El fichaje que no fue de Pedro Jaro por el Barcelona, la emoción por Juanito y el gol de Zidane: "Siempre digo, ¿quién fue el que lo metió?"
El exportero y entrenador cuenta en Relevo anécdotas de una carrera en la que alcanzó su cénit en el Betis con el Trofeo Zamora.

Sólo dos porteros en la historia del Betis han acabado como los menos goleados en Primera División. De Joaquín Urquiaga a Pedro Jaro (Madrid, 1963) pasaron 60 años para que un meta verdiblanco lograse ese registro y, en el caso del madrileño, recibiera el Trofeo Zamora. Pese a esos méritos en aquel Betis de Manuel Ruiz de Lopera y Lorenzo Serra Ferrer, Pedro Jaro no es demasiado recordado entre los jóvenes. Su huella se disipó con el tiempo y hasta el portero admite que a su figura le pudo faltar reconocimiento. "Hubo un periodista que creo que tuvo un trato injusto conmigo. Nunca lo he nombrado y lo voy a hacer", se arranca el madrileño en esta entrevista telefónica con Relevo en vísperas del duelo entre el Betis y el Atlético de Madrid, otro de los clubes de su amplia trayectoria deportiva.
Desde sus comienzos en el Moscardó y aquella prueba en el Barcelona de Fernando Daucik, a sus flirteos con el Castilla antes de que años después el Real Madrid lo fichase para el primer equipo, a esas etapas en el Cádiz, el Málaga y el Betis que le generaron un vínculo especial con Andalucía. "Cádiz es Cádiz, aunque todavía no había que mamar", recuerda con alegría de aquella primera etapa profesional, en la que quedó maravillado de Mágico González y en la que también tendría sus primeros roces con una figura clave de su vida deportiva: Juan Gómez, Juanito.
Tras su etapa de futbolista, que finalizó en el Atlético de Madrid, ejerció de entrenador de porteros en el conjunto colchonero, el Real Madrid o la Selección española antes de sus últimas experiencias en Ucrania, primero en el Dnipro de Juande Ramos, y luego, hasta 2021, en la Federación de Ucrania con la que estuvo presente en esa Eurocopa. "Eso fue lo último que hice a nivel deportivo, pero tengo ganas de continuar", señala Jaro, que, mientras, reside en Madrid y así pudo asistir a otra noche mágica del Real Madrid en la Liga de Campeones. "Te empatan en menos de dos minutos y ya piensas: 'Hostias, ya están aquí estos. Otra vez nos van a remontar'", asegura sobre esas noches épicas que el conjunto blanco ha convertido casi en una rutina.
Tras su larga experiencia con Ucrania, ¿le quedan ganas de seguir vinculado al fútbol?
Tengo ganas de continuar, sí, pero no me he movido lo suficientemente bien para mostrar ese deseo de continuar en la actividad que nos gusta y nos apasiona. Como muchas veces hablamos los profesionales, cuando estás dentro quiere salir y cuando estás fuera estás deseando entrar. Se vive profundamente y a veces se necesita un descanso, aunque yo ya lo he hecho lo suficiente.
Al poco tiempo de acabar su contrato con la Federación llegó la guerra. ¿Influyó en que no pudiera continuar?
A Ucrania llegamos en 2010 y hasta 2014 con Juande Ramos, y allí ya había guerra. El primer detonante lo vivimos y nos lo comimos allí. Sufrimos la anexión Crimea y a la semana siguiente tuvimos que ir a jugar un partido de la Premier League ucraniana, ya que había dos equipos que pertenecían a aquella península. El espacio aéreo ya estaba cerrado y había medidas militares bastante severas, tanto para entrar como para salir. Estuvieron apuntándonos con rifles, no fue una experiencia agradable. Aquella fue una guerra por el artículo 33. Luego estaba el Donbas, donde era una guerra silente, parecía que no pasaba nada pero todos los días moría gente. Hoy ya parece que estamos acostumbrados y las noticias no nos afectan. Hay otros conflictos geopolíticos que acaparan más atención como el de Oriente Medio.

