ATHLETIC - MALLORCA

La obsesión de Jagoba Arrasate que acabó en lágrimas en San Mamés: "¡Qué jodido es esto!"

El técnico de Berriatua vuelve este domingo a Bilbao dos años después de haber asaltado la Catedral con Osasuna en una eliminatoria inolvidable.

Jagoba Arrasate celebra el pase a la final de Copa conseguido en San Mamés en 2023./Osasuna
Jagoba Arrasate celebra el pase a la final de Copa conseguido en San Mamés en 2023. Osasuna
Patxo De la Rica

Patxo De la Rica

30 de enero de 2023. Jagoba Arrasate y su cuerpo técnico analizan su último encuentro con Osasuna ante el Atlético de Madrid y empiezan a preparar el siguiente envite ante el Espanyol en su despacho de las instalaciones de Tajonar. De fondo, en la televisión pero sin volumen, el sorteo de las semifinales de Copa del Rey. Aparecen las bolas de Real Madrid y Osasuna en primer lugar. Siguen trabajando. Minutos después, Jagoba sale camino a un nuevo entrenamiento y se encuentra con uno de los fisios del club. "Qué, hay opciones, ¿no? Nos ha tocado el Athletic". "¿Cómo? Si nos ha tocado el Madrid". Revisan el sorteo y, efectivamente, el rival era el conjunto rojiblanco y la vuelta se disputaría en San Mamés.

Desde ese preciso instante, el técnico de Berriatua sonrió. Era exactamente lo que quería. Hoy puede sonar ventajista, dos años después de que Osasuna asaltase la Catedral y consiguiese el pase a la gran final de Copa del Rey con el inolvidable gol de Pablo Ibáñez en la prórroga. Pero es cierto. El técnico, de hecho, lo repetía cada vez que se le preguntaba en privado por esa eliminatoria en aquellos días. Prefería disputar el primer encuentro en el Sadar, con el calor de su gente, y definir como visitantes en un estadio rojiblanco en el que se relamían pensando con volver a una final como habían hecho en dos de las últimas tres campañas.

Arrasate y sus mejores momentos en Osasuna.

Tenía una obsesión, que les trasladó a sus jugadores casi cada día entre aquel 30 de enero y el 4 de abril, cuando estaba fijada la vuelta. Lo más repetido por Arrasate y lo que le obsesionó durante semanas fue que el Athletic no se pusiese por delante en la eliminatoria. Y, precisamente por ello, prefería iniciar en el Sadar. Le daba 'miedo' disputar el primer encuentro en San Mamés y llegar a la vuelta teniendo que remontar, con el peligro que eso conllevaba al tener que exponerse.

Sabían que iban a sufrir -"como perros", solía decir- en San Mamés, pero estaban convencidos que si eran capaces de sacar ventaja en la ida, trasladarían la presión al Athletic. Y así fue. Abde consiguió el tanto de la victoria en el primero de los dos encuentros y tuvieron un mes para trabajar la fórmula con la que asaltar La Catedral. Era clara. La clave era tener una línea de cuatro muy estrecha, estar juntos por dentro y que no se pueda girar Oihan Sancet para conectar con los hermanos, según explican a este medio sobre la táctica que trabajaron en esas semanas.

Alargar el partido, mantenerse vivos e ir restando minutos al cronómetro mientras la tensión iría pasando del bando rojillo al rojiblanco. Iñaki Williams igualó la eliminatoria en el primer tiempo, pero Osasuna y Jagoba no cambiaron el plan. "¡Qué jodido es esto!", se escuchó un par de veces en el vestuario visitante en el descanso. "¡Todos firmábamos esto, chavales!", se convencieron, a solo 45 minutos de una final y con la eliminatoria igualada. Los navarros estaban sufriendo un asedio bilbaíno, que se mantuvo en una segunda mitad en la que Nico Williams pudo ganarlo. Se libraron. Y llegó el momento Chimy.

Jagoba se había guardado la carta del delantero argentino, que llegó muy justo a la cita y tenía piernas para 30 minutos. Fueron los de la prórroga, actuando en banda para dar oxígeno al equipo junto a Ante Budimir, que había sustituido a Kike García. En la charla previa a iniciar la prórroga, el optimismo era máximo y Jagoba les trasladó un mensaje muy positivo. "Hemos jugado un montón de prórrogas, esto no es nuevo y nosotros firmábamos estar así y ellos no. Estamos más contentos que ellos". Algo así les dijo, además de recordar el factor Sergio Herrera, un parapenaltis que podía ser clave en caso de necesitarlo.

No hizo falta. Pablo Ibáñez se convirtió en leyenda rojilla con una volea inolvidable en una prórroga en la que el temor paralizó a los bilbaínos y la ilusión espoleó a un conjunto rojillo que creyó en todo momento en la obsesión de su técnico. Si el Athletic no se adelantaba -en ningún momento de la eliminatoria estuvo por delante- tenían muchas opciones de disputar la final. Y se cumplió.

Jagoba y Valverde, grandes amigos, se dieron la mano y el técnico de Berriatua corrió hacia el túnel de vestuarios, consciente de que varios amigos, muchos de ellos rojiblancos, estaban en San Mamés y estarían muy dolidos. Prefería celebrarlo en la intimidad. Y allí fue donde se le escaparon las lágrimas, al encontrarse con uno de los readaptadores rojillos, que acostumbra a no ver los finales de los partidos y que pensó que se habían eliminado al ver al técnico entrar solo. Aquel abrazo simbolizó la hazaña conseguida. "Es una alegría tremenda. Es que para nosotros esto es muy grande. Esto es histórico, solo se ha conseguido dos veces en 102 años de historia", dijo en rueda de prensa minutos después. Su mejor noche. Lo tiene claro. La más bonita de una espectacular carrera en la élite.