál será vuestra conducta? ¿Seguir con diferencias y creando problemas? ¿Usar los medios para buscar follones?"
El lebrijano concede una entrevista a Relevo en la que se abre como nunca. Sus orígenes, cómo se fabricó sin traicionarse y llegó al Real Madrid con algún que otro palo en la rueda: "Sé las presiones que tuvo Florentino de muchos exjugadores".

Juan Ramón López Caro (Lebrija, Sevilla, 62 años) hizo mucho en el fútbol, pero soportó más. Fue uno de esos mediocentros de clase y sin físico que poblaban los campos del fútbol modesto. Como sólo aspiraba a la élite mientras dormía, decidió volver a Lebrija, pueblo del bajo Guadalquivir, tierra de flamencos y conquistadores, para arrimar el hombro en la familia con trabajos de todo tipo hasta meter la cabeza en el Ayuntamiento, como contable en Recaudación. Mataba el gusanillo del balón en el equipo local. Y de repente las fichas fueron cayendo. Con sacrificio pero sin pausa. Hasta que se le presentó la oportunidad de entrenar al Real Madrid de los Galácticos. "Miro para atrás y es que es imposible que yo pueda hacer lo que hice", se emociona en una entrevista a corazón abierto con Relevo.
Hombre de fuertes convicciones religiosas, tiene fama de Sargento de Hierro, una filosofía de vida que entrevera con la futbolística y un discurso firme. Su voz de penitente no resta autoridad a un relato en constante reivindicación. Sólo quien subió al ático desde el sótano, y por la escalera, conoce cómo empapa el sudor. El lebrijano se fabricó y lo hizo, asegura, sin traicionarse. Llegó al Madrid en 2001, procedente del Mallorca B y con muchas horas de carretera a cuestas. Se hizo cargo del filial, instauró disciplina, dejó claro los valores que debían presidir el vestuario y ascendió a Segunda con un grupo talentoso y algún que otro palo en la rueda: "Hubo muchísimos comportamientos injustos. No es cuestión de decir nombres". En diciembre de 2005, en una crisis profunda, le llegó la oportunidad de coger el primer equipo. Sustituyó al brasileño Vanderlei Luxemburgo, dio un golpe en la mesa ante una plantilla fracturada en grupos y en mínimos físicos, encauzó el rumbo pero los naufragios en Copa ante el Zaragoza y en Champions contra el Arsenal, con críticas a sus planteamientos, le derrumbaron. La dimisión de Florentino Pérez en medio de la zozobra le acabó por condenar. Pese a ello, el técnico subió el tono y defendió públicamente su gestión en plena descomposición deportiva e institucional. Y lo sigue haciendo. En esta primera parte de la entrevista, López Caro enciende la luz y llama a los taquígrafos para contar su verdad.
Te veo bien. Antes no perdonabas una carrera por las mañanas, ¿mantienes la rutina?
Ya no tanto porque tengo las rodillas un poquito más fastidiadas. De tanto como he corrido, seguro. Eso lo he sustituido por la bicicleta, con hacer un poquito de fuerza. Tengo aquí en casa un pequeño gimnasio y todos los días intento hacer una horita y cuarto más o menos.
¿Y cómo andamos de fe?
Eso no se pierde, eso es fundamental, desde que naces. Te lo impregnan tus padres, tú te convences y al final va contigo, a todos lados.
¿Crees que Dios te ha puesto demasiadas veces a prueba?
Desde que nacemos. Tengo que decir sinceramente que, haciendo balance y mirando hacia atrás todo lo que ha sido mi vida, es verdad que he tenido que luchar muchísimo. Pero ¿quién te da la fuerza? ¿Quién te da la luz? ¿Quién te da la inteligencia para tomar decisiones aceptadas? ¿Tú, con tu ego, con tu yo? Si te das cuenta, hay muchísimas circunstancias que se te dan en la vida que tú no sabes cómo, pero aparecen. Si tú analizas: ¿dónde nací? ¿dónde me crie? Evidentemente con un orgullo enorme por mis padres, que son los que me dieron la educación y lo poquito que soy, pero miro para atrás y es que es imposible que yo pueda entrenar al Real Madrid, que yo pueda entrenar a la Selección Española, que yo pueda estar entrenando al equipo nacional de Arabia Saudí, de estar en China. Es que no me lo creo.
Miremos atrás, entonces, para reconstruir todo.
Yo nací en Lebrija, un pueblo de 28.000 habitantes. Desde muy pequeño me gustó el fútbol y tuve la oportunidad de jugar aceptablemente bien. Con 14 años me llevaron al Real Betis y estuve hasta los 20. Jugué hasta el filial. Luego varios años en el Cacereño, en Segunda B. Pero me di cuenta de que, como futbolista, no podía llegar a la élite. Por las dificultades que había entonces y, fundamentalmente, por las condiciones que uno se veía. Decía 'si con esta edad estoy aquí…'. Entonces, mi realidad fue ya centrarme en ayudar a mis padres, que eran agricultores. Me vine al pueblo y me puse a trabajar de todo.
¿Qué engloba ese 'de todo'?
