Tassotti recuerda la noche que enterró al Dream Team de Cruyff: "Leíamos tonterías en los periódicos..."
El lateral explica la final de la Champions de 1994 en la que su Milan de Capello arrasó 4-0 al Barcelona.

Hay futbolistas en los que una mera entradilla para su presentación puede ser reductivo. Tassotti es Tassotti, punto. Romano del 60, aunque afincado en Milán. Lateral derecho práctico, táctico, incansable, líder, frío, ganador. Soldado de Sacchi y Capello. Capitán. Un buen puñado de Scudetti y Copas de Europa en su haber. La última -en Atenas'94 contra el Barça- cumple hoy 30 años. Fue la implosión del cruyffismo. De eso habla Mauro, y lo hace con la obviedad del artista que no sabe serlo.
Todavía hoy sigue sorprendiendo ese 4-0 del Milan al Barça en la final de la Liga de Campeones.
Verás, nosotros veníamos de lograr el campeonato con cuatro jornadas de antelación, mientras que el Barça creo que lo ganó en la última con el penalti fallado por Djukic. Ellos llegaron con mucha ilusión, cargados de entusiasmo. Quizás nosotros con algo menos, ya que habíamos desconectado de esa competición local. Sí, habíamos cambiado el chip. Llevábamos mucho tiempo preparando la final europea. Además, Baresi y Costacurta -por sanción- no iban a jugarla.
En Italia no lo sé, pero en España los de Cruyff partían como claros favoritos. El Barça seguía con su celebración eterna en Canaletas, mientras que la prensa lo infló todo.
No entiendo por qué. El año anterior también jugamos la final, aunque la perdimos contra el Marsella. Incluso estuvimos en la del 95 (1-0 para el Ajax). No sé, con Sacchi también logramos dos… Sinceramente no entiendo por qué ellos eran favoritos si luego vimos en el campo todo lo contrario. Quizás la diferencia no era tan abultada como indicaba el marcador, pero merecimos ganar. Eso seguro. Sigo sin entender de dónde salía esa excesiva seguridad que tenían para asegurarse la victoria final. También la gente lo creía. ¿Sabes? Lo pienso, y la única explicación que encuentro es que llegaron motivados por ganar la Liga remontando. Más allá de eso… ¿Alguien se olvidó que éramos el Milán?
El Barça besó la del 92 contra la Sampdoria. Eso sí, Albertini una vez me dijo que no os explicabais cómo era posible que la gente diera a ese Barça como virtual ganador en Atenas.
Era increíble. Nosotros jugamos tres finales de Champions seguidas. Además, si nos eliminaban en semifinales era un fracaso siempre. Creo que nos merecíamos algo más de respeto. Sinceramente no sé si ellos infravaloraron esa final. Es cierto que eran buenos, pero nosotros estábamos seguros de nosotros mismos.
¿Cómo preparó Capello la final para dilapidar el Dream Team? ¡Incluso haciendo un maravilloso fútbol! Me interesa cómo trabajó la ausencia de los zagueros titulares, y aun así neutralizar a Romario y Stoichkov. Los culés, chatos arriba, eran un equipo seco.
La suerte fue haber logrado el Scudetto un mes antes. Eso nos hizo poner en práctica muchas pruebas. No dábamos con la tecla para suplirles… Recuerdo un partido amistoso que organizamos en Florencia. Faltaba algo más de una semana, y ese día jugamos como centrales Desailly y yo, dejando a Maldini como lateral izquierdo y Panucci al otro lado. La verdad es que Marcel no quería jugar ahí, así que creo que lo hizo mal a propósito. No lo sé. Es que ocupar la demarcación de defensa central en aquel Milán imponía mucho respeto: la defensa en zona, tirar el fuera de juego… Era complicadísimo, y solo sabían Costacurta y Baresi. Poco más.
Pero Desailly venía de Francia, donde jugó de central en muchas ocasiones. De hecho, en la edición del año anterior ese Olympique jugaba con tres defensas más dos carrileros. Eran Desailly, Boli y Angloma. Os ganaron la final.
Sí, es cierto, pero con nosotros jugaba con Albertini en la medular. Eran ellos dos más Boban y Donadoni. Fue contra la Fiorentina cuando Fabio Capello comprendió quién debía salir -y en qué posición- contra el Barça.