¿Mantiene el contacto con gente del país?
Hablo con alguna gente de vez en cuando, pero no es fácil. Algunos están en el campo de batalla y no quieren que se sepa dónde están.
Cuentan que hasta los partidos se detienen cuando hay aviso de bombas...
Ya volvió la liga y se consiguió que se reanudara, aunque es verdad que era sin público. En cualquier momento suenan las sirenas, se suspenden los partidos. Los jugadores y el staff tienen que pasar al búnker hasta que pasa el peligro y se puede reanudar. El fútbol sin público es bastante triste. En su día lo vivimos con la pandemia y desde mi punto de vista era algo diferente. Jugar sin aficionados es jugar a otra cosa, por más que los comportamientos vayan cambiando y se haya aceptado.
Allí conoció a Lunin. ¿Prometía ya tanto como para verlo en todo un Real Madrid?
Los periodistas conocéis a ese tipo de jugadores más tarde. Yo estuve trabajando selección y ya fue convocado e incluso llegó a debutar en Marbella. A Lunin lo conozco bien. Firmó por el Madrid, le ha costado hacerse con su sitio y que confiaran en él, al no tener la jerarquía. Tuvo varias cesiones, hasta que le llegó la oportunidad, que afortunadamente, tiene que estar contigo, y pudo demostrarlo el año pasado por la lesión de un compañero. La vida y el fútbol son así, muchas veces sólo puedes demostrar tú valía tras el infortunio o desgracia de tu compañero. Es lo que te lo posibilita, la competencia es feroz. Tienes que estar en el momento justo y adecuado para demostrar y hacerte un nombre.
"Al Real Madrid llegué con el reto de jugar en el que había sido mi equipo desde pequeño; tuvo un fallo tremendo en un Trofeo Bernabéu y ya no jugué"
Habla de ese factor de fortuna y me viene a la mente su etapa en el Real Madrid, donde quizá le faltó en determinados momentos...
Vine desde el Málaga con la ilusión a intentar tener mi oportunidad y poder demostrar y a mí mismo que podía ser portero del Real Madrid. Era un reto para mí jugar en el que había sido mi equipo desde pequeño. Era una ilusión hecha realidad. Llegó la pretemporada, jugamos varios partidos y alternamos. En el último partido, en el Trofeo Santiago Bernabéu, jugué y nos tenemos que remontar a cómo era en los '90, que los compañeros decían que el que jugaba ese día solía ser el equipo titular para empezar la Liga. Pero tuve un fallo tremendo y mucha gente dice que debido a ese error y al resultado no jugué. Pienso y mantengo que un portero puede fallar pero también tienes que tener suerte para hacerlo. Si el equipo gana… Pero ese día perdimos 1-3 y yo tuve un error clamoroso. A los tres días empezaba la Liga y comenzó Paco (Buyo) jugando. Lo conocemos y sabemos lo grandísimo portero que fue. Yo fui jugando mis partidos, alguno de Copa, otro de la UEFA… Luego con Benito Floro empecé jugando, pero una lesión en un entrenamiento me sacó de la titularidad. Fueron 15 días sin jugar, pero ya no recobré el puesto. Al final venció mi contrato y salí. Y así llegué a esa bendita ciudad que es Sevilla y al Betis.
Los porteros, además de que técnicamente jugaban de otra forma, también rotaban menos.
Es posible. El fútbol decimos que no ha cambiado, pero está en continua evolución. Tú te miras todos los días al espejo y parece que no cambias y te ves igual, pero si encuentras a una persona que no te ve desde hace 10 o 15 años y lo mismo no te conoce. Y dices: 'si yo me veo igual…', pero de igual nada. Ese ejemplo vale para el fútbol. Hoy se habla de que antes era mejor, pero yo no estoy de acuerdo. El fútbol de hoy es mucho mejor, con mejores jugadores, más rápido, más veloz, más táctico… Quizá es menos vistoso, pero posiblemente por esa competitividad que existe. Esa igualdad, antes la diferencia sí se notaba entre clubes, hoy se ha reducido muchísimo, cualquier equipo te podría ganar. Lo que saca los partidos adelante es la calidad, los mejores jugadores en cuanto a calidad te definen.
