Los cuatro días en que el Dream Team pasó del subidón al desastre de Atenas: "No he vuelto a ver ese partido"
Protagonistas de la final de la temporada 1993/94 rememoran los días que separan la cuarta Liga de Johan Cruyff de la humillación de Atenas en la final de la Copa de Europa.

El 14 de mayo de 1994 el FC Barcelona ganó la Liga tras derrotar al Sevilla en el Camp Nou (5-2), aprovechándose de que el Deportivo de la Coruña empató en Riazor contra el Valencia (0-0). Era la cuarta Liga consecutiva del Dream Team, el equipo que bajo la batuta de Johan Cruyff marcó la década de los años 90 del siglo pasado en el fútbol español y, probablemente, en Europa. Cuatro días después, en Atenas, jugó la final de la Copa de Europa, la segunda en tres años, contra el Milan. Aquel equipo le había dado al Barça en Wembley, dos años antes, el primer título de su historia. Pero en Atenas perdió, 4-0, y al día siguiente empezó el desguace de un equipo irrepetible, que en solo cuatro días, aquel mes de mayo de 1994, pasó de encender el Camp Nou con otra victoria histórica, agónica e inolvidable, al infierno de la humillante derrota contra el Milan de Fabio Capello.
"A nosotros todo nos salía bien, siempre nos salía bien. Por eso ganar aquella Liga como la ganamos es que ni nos sorprendió. Lo de Djukic, el penalti que falló es para mí casi anecdótico, porque el espíritu de aquel Barça era tan positivo que estábamos convencidos de que ganaríamos la Liga. Ese mismo día, tuvimos que remontar el partido", sostiene 30 años después José Mari Bakero, capitán de aquel equipo.
En efecto, el Sevilla se adelantó dos veces en el marcador y a ellos les tocó remontar. No miente: marcó Simeone en el minuto 12, empató Stoichkov en el 20 y antes del descanso, Suker puso por delante a los andaluces, así que en el descanso el Barça perdía y el Dépor era campeón de España. "Ni nos inmutamos, en la segunda parte, otra vez, lo resolvimos". Fácil: gol de Stoichkov, uno de Laudrup y el propio jugador de Goizueta firmó el último. Y entonces, en Riazor, González paró el penalti al central blanquiazul, ardió el Camp Nou, la ciudad, y el pueblo tomó las calles –porque las calles son del pueblo- y el equipo se fue de fiesta.
"El problema no fue que nos fuéramos de fiesta, fue mental"
Capitán del Dream Team"El problema no fue que nos fuéramos de fiesta y que físicamente lo pagáramos cuatro días después", avisa el que fuera capitán. "El problema fue mental. Nunca entramos a ese partido porque el sábado nos creímos que el objetivo estaba cumplido y no, no estaba cumplido, nos quedaba un partido y nos olvidamos", resume el delantero guipuzcoano. "Nos metieron el primero y se acabó", admite quien cree que esa derrota precipitó el fin de aquel equipo de una manera dramática".

