Mbappé para impedir que el Real Madrid también pierda a Vinicius

Cuando la necesidad aprieta, la esperanza es que aparezca la virtud. Que el replanteamiento de las partes nos lleven a un todo parecido al que conocíamos y nos sacaba sonrisas. Pero cuando el presente es distinto a lo planeado, el destino suele ser el autoengaño, pronunciar el discurso lo suficientemente alto como para poder convencernos a nosotros mismos de que el final será feliz. Aunque no creamos en ello. Es lo que le sucede a Carlo Ancelotti, quien, en su papel, insiste en que el ataque del Real Madrid está cerrado pese a que nada más acabar la pasada temporada pidiera un puntal de primer orden que no ha llegado. Incluso antes de que Benzema fuera Lawrence de Arabia.
El italiano se ha abrazado a la geometría, más por fe que por convicción, como solución a la salida del francés. El dibujo del rombo en el centro del campo, sobre el papel, está concebido para ser una palanca que potencie a Bellingham y su relación con el gol, además de para confiarle a Vinicius y Rodrygo todo el rancho del ataque. Antes de abrir fuego, los gráficos son sugerentes, curvilíneos, bellos. Una vez rueda el balón, la tinta se diluye empapada en agua. Como se indica en varias escenas de Oppenheimer, la teoría te llevará solo hasta un cierto punto.
Cuando se marchan goles, la tendencia habitual es coger el Excel y la bola de cristal, contabilizar las estadísticas de los nuevos fichajes e incrementar al tuntún la aportación de los jugadores que permanecen, confiando en que se conviertan en replicantes. El famoso paso al frente. La práctica, después, no engaña. Se registran pocos casos en los que el deseo se tradujo en materia. Este verano, mientras el Real Madrid (y Ancelotti) sigue esperando a su Godot Mbappé, se ha señalado a Rodrygo y, sobre todo, a Vinicius como depositarios del gol, herederos de ese killer instinct del que hablaba Mourinho. Y aunque las pretemporadas son terreno abonado para facturas a cobrar durante el resto del año, se intuye que el nuevo sistema es igual de cómodo para los dos brasileños, incluso para Bellingham, como un zapato de piel dos tallas menor.
Salir de la zona de confort es tan romántico como la soledad. Atrae sólo si se ha elegido. Se menosprecia la comodidad, pasando por alto que sólo ahí uno está a gusto y en condiciones para sacar lo mejor de sí. Vinicius se ha visto desplazado por obligación de un entorno que le convirtió en uno de los mejores futbolistas del mundo. Lejos de la banda izquierda está lejos de su naturaleza, con unos límites espacio-temporales a los que es alérgico. Sin profundidad y sin desborde porque el área son vallas a su campo de acción. Contra el Barça, sobre todo en el segundo tiempo, huyó del nuevo ecosistema y cayó a veces a la cal en busca de sí mismo. Se puso en su sitio y recuperó verdor. El Real Madrid no puede permitirse el lujo de perder en un mismo verano a Benzema y a más de medio Vinicius.
Los números blancos en la derrota engañosa del Clásico (17 disparos, cinco de ellos a portería, cinco postes, un penalti fallado...) pueden utilizarse de argumento por quienes creen que el equipo tiene poderes de sobra en ataque como para ponerse a lamentar ausencias. Pero la estadística del encuentro de Dallas lo que hace es evidenciar la carencia. Incluso con Benzema la pasada campaña, cuando el francés acumuló achaques, se hizo presente la urgencia. Y así se lo hizo saber el entrenador a Florentino Pérez y a José Ángel Sánchez al finalizar a principios de junio.
Por eso ahora, cuando asegura que el Madrid tiene "suficientes armas arriba", Ancelotti lo hace con la ceja alzada y la boca pequeña. No aireará un malestar que se engendró en el instante en que vio cómo el club se puso algodones en los oídos ante su petición de fichar un delantero centro más allá de Joselu, plan coyuntural que no estructural, por ahorrar para acometer la operación Mbappé en 2024. Sin embargo, de puertas hacia dentro sigue manteniendo que este Madrid necesita un nueve en 2023 para poder vivir, no sobrevivir. Así, todo este contexto le lleva a insistir en que la plantilla es completa... mientras reza por una alineación de astros que hagan posible la llegada de Kylian este verano.
La situación no ha cambiado más allá de que este lunes el jugador verá en su nómina 40 millones más, que corresponden a la mitad de su prima de fidelidad. El Madrid desliza, por estrategia o con sinceridad, que no va a mover ficha por un futbolista que acaba contrato en 2024 y que ha manifestado que quiere cumplirlo. Mientras, el PSG aprieta para venderle. Ya estuvimos antes en este escenario de filtraciones, sospechas, pulsos,juegos y demás, por lo que la experiencia aconseja prudencia.
La verdad sólo la conocen Florentino, Mbappé y la mano que le meció en su cuna. Pero ni el cuerpo técnico madridista ni los jugadores se creen a estas alturas de verano que la plantilla vaya a quedarse así. "No hablamos de Mbappé", dijo Carvajal al finalizar el encuentro contra el Barça. Sin embargo, piensan en él... El advenimiento del francés sería un alivio para el Ancelotti... Y sobre todo para un Vinicius, que volvería al sitio donde fue feliz y en el que se convirtió en un jugador indetectable. El brasileño, más que nadie, pide a gritos su fichaje.