Había estudiado Banca, me presenté a muchas entidades bancarias y no tuve suerte. Luego empecé a trabajar en el Ayuntamiento de Lebrija como contable en Recaudación y en el Departamento de Intervención llevando la contabilidad a nivel de ingresos. Pero yo quería dedicarme al deporte. Hice varios cursos y tuve la oportunidad de empezar a construir el Patronato de Deporte de nuestro pueblo. Fui el que lo creó y sigue funcionando ahora mismo, con más de 20 modalidades. Me siento muy orgulloso. Y para matar el gusanillo jugaba en el equipo de mi pueblo.

¿De qué jugabas?
Era mediocentro. No jugaba mal, eh. Técnicamente era exquisito. Lo que pasa es que en el aspecto físico tenía mis grandes deficiencias.
¿Y cuándo te entró el gusanillo del banquillo?
Pues donde jugaba, en la Lebrijana, en Primera Regional, echaron al entrenador porque estaban disconformes. Yo jugaba y a la vez entrenaba al equipo Benjamín. Todo el mundo quería que yo le sustituyera. En el Betis tuve buenos entrenadores y me fabriqué una agenda de todos los trabajos que hacíamos. Fíjate tú, yo inconscientemente, no sé por qué, anotaba los entrenamientos. En ese momento ni se me pasaba por la cabeza lo del banquillo. Al final cogí al equipo. Éramos décimos, nos faltaba casi la segunda vuelta completa. Bueno, pues no perdimos ni un partido. Quedamos campeones y ascendimos. Pero yo lo que quería era jugar. Y volví a jugar.
Trajeron de entrenador a Juan Carlos Álvarez y empecé a dirigir a la vez al Juvenil, que ese año le hicimos campeón y sacamos muchos jugadores para el primer equipo. Entonces ya sí empecé a sacarme el carné. Me empecé a enganchar. Y se dio la circunstancia de que hubo una fusión de la Lebrijana y del Antoniano. Pero la afición quería a sus clubes por separado, hubo muchas divisiones. El equipo lo llevaba entonces el delegado de intervención del Ayuntamiento y no había dinero. Estaba en Tercera. Deciden hablar conmigo para que fuera el técnico. Tenían que ser todos los jugadores de Lebrija, el entrenador de Lebrija… Cogí al equipo e hicimos un campañón. Quedamos sextos y me aparecieron ofertas. Estuve dos años en Los Palacios, donde jugué liguilla de ascenso; me fui al Dos Hermanas y se ascendió y ahí me salió ya el primer equipo profesional, el Melilla. Ese año para mí fue fundamental.
¿Por qué?
Porque tuve que vivir al principio una presión muy fuerte. Llevábamos 12 o 14 partidos e íbamos décimos. El año anterior habían quedado quintos, a las puertas de la liguilla de ascenso. Había una presión enorme. Y me encontré a un presidente que lo quiero con locura, que marcó mi vida. Diego Bernal. Cuando yo lo tenía todo en contra, a los jugadores, la afición, los medios de comunicación, fue y me renovó dos años más de contrato. Me dice: 'Toma las decisiones que quieras. Yo sólo ayudaré y respaldaré'. Me quité a dos jugadores de en medio, que creo que eran el peligro, y a partir de ahí el equipo empezó a rodar. Quedamos campeones, le sacamos 20 puntos al cuarto. Hicimos un campañón y ya todo el mundo hablaba de mí y vino el Mallorca. Hablé con el presidente y me dijo que sin problemas, que me tenía que marchar porque tenía mucho futuro. Y me fui al Mallorca dos años. ¡Y luego él presentó la dimisión!

«Me quité a dos jugadores de en medio que eran el peligro», has dicho. Siempre tuviste fama de entrenador estricto.
Yo soy muy exigente conmigo mismo. Por lo tanto, exijo casi lo mismo al grupo donde yo estoy. Eso para mí es indiscutible. Yo he tenido mucha confianza y mucha fe en que los pasos que yo daba tenían su fruto. Vuelvo a Melilla y a Diego Bernal. Decía '¿cómo echo yo a este hombre si trabaja 24 horas, si da la vida?'. ¿Qué hubiera pasado si me echan del Melilla? ¿Volver a la Regional? ¿Quién ha salido de Regional de nuevo? Se hubiese acabado el fútbol para mí, seguro. Por eso se lo agradezco eternamente. Aquí, desgraciadamente, entre los exjugadores y los medios de comunicación… La mayoría de los medios se apoya en los exfutbolistas y a la gente de abajo es muy difícil que te lancen una soga para ayudarte a tirar hacia arriba. Al contrario. Porque hay una gran competencia y los exjugadores lo que quieren es aparecer siempre en todos lados. Desgraciadamente, eso sigue ocurriendo. En aquel entonces era muy complicado y hoy creo que es casi imposible.
¿Se ha sido injusto contigo?
Hubo muchísimos comportamientos injustos. No es cuestión de decir nombres. Pero mantenerme cinco años en el Castilla, por ejemplo, que creo que he sido uno de los entrenadores que más tiempo estuvo… Yo sé las presiones que tuvo Florentino Pérez o Jorge Valdano de muchos exjugadores. Debajo de mí había muchísimos que hicieron carrera en el fútbol y, además, de una forma notoria y positiva, pero que exigían tener mi posición. Y entonces yo no me podía permitir tener al Castilla de la mitad de la tabla para abajo. Eso era inviable. Si te das cuenta, jugué todas las liguillas de ascenso, desgraciadamente en algunas no ascendimos y en otra ascendimos.
