Luis Manuel Rubí Blanc: "Mi experiencia en el fútbol fue más dura que la de los clanes del narcotráfico"
El Caso Negreira ha vuelto a poner en el foco el dinero negro, con el que se topó Rubí en el Atlético, en la temporada 99-00. El que fuera administrador judicial del club rojiblanco habla con Relevo desde su experiencia en el blanqueo de capitales.
El Caso Negreira, independientemente de las consecuencias que pueda desencadenar, ha puesto en el foco una dura realidad, la economía sumergida, con la que no sólo convive el mundo del fútbol, sino la sociedad en general. El exdirectivo del Barcelona Josep Contreras, fallecido en diciembre, guardaba, en una caja fuerte escondida en el baño de su casa, en la zona alta Barcelona, unas páginas escritas a mano que, bajo el epígrafe "Top secret", hacían referencia a cheques y supuestos pagos en dinero negro.
De operaciones ficticias, blanqueo de capitales y negocios simulados en el mundo del fútbol puede hablar con conocimiento de causa Luis Manuel Rubí Blanc, que fue Administrador Judicial del Atlético de Madrid durante 112 días, del 22 de diciembre de 1999 a 31 de marzo de 2000. El juez Manuel García Castellón embargó las cuentas del Atlético, destituyó a todo su consejo de administración como consecuencia de la querella presentada por la Fiscalía Anticorrupción contra Jesús Gil y 13 personas más.
Rubí presentó un informe ante la Audiencia Nacional sobre la viabilidad del Atlético de Madrid y alertó sobre diferentes irregularidades detectadas. Por el caso 'Negritos', donde Mbengue, Djana y Oliveira presentaban un valor neto contable sobre sus derechos de 1.146 millones de pesetas y Lawal, por 667 millones de pesetas, cuando fueron contratados siendo adolescentes como jóvenes talentos por un valor de 2.740 millones de pesetas. Por el sobrecoste de jugadores como Bogdanovic, que se adquirió por 2.935 millones de pesetas a través de la sociedad holandesa Van Doorn. Por la detección de evasión fiscal en las fichas de los futbolistas, como por ejemplo el de Ayala, que las retribuciones oficiales del jugador apenas alcanzaban un 13% de las retribuciones reales pactadas con el mismo, así como el de Hugo Leal, que pactó recibir, además de su ficha federativa, un importe de 450 millones de pesetas libres de impuestos. Por el 'caso Atlético', sobre las irregularidades cometidas en la transformación del club en sociedad anónima. Y por los indicios significativos en la manipulación de la recaudación de las taquillas. Por todo eso y más, Rubí reflejó una situación de "quiebra técnica", pero advertía de que la viabilidad del club estaba garantizada por su capacidad de generar ventas en el futuro, dada su imagen de marca, su proyección y la gran masa social que lo sustentaba.
Veintitrés años después, el Atlético sobrevivió a lo que vino unos meses después, el descenso a Segunda División, y se mantiene en la élite del fútbol europeo después de acumular nueve clasificaciones consecutivas para la Champions, aunque en julio de 2021 necesitase una ampliación de capital de 181 millones de euros por los efectos de la pandemia. El actual club no tiene nada que ver con lo que vio Luis Manuel Rubi Blanc, que en la primera mitad de la década de los 90, en su etapa de inspector de Hacienda en A Coruña, le tocó asumir la administración judicial del Pazo de Bayón, y más tarde, del patrimonio incautado a los Charlines, uno de los clanes de narcotráfico más importantes de Galicia. Habla del Atleti todavía en plural desde su despacho de la firma Rubí Blanc, en la octava planta del Paseo de la Castellana, pese a que asegura haber acabado desencantado con el mundo del fútbol profesional.
"El Caso Negreira acredita que los clubes siguen acometiendo pagos ilegales"
Sobre el dinero negro en el fútbolQuedamos con usted porque hoy en día está en boca el Caso Negreira, donde Hacienda sospecha que el Barça utilizó dinero negro. ¿Siguen siendo habituales estas prácticas desde su experiencia profesional?
Nosotros lo que vimos, en el año 99-00, fue que se movían cantidades muy importantes de dinero negro. Analizando el tema con una cierta perspectiva, el problema se mantiene. El Caso Negreira lo que acredita es que los clubes de fútbol tienen muchos ingresos de actividad deportiva, que son ingresos declarados, pero luego tienen que generar gastos para hacer pagos que no son declarados y que son ilegales. Eso es lo que genera la problemática de las facturas. Hacer facturas por servicios que presuntamente no existen. Por tanto, es convertir dinero A en dinero B.
¿Qué mejores técnicas se han producido en la legislación española en los últimos años para evitar el fraude fiscal?
