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Los motivos de Muniain para dejar Bilbao: un año muy duro, el miedo a nublar una carrera de leyenda y una Copa como guinda perfecta

El canterano ha preferido no continuar al verse relegado al banquillo y entender que su momento había llegado.

Muniain muestra la Copa junto a Ernesto Valverde./EFE
Muniain muestra la Copa junto a Ernesto Valverde. EFE
Patxo De la Rica

Patxo De la Rica

Iker Muniain se ha despedido como una leyenda del Athletic. Eso nunca cambiará, pese a que su ciclo acabe en esta temporada 2023-24, tras caducar el contrato que firmó en diciembre de 2018. Una decisión personal, muy meditada en los últimos meses, y que comenzó a rondar su cabeza cuando vio que su participación era testimonial en muchos tramos del curso. No como un calentón por no aceptar su situación, sino como un contexto que en caso de alargarse podía llegar a ensombrecer una carrera histórica y que, por si fuera poco, ha acabado de la mejor manera con la consecución de un título que se esperó 40 años en Bilbao.

Si quedaba alguna duda en el mes de abril, la Copa levantada en La Cartuja fue el mejor broche posible y la guinda para decidir poner punto y final a su etapa en Bilbao. El empujón final que necesitaba para acabar de entender que la mejor alternativa era la de continuar su carrera deportiva lejos de casa.

La decisión no ha sido ni mucho menos económica. Así lo explicamos en Relevo en el mes de octubre, cuando avanzamos que había muchas dudas en cuanto a su continuidad. Estas nunca residieron en la lógica rebaja salarial que hubiese existido de seguir en el club la próxima temporada. La obsesión del navarro fue acabar de la mejor forma con un club que quiere y del que se siente un One Club Men pase lo que pase en el futuro. En un contexto de pocos minutos, convertido este curso en el decimoctavo jugador en participación y sin saltar al campo en hasta 18 partidos del curso, el miedo a que unos últimos años 'malos' dejaran un regusto amargo ha sido decisivo.

Muniain anuncia su marcha a sus compañeros de vestuario.Athletic Club

Iker aceptó su nuevo rol después de un trabajo personal para enfocar la situación. Entendió que debía honrar el brazalete y comportarse como un capitán durante este curso, a la espera de los acontecimientos. Su actitud ha sido ensalzada por compañeros, entrenador, presidente y dirección deportiva, apoyando en todo momento desde esa nueva posición. Eso sí, nadie esconde que ha sido un año muy complicado para el capitán en lo personal, pasando en unos meses de ser la referencia del equipo a, salvo en contadas ocasiones, una solución para los últimos minutos. Un desgaste emocional y deportivo, ya que alargar esta situación de escaso protagonismo con 31 años también complicaba su futuro deportivo.

El buen hacer en la Copa y su participación en la competición, donde fue titular hasta los cuartos de final, significaron un aliciente para este tramo final. El premio le llegó jugando la última media hora de la gran final, y después asumió la responsabilidad de lanzar el segundo penalti con 40 años en la espalda. Al transformarlo puso en ventaja al Athletic por primera vez en todo el partido, iniciando el camino al título. Un trofeo que recogió y levantó como la mejor guinda posible a un año complicado pero que le dio la razón en su forma de afrontarlo.

Ahora, tras unas celebraciones en las que también lideró el equipo y se ganó aún más el cariño de la afición, llegaba el momento de decidir. Y la decisión ha sido la de aceptar que el nuevo fútbol del Athletic, vertiginoso y muy físico, le ha atropellado. Por ello, para que la herida no se haga más grande y para seguir queriéndose como se quieren club y jugador, era el momento de dar un paso al costado. Bilbao y el Athletic seguirán aquí y seguro que en el futuro Muniain se reencontrará con ellos.