Lógicamente, la mirada de Albert Ferrer no puede ser muy diferente ahora al recordar aquellos días. "Nos creíamos invencibles porque veníamos de una corriente absolutamente ganadora. Dos años antes habíamos ganado en Wembley, así que después de ganar la cuarta contra el Sevilla, llegamos a Atenas a ganar otra, pero nos olvidamos de jugarla".
Cuatro días para preparar la final
Añade que la corriente de opinión señalaba al Milan de Capello como un equipo muy italiano, muy tosco, de contragolpe, y encumbraba al Barça de Cruyff tras su cuarta Liga consecutiva como el equipo ganador, el preferido de la mayoría de aficionados Europeos. "A la hora de la verdad, nos pasaron por encima, porque perdimos antes de empezar", reconoce quien admite que el calendario no ayudó: "Ellos habían ganado el título hacía 15 días y tuvieron todo el tiempo del mundo para prepararlo. Nosotros cuatro días".
Tras la victoria de aquel sábado 14 de mayo, el Barça se recuperó de la resaca el domingo, se entrenó el lunes y el martes viajó a Atenas. Y Cruyff dijo aquello de que la diferencia entre el Barça era que los italianos fichaban a Desailly y el Barça a Romario, para marcar diferencias de estilo. En la final, Romario no tocó la pelota, Desailly se zampó él solo a todo el centro del campo del Barça y marcó el cuarto gol. De hecho, Fabio Capello reconoció años después que se alivió cuando vio que Laudrup se quedaba en la grada –"era el único jugador que se salía del guión, lo otro era más previsible"- pero que estuvo convencidísimo de que el Milan ganaba cuando en el túnel de vestuarios comparó las caras de sus jugadores con las del Barcelona. "Los nuestros estaban encendidos; si Desailly cogía un papel con las manos, hubiera ardido", dijo Capello.
"No he vuelto a ver ese partido"
Ex futbolista del Barça"No he vuelto a ver ese partido", explica Miquel Àngel Nadal que también cree que "mentalemnete el equipo no estaba preparado, por eso nos pasaron por encima. No afrontamos la final con la tensión que se tiene que jugar una final y pasó lo que pasó, que no dimos ni una. Estábamos convencido de que íbamos a ganar, pero ni competimos", zanja el mallorquín. "Fue un final demasiado dramático para aquel equipo, porque al día siguiente se precipitaron las decisiones, empezando por la decisión de no renovar a Zubi, que era uno de los referentes del vestuario".
El equipo viajó a Atenas acompañado de sus familias. Zubi lo hizo con su esposa, Ane y sus hijos, Luken y Markel, que el jueves, al día siguiente del partido, despertaron pronto. Zubi desayunó con ellos y salió a dar un paseo por los alrededores del hotel. Les compró unos bañadores y se fue a la piscina, donde Johan tomaba el sol leyendo un libro. Mientras esperaba a que los críos se cambiaran y bajaran con Ane, su madre, vio llegar a Núñez y a Gaspart, como Johan y Charly se juntaban con ellos en el hall y se encerraban en una sala cercana a la recepción del lujoso hotel.
Zubizarreta intuyó que algo sobre su futuro andaba mal
Cuando llegó su esposa, Andoni avisó:
- "En esa sala están decidiendo nuestro futuro".
Un par de horas después, en el buffet, durante la comida, el de Mondragón se acercó al vicepresidente y le preguntó si tenía algo que contarle.
- "No, nada", mintió Gaspart.
Tres horas después, antes de subir al autocar para desplazarse al aeropuerto de Atenas, el portero insistió:
- "Juan, ¿tienes algo que decirme?"
Y esa vez, el vicepresidente admitió que tenía algo que contarle. Se lo explicó sentado en la primera fila de aquel bus, con Àngel Mur detrás. Fue el mítico fisioterapeuta mudo testigo de un momento histórico y escuchó involuntariamente las explicaciones de Gaspart:
- "Johan nos ha dicho que no te quería en la plantilla porque no puede garantizar que juegues".
Esa no la vio venir. Zubizarreta le dejó claro que jamás ningún entrenador le había garantizado el puesto, que siempre se lo había tenido que ganar y la mano derecha de Núñez le añadió otro motivo: si continuaba en la plantilla, por razones contractuales, pasaba a ser uno de los futbolistas mejor pagados de la plantilla. Lo cierto es que con el contrato que tenía firmado en la mano, a Zubi le tenían que haber comunicado un mes antes si su acuerdo se prorrogaba dos años o no. Pero dado que estaban inmersos en plena competición, el cancerbero aceptó a esperar a finalizar el curso.

El viernes, en Barcelona, antes de una recepción oficial en el Palacete Albéniz, Zubi habló con Cruyff, que le explicó la decisión.
- "No iba a jugar, no quise tener a un mito sentado en el banquillo. No hubiera sido justo", explicó el holandés en su día al respecto.
De vuelta de la recepción en Montjuïc, Zubi explicó a sus compañeros en el autobús lo que había ocurrido y tuvo que consolar a alguno, que rompió a llorar.
El domingo la selección española de fútbol se concentró en el Balneario de Puente Viesgo con el Mundial de USA'94 a la vuelta de la esquina, con nueve futbolistas del Barça en la lista.
Esa es otra historia. La del Dream Team acabó en Atenas.