Apostó por Filippo Galli.
Sí, porque había ejercido siempre de quinto defensor. Salimos con él y Maldini atrás, Panucci pasó al lateral izquierdo y yo permanecí en el derecho. Fui el único que no me moví de mi posición, aunque es cierto que en algunos partidos importantes también llegué a jugar de central atrás. Sobre todo, cuando faltaba Franco Baresi… Recuerdo la final de la Supercopa de Europa, precisamente contra el Barça, años atrás. Sí, jugué los dos choques de cinco. En el Camp Nou empatamos a uno; luego en la vuelta vencimos con gol de Evani. Entonces era Sacchi el técnico. Intentaba percutir junto a Costacurta en la posición de Franco.
Desailly acertó eligiendo jugar mal contra la Fiorentina.
Nosotros sabíamos que no quería jugar ahí. Y tenía razón, porque los italianos teníamos mucha más experiencia para comprender los entresijos de esa posición. Empezamos a entenderla con Sacchi, luego perfeccionamos con Fabio… Era normal. Cuándo subir y volver, los mecanismos del fuera de juego… Todo eso lo teníamos muy interiorizado. Más que Marcel, un futbolista formidable.
Stoichkov y Romario llegaron sin energías, sin ganas, saciados de éxito. ¿Usted se acuerda del penalti de Djukic?
Sí, recuerdo cómo ganan la Liga en el último minuto. También que le fueron recortando puntos al Deportivo de la Coruña a medida que pasaban las jornadas. Hablamos de dos futbolistas extraordinarios, pero es que nosotros hemos jugado con Gullit, Van Basten… ¿Entiendes? Sí, ya no estaban, pero siempre tuvimos a los mejores. Además, ese partido comenzó por la izquierda Begiristain, en mi lado. Luego Cruyff vio que no estaba funcionando el asunto, y le cambió de banda con el búlgaro… Sí, intentaron hacer modificaciones, pero no había nada que hacer. Nuestra superioridad fue total.
Capello hace años me comentó que también bloqueasteis perfectamente las subidas de los carrileros (Ferrer y Sergi) y la salida de balón, con Guardiola y Koeman. ¿Está de acuerdo?
Sí. Sabíamos que Ronald era un centrocampista que jugaba atrás. Era moderno. Tenía técnica, visión de juego, pases largos milimétricos… Iniciaba el fútbol del Barça, y lo sabíamos. Teníamos fama porque presionábamos muy bien. Contábamos con Massaro (autor de dos goles) o el propio Desailly, quien anotó el cuarto. Éramos un equipo muy bueno, ordenado, tácticamente perfecto, pero con buen fútbol. ¡Estaba Savicevic!
El gol de Dejan a Zubi significó la defunción del cruyffismo.
No lo sé. Sinceramente, en Italia nosotros no vivíamos esto que dices tú: el cruyffismo. Es cierto que eran buenos, también que Johan fue un grande tanto de jugador como de entrenador, pero este eco a Italia no llegaba. Además, éramos el Milán. ¿Entiendes esa magnitud? No sé qué sucedió con su legado, seguro que le marcó esa derrota abultada. La vieron millones de personas…
La clave es cómo pierde ese Barça. Engullido por sí mismo, por su ego, por su vanidad, por su fútbol.
En Italia se dice que lo importante es ganar, pero no es verdad. Al menos yo no estoy de acuerdo. Hay que ver cómo se gana. Solo así puedes ser recordado. Quizás esta entrevista la estamos haciendo por cómo reinamos en Grecia. No especulamos, no jugábamos defensivamente… Si hoy se celebra la efeméride (30 años) es porque fue algo muy grande y único. Esa escuadra del míster Capello marcó una época, claro.
¿En algún momento se sintieron -días antes del partido- infravalorados por la prensa o por el rival?
Recuerdo que días previos en diarios italianos se decían este tipo de cosas. Al parecer se recogían declaraciones suyas en este ámbito. Se habló que incluso algún jugador culé se había ya hecho una foto con la Copa. No sé, quizás no era verdad esto, pero sí que leíamos tonterías en los periódicos. Nosotros estábamos motivados porque jugábamos una final de la máxima competición continental. Es lo que nos gustaba, y a lo que estábamos acostumbrados. No hacíamos caso a esos comentarios que daban al Barça como favorito.