¡Mire lo que pasó en el Real Madrid-Borussia!
Yo estuve en el campo, difícilmente veías que podías superarlo y el resultado que había era justo. Si somos sinceros, el resultado era por los méritos que se habían visto. El Borussia se plantó con su fútbol y contrarrestando al Madrid. Era difícil pensar que se le iba a dar la vuelta al partido. Pasaron 15 minutos del segundo tiempo, el Madrid iba un poco más fluido pero el Borussia veía que pasaba el tiempo. Quizá se quiso pertrechar un poco más y salió a esa calidad de la que hablamos y te hacen el gol. El Madrid es lo que tiene, el gen que le hemos puesto todos. Cuando se viven esas situaciones al rival le entra algo de que se dice que nos van ganar. Te meten el empate en menos de dos minutos y dices: 'hostias, que ya están aquí éstos. Otra vez nos van a remontar'. Como profesional lo estás viviendo y tienes muy presente que es un equipo 15 veces campeón, con las victorias como se han producido. Los propios equipos no se explican lo que pasa. Hay algo aquí, se tienen que unir cosas, pero se dan con cierta frecuencia.

Cambiemos de registro y volvamos a su persona. ¿Cómo eligió lo de ser portero?
A mí me gustaba jugar en el barrio de chaval, siempre jugaba con gente de mi edad o un poco mayor. Yo era un poco más alto y tenía más talla, pero al ser más pequeño te iban a buscar de portero. Era dificíl encontrarlo porque participabas menos. Me venían a buscar a casa, tenía 8-9 años, y me gustaba. Me federé de portero, pero con una cosa parecida, con un equipo de amiguetes donde iba a jugar los domingos y cuando llegaba el invierno nos quedábamos sólo doce o trece. No empecé sólo de portero, lo alternaba. Cuando fui más en serio ya sí lo decidí y no volví al campo.
Del Moscardó al Cádiz, aunque tengo entendido que tuvo llamadas de Barcelona y Real Madrid. ¿Por qué eligió la opción andaluza?
En ese momento tampoco podía decidir mucho, era el año 82 y existía el derecho de retención. Había jugado dos años en juveniles, en División de Honor y Liga Nacional, con el Moscardó. Hubo una reestructuración en el club, salió mucha gente veterana y no se pasaba por los mejores tiempos. Se eligieron a los jugadores con más valía y yo estaba dentro. La cosa salió bien, aunque lo pasamos mal y estuvimos todo el año luchando por no descender. Pero surgieron novias, aunque yo no decidía. Ese año viajo a Barcelona con Fernando Daucik, estuve muy bien, pero no interesé, no sé decirte el motivo. Recuerdo aquel viaje, aquellas tardes entrenando, pero no se dio el acuerdo o sólo querían verme, no sé. En el Castilla, parece que sí cuajó, que estaban interesados, pero no se llegó a un acuerdo por 500.000 pesetas (3.000 euros), por lo que leí en prensa. El Madrid ofreció dos millones (12.000 euros) y el Moscardó quería 2,5 (15.000). Entiendo que el Cádiz fue el mejor postor a última hora para el Moscardó, el que puso más dinero e interés.
¿Le dejó huella esa experiencia en la Tacita de Plata?
Cádiz es Cádiz, todavía no estaba el lema de 'Esto es cádiz y aquí y hay que mamar', pero lo tengo fresco como vivencia. Me marcó mi vida profesional, fue mi primer equipo y mis primeras experiencia con gente profesional. Ves futbolistas con calidad, yo tenía 19 años recién cumplidos y te encontrabas con gente que tú mismo habías coleccionado en los cromos. A Mágico González, no lo conocía nadie, llegó a Cádiz sólo por Mundial y las dos o tres cosas inverosímiles que había hecho, pero habían sido eliminados en la primera fase. Ves la calidad de ese jugador…. Me cuesta todavía muchas veces, es el primero que vi con esa calidad, luego he jugado con más, pero tengo al Mago en la retina. Ya no sólo por ser el primero, sino que después no he visto hacer las cosas que le vi a él.
