FC BARCELONA

Cuando La Masia era una "feria" y decidió sumergirse en los barrios: "El Madrid no se nos adelantó por ningún talento"

Albert Puig fue responsable del centro blaugrana entre 2010 y 2014 y generó más de 500 millones para el club. Repasa en Relevo su etapa como coordinador.

Albert Puig, en una charla en Granada. /ARCHIVO
Albert Puig, en una charla en Granada. ARCHIVO
Jordi Cardero
Albert Blaya

Jordi Cardero y Albert Blaya

Albert Puig fue el responsable del fútbol formativo del Barcelona entre 2010 y 2014. En aquel entonces, ya llevaba muchos años en La Masia, donde actuó como scout y entrenador. Sabía qué tenía que hacer para sacarle todavía más potencial. Durante su mandato se fichó a Lamine Yamal y, según calcula él mismo, generó 530 millones de euros -basándose en los cálculos de Transfermarkt- para el club. Para ello, 'bajó' al barro, se propuso ser la mejor base catalana e introdujo pequeños cambios que aumentaron el grado de profesionalización del centro blaugrana.

Para defender la inversión en La Masia, Puig se basa en los cientos de millones que generó durante su etapa como responsable. "Y aquí no entra Dani Olmo, al que fiché", puntualiza para Relevo. Entre sus logros está la incorporación de Nico González, para la que tuvo que pasar un fin de semana en Galicia y convencer a Fran, el padre del centrocampista del Manchester City, o los viajes en coche hasta la Comunitat Valenciana para firmar a Iñaki Peña o Abel Ruiz.

Según sus cálculos, durante su etapa se gastaban anualmente unos seis millones de euros por temporada entre sueldos, taxis y otros gastos. El gasto total de La Masia, entre el fútbol y otros deportes, ascendía a los 55-60 millones. "Durante mi etapa gastamos unos 24 millones (seis por cuatro temporadas). Con el fichaje de Nico ya lo tienes amortizado. Imagina lo que has generado. Por eso me enfado cuando veo un club que genera cerca de mil millones recorta por aquí. Recortamos en taxis, en sueldos de entrenadores…", comenta.

"La metodología es importante, pero no tanto como algunos dicen. Al final se trata de seleccionar talento y desarrollarlo", subraya. "Siempre digo lo mismo. Tú descubres jugadores para el Barça, talento para el Barça. El talento ya existe, no lo descubres", continúa. "Hay gente que entiende que es más importante el powerpoint que la realidad. En el Barça se hacían powerpoints, cadenas de filtro. Todo esto es muy bonito. También hoy con las redes sociales hay un friquismo impresionante al que les encanta", comenta.

Puig dejó los power points en un segundo plano y decidió apostar por el trabajo de campo. Aunque antes decidió cambiar el enfoque para el reclutamiento de futbolistas. "En La Masia hay un trabajo histórico, una idea de juego, compromiso, humanidad… es evidente. Pero el resto del mundo no es tonto. Yo he estado en instalaciones que nos superan. ¿Qué tenemos que no tienen ellos?", se pregunta. "La clave es dónde estamos: La Masia es igual a cantera catalana", responde él mismo. "Sin la cantera catalana no habría Masia. Entendí que el Barça no era la élite de Barcelona, sino que era Catalunya. Que representa Catalunya. Todos los barrios de Catalunya", ahonda.

Puig destaca fichajes como el de Marc Serra, que empezó como entrenador en el fútbol siete y actualmente es el coordinador de este ámbito. "Firmé a entrenadores que no tenían un perfil metodológico marcado, que hoy nos gusta tanto, ese friquismo, y metí a gente de barrio", explica. Aquel movimiento, cuenta, sirvió al Barcelona para detectar talento más rápido en todos los campos del territorio. "Nos dieron una capacidad de información espectacular. En ese momento el Espanyol entró en crisis y nosotros empezamos a estar en los barrios. Nos hicimos con todo el capital descomunal de niños, teníamos a los mejores", detalla.

Con el mercado catalán controlado y el sorpasso al Espanyol completado, Puig ampliaba su campo de mirada. "Una vez tienes a los mejores de Catalunya, sales al Estado español y buscas a los dos mejores de cada generación. Ya no tienes que ir a buscar a cinco", comenta. "Durante mis cuatro años, no hubo ningún talento español por el que se nos adelantara el Madrid. La ventaja del Barça es la maquinaria que tienes, tiene observadores en todas partes. Y cuando salía un niño muy bueno, la rapidez era fundamental. Cogía y me iba hacia allí a para verificarlo el mismo día. Me metía en su casa. Comía con ellos", explica.

En la apuesta por el talento catalán, Albert resalta un matiz: el competitivo. "Yo en los Estados Unidos o Japón [donde estuvo entrenando] puedo hacer equipos con más talentos formativos que el Barça. Ya solo por la cantidad de gente que hay", expone. La diferencia, para él, es que en Catalunya "existe una locura competitiva exagerada en todos los ámbitos". Pone un ejemplo sencillo. "En otros países, si un niño de siete años tiene partido el fin de semana pero la familia decide irse de acampada, se van de acampada. Aquí es al revés. Si el niño juega el sábado a las 12, todo el fin de semana va en función del partido", relata.

Albert, cuando entró, en su análisis creyó que se había descuidado la base. Reajustó la captación desde abajo del todo, mejoró los contratos de los entrenadores -muchos de ellos no trabajaban a tiempo completo-, acabaron de remodelar el centro y lo bunkerizaron. "Antes aquello parecía una feria, señalamos a qué hora podían entrar los padres", recuerda. A los jugadores, además, se les empezó a cuidar como a profesionales. Ofreciendo el servicio de taxis, ropa y hasta comida para el que lo necesitara.

Albert, en su defensa por la cantera, insiste en que es importante apostar por los jóvenes más allá del contexto. "Ahora tenemos a Cubarsí, Lamine, Héctor Fort… Sencillamente, porque no teníamos un duro. Porque la realidad es que no se ha hecho por convicción. Y se tiene que hacer por convicción. Porque si ahora volvemos a tener dinero, ¿miraremos abajo o seguiremos fichando de fuera?", expone. Y desgrana otros ejemplos. "Cucurella podría estar jugando en el Barça. O Take Kubo. Xavi Simons podría ser un suplente de lujo. O el mismo Robert Navarro. O Adama Traoré para sacarlo en las segundas partes", apunta.

"Yo me quejo de que a los jugadores extranjeros les damos cuatro años de paciencia, esperamos a que hagan el partido bueno. Es un poco surrealista. Y nos han costado 60 millones. A los de aquí, que no nos cuestan nada, al tercer partido que no hacen bueno ya decimos que no sirven", critica. Para ello, propone crear hojas de ruta para los canteranos, aunque eso no hará que desaparezcan casos como los de Ilaix Moriba, "jugadores que sufren presiones de familia, de gente, de representantes que ven dinero inmediato".

"Aleñá tuvo ofertas de todos los equipos de la Premier. Pero lo hicimos un plan de trabajo hasta el primer equipo. En cuanto a dinero, estamos a años luz de Inglaterra, pero le ofrecimos un plan de trabajo en el que creyó. Aunque no existe ninguna varita mágica", comenta. "La Masia ha seguido funcionando a este nivel sobre todo gracias al trabajo de gente, quizá, más invisible. Porque muchas veces te quitan recursos, te quitan muchas cosas, pero tú sigues produciendo jugadores para el primer equipo. Tú no puedes quitarle inversión a un departamento que requiere de un capital ínfimo", concluye.