Hubo un momento crítico, un año antes de subir, en el que a punto te despiden...
Correcto. Sencillamente, cuando me cambiaron todo el equipo y tuvimos que empezar a funcionar con otro nuevo, que la mayoría eran chavales. Como Jurado o Soldado, con 16 años y 17 años. Hubo sentido común por parte de los dirigentes. De Ramón Martínez, de Jorge Valdano y de Florentino. Yo tenía contacto ya con Florentino y me decía 'Juan Ramón, tú aquí en el Castilla el tiempo que quieras, estamos a muerte contigo'. Eso te da muchísima confianza. Y en aquella situación ya tenía posibilidades de entrenar en Primera, algunas ofertas tuve. Es muy difícil llegar ahí. Tienes que quedar campeón con Melilla, ir al Mallorca y sacar un montón de jugadores. Llevé a Güiza al Mallorca y luego lo vendieron por mucho dinero. Luego tienes que irte al Castilla y estar ahí peleando por ser campeón siempre. Eso no es fácil.
¿Eso se consigue con diálogo o con mano dura?
Las normas tienen que ser fundamentales en donde hay un grupo. Porque los jugadores tienen que saber claramente qué pueden hacer y qué no. Y otra cosa muy importante para mí es lo que representamos. Si yo estoy en el Madrid, estoy representado en el Madrid siempre. Las 24 horas del día. ¿Qué ocurre? Que tú estás en el Castilla, por ejemplo, y las normas tienen que ser muy estrictas.
"Hubo comportamientos injustos conmigo. Yo sé las presiones que tuvo Florentino Pérez o Jorge Valdano de muchos exjugadores. Debajo de mí había muchísimos que hicieron carrera en el fútbol pero que exigían tener mi posición en el Castilla"
¿Los chavales se distraen?
Vienen niños que están empezando a conocer el mundo del fútbol, que quieren ser lo máximo. Y eso conlleva unos sacrificios, una disciplina, una serie de valores que son fundamentales. Y hay que exigírselo día a día. Hablo de la educación, del respeto a los compañeros, de la entrega en el trabajo. Yo no puedo asimilar que un chico venga y que me dé el 70%. Es que no lo acepto. Hablaba muchísimo con ellos sobre esos temas hasta que se convencían. Pero, claro, había que convencerlos.
¿Cómo los convencías?
Hablaba muchísimo con los chiquillos, teníamos un manual. De hecho, cuando llego al Castilla, también pido a un psicólogo para que ayude a los chavales a que puedan aceptar las normas correctas. Yo también discutía con mi psicólogo sobre mis comportamientos, mis valores. Y le obligaba a que inspeccionase mis comportamientos, cuáles eran los adecuados y los no adecuados. Nunca tuve problemas con ningún chico. Nunca. Sí, evidentemente, he sido muy tajante, muy exigente en cuanto a la disciplina. Y ahí están los hechos. Todos los años salían 13 o 14 jugadores del Castilla. Todos los años a Primera. Algunos han sido campeones del mundo. Ahí están.
Mata, Soldado, Güiza...
No es cuestión de mencionar a uno porque no quiero que se me olviden todos. Güiza, el primer año me lo quise traer al Castilla. Lo que pasa es que el Madrid no me dejó.
Esa no la sabía.
Sí. Pidieron 100 millones de pesetas en aquel entonces. Yo sabía que podía ser jugador del Madrid. De hecho, luego triunfó en el Mallorca y fíjate tú su trayectoria.
¿Pero Güiza no torcía el gesto ante tanta exigencia?
Para mí es un chico con una conducta, sobre todo competitiva, a nivel futbolístico fuera de lo normal. Ama el fútbol. Con 40 años sigue jugando en el Rota. Sé lo que le cuesta no competir. Lo que pasa es que después, bueno, pues tiene, como cada uno, sus miserias, como todos tenemos. Unos quieren destacar esas miserias y para mí esas miserias no tienen importancia. Lo importante para mí es cuando va al campo y compite.
¿Cómo te llega la oferta del Real Madrid?
Pues en el Mallorca hicimos una temporada sensacional. Sacamos muchos jugadores, gente joven. Y el Madrid, como es normal, tiene su gente que está viendo a chicos y demás. Me di cuenta que llevaban ya varias jornadas que no paraban de ver a nuestro equipo. Y pensaba que nos iban a quitar a alguno. Yo había renovado en Mallorca tres años, estaba muy contento allí. Los primeros meses me costó hasta que se dieron cuenta de mi forma de trabajar, que no era fácil entenderla entonces. Pero vieron el resultado, que competíamos muy bien. Ganamos al Barça de Puyol en casa y fuera, por ejemplo. Y me llegó una llamada de Paco de Gracia, que el Madrid quería sentarse conmigo. Hablé con Mateu Alemany, que era el presidente del Mallorca, me dio autorización y me fui a Madrid. Estuve casi ocho horas hablando con Valdano (director general), Ramón Martínez (director de fútbol) y Paco de Gracia (departamento de captación).