¿Era tan peculiar Mágico como se cuenta?
Visto desde fuera su manera de ser le mató, pero es que a él le hizo feliz ser así. Consideró su vida profesional a su manera y no como muchos pensamos que tiene que ser. Tampoco son esas historias que se cuentan, con mucha exageración dependiendo de quién y dónde la cuente, que cada uno lo hace de una manera diferente. Lo envidiábamos todos. Pensabas que a ti para hacer cualquier cosa te cuesta la vida y él lo tenía todo, no necesitbaa el esfuerzo para conseguir lo que quería. Él vivió a su manera.
"Juanito era muy noble, pero tenía ese carácter que lo traicionaba en el campo; luego se te ponía de rodillas para que lo perdonaras"
De Mágico a Juanito...
(Interrumple emocionado). Conocer a Juan es de la mejores cosas que me ha pasado en mi vida deportiva, era algo especial. Sigo emocionándome cada vez que hablo de él.
Usted coincidió con él en el Málaga, pero ya antes vivió un episodio que le marcó. ¿Puede contar esa anécdota en El Rocío?
Ahí empezó a ganarme. Yo no era una persona que saliera mucho, me costaba salir, pero una vez, nos escapamos al Rocío. Fue la primera y la única vez. Fue ida y vuelta en el día, en el coche de Chico Linares, un Seat 127 Fura, en en el que íbamos cinco. Cuando aparcamos estaba allí Juanito, que acababa de llegar, y nos saludamos. Yo apenas le conocía, sí los más veteranos, pero me dijo: 'Pedro, tú te vienes con nosotros, ¿no?'. Nadie me había llamado así, yo era Jaro. Pensé 'sabe mi nombre y me dice que si me voy a ir al Málaga'. Al final acabé allí, como él me dijo, y tuvimos una relación bastante cordial, de mucha admiración. Me demostró que creía en mí. Luego siempre he escuchado, no diciéndolo él, que tuvo que ver en que yo firmase por el Madrid. Pero seguro que lo hizo desde el convencimiento, no por hacerme un favor. Él quería mucho a su Madrid. (Tras un silencio). Tengo otra anécdota, la misma noche de su fallecimiento (silencio). Esa noche lo vi en el vestuario. Era entrenador del Mérida y subió a ver a su Madrid. La carretera nos lo quitó.

¿Cómo era Juanito en las distancias cortas?
Si le pones sólo un atributo o un calificativo te quedarías corto. Era malo para él mismo de lo bueno que era. Era muy noble, aunque tenía ese carácter que lo traicionaba en el campo, se hacía daño él mismo. Era muy pasional y por cualquier cosa se iba para ti, te cogía, te abría los brazos… Pero terminaba el partido y se te ponía delante de rodillas para que lo perdonaras.
¡Vaya equipo que se encontró en el Málaga!
Llegué a un equipo que acababa de subir a Primera, con gente veterana y que daba ejemplo. Hablamos de Clemente Villaverde, Miguel Ángel Ruiz, Lauridsen y Antonio Álvarez que llegaron a la vez que yo. Estaban Juanito, Boquerón Esteban, vino Hassan del Mallorca… Teníamos un equipo bonito de ver, divertido y lo pasamos bien. Pero en el segundo años, por circunstancias, descendimos y yo me marché. Fue una pena acabar allí así.
Su tercera etapa andaluza, en el Betis. ¿Fue quizá su mejor época como futbolista?
En Málaga mis dos años fueron bastante buenos, pero en el Betis quizá fueron los mejores desde un punto de vista de la continuidad, de sentirte importante y de un entrenador que confía en ti. Esa confianza y regularidad también ayuda con los compañeros, las mejores temporadas se consiguen así. Fue una etapa fructífera no sólo en los resultados sino también de cara a confiar en lo que puedes dar y lo que los compañeros son capaces de darte a ti.