Los controles son mayores y los flujos de dinero se encuentran más controlados. En mi época, existía un problema grave de desviación de fondos del Ayuntamiento de Marbella al Atlético de Madrid. Hacían una especie de caja única y ahí se desviaron muchos miles de millones de dinero público hacia el club. Hoy sería impensable, tal y como se planteó en el año 99. Quizás los modelos son más sofisticados para hacer este tipo de tramas, porque se trata de hacer negocios simulados.
Los futbolistas cobraban antes mucho dinero en derechos de imagen, pero esa figura de los derechos se ha acotado en los últimos tiempos, ¿no?
Se mejoró con un régimen de tributación más favorable a los futbolistas. Pero una cosa es los derechos de imagen y otra. Crear sociedades que proporcionan servicios a los clubes y que realmente no se están ejecutando.
En el mundo del fútbol desapareció la famosa Ley Beckham, que implicaba tributar solo por rentas obtenidas en España y al tipo reducido de no residentes al 24%...
Sí. Hay un régimen de impatriados fiscal, que no sólo favorece al fútbol sino que favorece traer talento a nuestra jurisdicción. Se ha intentado evitar el fraude dando más facilidades fiscales a los futbolistas, pero se mueven tantas cantidades que son muy difíciles de controlar. Los intereses económicos son brutales y es muy difícil vigilar esta materia.
Vemos también en los últimos tiempos muchos futbolistas en litigios con la Justicia, acusados de evasión fiscal…
El problema sigue siendo el mismo. Se crean sociedades para evitar tributación como personas físicas y así hemos visto el caso de futbolistas como Messi. No sólo ocurre en el mundo del fútbol. Hacienda tiene el punto de mira en este tipo de operaciones.
¿Por qué cuesta tanto erradicar la evasión fiscal?
El problema de partida para acabar con estas prácticas es que la tributación es muy elevada, casi al 50%. Y por eso los profesionales buscan alternativas. Es muy doloroso pagar tantos impuestos, pero es para todos los sectores. Éste es el problema de fondo. Las sociedades tributan al 25% y las personas físicas al 50%. Por eso se persigue que utilicen las sociedades de una manera fraudulenta. El sistema de control ha mejorado mucho. No obstante, el problema es el movimiento exterior de fondos. Los fondos muchas veces salen de España y ahí el control es mucho más complejo. Lo que descubrimos en el Atlético de Madrid, por ejemplo, era que se producían transacciones con Holanda y que eran negocios simulados y los fondos salían de España a Holanda: de ahí se distribuían los pagos no declarados. El problema es el movimiento exterior del dinero. Ahí sigue habiendo un defecto de control importante.
¿Goza de patente de corso el mundo del fútbol?
Tiene algunos privilegios porque el fútbol es así. Hay mucha respuesta social. La gente está dispuesta a que se dejen de pagar impuestos, siempre y cuando su equipo prospere. Los políticos son muy sensibles a los equipos de fútbol, a los que históricamente se buscaron soluciones condonando deudas, a mí me parecen injustas. Pero es lo que hay. Ése es el problema de fondo.
Usted se convirtió en Administrador Judicial del Atlético de Madrid con tan sólo 38 años. ¿Qué sabía del fútbol antes de llegar a este mundo?
Era aficionado y me gustaba, pero realmente he perdido el interés porque ver lo que realmente ocurría, levantando las alfombras, fue bastante duro. Me di cuenta de que había muchísimas irregularidades.
Ahora trabaja en el sector privado, pero ¿qué experiencia tuvo antes de llegar al Atlético?
A mí me tocó, sobre todo, enfrentarme a patrimonios ilegales. Investigando a los narcos gallegos, blanqueo de capitales... Trabajé mucho en Galicia, ocho años. Mi experiencia previa me valió para ver las tramas del dinero, el dinero negro, las transacciones internacionales inexistentes…
¿Tuvo escolta en Galicia?
Sí, vivía con escolta permanente siete años, al investigar los clanes más peligrosos para la Audiencia Nacional. Lo que pasa es que la experiencia en el mundo del fútbol fue más dura que la de Galicia (ríe). Es curioso, pero no he tenido nunca la percepción del riesgo tan alta como en el mundo del fútbol... ni cuando trabajaba con los clanes del narcotráfico. Aunque parezca duro decirlo, pero es así.
¿Temió por su vida o por su integridad física en algún momento?
Me hice un personaje público lamentablemente. Recibí muchos insultos y amenazas. Preparaban unas pintadas cuando llegaba al Calderón: "Rubí, te vamos a acuchillar". Unas cosas terroríficas (ríe). La sensación era de que la masa incontrolada es más peligrosa. Por ejemplo, en Galicia era más difícil que mataran a un Juez o una autoridad, porque no existían antecedentes; es verdad que hay asesinos y se matan entre ellos; pero la percepción era de que la autoridad no estaba amenazada. En el fútbol, cualquier grupo de chalados te daba un disgusto.