¿Qué se habla en esas reuniones?
Pues estuvimos hablando de fútbol, le expliqué mi forma de trabajar, cuál era mi dinámica, mi trayectoria, toda la historia. Y a la semana más o menos me llaman y me dicen si quiero ser el entrenador del Castilla. Yo no me podía comprometer hasta no hablar con Mateu Alemany. Me dio autorización para negociar, llegamos a un acuerdo y me fui al Castilla. Perdiendo dinero y con un año de contrato cuando tenía tres garantizados en la isla. Y gracias a Dios el primer año quedamos campeones, sacamos muchísimos jugadores. Los Sousa, los Aranda, los Manu, gente que el año anterior no había competido bien o no estaba bien. Pero tuvimos mala suerte en la liguilla de ascenso porque nos tocó el Almería, que tenía un poderío enorme. Pero ese primer año se hizo un trabajo espectacular. Y a partir de ahí empezamos a funcionar.
Me gustaría ir a ese año anterior al ascenso, donde sobreviene una crisis que casi te cuesta el puesto.
Pues producto de la política del Castilla todos los años teníamos que reorganizar el equipo. Y los chavales, cuando tenían 20 o 21 años, tenían que coger la puerta e irse a equipos de Primera o Segunda. Ese año depuramos mucho el equipo y nos metimos con muchos jóvenes. Los primeros meses nos costó competir una barbaridad. Muchos venían de División de Honor, no habían competido ni siquiera en Tercera… Pero el final fue sensacional. Los diez últimos partidos los ganamos, competimos muy bien. Los chavales crecieron una barbaridad.
¿En ese año es cuando notas que las presiones y las críticas estando en el Madrid están en otra dimensión?
Lo noté desde el primer día. Periodistas, los mismos exjugadores utilizaban a los medios de comunicación. Yo no era una persona grata. Era preferible ver a un exjugador en el Castilla, por ejemplo. Yo veía cosas que no eran normales. Pero me centré en mi trabajo y se logró el ascenso. Ese año fue espectacular. Y cuando subí me llevé jugadores, el caso de Soldado, Mejía, Raúl Bravo, Jurado...
¿Quién te dice: 'Juan Ramón, vas a coger al primer equipo'?
Como sabes, ascendimos a Segunda. El equipo empezó mal, pero cada partido íbamos muchísimo mejor... Y ya estábamos en la sexta o séptima plaza. El primer equipo no iba bien [Vanderlei Luxemburgo era el entrenador]. Y había problemas, problemitas internos del grupo.
¿Qué tipo de problemas?
Bueno, que si los brasileños por un lado, los españoles por otro… Conocía la dinámica del primer equipo y era mala. Mala en el trabajo, mala en la convivencia, mala en la competición. Y, afortunadamente, Florentino confió en mí. Y me tocó meterme en el barro, trabajar duro, poner mucha ilusión y ayudar a que los jugadores saliesen de las problemáticas que tenían.
¿Cómo te recibieron?
Es verdad que me costó al principio muchísimo. Evidentemente, la aceptación de que llegue un entrenador del filial al primer equipo no fue fácil. Los primeros resultados tampoco eran los que uno deseaba. Pero poco a poco el trabajo empezó a dar su fruto, ¿no? Recogimos al equipo quinto en Liga y acabamos subcampeones.
"Cuando llegué, que si los brasileños por un lado, los españoles por otro… Conocía la dinámica del primer equipo y era mala. En el trabajo, en la convivencia, en la competición. Florentino confió en mí y me tocó meterme en el barro"
¿Cómo fue esa primera charla que das a los Ronaldo, Raúl, Zidane y compañía?
Había cuatro conceptos que para mí eran fundamentales. Primero, que había luchado mucho para llegar donde estoy. Segundo, que no me iba a arrugar absolutamente con nadie, que me daba exactamente igual que se llame Pepito que Antoñito. Tercero, que yo voy a luchar mucho por la unidad y el que no vaya por la unidad, ese futbolista a mí me sobraba, llámese como se llame. Y cuarto, que yo quiero un equipo ambicioso y con ilusión.
Vaya entrada. Hay quien dice que ese vestuario, si te veía dudar, te comía.
Vamos a ver. Te come cuando te ven debilidades. Se lo dije, yo no tengo ningún problema. Si tengo que volver al equipo filial, no tengo ningún problema, mañana mismo vuelvo, pero todo el mundo va a saber el comportamiento de cada uno. Claro, ya empiezan a asustarse, ¿entiendes? Dicen 'este no va de mentira'. Creo que fue acertado reunirme con los tres líderes del vestuario.
¿Quiénes eran esos tres líderes, los capitanes?
Los líderes. No voy a decir nombres.
Entendido, no dirás los nombres pero, ¿y lo que les dijiste?
Pues les dije: 'La situación es ésta. ¿Cuál va a ser vuestro comportamiento? ¿Seguir con vuestras diferencias? ¿Seguir creando problemas? ¿Utilizando los medios de comunicación para buscar follones? Y eso cambió. Eso ayudó mucho. También instauramos que todos los viernes teníamos que tener un tiempo de convivencia, de comer ahí entre todos. Y la verdad que el ambiente empezó a ser fluido. Hubo compromiso de muchos de los jugadores, yo utilizaba mucho la palabra compromiso.