Con aquel Betis fue Trofeo Zamora y un equipo duro de pelar.
Estamos recién ascendidos de Segunda. Lorenzo lo había cogido sustituyendo a Kresic en la parte final, subieron y quedamos terceros. Lorenzo Serra Ferrer tuvo mucho que ver con todo, con ese carácter que imprimía. Era un equipo bastante joven, con pocos partidos en Primera, pero podía hacer todo lo que le pidieras. Lorenzo era muy trabajador, al jugador le exigía mucho, pero estabas dispuesto a dárselo. Supo trasladarle al jugador ese carácter que tenía e hizo un equipo muy competitivo y muy difícil de batir.
En el Betis, al menos en el entorno, tengo la sensación de que su figura no ha tenido tanto reconocimiento. ¿Siente lo mismo?
Con el tiempo he llegado a una conclusión, a la que quizá llegué tarde y no fui capaz de ponerla en práctica en su día. Soy una persona poco permeable, no me he caracterizado por hablar mucho ni ser empático con la afición. Tengo claro que cuanto más das, más vas a recibir, pero no he sido nunca de eso. Si volviera a jugar seguro que no sería de darme al público, de hacer cualquier cosa para ellos, de tirarle un beso o un abrazo, soy más bien antipático. Al público lo tienes que mimar. Yo en el Betis me sentí muy reconocido a nivel de club y de compañeros, me llevé fantásticamente bien con ellos y ellos conmigo también. A nivel de afición, que me perdonen, no tuve ese reconocimiento. La masa es influenciable... Hubo una persona, en los tres años que estuve, que tenía mucho poder y también en la prensa. Nunca lo he nombrado y lo voy a hacer: el maestro Araújo. Esa persona tuvo un trato injusto conmigo. Cuando lo hacía bien, decía que regular; si era mal, que muy mal. Eso cala. No lo he dicho nunca y puedo estar equivocado. La vida continúa y que nos vaya lo mejor posible.
¿Pudo influir también aquel gol de Zidane que un sector de los aficionados le achacó a usted?
No lo creo, ya estaba muy asentado, siguen recordándomelo muchas veces, alguna gente te lo dice en plan sarcástico o para hacer daño... Si me estás queriendo hacer daño sobre algo que no he hecho bien, el primer jodido, que he cometido un error, soy yo. Pero a día de hoy, sigo diciendo que aque gol fue una genialidad. Al que me dice algo le respondo: '¿Quién fue el que me lo metió, que no me acuerdo del nombre?'. Fue un saque de meta, salta Ureña, el balón se queda muerto, y tal y como estaba botando le pegó con la izquierda.
Hablaba de Lorenzo Serra, pero también fue el primer Betis de Manuel Ruiz de Lopera. ¿Qué recuerdos le dejó?
Sinceramente, lo voy a decir como lo siento, me ha parecido desde la distancia que cuando ha fallecido no ha tenido un reconocimiento popular como creo que se debería haber merecido. Quizá tengo un poco de sentimiento, por el presidente que tenía en el Betis y el respeto que le he podido tener. Como presidente, nos dio mucho juego. Era un presidente atípico, no sé si listo, inteligente o calificativo o algún sinónimo de esos dos. Era analfabeto prácticamente, pero la concepción que tenía para hacer dinero, aunque algunos digan para llevárselo o lo que sea... Era una persona no parecía un presidente de un club, no me equivocaría si digo ha sido de las personas más austeras que he conocido en el fútbol. Como presidente viajaba con nosotros, desayunaba su café con leche y su zumo, su mismo Seat Toledo siempre, los viernes en La Macarena y el Gran Poder, su Mercedes del año de la pera que lo sacaba de vez en cuando, el mismo traje, el gris que tenía...

¿Tenía tanta relación con los jugadores en aquella época?