¿Cómo y por qué llegó usted al Atlético de Madrid?
Había trabajado para la Audiencia y el Fiscal que llevaba los asuntos de Galicia. Me llamó a principios del año 99 para indicar que en el club se vivía una situación muy delicada, con una investigación al presidente y que había operaciones que parecían absolutamente ilegales. Me sugirieron que preparara un equipo de personas preparadas para intervenir en la sociedad. Formé un equipo de funcionarios. En diciembre, el magistrado García Castellón, de la Audiencia Nacional, decidió adoptar la medida de intervención. Un decreto del año 69, conocido como el decreto Matesa, permitía en el caso de los embargos de las acciones de una entidad jurídica se podía someter a un administrador. Fue una decisión jurídica porque se apreciaron varias irregularidades de lo que ocurría en el club. Me llamaron para hacer esta intervención como funcionario público, porque fui designado como funcionario en apoyo judicial. Me seleccionaron a mí, en sustitución de todo el Consejo de Administración, que fueron cesados. Mi objetivo era mantener al club como empresa, en la medida de lo posible, con la mayor viabilidad. Además de investigar los hechos económicos, tenía que colaborar en la obtención de las pruebas.
¿Recuerda su primer día?
Me presenté allí con un montón de guardias civiles, creo recordar que fue el 22 de diciembre de 1999, un domingo por la mañana. Tomamos el club con todas las instalaciones y ese mismo día jugábamos contra el Oviedo. Pero era una situación complicada, porque existía el riesgo de alteración pública. El delegado del Gobierno nos dijo que había que evitar un altercado grave y accedimos a que Jesús Gil estuviera ese día en el palco. Pero a partir de ahí no volvió al palco mientras nosotros estábamos.
¿Y cómo fue el trato con los futbolistas?
No querían problemas. Eran profesionales. No estaban muy dispuestos a pagar sus impuestos y no querían complicaciones. Como casi todos ellos tenían contratos que no estaban registrados, cobraban muchas cantidades fuera de lo que marcaba sus contratos federativos. Tenían un riesgo muy grave. Ellos, de alguna manera, se vieron bloqueados por la situación. Era difícil gestionarlo. El presidente les tenía sujetos por los contratos no declarados y, por otro lado, la Justicia tenía que hacer su labor. Era difícil ganarse la confianza de la plantilla.
"La estrategia fue forzar el descenso. Los jugadores no quisieron jugar, ni estaban muy dispuestos a pagar sus impuestos"
Sobre el descenso a Segunda División¿Cobraba en negro la plantilla?
Pude verificar hasta tres contratos en el informe. Calculaba que cerca de un 75% se pagaba en negro. Había diferencias importantísimas. Existía el contrato oficial y el oficioso, que representaba el 75% de las retribuciones. Se tributaba realmente por un 25% de lo que se declaraba.
¿Qué futbolistas logró demostrar que cobraban en 'b'?
Hugo Leal y Ayala. Fichados hace poco y ahí pude verificar las diferencias importantes.
Así, por ejemplo, futbolistas como Gamarra, nada más llegar usted, dijeron que se querían marchar…
Exacto. Tuve nada más llegar un desfile de agentes. Todos se querían marchar. Yo les pedía que aguantaran, porque había que mantener el club en Primera y que esperaran porque era una medida temporal; pero no querían complicarse la vida. Cuando un jugador no quiere jugar, se paraliza; no cumple con su deber y lo que pasó allí es que la mayor parte de ellos no hicieron lo que tenían que hacer. La mayor parte de ellos no hicieron todo lo que tenían que hacer para mantener al club en Primera. La plantilla estaba presionada.
¿Entonces usted debía investigar y gestionar al mismo tiempo?
Era muy complejo. Mantuve al equipo directivo y al equipo técnico, no me iba a meter en un terreno que no era el mío. Fui investigando los contratos y detecté cantidades muy importantes que no estaban declaradas.
Le dio tiempo a cambiar de entrenador y todo…
Ranieri estuvo primero y luego puse a Antic, porque fue el que consiguió el Doblete y había que intentar un cambio para salvar la situación. Ranieri estaba en el paquete a los que no les interesaba mucho la situación. Fue muy difícil la relación con el entrenador y los jugadores.
¿Y cómo fue su relación con la afición?