"A los jugadores del Madrid se lo dije. Si tengo que volver al equipo filial, no tengo ningún problema, pero todos van a saber el comportamiento de cada uno. Claro, ya empiezan a asustarse. Dicen 'este no va de mentira'"
¿Ronaldo tenía compromiso? Da la impresión de que tu carácter chocaba con el suyo. Ya era el 'último Ronaldo', se le veía desconectado, ausente y ya se sabe: cuando no llegan los goles ya se empieza a cuestionar lo que antes hacía gracia.
No es el último Ronaldo. Es que también es el último Raúl, es el último Zidane… Fueron muchos jugadores los que ya estaban en la recta final. Ojalá hubiese tenido la posibilidad de tener a esta gente con bastantes menos años. Ten en cuenta también las dificultades que teníamos. No teníamos centrocampistas, no teníamos marcadores. Jugué con Mejía ahí, con Raúl Bravo. Woodgate estaba lesionado, Helguera tenía problemas, Raúl se lesionó… Hubo muchísimas dificultades.
¿Y lo de Ronaldo?
Sí, Ronaldo. ¿Compromiso en qué aspecto? ¿Compromiso en que entrene mucho? ¿En que se comporte? No ha sido nunca. No ha sido nunca... A Ronaldo, como a todos, hay que pedirle lo mejor que tiene. ¿Qué tiene bueno Ronaldo? Nos dio la vida en muchos partidos. Hizo encuentros sensacionales. Pero, ahora, ¿qué pasa? Que tenía un problema de rodillas muy grave. Se tenía que reforzar y recuperar en cada partido. Mucha gente, si no entrena el martes, miércoles o jueves, el domingo seguramente no está bien. Ronaldo, al contrario. Tienes que dejarlo que descanse martes y miércoles para que el domingo esté bien. De su compromiso no tuve ninguna duda. Al contrario. De hecho, hubo un partido de Copa ante el Betis que le dije que iba a descansar, que se quedara trabajando con los fisios. Lo dejo descansando y cuando llegué lo primero que me dice Ronie es: 'Míster, yo quiero jugar, no quiero entrenar'. Quería ayudar al equipo. Ese compromiso siempre lo ha tenido. ¿Quieres cambiar los hábitos que han sido de toda su vida? ¿Cómo lo haces? Es que es complicado.

¿Cuántos grupos, cada uno por su lado, te encontraste?
Al llegar había un grupo de brasileños, un grupo de españoles y otros que estaban en medio. Pero, al final, mira nuestros partidos, mira cómo se asociaban los españoles y los brasileños y cómo terminamos. Lo que había antes era una diferencia espectacular.
Dejas entrever conflictos antes de tu llegada, cuando estaba Luxemburgo, pero escondes la mano.
No, no puedo contar porque no corresponde al momento de mi trabajo. Yo vivía y sabía lo que había.
Encauzas el equipo en el primer mes, pero llegan los golpes que acaban por hundir el barco. El primero, la ida de Copa contra el Zaragoza y un 6-1 en contra que hizo mucha sangre.
Ese partido, posiblemente, yo lo planteé para recuperar a los jugadores de la mejor forma posible. Yo creo que los entrenadores nunca podemos transmitir esa sensación de que tú intentas rotar para recuperar a los jugadores y no centrarte en la competición. No digo que no me centré, lo hice, pero no me expresé… Los jugadores no entendieron la situación. Nos encontramos un Zaragoza muy fuerte, con muy buenos jugadores, rápidos. Cometí el error, quizás, de poner a gente que no tiene la velocidad que debe de tener para defender a gente así y de golpe y porrazo íbamos perdiendo 3-0. Intentamos corregir, pero corregir siendo valientes y al contraataque nos mataron más, mucho más. Ese partido no estuvimos acertados. El primero que no estuvo acertado seguramente fui yo. Nos equivocamos y quise rectificar e intentar en la vuelta demostrar la capacidad del Madrid y a lo que aspiraba el Madrid.
El Madrid ganó en la vuelta 4-0 pero cayó eliminado. Dijiste: «Me gusta morir así».
Sí porque hicimos un partido sensacional. No por el 4-0, sino por la cantidad de ocasiones que fallamos. Dimos dos veces a los palos, Ronaldo tampoco la metió, cosa que no es normal. En definitiva, tuvimos muchas opciones de poder superarlo. No lo superamos, pero ese partido lo hicimos como lo teníamos que hacer. Fue un dolor para todo el mundo, nos sentimos muy mal. Luego vino la ida del Arsenal, tuvimos dificultades, sobre todo en las transiciones. Y en un contraataque Henry nos mató. Nos mató. Fueron muy conservadores, defendieron muy bien y el resultado fue el que fue. Perdimos 0-1.
La deriva del equipo comenzó a ser preocupante. ¿Os dijo algo Florentino tras esa derrota contra el Arsenal?
Siempre baja después de los partidos. Y anima cuando el resultado está mal, a todo el mundo. Y después siempre tiene algunas palabritas con su entrenador, es lo normal. 'Oye, ¿qué ha pasado?'. Pues se le explica desde tu punto de vista y ya está.
