La (pen)última pantomima abre paso a la tercera vía del Sevilla

"De aquí me voy al juzgado de guardia". Así terminó José María del Nido Benavente la escenificación de su derrota más dolorosa en una Junta de accionistas del Sevilla. Ni el teatrillo que se montó durante el desarrollo de la misma alteró el resultado final. Sin el apoyo de los americanos, representados por el hombre de la pajarita -Juan de Dios Crespo-, el expresidente quedó arrinconado en sus habituales bravuconadas, alimentadas también por su círculo más cercano.
Fue la (pen)última pantomima en este Sevilla contemporáneo. Con ocho juntas en apenas 20 meses que siempre han acabado en los juzgados, pero sin variar la composición del puesto de mando. José María del Nido Carrasco, aferrado a los argumentos jurídicos de su brillante equipo de abogados, volvió a salir indemne y esta vez sin necesidad alguna de entrar en el cuerpo a cuerpo de la refriega.
Hasta ahí todo dentro de lo esperado, sobre todo al comprobar que los americanos no sólo se abstenían sino que apoyaban en las votaciones al actual consejo. Un varapalo mayor para Del Nido Benavente con respecto a la pasada junta de enero. "Tengo que reflexionar", dijo el exdirigente, consciente de que el escenario que se le abre por delante implicará abrirse, más temprano que tarde, a una negociación. "Nosotros no podemos dejar que el Sevilla se despeñe de la forma en la que lo está haciendo. Y oye, el que sea que salga, que dirija el club, si no tengo que ser yo, si es otro y está capacitado, yo lo voy a apoyar sin duda alguna", dejó como corolario final.
Esa sentencia de Del Nido Benavente abre paso a la tercera vía, que, según lo que siempre ha querido el sevillismo, debe partir de la ciudad. Mal harían las familias apoltronadas en el puesto de mando en no atender esa llamada del sevillismo. Sentarse a negociar con altura de miras y asumiendo que la situación actual de la entidad es inasumible por más tiempo sin que el escudo del Sevilla pueda quedar dañado casi irremediablemente. Olvidarse de esos más de 3.000 euros la acción que cacareó Del Nido y que corresponde a la etapa de éxitos, cuando los fondos propios se acumulaban por decenas en una caja donde hoy empiezan a aparecer las telarañas.
También el paso adelante de los que estén dispuestos a afrontar la dura realidad del Sevilla. Esos empresarios de éxito, llámense Antonio Lappi o Federico Quintero. El Sevilla necesita un revulsivo para recuperar ese brillo con el que se codeó con los más grandes en el siglo XXI. La Junta del 27 de marzo debe recordarse en el futuro como la del punto de inflexión y mal harían todos los accionistas en no darse cuenta.