Cinco fotos para entender cómo Xavi mejoró en tres meses el rendimiento de Busquets y De Jong
Desde que Xavi cambiase el sistema, ambos futbolistas están jugando el mejor fútbol desde que conviven en el FC Barcelona.
Si hay algo que el fútbol quita a tropezones, casi sin que nadie se dé cuenta, es perspectiva. La elimina con un silencio impasible y todo el mundo lo acepta porque, al fin y al cabo, mañana habrá otro partido. Otra oportunidad. Así se queman etapas, jugadores, proyectos y nombres que caen en el olvido. Porque en vez de entender a los equipos como galaxias con sus conglomerados, sus planetas y satélites, lo hacemos de una forma más simplista y redundante. El Barça de Xavi ha encontrado su forma un año después de su llegada, y lo ha hecho dándole a Sergio Busquets y Frenkie De Jong, un escenario completamente nuevo.
Para Xavi Hernández, Sergio Busquets es pieza capital. Insustituible. Por activa y por pasiva, el egarense ha repetido en muchas ocasiones el papel que juega el de Badia ante la mirada atónita de gran parte de la afición. De la misma forma que De Jong, al que el club intentó vender en verano, pasando a no jugar de titular ningún partido de pretemporada y siendo suplente en Liga, sea ahora la pieza estructural que permite encajar a la que la gente miraba con recelo. Como dos cuerpos extraños, cuestionados, a los que ahora tienen un ecosistema que les permite orbitar en un rumbo marcado. Todo planeta necesita su Luna.
El sistema de los cuatro centrocampistas ha fabricado un Barça renovado. ¿De dónde nace? Puede que de una carencia. Al contar Xavi con Lewandowski y Dembélé como piezas intocables en la delantera y ver que, con una tercera, el equipo no ganaba tanto desequilibrio y sí perdía estructura, decidió sumar otro integrante dentro y de paso meter en el once a los mejores jugadores de la plantilla, con el asterisco de Ansu Fati. No solo los mejores, sino los más complementarios. Si meter a un defensa extra no implica defender mejor o a un delanteron atacar mejor, en el caso de los centrocampistas es lo mismo; sucede que los que Xavi meten encajan como piezas de un puzle que nadie había completado. ¿Por qué?
En este texto ya contamos, durante el parón mundialista, que este estaba siendo el curso en el que Busquets era menos influyente de toda su carrera. El que menos pases daba pese a ser el centrocampista más experto, el que menos presiones ganaba pese a ser el que más saltaba. Llegaba tarde y eso obligaba a Gavi y Pedri a esfuerzos muy largos, algo que repercutía directamente en su faceta con balón. Ante presiones altas, Pedri tenía que perder mucha altura para socorrer a Sergio, alejándolo de la zona en la que es más dañino y Gavi, más pendiente de estirar que de jugar, se diluía. Era el Barça de Dembélé y Raphinha, aunque el discurso fuera que era el de sus centrocampistas. Pero algo cambió.
Los cuatro centrocampistas han equilibrado los excesos de uno (De Jong) y la manca de movimientos del otro (Busquets), a la vez que ha permitido a Pedri y Gavi jugar más cerca de portería rival, jugar a espaldas de pivotes rivales y marear a los centrales. El desequilibrio, en vez de nacer solo de inspiración individual de los extremos, nace de una superioridad cualitativa una vez el equipo se junta.
En vez de alejar, juntar. En vez de separar quirúrgicamente, dejar que el fútbol transpire. Hay un mundo entre la primera jornada ante el Rayo, donde el Barça empató a cero en un encuentro flojo, maniatados por la presión de Iraola, y los últimos encuentros de los azulgrana. Y la principal diferencia es la que Xavi dejó en rueda de prensa: "Le damos más libertad a Frenkie De Jong. Él se siente cómodo moviéndose". Después de años de cambios de posición, de encorsetar a un talento como el suyo, Xavi ha logrado arroparlo dándole la manija del equipo: ante el Betis fue el partido que más pases ha dado este curso (98), una dinámica que se va repitiendo: ante Real Sociedad (71), Real Madrid (71). El pasado curso, De Jong daba 55 pases por partido.
Para De Jong, el tener a Busquets cerca a la vez que dentro sigue habiendo jugadores sobre los que apoyarse, es como volver a la infancia. Una música familiar. En el Ajax de Ten Hag, equipo preciosista y ganador, Frenkie partía de zonas parecidas e iba escalando en un jardín de luces.
PASES ENTRE BUSQUETS Y DE JONG
El camino estaba siempre iluminado, y si en algún tramo se apagaba, su ingenio la encendía. Gavi cerca suyo para apoyar, girar y desordenar, con Balde siendo un calvario para los rivales, Pedri fijando y apareciendo cuando De Jong atrae y Busquets ejerciendo de faro, ya sin necesidad de moverse porque el balón le llega rápido.
Una vez Frenkie se acuesta en ese perfil, el equipo reacciona de forma orgánica, con intercambios de posición y alturas: a veces Lewandowski cae en esa zona y son Gavi y Pedri los que fijan a centrales, escapando del campo de visión de sus perseguidores, es Balde quien estira, y siempre Busi el que equilibra al resto. Cuantos más jugadores haya dentro, más sale a relucir su legendario primer toque, donde es inalcanzable para el resto de pivotes.
Xavi ha entendido que para potenciar su idea era mejor regresar a una tierra conocida que una por conocer. Que el desequilibrio que nace de un estímulo colectivo siempre será más rentable a 90 minutos que chispazos individuales. Existen dudas con la nueva fórmula: ¿Qué pasa si se quiere rotar? ¿Es sostenible si una pieza falla? ¿Se puede dejar en en banquillo de forma recurrente a tantos delanteros? Lo que sí está claro es que Xavi ahora sí disfrutaría en su Barça. El Barça de los centrocampistas creado por uno de los mejores interiores de siempre, en un hilo conductor que ata dos épocas que Xavi quiere volver a unir, recuperando una memoria herida de tanto abandono.