En ese tipo de trances, ¿hace alguna sugerencia, digamos, deportiva?
A mí nunca. Y te lo digo de verdad. Nunca.
Después llega el partido en Mallorca. Derrota y dimisión de Florentino. ¿Le notabas tan tocado?
La verdad es que a mí me pescó por sorpresa, cosa que sentí. Porque tú estás ahí y puedes asumir la responsabilidad de que has contribuido a que él se vaya. Y tengo mucho que agradecerle. Conmigo se comportó sensacional.
¿Cómo te enteras de la dimisión?
Llegando a Madrid.
¿En el avión?
Llegando a Madrid, me lo dice una persona del club. Me dice que había tomado esa decisión. Intenté hablar con él, lo llamé y ya me lo confirmó todo.
"Cuando dimitió Florentino le dije: 'Presi, el importante eres tú en el Madrid, entrenadores vemos muchos y si yo me tengo que ir, yo me marcho'. Me dijo que esa no era la solución"
¿Le intentaste convencer de que se quedara?
Sí, sí.
¿Qué le dijiste para que reculara?
Le dije: 'Presi, el importante eres tú en el Real Madrid, entrenadores vemos muchos y si yo me tengo que ir, yo me marcho'.
¿Ofreciste tu cabeza, entonces, para que reconsiderara la dimisión?
Se lo dije, claro que sí, evidentemente. Una persona que había sido fiel conmigo toda la vida y que me había ayudado en todo, lo más lógico es que sea leal a él y en aquel momento tenía que darle la opción y si me tenía que ir yo, me iba. Me dijo que no, que esa no era la solución.
Al marcharse, Florentino dijo que había malcriado a los jugadores. ¿Qué tipo de actitudes pudiste ver en el vestuario que refrende esa declaración?
Lo que ocurre es que cuando tú te entregas muchísimo a los jugadores, eres una persona que individualmente se entrega mucho a ayudar a todo el mundo, si encima después no recibe de los jugadores el mismo trato, te sientes frustrado. Y yo creo que él entendió claramente que la mayoría de los jugadores que teníamos en esa época estaban ya en la recta final. Entonces, bueno, no pensó en la reconversión del equipo. Ya después sí. Y mira lo que ha conseguido, los éxitos que ha cosechado. El Madrid es todo lo que es gracias a Florentino.
Todo este tsunami institucional pilla al Madrid en medio de la eliminatoria contra el Arsenal. En la vuelta ya no está Florentino. ¿En qué punto anímico vais a Londres?
Claro que todo afecta, pero fuimos a Londres y fue exactamente igual que en la ida. Con nuestra filosofía de trabajo y juego. Fuimos muy superiores. El partido acabó 0-0, pero, ¿cuántas ocasiones fallamos? Raúl, dos debajo de los palos; Ronaldo, otra ocasión; Baptista… Tuvimos muchísimas ocasiones y ellos ninguna. Defendimos bien. Ahí es donde me di cuenta y empecé a trabajar con Raúl Bravo de marcador por la velocidad que nos faltaba. Ahí controlamos bien al Arsenal. Pero el error fue en la ida y no pudimos superarlo. Futbolísticamente merecimos pasar.
Aseguras que tu relación con Florentino era buena. ¿Cómo fue con su sucesor, Fernando Martín?
Pues mira, al principio… Terminamos uno de los primeros partidos y yo dije que iba a dar dos días descanso a los jugadores, creo que fue con el Valencia y empatamos. Les dije que iba a darles descanso porque venían de competir domingo, miércoles y domingo. Claro, los jugadores del Madrid no son como los del Sevilla o el Betis. Cada uno de ellos coge un vuelo y uno se va a Inglaterra, el otro se va a no sé dónde. Total, que después del partido viene el presidente y me dice que a las nueve de la mañana quería tener una reunión con todos los jugadores y conmigo. El hombre, yo creo que muy razonablemente desde el punto de vista del presidente pero no desde el punto de vista de la responsabilidad de un entrenador y sobre todo de su palabra con los futbolistas, me dice que no se pueden ir de vacaciones, que tenemos que seguir trabajando, que esto sería reírse de la afición, no sé qué. Lo entendí, pero yo le dije que no. 'Lo que se planifica, se ejecuta. Y si usted no está conforme conmigo, yo cojo la puerta ahora mismo y me marcho'. Se lo dije delante de todos los jugadores. El hombre rectificó. Y cuando terminamos la reunión, le digo: 'Mire, presidente, cuando usted tenga que hacer algo, tiene que consultarle a su entrenador. Y discutimos todo lo que tengamos que discutir. Lo que no podemos es discutir presidente y entrenador delante del grupo. Porque esto no hace unirnos, sino desunirnos. Y ellos van a buscar un hueco para matarte a ti y a mí, a los dos'. Él lo reconoció. A partir de ahí todo lo hablaba conmigo antes.
Sin Copa y sin Champions, sólo os quedó la Liga, con un Barça lanzado. ¿Cómo se engancha a esos jugadores que han sufrido dos varapalos de tal envergadura para creer que se puede cazar a un líder que parecía, como lo fue, inalcanzable?