Recuerdo estar dentro del estadio con los escoltas en la puerta, en el despacho de Clemente Villaverde y todos gritando "Rubí, cabrón, devuelve el Calderón". Y pensaba: "¿Dónde nos hemos metido? (risas). La afición identificaba al señor Gil con el Atlético y a lo mejor ese fue el error. El fútbol es así.
Es curioso porque existe una sentencia en la que se reconoció que hubo apropiación indebida, pero el Tribunal Supremo dijo que había prescrito…
Te refieres al famoso mete saca con las acciones, cuando hicieron un desembolso de capital ficticio al convertir el club en SAD, porque lo retiraron al día siguiente. Había motivos judiciales para la intervención. Pero el destino de las cosas fue así y la familia Gil se mantuvo ahí, pero había graves irregularidades.
¿Qué falló entonces si eran tan graves esas irregularidades?
Era muy difícil, por motivos sociales y políticos, mantener la medida. No se podía hacer más. Cuando yo cesé, se nombró un interventor, una figura de menor intensidad: un control más relativo y menos eficiente. El mundo del fútbol era complicado. También fue complicado luchar contra los medios, porque el señor Gil tenía mucha relación con ellos. Eso también dificultó mucho nuestra labor. Cuando conocí al señor Gil, que sólo estuve una vez con él, me dijo: "Esto no es una empresa cualquiera, esto es un club de fútbol". Luego lo entendí (risas). Ésa es la verdad.
El Atlético está a punto de cumplir 120 años con ese lunar en la historia del descenso. ¿Se podía haber evitado?
Creo que la estrategia fue forzar el descenso del club. Los jugadores estaban tan presionados que, verdaderamente, cuando se les devolvió la posesión ya no había manera de levantar el club. Con Rubí no se jugaba al fútbol. Se había reunido la familia con los jugadores para que no se jugara. Había una amenaza tan grande para el club y para el mundo del fútbol en general digamos que había que tomar medidas drásticas y los jugadores dejaron de jugar. Teníamos una plantilla que era extraordinaria, pero no jugaron al fútbol.
¿Y los capitanes?
Había varios, los porteros, los centrales… Tienen mucho peso en el club y son los que toman las decisiones. Teníamos a Santi, a Toni, a Kiko… Teníamos jugadores muy significativos. También a Molina, que tenía mucho poder en las decisiones del club. Había un grupo de capitanes que tenía mucho peso (risas).
Calla más de lo que cuenta. ¿No ha pensado en escribir un libro?
Sí, lo voy a hacer. Cuando tenga un poco de margen, lo voy a hacer. Tengo mucho que contar.
"En mi informe demostré que existía el contrato oficial y el oficioso, que representaba el 75% de las retribuciones"
Sobre las nóminas de los futbolistas en la 99-00Explicará en el libro por ejemplo el traspaso de Chamot, ¿no?
Sí, con el de Jose Marí también. No puedo entender que fueran 2.000 millones. No sabíamos qué tenían esos contratos. Galliani hasta me decía que era un poco caro, "¿Cómo que caro? ¡Era carísimo!" (risas). Se manejaban intereses de todos los órdenes. El mundo del fútbol tiene un problema en sí, que es cuánto vale una promesa. ¿Cuánto vale una promesa o los jugadores africanos que le costaron una barbaridad al club? Realmente eran jugadores que no habían hecho nada en el fútbol y se pagaron 3.000 millones de pesetas por ellos. La vía de defensa de defensa que aportaron fueron informes de agentes FIFA diciendo que tenían mucha proyección. El fútbol facilita transacciones muy importantes sobre humo. Aquello era humo. ¿Quién discute que un chavalito de estos africanos podía luego costar una fortuna? Es difícil valorar a los jugadores, lo que facilita que el fútbol se utiliza para otras finalidades: vaciar, alzar bienes, llevarse el patrimonio…
¿Cómo ve al Atlético actual?
Yo intenté fichar a Simeone entonces, que habría sido un verdadero revulsivo. Son ese tipo de personas y emociones que son talismanes para el club. Las cosas han cambiado mucho. Don Jesús tenía mucho peso, ahora ya las cosas son distintas, afortunadamente. Siempre llevaré en el corazón al club pese a todo lo que tuve que vivir.
¿Y a nivel económico-jurídico legal?
A nivel económico se están haciendo las cosas de una manera distinta. Lo que ocurrió fue porque don Jesús tuvo muchísimo peso y sus hijos no tenían nada que ver. Aunque insisto, el fútbol desde dentro sigue teniendo muchos problemas: se manejan intereses bárbaros, no se quieren pagar impuestos y se buscan soluciones muy agresivas. Ya no es lo que era. Yo vi operaciones escandalosas. En 15 días ya sabíamos qué problemas eran, cuáles eran los contratos simulados y más. Hoy no sería posible hacerlo así.