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Nueve años después, el Espanyol se olvida de Aduriz: Cornellà-El Prat ya tiene su 'gran noche'

Javi Puado fue el héroe del partido más importante de la historia del estadio blanquiazul.

Invasión de camp tras el ascenso del Espanyol. /RCDE
Invasión de camp tras el ascenso del Espanyol. RCDE
Marc Mosull

Marc Mosull

La canción 'Mi gran noche' de Raphael fue la banda sonora del Espanyol durante su trayecto en la Copa del Rey 2014-15. Eran otros tiempos. El club, antes de la llegada de Chen, sobrevivía sin pena ni gloria en Primera División, lo cual todo perico firmaría con sangre tras dos descensos traumáticos. Y la afición quería romper con la mediocridad y empezar a llenar de recuerdos su nuevo estadio; pedían exactamente eso, una gran noche para Cornellà-El Prat que les clasificara para una nueva final, ante el FC Barcelona, el eterno rival.

Pero nunca llegó, se encargó de ello Aritz Aduriz con un gol muy tempranero, y una actuación estelar, en el partido de vuelta de las semifinales que se disputó en el renombrado Stage Front Stadium. Con el 0-2 final, el sueño se esfumó. Desde entonces, seguía huérfano el Espanyol de una gran noche (o tarde) en su casa. Hasta el pasado domingo.

Hay quien defiende que la inesperada clasificación europea de 2019 con Rubi en el banquillo es la primera gran gesta del estadio desde su inauguración, con Jarque como capitán -murió a los pocos días-. Quizás sí, pero anda lejos de las noches históricas de Sarrià y Montjuïc, que otorgaban ascensos, salvaciones milagrosas o clasificaciones para finales, de Copa y de UEFA. Cabe recordar que en 2021, los pericos subieron en pandemia y, además, tras un soso empate a nada en Zaragoza.

El gol de Coro en el recuerdo

El gol de Coro lo resume todo, es la noche más importante de la historia del Espanyol, pues de no haber aparecido el chaval de Banyoles, quizás el club blanquiazul no hubiera sobrevivido. Para el recuerdo también la permanencia de 2004 ante el Murcia, con el machote Luis Fernández capeando con su camisa y Joan Collet afeitándose la cabeza a lo De la Peña; el 3-0 ante el Werder Bremen -también con gol de Ferran Corominas- en las semifinales de UEFA del 2007 o el tanto contra el Madrid del escurridizo Martín Posse, jugador de culto para los pericos, que le dio el billete al equipo catalán para la final de Mestalla del año 2000. La ganó, con Tamudo liándosela a Toni, y puso fin a una sequía de 60 años sin tocar metal.

O, en Sarrià, la remontada en las semifinales de la UEFA de 1988 ante el Brujas, con Pichi Alonso como figura. O el 3-0 de la ida en la final contra el Bayer Leverkusen, en la antesala de la noche más negra de la historia de un club lleno de cicatrices. Recordaba también Moisés Arteaga en Relevo el ascenso del Espanyol de Camacho frente el Cádiz en el 94, que, por esperado, no fue menos celebrado. Y es que 74 años, los que jugó el Espanyol en Can Rabia, dan para mucho.

Parece que fue ayer, pero pronto se cumplirán 15 años de Cornellà-El Prat, inaugurado el 2 de agosto de 2009 en un amistoso contra el Liverpool. Y 15 son los años que ha tardado el estadio en vivir su primera gran noche, la del ascenso a Primera en la vuelta de los playoffs ante el Oviedo con Javi Puado como héroe. El delantero barcelonés tomó el testigo de Tamudo, Coro y Lardín, ilustres canteranos como él; del Pipiolo Losada, Pichi Alonso y Diego Orejuela, cuya figura fue muy recordada el domingo.

Con su doblete histórico, en el partido más trascendental y memorable de Cornellà-El Prat, Puado ascendió al Espanyol e hizo olvidar el recuerdo de Aduriz que tantas veces sobrevoló el estadio desde 2015. Quien sabe si en Primera se volverá a escuchar aquello de "qué pasará, qué misterio habrá, puede ser mi gran noche…".