Lo peor fue Zaragoza y lo del Arsenal. Sabíamos que el Barcelona tenía muchísimos puntos por delante y que era muy difícil alcanzarlos. Y, además, cómo estaba, que era muy difícil que se descolgase. El Madrid tiene siempre los dos objetivos clave: Champions y Liga. Sin Champions te quedas solo con la Liga y ya tenemos que jugar con nuestra dignidad, no hay otra cosa. Darle el prestigio y la dignidad que necesita el club. Y, sobre todo, también por ellos, los jugadores. Te encuentras que todo el mundo hablaba de que estaban acabados. Había que tocar ese orgullo porque en ese tipo de situaciones puede que te quedes fuera porque había equipos ahí arriba… Hasta Osasuna estaba para entrar en Champions, el Valencia se encontraba muy fuerte. Apelamos a ese orgullo y a esa dignidad. El equipo compitió y lo hizo bien. Quedamos subcampeones pero demostramos orgullo, los valores que queríamos mostrar. Y no era fácil. Lo fácil era dejarte ir. Me siento muy orgulloso por ese compromiso de nuestros jugadores en momentos tan complicados.
¿Pensaste en algún momento en que podrías ser el entrenador del Real Madrid de la siguiente temporada?
Quería quedarme. Pero hubo elecciones y entraba un nuevo presidente. Yo tenía mucha ilusión porque me hubiese gustado construir un Real Madrid desde el principio. Porque yo tuve que adaptarme a las circunstancias y sacarle un rendimiento. Tenía ganas de poder demostrar y de decir: 'Ahora me voy a equivocar yo'. Pero, como entró el nuevo presidente, decidió su técnico. Y trajo a Capello. No tuve más remedio que irme.
"Yo quería quedarme en el Madrid, tenía ilusión porque me hubiese gustado construir el equipo desde el principio. Yo tuve que adaptarme a las circunstancias. Pero hubo elecciones y no tuve más remedio que irme"
¿Ramón Calderón no habló contigo en ningún momento?
No, nada. Absolutamente nada.
Te vas del Madrid en verano de 2006 y en un periodo de casi un año encadenas Racing, Levante, Celta. Demasiados sobresaltos. ¿Por qué no encontraste estabilidad?
En el Racing firmo, pero hubo muchos problemas económicos. No sabían si iban a montar el equipo. Al final hubo una empresa que se hizo cargo del Racing. Y mientras tanto, intenté llegar a un acuerdo con ellos para romperlo porque no sabíamos cómo íbamos a competir. Teníamos que hacer la pretemporada y no podíamos poner fecha porque no teníamos ni los jugadores ni teníamos al presidente. Y había un caos en el club enorme. Entonces, me apareció el Levante y me fui [se marchó antes de debutar]. Y allí estuvimos trabajando bien. Lo que pasa es que me encontré allí como presidente a Villarroel.
¿Qué pasó con él?
Trajimos muchos extranjeros, de muchas culturas, de muchos idiomas y nos costó bastante la adaptación. Y cuando yo pensaba que estábamos compitiendo bien y que el equipo estaba bien porque no estábamos ni en zona de descenso, después de una comida, no sé, no le gustaría al presidente algún comentario que hice... Me pide mi opinión y yo se lo doy. Pues después tomó la decisión de cesarme. No entendí nada, los jugadores no entendieron nada, la afición no entendió nada. Me cesó en enero de 2007.

Y meses después, en la 2007-08, Ramón Martínez, que estaba en el Celta, tira de ti y te ficha para intentar subir a Primera.
El Celta estaba en dificultad, teníamos que luchar también por intentar ascender, sí. Cuando yo llegué, el equipo estaba noveno o décimo. Sí intentamos crecer pero no dimos el paso. Cuando me cesan, estábamos sextos. El equipo tenía dificultades competitivas, sobre todo en la parte de arriba no teníamos gol, jugábamos bien pero no teníamos gol y, bueno, era una necesidad de ascenso. Tomaron la decisión y ya está.
Tal vez muchos no recuerden que tu siguiente etapa fue en la Federación Española para hacerte cargo de la Sub-21. ¿Quién te ofrece el cargo?
Fernando Hierro, que era el director de fútbol de la Federación. Me conocía de mi etapa en el filial del Madrid, de mi trabajo en el club. Me llamó y me dijo: 'Estoy muy interesado en que te vengas acá'. Y no hubo problema. Cogimos un buen equipo, muy competitivo. No tuvimos suerte en el Europeo. Nos tocó Alemania, Inglaterra. Pasaban dos y ahí un punto nos faltó. No tuvimos la fortuna que debíamos de tener, pero competimos bien. Tuve la suerte de contar con muchos y buenos jugadores, algunos de los cuales fueron campeones del mundo. Teníamos chavales como Piqué, Mata, Raúl García, Azpilicueta, Javi Martínez, un nivel extraordinario.
Como 'Sargento de hierro' que eras en el trabajo diario de entrenador, supongo que notaste el cambio al hacerte cargo de una selección. Es un trabajo muy diferente.
Sin duda, ahí es gestión. Sólo hay que gestionar bien a los jugadores, colocarlos en sus sitios e intentar no equivocarte, sobre todo, en los momentos de los jugadores. Tú sabes que los futbolistas pasan por momentos más dulces, menos dulces. Ahí la estructura estaba muy definida.
