Un parón para resetear, crecer en lo físico y volver al inicio
Tras apagar el incendio En Nesyri, Quique Sánchez Flores se marcó los 15 días de trabjajo como una mini pretemporada. La victoria en Getafe, sin alardes, permite volver a respirar.

La derrota ante el Celta fue un duro palo para el Sevilla. Los andaluces, venían de empatar ante el Almería y veían como el maldito fantasma del descenso, que viene persiguiéndolo durante casi toda la temporada, volvía a hacer acto de presencia. Quique Sánchez Flores sabía que tenía por delante 15 días de trabajo para resetear la mente de sus jugadores, seguir trabajando el aspecto físico y volver a aquello que le valió para encadenar una serie de buenos resultados.
Pero antes, el club tuvo que apagar rápidamente el incendio que se generó en el vestuario tras la acalorada discusión entre En-Nesyri y su entrenador. Para ello, y aunque no era habitual, el director deportivo Víctor Orta bajó rápidamente al vestuario para hacerles ver, en una breve charla, lo importante que era que aquello quedara allí. Hacerles entender que ambos se necesitaban para el objetivo común, salvar la categoría.
Quique ha reconocido a sus más cercano, que aquel altercado lo sacó del partido. Que no lo dejó pensar con la claridad necesaria para modificar el devenir del encuentro. Erró en los cambios y fue bastante criticada la tardanza en alguno de ellos. Aún furioso por lo ocurrido, el madrileño entendió pronto que alargar aquella disputa no sería bueno para el colectivo.
Desde ese momento se fijó un objetivo claro, seguir mejorando la parcela física de la plantilla aprovechando el parón por las selecciones. Este aspecto es el que menos le ha gustado al cuerpo técnico desde su llegada. Era obligatorio mejorarla para construir un equipo medianamente competitivo. Con 4 internacionales tan sólo con sus respectivas selecciones, uno de ellos Jesús Navas sancionado por acumulación de cartulinas, tenían al grueso de efectivos para hacer un trabajo exigente.
Vuelta a los inicios con Quique
La idea de juego planteada por Quique en su regreso a la competición era clara. No quería que sucedieran demasiadas cosas en el partido y para ello era prioritario mantener al bloque junto, sin fisuras, acortando los espacios entre líneas. Se logró en la primera mitad del primer tiempo y en gran parte del segundo, hasta que nuevamente, los interminables errores individuales volvieron a complicarle la vida.
Los errores groseros de Badé en el despeje y posterior cesión a Nyland, falta de contundencia a la hora de despejar balones como le ocurrió a En-Nesyri o fallos incomprensibles en la creación, permitieron a los de Bordalás llegar con claridad ante Nyland, que esta vez volvió a ser el salvador.
La pizarra sigue siendo clave
Otros de los aspectos clave durante la etapa de Quique Sánchez Flores en el banquillo sevillista, están siendo las jugadas a balón parado. Los andaluces son ya el equipo de LaLiga que más provecho han sacado de ellas, anotando 11 goles durante el transcurso de la temporada.
De ellos, más de la la mitad (6) han sido con el técnico madrileño en el banquillo, una faceta en la que recae toda la responsabilidad en Cubillos. Este sábado, se le pudo ver muy activo en el área técnica, no sólo cuando los sevillanos tenían opciones de hacer daño en ataque con la conexión Acuña-Ramos, también cuando tenían que defender las jugadas del rival. Un aspecto del juego bastante provechoso en una temporada de enorme caristía para el Sevilla.