ESPANYOL - GIRONA

El día que Manolo González le vio las orejas al lobo en Montilivi: "Sientes que a lo mejor te puedes ir..."

Al entrenador del Espanyol nunca le han cesado de un banquillo.

Manolo González sobre el césped de Montilivi. /RCDE / Carlos Mira
Manolo González sobre el césped de Montilivi. RCDE / Carlos Mira
Marc Mosull

Marc Mosull

A sus 46 años, Manolo González lleva tres décadas siendo entrenador. Antes de que una lesión de tríada le empujara a colgar las botas, ya dirigía en las categorías inferiores del Martinenc. También lo hizo en el Sant Gabriel y el juvenil del Badalona, donde moldeó a Mariano Díaz o Gerard Moreno, con quién se abrazó el pasado lunes en la Cerámica. En 2012 agarró al primer equipo de la Montañesa, el último club en el que jugó, y desde entonces ya no ha vuelto al fútbol formativo.

Ebro y Peña Deportiva también figuran en el currículum de un técnico que en verano de 2023 firmó por el filial blanquiazul por recomendación expresa de Ander Garitano a su amigo Fran Garagarza, que, en una de las primeras decisiones que tomó cuando asumió el cargo de director deportivo perico, frenó el fichaje de Ferran Costa por el Espanyol B y llamó a Manolo González. Meses más tarde, el gallego asumió las riendas del primer equipo, en su primera etapa en el fútbol profesional, y lo llevó a Primera.

Manolo González cuando estaba cuestionado en el Espanyol.

Con una carrera forjada principalmente en Tercera, Segunda B y la actual Primera RFEF, el gallego lleva 13 años entrenando ininterrumpidamente y ostenta un récord del que muy pocos técnicos pueden presumir: nunca ha sido destituido. Eso sí, en un par de ocasiones vio el abismo de cerca, pero terminó esquivando el precipicio. La primera vez fue en 2018, en Aragón.

"Se suele decir que en una carrera tienes que tener suerte, yo creo que también se trata de elegir bien el sitio donde vas. El año que me fui al Ebro tenía ofertas económicas superiores, y decidí irme allí por el director deportivo, que era Ander Garitano. Mostró más interés que otros equipos en mí. Tuvimos un mal inicio y él creyó en mí, me defendió ante el dueño del club, que creían que me tenían que destituir, y no me echaron. Llegó Ander al vestuario y me dijo 'venga cámbiate y tira…' ganamos en Ontinyent esa semana y a partir de ahí empezamos a ir para arriba", revelaba el propio Manolo González la semana pasada en una entrevista al programa a La Pizarra de Quintana de Radio Marca.

El mismo que recomendó su fichaje al Espanyol le había salvado de su primer despido cinco años antes. Y la cosa terminó bien: "En la segunda vuelta fuimos el mejor equipo fuera de casa. Y metimos al equipo en Copa del Rey… y casi con opciones de llegar al play-off hasta el final. Es la suerte de elegir un sitio en el que la gente que lo dirija sepa o no de fútbol". Por cierto, los caminos de Garitano y Manolo se han vuelto a cruzar, pues el exdirector deportivo del Ebro actualmente trabaja en el Espanyol. Es la mano derecha de Fran Garagarza, también salvavidas de Manolo González.

El día D en Montilivi

La segunda vez que el entrenador gallego le vio las orejas al lobo fue hace apenas tres meses, en Montilivi. "Cuando pierdes en Girona como pierdes es otro momento en el que tú puedes sentir que a lo mejor es el día que te puedes ir, pero por suerte la dirección deportiva, en este caso Fran Garagarza, pues también apostó por mí y creyó que era la persona idónea para seguir en el equipo", relataba el de Folgoso do Courel.

Lo cierto es que después de que el Espanyol cayera goleado en Montilivi, donde en apenas 27 minutos encajó cuatro goles, el primer cese en la carrera de Manolo González anduvo cerca. La derrota en Girona abrió una profunda herida y en el seno del club se barruntó seriamente la posibilidad de despedir al entrenador, pero finalmente se impuso el criterio de Garagarza, gran aliado del gallego, que siguió en el cargo y trató de "dotar al equipo de más seguridad y confianza, lo cual "les ha ayudado psicológicamente", y ha hecho del Espanyol "un equipo más reconocible".

Los resultados han acompañado a la transformación de un conjunto revitalizado que está fuera del descenso y que el próximo lunes volverá a verse las caras con un Girona, en dinámica inversa a la de los pericos, que, de ganar, podrían complicar la vida a sus vecinos.