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Los motivos que alejan a García Pimienta y postulan a Caparrós al banquillo del Sevilla

El técnico se la jugará en Valencia, aunque la confianza en él ya es mínima. El utrerano está listo para recibir la llamada del club.

García Pimienta durante el Sevilla-Atlético de Madrid./EP
García Pimienta durante el Sevilla-Atlético de Madrid. EP
José Manuel Rodríguez

José Manuel Rodríguez

Así es el fútbol. El entrenador por el que apostó la directiva hace apenas meses camina por una cuerda tan floja como tambaleante, y esos mismos que le renovaron cuando aún no había ganado un solo partido son los encargados de ir soplándole para desequilibrarlo. García Pimienta en Valencia se la juega, tal y como informó ayer Relevo. La confianza en él ya está bajo mínimos y el partido ante el Atlético de Madrid lo aceleró todo.

Ya en la directiva del Sevilla planificaban pensando en otro entrenador. El lío en las ruedas de prensa con el final del mercado marcó un antes y un después, pero los fallos que le acusaban a García Pimienta se engrandecieron con el paso de los partidos, algo que le ha puesto en el disparadero. Si te quiero echar, no me des más motivos. Todo lo contrario.

Y es que si al banquillo sevillista se le achacaba una falta importante de lectura de partidos, Pimienta le ha dado toda la razón en los últimos partidos. Ante el Athletic se quedó inmóvil y frente al Betis la parálisis dejó paso a una histeria que revolucionó al equipo para mal. Además, eso trajo cola. Una ruptura clara con el vestuario, con Badé y Carmona como altavoces. La pérdida del catalán de aquello que le atornillaba al asiento. Su gran apuesta desde el principio, los jugadores, quedó emborronada por un cruce de declaraciones que le dieron un empujón más hacia el precipicio.

Pero todo lo vivido el pasado domingo lo supera. Sobre el campo, lo cierto es que lo intentó todo. Puso hasta Isaac y Akor Adams, aunque al lebrijano lo echó a una banda -excepto los últimos minutos, que puso doble punta y tampoco funcionó-. Va a morir con sus ideas y su sistema. No va a cambiar eso. Pero nada salió. Ni arriba, ni abajo. Fallos individuales le vuelven a condenar, sí, pero la calculadora no falla. Tres derrotas consecutivas y únicamente tres victorias en este 2025. Ya no es cuestión de juego, es de puntaje. Ha pasado de soñar por Europa -la que el consejo del Sevilla se piensa que debe ser su lucha- a volver a mirar abajo. A ocho puntos de un descenso maldito. Ha 'justificado' su final.

Pese a todo ello, García Pimienta se libró de los insultos de la afición nervionense. El sevillismo no quiere al técnico catalán, está claro, pero menos aún a aquellos que le dieron la oportunidad de coger las riendas. A los mismos que le renovaron con una estrategia poco o nada entendible. A los mismos que están 'deseando' darle la patada. Pero la consecuencia de todo eso sólo tiene un camino. Porque cuando se señala al palco, este mira directamente al banquillo.

Y el propio García Pimienta lo sabe. Es consciente. Tras el partido aseguró tener "muchísima fuerza" para levantar esto, pero su futuro, tarde -cuando termine la temporada- o temprano -el próximo viernes- está abocado a lo mismo -salvo resurrección milagrosa en esta recta final-. Al despido. Al fondo, una persona ya ha levantado la mano. Joaquín Caparrós. Está dispuesto a lo que su Sevilla le pida. Siempre lo ha estado de hecho. Y en la directiva nervionense piensan que es el momento. Que todo lo vivido el pasado domingo, con él en el banquillo se menguaría bastante. Un faro para el sevillismo. Un bálsamo para la histeria. Un escudo ante los 'cañonazos' de esta Guerra Civil.