En 2010 dejas la Federación porque te ofrecen un contrato en Rumanía, para hacerte cargo del Vaslui. Desde entonces no paras de hacer las maletas. De no salir de España a no venir casi. Arabia, China, Omán...
Omán es impresionante, eh, un país espectacular en todos los sentidos.
A ver si va a ser mejor Omán que Lebrija…
(Risas) En ninguna parte del mundo me he sentido con tanta seguridad, con tanta limpieza, las personas tan respetuosas, tan cariñosas como ese país. Bueno, también China me gusta mucho. Yo viví en Dalian y en Shenzhen, sobre todo esta última es una ciudad espectacular para vivir.
Antes de Omán y China conociste el fútbol de Arabia. Era la Arabia a. C. [antes de Cristiano].
Arabia es un país de una clase altísima, me refiero al aspecto económico. Ha crecido como yo pensaba que iba a crecer. Cuando llego para ser director deportivo de la selección de Arabia me encuentro con un problema importante que es parecido al que me tocó en el Real Madrid: jugadores que ya estaban vencidos. Estaba como entrenador Rijkaard. ¿Y qué pasó? Que había que cortar a estos jugadores, echarlos e intentar empezar una nueva generación. Pero la generación que había no estaba tampoco muy preparada. El riesgo era enorme. Tuve en dos años la oportunidad de consolidar y estructurar bien a la Federación de Fútbol de Arabia Saudí. Y lo hicimos bien. Creamos unas estructuras importantes. Me llevé a muchísimos entrenadores de España para todas las categorías inferiores. E hicimos un equipo muy fuerte a nivel Sub-20, muy competitivo. Fuimos a la Copa de Asia y quedamos subcampeones. El equipo hizo una temporada sensacional.
Pero en la Copa del Golfo Arabia quedó eliminada en el segundo o tercer partido. Y cesaron a Rijkaard. Y cuando lo cesan el presidente me dice que tenían ilusión de que yo fuera el seleccionador. Yo no tenía mucho interés, la verdad. Me sentía muy a gusto trabajando como director deportivo en la Federación. Y cogí la selección cuando ya llevaban dos partidos jugando la clasificación para la Copa de Asia y lo teníamos complicado. Me tocó el grupo de la China de Camacho y sólo se clasifica uno. Total, que empiezo a competir con ellos y cambio el equipo. Me saco a todos los viejos. Yo conocía perfectamente el fútbol de Arabia y a la gente joven. Esos dos años me dieron la vida para poder tomar decisiones oportunas. De hecho, las empezamos a tomar y el equipo empieza a competir bien. Muy bien. Quedamos campeones de grupo, nos clasificamos para la Copa de Asia y vamos a la Copa del Golfo. Competimos fenomenal. Llegamos a la final y perdimos con Catar. Nos ganaron 2-1, para mí fue injusto. Y cuando terminamos la Copa del Golfo, hubo un nuevo presidente, que empezó a hacer otra... Yo tenía un año más de contrato. Llegamos a un acuerdo, me fui y nada más. La verdad que el recuerdo es maravilloso. Pero bueno, luego ya me fui a China. Ahí fue donde entrené por última vez.
Estuviste a punto de entrenar en Irán, en el Esteghlal. ¿Por qué saltó todo por los aires?
En Irán he estado ya tres veces. La última vez que fui habíamos apalabrado algo. Pero di una rueda de prensa en la que dije que me volvía a España y que no me quedaba. ¿Qué ocurre? Cuando llego, las estructuras no te gustan, no sabes que no te vas a sentir a gusto en el trabajo. Y bueno, era una filosofía totalmente distinta a la que tú piensas y quieres. Cuando veo algo que no me gusta...
¿López Caro está retirado?
Bueno… Los entrenadores no podemos decir que nos hemos retirado de los banquillos. Ahora mismo yo me siento a gusto con mi familia, con mi empresa y la verdad es que estoy muy feliz. Disfrutando de mi familia, cosa que no he hecho nunca en mi vida. Me he tirado 27 años en el mundo del fútbol, ahora tengo a mis hijos y tengo a mis nietos, tengo mis fines de semana de descanso, cosas que yo no he hecho nunca en mi vida. Mi familia ha sido la que ha tenido que parar todo su trabajo. Y ahora estamos disfrutando de ello.
¿Qué tipo de empresa es?
Es una empresa con distintas ramas. Se dedica a inmuebles, que tenemos en alquiler. Pero nuestro punto fuerte es la agricultura. Tenemos mucho cultivo de olivos, mucho cultivo también extensivo de otros productos y luego también tenemos otra empresa de servicio. Es una empresa familiar. Está mi hija, mi hijo, yo y la jefa, que es mi mujer, que es la que organiza todo. Oye, pero mañana te viene un proyecto que sea bonito y no sé, yo mismo no sé decir que no.
Depende del dinero que te ofrezcan, claro.
Posiblemente no va a ser por dinero, sino que tiene que ser estar por un objetivo importante e interesante. Y me veo más para disfrutar como director deportivo que como entrenador. Tengo ya una experiencia importante y ahora mismo quizás sea más productivo ahí, la verdad.