Quería tenerla, la ejercía y le gustaba tener al jugador contento. A los jugadores les gusta pedirle a los presidentes, tú me pides y yo te digo que no. Pero siempre le sacabas algo. Recuerdo cando jugábamos fuera acompañaba siempre al equipo, después de la charla de Lorenzo en el vestuario entraba él. Te decía sus palabras, que no era algo habitual ni tampoco ahora. Por ejemplo te decía si ganamos os doy 10.000 pesetas. Lo recuerdo con cierto cariño.
Aquella final en el Santiago Bernabéu...
Un recuerdo amargo, no lo merecimos, no era de recibo haberla perdido de esa forma. Fue cruel esa final en el Bernabéu y no la he vuelto a ver nunca. Perder de esa forma a última hora. Son cosas que pasan. Lo comparo con lo que pasó en el Real Madrid-Atlético de la Champions. Se habla de que fue injusto, pero el calificativo es cruel.
"Aquella final en el Bernabéu fue cruel y no la he vuelto a ver nunca; no era de recibo perderla de esa forma"
Algún allegado a Lopera comenta que la llegada a la Champions y ese fútbol moderno lo desbordó.
Puede ser, sí. Que lleguen a tu casa y te digan que esto no es así, que hay que quitarlo de aquí. Puede encajar con eso que le contaba de Lopera y su forma peculiar de llevar las cosas.
Y pasó de Lopera a Jesús Gil.
Don Jesús Gil tenía esa cercanía, pero sin querer comparar. Son dos figuras en planos diferentes. Don Manuel era más austero, él quería sus 4-5 cosas y nada más.
Cerró su etapa como jugador en el Atlético de Madrid.
Era una oportunidad para volver a Madrid, que es mi casa, y terminar mi carrera. No fue fácil venirme, fue un tira y afloja importante. Era un Atlético que había sido campeon dos años antes y fui para intentar quitarle el puesto a Molina, al menos a ponérselo difícil.
Por cierto, ¿entiende las críticas hacia el Cholo Simeone después la estabilidad que le ha dado al club?
Al Cholo hay que hacerle un monumento y terminarán haciéndoselo. Le ha dado un salto de calidad y se lo sigue dando. Muchas veces nos cansamos de ver al mismo y de ver jugar de la misma forma. Nos pueden los sentimientos y queremos más. Pero es que quizá no sé si soy capaz de darte más, me ha dido bien dándote esto, no sé si voy a estar a gusto o no sé darte más de lo que te he dado. Si empiezo a intentar darte otra cosa a lo que no estoy acostumbrado, no sé si va a salir bien. La gente quiere más, no se conforman con estar en Champions, con haber sido campeón de liga una vez cada diez años años y empiezan los encontronazos. Todos quieren ser como el Real Madrid, los logros que consigue, ser seis veces campeón de Europa en diez años. O me gustaría ver las remontadas éstas, e intentas compararte. Yo viví la época de la intervención judicial, de un club en bancarrota. A la gente se le olvida.
Quizá algo parecido pasa en el Betis con Manuel Pellegrini. Ya son cinco años con el mismo técnico....
Todos queremos más. Si tienes jamón, quiero un poco de cinco jotas que está mejor, pero quizá el que tienes ya está bien. Es algo humano, el conformismo sería peor. El Betis tiene un buen equipo, pero la gente no se acuerda de estar en Segunda y lo que es hoy en día, un equipo importante y que está donde se merece el club. Siempre dije que no me di cuenta de lo que es el Betis, de lo que significa y de la masa social que tiene hasta que fui. Mantengo que el Betis debe estar siempre entre los cinco primeros y que de ahí no bajara. Puedes ser décimo un año, pero como algo circunstancial. Me caló en ese sentido, vi el potencial que social que existía y que no todo iba acorde a eso. Por ejemplo, don Manuel se conformaba. Lopera no quería más, ha tenido que llegar gente con otras inquietudes y con experiencias de gestión. Un equipo de fútbol es ante todo una empresa y hay que gestionarla y desarrollarla. Lopera no lo vio nunca así.